Fritilarias + Shakespeare

Ambrosius Bosschaert, Vaso chino con flores, conchas e insectos, c. 1609, Museo Thyssen

Los pétalos de las fritilarias – familia liliáceas, género Fritillaria, cien especies diferentes pueden llevar rayas, cuadros o nada. En LRO crece la Fritilaria lusitanica, a rayas de color amarillo anaranjado y rojo. La fritilaria más común, Fritillaria meleagris, va a cuadros, escaques de colores variables, entre el violeta y el pardusco combinados con blanco, como un tablero de damas o una cabeza de serpiente (snake´s head, su nombre vulgar en inglés). Las corolas acampanadas de Fritillaria imperialis, por último, son uniformemente naranjas, rojas o amarillas, y crecen apiñadas en un piso alto, como una aparatosa corona. Es la de este cuadro de  Bosschaert : una fritillaria imperial en naranja asalmonado saca la cabeza (se enseñorea) por encima de las otras flores.

1.Sobre las primeras, aquel post de abril 2020: https://laramadeoro.com/2020/04/20/fritilarias-y-asfodelos/
2.Sobre las segundas, procedentes de los prados del Loira y puestas de moda como flor de jardín en el XVII, mucho tuvo que decir William Shakepeare: su Adonis no se convirtió en anémona, como estipulan los cánones (Ovidio), sino en fritilaria (nota 1). Pero en la década de 1590 la fritilaria era una rareza: una absoluta novedad botánica. Sabemos, sin embargo, que a William le gustaba usar la azada, the hoe, el sacho, como a tantos de sus compatriotas, y como a su señora Anne Hathaway, cuyo cottage garden ha sido reconstruido y puede visitarse (nota 2).

Fritilaria meleagris (wiki)

Curiosidades. En una edición de 1598 del Herbolario de John Gerard aparece un grabado con la imagen de un hombre barbudo, vestido a la romana, con una gran Fritilaria meleagris en la mano. Según Mark Griffith -periodista botánico en el Country Life Magazine-, se trataría de un retrato del mismísimo William Shakespeare. La novedad de la planta en los jardines ingleses y su llamativa, inesperada mención en el Venus y Adonis, es el argumento central de este señor (nota 3)  para defender que el barbudo del grabado, sin duda un literato, por los laureles apolíneos que le adornan, es necesariamente Shakespeare. La conclusión está un poco cogida por los pelos, pero ahí queda.

Tres siglos después, estimulada no tanto por Shakespeare como por El nacimiento de la primavera de Botticelli, la madre de Christopher LLoyd las introdujo a puñados en su pradera semisilvestre de Great Dixter (bautizada como Botticelli Garden, o «Bottle -Cherry- Garden», de oídas, por el jardinero que entonces cuidaba aquello). Décadas más tarde el propio Christopher  recomendaría calurosamente la naturalización de fritilarias, acompañadas de narcisos, en praderas húmedas de tierra ligeramente calcárea (nota 4). En flor un 14 de abril, en la pradera del Magdalenian College, Oxford: https://www.magd.ox.ac.uk/news/fritillaries/

3. En la historia de las Fritillaria imperialis, de origen turco, como los tulipanes hortícolas (otra follie de la época) nos volvemos a encontrar a Shakespeare, quien en el Cuento de invierno (IV, 4, 125) incluye un elogio a la crown fritillaria. En esa escena del acto IV, que es en sí misma un catálogo floral del cottage garden, se describe la fiesta de la esquila en la majada del padre putativo de Perdita -pastora/princesa-, a la que toca repartir flores a los convidados. Entre ellos están su prometido/príncipe, disfrazado de pastorcillo,  y su futuro y severo suegro, al que aún tiene que encandilar. Perdita les reserva las mejores flores:
...bold oxlips and
The crown imperial; lilies of all kinds,
The flower-de-luce being one!…
(… primulas, fritilarias imperiales y lirios de todas las clases…)

En 1600 eran un distintivo del jardín moderno. Ahora, sin embargo, las F. imperialis, aunque aún se venden algo como método bio anti-topos, por la pestilencia subterránea que desprenden sus bulbos, en el jardín ya han pasado de moda, pero completamente, y no encuentro a nadie que las eche ni un poco de menos (¿qué podría quedar bien a su lado?), salvo para elaborar con ellas -por ejemplo- este sofísticado, exuberante arreglo floral, con peonías y tulipanes blancos, en el pabellón apenas iluminado de la Floralía de Gante (edición 2022):

Notas
(1)
Interpretación sugerida por Mark Griffith (que volveremos a citar enseguida), de los versos:
…By this, the boy who by her side lay kill’d
Was melted like a vapour from her sight,
And in his blood that on the ground lay spill’d,
A purple flower sprung up, chequer’d with white,
Resembling well his pale cheeks and the blood
Which in round drops upon their whiteness stood

No es la descripción de una anémona, desde luego.

(2) La fuente principal para estudiar el mundo botánico de Shakespeare es esta: https://bardgarden.blogspot.com/  Incluye un apartado titulado «How to plant your Shakesperean garden». Sin embargo, el buscador del blog no encuentra nada cuando escribo «fritilaria». ¿Razón? El artículo de Mark Griffith es posterior a la publicación del blog. O más sencillamente, al autor de bardgarden.blogspot no acaba de convencerle la interpretación del articulista de Country Life…
(3) Resumen de la tesis de M.Griffith. https://www.theguardian.com/culture/2015/may/19/shakespeare-writer-claims-discovery-of-only-portrait-made-during-his-lifetime
(4) C. Lloyd, Meadows, London Cassell Illustrated, 2004

Euphorbias on fire

Esta es la foto y el texto que me manda Bego de su jardín en Perbes (La Coruña). Sus Euphorbias characias son hijas de las mías de Madrid. Las condiciones de cultivo difieren, ça va de soi, pero no tanto como pudiera parecer: sombra seca y suelo permeable en ambos casos. Las de Bego, a un paso de la playa, crecen más y se vencen con su propio peso. Son más blandas. Las mías, aunque menos cabezonas, quizá se sostienen mejor. Menos humedad atmosférica. Bastante más frío. Resisten la nieve como si hubieran nacido en Siberia. Y el calor – a la sombra- como si vinieran de Namibia.

Florecen al mismo tiempo que los iris, con los que comparten parecidas exigencias de suelo (con que no se encharque nunca, todo irá bien) + tolerancia a la luz indirecta.

Beth Chatto ha sido la gran defensora del uso de las euforbias (vulgo «lechetreznas») en los jardines de poca agua, como son – por paradójico que parezca- los de la costa, con suelos muy desmenuzados y pobres, que retienen malamente la humedad. Aquí (abajo) el esquema que propone para un jardín de arena y gravilla en Essex (1) : euforbias, hinojo, tomillo, iris, gypsophilla (para tapar, como una nube, los pies desnudos del hinojo) crisantemo marroquí (postrado, de follaje tupido, duro «como un almendruco», que dirían mis vecinos) y diversos ajos ornamentales. Aunque en el esquema aparecen juntas, como las dos plantas de más envergadura del macizo, cuando el hinojo florece la flor de la euforbia ya está seca (y sigue siendo espectacular); los iris, por su parte, de floración menos sostenida, y a los que habremos cortado el tallo en cuanto se marchiten, mantendrán bien erguidas durante el verano sus hojas lanceoladas, sobresaliendo entre el tomillo, dando estructura al conjunto y, si hubiera suerte, preparándose para una segunda floración en septiembre. Única e importante diferencia: allí en Colchester el cielo está nublado día sí y día también. Beth Chatto propone este esquema para «open sunny island bed», cosa que aquí, por la Hispania profunda, tiene bastante peligro. Anyway, el esquema nos sigue valiendo para media sombra (si full sun, entonces habría que regar más de lo que quisiéramos). Y si del esquema nos quedamos solo con las especies de floración primaveral, como estos iris y estas euforbias, entonces vale incluso para sombra profunda en verano, pero (nueva precisión…) siempre y cuando los árboles que proyectan esa sombra sean de hoja caduca, es decir, árboles que ahora, en marzo-primeros días de abril, cuando florecen nuestros iris+euforbias – + el crisantemo marroquí, var. ‘Africa Spring’, más algunos de esos ajos ornamentales- , aún no estén completamente brotados y dejen pasar la luz.

Beth Chatto, The dry garden, Orion ed. 1998, p,54

NOTAS
(1) En cuanto a la pluviometría: sur de Essex, 500 mm de lluvia anuales -sc. prólogo de The dry garden, p.5- prácticamente los mismos que en este jardín de la Sierra Oeste madrileña; la última media publicada en la web: 473 mm.

Go, bind thou up yon dangling apricocks

W. Shakespeare, Richard II, acto III, escena IV. 

1.
En inglés moderno: Go, bind you up young dangling apricots…
«Anda, ve y sujeta esos jóvenes albaricoqueros que se balancean…»
Puesto que el español necesita más palabras para decir lo mismo, habría que añadir dos frases que especifiquen cómo (cómo exactamente) ha de ser la sujección: «levanta las ramas (up) y átalas (bind)».  En el contexto de esta escena -una conversación entre maestro jardinero y su ayudante- hasta podríamos añadir un dativo ético: venga, sujétame esas ramas… dice el jardinero de más edad, personalmente empeñado en el asunto. To dangle -leo en el diccionario on line– significa to hung loosely. Indica que las ramas pendulean, llevadas por el viento.

Go, bind thou up yon dangling apricocks
which, like unruly children, make their sire
Stoop with opression of their prodigal weight:
give some supportance to the bending twigs.
Go thou, and like an executioner,
cut off the heads of too fast growing sprays,
that look too lofty in our commonwealth:
all must be even in our government,,,

Tal es el huerto de Langley, propiedad del duque de York. Los jóvenes albaricoqueros, privados de poda,
1. crecerían desordenadamente (like unruly children), y de hecho ya empiezan a hacerlo, despatarrándose y penduleando;
2. fructificarían de más (prodigal weigh), comprometiendo -esto no lo dice Shakespeare aquí, pero parece sugerirlo más abajo- tanto el crecimiento del propio árbol como la fructificación del año próximo (eso que se llama vecería: cuando un árbol produce mucho un año y apenas nada el siguiente).
En un frutal sin podar: si la maraña de ramas recibe suficiente luz y aire (cosa poco probable) y si la fruta llega a cuajar, o será pequeña o no madurará, o bien -en terrenos muy fértiles, con variedades vigorosas y ejemplares jóvenes: Langley-  habrá tanta fruta que, además de quedarnos sin nada la próxima primavera (muy probablemente),  la rama se partirá y desgarrará el tronco al caer. 
Ergo: hay que podar.

2. 
En esta commonwealth que es el huerto de Langley,  los jóvenes frutales  se podan de modo que la copa crezca equilibrada:  eliminando chupones (too fast growing sprays) e  igualando las ramas estructurales (all must be even ). Además, cuando la poda no ha bastado, o no ha llegado a tiempo.. hay que sostener (levantando+atando) los ramos del año cargados de fruto (give supportance to the bending twigs).
El ayudante pregunta entonces a su jefe que por qué se van a molestar ellos en cuidar el jardín cuando todo el reino de Inglaterra es en esos momentos un sindiós. Toda la tierra llena de weeds, las flores más bonitas ahogadas (choked up, por culpa de las weeds), los frutales cabeza abajo (upturned), los setos hechos un asco, los parterres revueltos y la plantación de hierbas útiles «rebullendo de orugas»:
When our sea-walled garden, the whole land,
is full of weeds, her fairest flowers choked up,
her fruit-trees all upturned, her hedges ruin’d
her knots disorder’d and her wholesome herbs
swarming with catterpillars?

El jardinero reconoce que sí, que es una pena que el rey Ricardo, por no haber sabido poner coto a los excesos de sus aduladores, ahora se vea desposeído de su trono. Y, continuando el juego de metáforas, aprovecha para explicarnos  la práctica del pinzamiento (trimming) y de las incisiones/ muescas en la corteza (we do wound the bark). Técnicas complementarias de la poda propiamente dicha, destinadas a equilibrar crecimiento y producción.
... Oh, what pity is it
that he had not so trim’d and dress’d his land
as we in the garden!
 We at time of year
do wound the bark, the skin of our fruit trees,
lest, being over-proud in sap and blood,
with too much riches it confound itself
(*con demasiada riqueza se confunde:
¿referencia a la vecería, a ese fructificar de forma irregular, desordenada, «confusa»?)

Respecto a los pinzamientos, (sobre brotes tiernos, aún no lignificados, que  cortamos/pinzamos por la mitad), con ellos se consigue ralentizar el crecimiento vegetativo en un determinado punto, impedir que se desmadren ramos que no nos interesan… que a lo mejor vamos a terminar reemplazando por otros.  
Respecto a las incisiones. ¿Es una tradición salvaje, esto de andar marcando a navajazos la corteza, que el jefe de jardineros de Langley perpetúa porque sí?  No exactamente: «A principios de la primavera, la traslocación de agua, nutrientes y reservas es básicamente ascendente hacia las yemas en inicio de brotación; y un corte dado sobre una de las yemas localiza la aportación de reservas hidrocarbonadas en ella, en detrimento de otras situadas por encima, con lo que su desarrollo se verá claramente reforzado,,,» (Gil-Albert, nota 1, p.66).
Detrás del trimming y del wounding, en el jardín y en cualquier lado, siempre la misma idea: no dejar que las cosas se desmanden.

3. 
«Mientras tú me sujetas los ramos del albaricoquero, yo iré a arrancar esos hierbajos apestosos que se llevan la fertilidad del suelo…» . La palabra aparece repetida tres veces en la escena: weeds, weeds,  noisome weeds
También se limpia por dentro el árbol, para dejar solo los ramos fructíferos ( referencia a la poda «de fructificación», sin entrar en más detalles: seleccionar lo mejor, quitar lo ya fructificado o inútil, nota 2). Pero el rey, en mal podador, en pésimo gardener, nada de eso hizo.
superfluous branches
we lop away, that bearing boughs may live:
had he done so, himself had borne the crown,
which waste of idle hours hath quite thrown down.

4.
Jardín de albaricoqueros, espejo de príncipes.
Al Ricardo II no se le da bien reinar: llevar sus resoluciones hasta el final, respetar las posesiones de sus súbditos… Ricardo es ligero, insustancial. Presta oídos a los aduladores que medran en torno a él como los hongos al pie de un árbol débil. No se toma nada demasiado en serio (waste of idle hours). No sabe ser firme, no lo es, y por eso su primo Bolingbroke -futuro Enrique IV-  se le acaba de echar encima.

La mujer del rey pasea por el jardín del Duque de York en Langley, donde se ha refugiado al estallar la guerra entre su esposo y Bolingbroke. Ella y su doncella escuchan sin ser vistas la conversación entre los jardineros: poda de formación, poda de limpieza… mezclando entre unas y otras cosas alusiones al mal gobierno. Si el rey hubiera hecho lo mismo que ellos -dice sin tapujos el viejo jardinero, dándole la razón a su ayudante- ¡cuánto mejor le habría ido a nuestro reino, este otro jardín rodeado de agua! Los parásitos del rey (weeds!) han sido ya ajusticiados por Bolingbroke. Se dice que el Rey está preso.
Pero la reina, que nada sabía aún del rumbo de la guerra, al oír estas noticias sale hecha una furia de su escondite y se encara con el jardinero/mensajero…

NOTAS

(1) F. Gil-Albert, Tratado de arboricultura frutal, MP, Madrid 2003
(2) Sin embargo, detallar cómo fructifica un frutal de hueso sería útil para visualizar el balanceo. Uno vigoroso, como este albaricoquero de Langley, lo hará sobre todo en «ramos mixtos» (yemas vegetativas y florales repartidas):  de no podarse, el  tramo que fructifica cada primavera se va quedando  atrás, lignificándose… y el extremo pendulea con el peso de la fruta nueva, progresivamente alejada del tronco, cada año más canija. Por tanto, incluso en un albaricoquero joven/vigoroso/plantado en una buena tierra, la falta de poda tendrá consecuencias: a corto plazo, rama que se parte; a medio plazo: pérdida de calidad.

Y enlaces:
Para profundizar en este vínculo de la Gran Bretaña con el apricok: https://laramadeoro.com/2014/05/20/comen-orejones-los-anglosajones/)
La forma arcaica apricock va pegada al latín praecox, de la que procede, por ser fruta de maduración temprana. También en otro post, aún más antiguo que el de los orejones: https://laramadeoro.com/2011/09/26/en-tiempos-del-gran-rey-kanishka/

Peligro: ¡curvas! (y 2)

Fotos: 1730. El jardín de Rousham (cerca de Oxford), obra de William Kent, fue uno de los primeros «landscaping garden».  En Rousham todo está equilibrado, lo útil con lo hermoso, el “orden” con el “desorden”… Hay paseos serpentinos pero también setos geométricos. Hay esculturas antiguas, pero también gallinas y vacas. Los jardines ingleses de finales de siglo (ca.1780) no se le parecerán ni en pintura.

rousham,puente de Venusrousham, el río vacas RoushamKONICA MINOLTA DIGITAL CAMERA

Resumen del post anterior: las curvas inglesas tenían mucho…de italianas; las construcciones de la Inglaterra «liberal» estaban muy cerca …de la Francia absolutista, y ambas muy cerca de la Italia del XVI, es decir, muy cerca del clasicismo, con todos sus ángulos rectos al aire.

Otras ideas recibidas:

2. El jardín inglés es “natural” donde el francés “artificial”. Las raíces de esta idea son literarias. Están en Addison y, sobre todo, en las epístolas y poemas de Alexander Pope, uno de los que aplaudieron la revolución de 1688 . Pope quería que el cambio político fuera acompañado de un cambio general, en todo, en las costumbres y hasta la forma de vestir, cambio comparable –como ellos mismos se cuidaron de subrayar- con la reformas llevadas a cabo por Octavio Augusto entre el 31 y el 27 a.c, tras las guerras civiles que habían desangrado Roma. Estos poetas de finales del XVII inglés fueron llamados “augusteos”, y hasta se atrevieron con poemas al estilo de las Geórgicas virgilianas, o de la II Oda de Horacio, que traducían y “variaban” sin descanso,  animando al pueblo – esto es, a la gentry– a reencontrarse con la felicidad de la naturaleza, los placeres del campo, etc. Llegados a este punto, cabe preguntarse si hay algo más artificial que todo esto (y  el adjetivo no es despectivo, sólo viene a recordarnos que estos jardines son «creaciones»).Y si en vez de “naturales» el  único adjetivo que se ajusta a ellos no será  «literarios», o mejor,  “idealizantes», que también se le suele aplicar, pero que, nuevamente, los uniría en intención, si no en resultados, a las obras maestras del jardín «a la francesa» (¿y quizá a cualquier jardín…?).

Brown_Stowe_garden Todo el jardín se llenó de templetes, pórticos, estatuas…Lo más alejado de “lo natural” que uno pueda imaginar. El dueño de Stourhead  diseñó un recorrido -estilo parque temático- en el que cada estación/parada se correspondía con una de las pruebas del pío Eneas en su lago periplo desde Troya. Se imitaron, se calcaron, las escenas pintadas por Poussin o el Lorenés. De entre las hojas de los robles empezaron a salir Templos de Venus, Templos de la Antigua Virtud (foto a la izquierda, en Stowe), etc. Lancelot Brown -el que viene detrás de Kent, cronológicamente- reduciría el número de construcciones clásicas en el jardín, pero manteniendo la pretenciosidad pictórica del conjunto, tal como sus aristócratas clientes reclamaban…

…Y por eso los viejos parterres y setos fueron arrancados, y destrozados para siempre  los viejos jardines del siglo anterior (algunos de ellos, por lo que se lee en los manuales,  hermosísimos). Pero también  se metió mano a bosques enteros, aldeas y ríos. Ya lo hemos visto: donde el paisaje no era suficientemente “bucólico” se le enseñó a serlo. Las ciénagas, adiós. La maleza, el desbarajuste del monte: adiós. Y esta es la crítica central que se le hizo al jardín inglés en sus postrimerías; críticas nacidas de su propio seno, de otros jardineros ingleses que, defendiendo lo que ellos consideraban “verdaderamente natural”, se pasaron de frenada y fueron a dar…a otro jardín también supuestamente “natural”, pero tanto o más artificial (más, sin dudarlo) que el de sus idealistas predecesores. Este otro jardín inglés ya no es el “sublime” o “serpentino” de W. Kent o  Lancelot Brown, sino el “pintoresco”, el que ponía las ciénagas, las cascadas, y las montañas pedregosas hasta en la sopa, para hacer –decían- “more natural”. kew_pagoda_originalAnotamos, rápidamente (porque se necesitaría otro post), que en los cincuenta años que van de Rousham, por ejemplo, a los primeros jardines pintorescos había empezado a cambiar el gusto, y más radicalmente que nunca; empezaba el romanticismo, a los viajeros les gustaban más las crestas nevadas de los Alpes (hasta entonces, “effrayantes”) que los templetes en el valle, y encontraban preciosa una pagoda china, o un telderete turco, en medio de una réplica del arco de Preneste, una avalancha de pedruscos, una lápida de mármol traída de un cementerio, medio rota y llena de musgo…etc

(Foto: dibujo de W.Chambers para la pagoda de Kew)

Algunas de esas villas (no todas) se convirtieron en “ferme ornée”. La idea era poner en práctica el llamamiento de Pope, de Virgilio, y también de los “fisiócratas”, que preconizaban desde Francia una idea muy simple: que la riqueza de los pueblos estaba en la agricultura. Los ingleses, aún en plena expansión naval (su verdadera fuente de riqueza), no renunciaron a mejorar sus sistemas de explotación del campo. Estos jardines coinciden, entonces, con la culminación de los “enclosures”, el cambio en el aprovechamiento de las tierras rurales, y el inicio de la agricultura moderna. Y en tales jardines, idílicos a la par que productivos, donde –además- las ovejas mantenían bien corto el césped, el propietario podía retozar y jugar a ser campesino.Marie Antoinette, Nat.Gall.Washington En estos jardines ingleses so natural, está el precedente directo del Hameau de la Reine en Versalles, esa aldeíta donde Maria Antonieta y sus amigas se disfrazaban de rústicas, bebían leche recién ordeñada (en porcelana de Sèvres especialmente diseñada para la ocasión), recogían flores del campo, acariciaban a los corderos… Y cuando un aguafiestas llegaba de París exclamando “¡Majestad, el pueblo no tiene pan!”, ella respondía al vuelo “¡…Pues que le den brioches…!” (Foto, la reina de Francia vestida y peinada a la inglesa, con corsé pero sin guardainfantes, y con más algodón que sedas. E.Vigée Le Brun, Nat.Gallery de Washington)

3. El jardín serpentino del Siglo XVIII en Inglaterra es el prototipo de “lo inglés” (englishness).

Así formulado, a mí me cuesta trabajo creer esto. Ni en la primera fase (la de W.Kent y Rousham, para no perdernos: paisaje curvilíneo sin exagerar + templetes), ni en la segunda (la propiamente “english”, la de Lancelot Brown: más paisaje curvilíneo y menos templetes), ni menos aún en la tercera (la de W.Chambers: el “totum revolutum” de finales de siglo). Tanto en la jardinería como en la arquitectura, los ingleses de cualquier época siempre miraron a Italia y a Francia, adaptándose a la evolución del gusto en esos paises.   En realidad, tanto lo que se ve en los jardines como en la arquitectura, es una amalgama  original de cosas pilladas aquí y allá. Un poco de Paladio, otro poco del Bernini, un aquel de Mansart, unas gotas de Guarini, unas torrecillas y unas vidrieras góticas… Y lo mismo en el jardín. Una mezcla de Oxfordshire y la Toscana,…con un templete que imite el Panteón de Agripa y un kiosko chino para variar. Esto de “pillar”, entonces, ¿no será uno de los ingredientes básicos de la englishness?.

Posibles (y seguro que matizables) conclusiones, a añadir a las del post anterior:

-Que el Lorenés está siempre en el epicentro de los jardines que se diseñaron entre 1650 y 1750, tanto del jardín francés, que mira al horizonte, buscando la luz y la perspectiva, como en el inglés, que se queda con el primer plano, con los ingredientes “tangibles” (este puente paladiano, este rebaño de ovejas…). Tanto en le Notre como en Kent, pues.

-Y que lo que movía a los jardineros ingleses, a los aristócratas que los financiaban, más aún, lo que quizá sigue moviéndolos a día de hoy, lo “específicamente inglés”, en definitiva, si es que tal cosa existe… ¿no será la añoranza de Roma, de un paisaje ordenado, hermoso y productivo a partes iguales, absolutamente idealizado, la añoranza, en definitiva, del sur?.

Bibliografía

Indispensable: V.L. Tapié, Baroque et classicisme, Collection Pluriel, 1980 La mejor fuente de información que he encontrado sobre los jardines del XVIII es http://www.gardenvisit.com. De ahí procede la cita de W.Hogarth, la reproducción de los corsés, y también el dibujo de la pagoda de Kew. Horace Walpole, On modern gardening, Pallas Athene Publ.London, 2004. La historia de la jardinería de Penelope  Hobhouse (The Story of Gardening, Darling Kindersly Publ., 2004)  aporta noticias estupendas sobre la época y muchos detalles sobre cada jardín, pero también deja caer, sin cuestionárselos realmente, algunos de los viejos tópicos.

rousham, entrada

Peligro: ¡curvas! (1)

Breve historia del jardín. Continuación del post: https://laramadeoro.com/2013/05/28/matematicas-verdes-2/

“Resulta elegante en las mujeres –softer sex– lucir carnes un poco rollizas…»  afirmaba W. Hogarth en su Analysis of Beauty (1753),  Por “rolliza”, plump, no había que entender   «regordeta» sino  “llena de curvas». Y como ejemplos de línea serpentina – encarnación, por entonces, del ideal de belleza- el autor proporcionaba este diagrama con diferentes modelos de patas de silla estilo “chippendale”,  y un detallado catálogo de corsés…

Los senderos sinuosos, los lagos de silueta irregular, las explanadas de césped, las colinas y los bosquetes (esparcidos por el perímetro de la finca,  nunca muy densos)  resumen en los libros de jardinería el prototipo de jardín inglés, jardín “paisajístico”, o “landscaping garden”, que nació y se institucionalizó en la isla a mediados del siglo XVIII.

stourheadPero si en aquel post dedicado a Le Notre  y al XVII llegábamos a la conclusión (más o menos…) de que ni sus jardines «a la francesa» eran tan rígidos ni su voluntad de poner orden tan incomprensible para nosotros , ¿qué pasa con los jardines ingleses del XVIII, son de verdad tan naturales y “casual”? . ¿Son de verdad todo-curvas?. Y esas curvas ¿qué significan, si es que deben significar algo?. ¿Le viene lo “casual” al jardín , precisamente, del hecho de preferir las curvas?, ¿o sólo las preferían porque el propietario detestaba a los franceses, esos reaccionarios, tan amigos de la “recta”… si es que de verdad los detestaba, y de verdad ellos eran tan amigos de la recta, y de verdad la recta era odiosa, etc, etc?. ¿Y qué pintan los «whigs,» (los liberales) con sus peluconas y sus casacas, en una historia de la jardinería?.

Lo que sigue es una selección de algunas de las muchas (y liosas) ideas recibidas sobre el jardín inglés:.

1. El éxito de la curva en los jardines de Gran Bretaña se debió a :

1.1….que ésta se corresponde con el paisaje circundante, de por sí ondulado. Sin embargo, los libros y las reproducciones también nos dicen:
Que cuando la tal curva no aparecía por ningún sitio en ese paisaje circundante, se la hacía aparecer por las bravas, tanto sobre el terreno –procediendo a movimientos de tierra a gran escala- como en la silueta de un río: “the gentle steam WAS TAUGHT to serpentise…” (H. Walpole). Como a las mujeres, también al paisaje se le ponía corsé.
tuscan-landscapeLos gentlemen que hacían el Grand Tour volvían a casa fascinados con el paisaje de la Toscana, el Valle del Po y la campiña que por aquellos tiempos rodeaba Roma. Son paisajes suaves, de colinas y recuestos, cruzados por rebaños, salpicados de ruinas…(Foto: paisaje toscano, en http://www.suebishop.com). ¿No será este paisaje, más que el «circundante», el que trataban de reproducir?

1.2. …al deseo de darle en las narices a los franceses. Es decir, de hacer algo que fuera radicalmente opuesto a lo que se entendía como “típicamente francés”: el racionalismo y la geometría, en lo estético; y el absolutismo monárquico de derecho divino , en lo político.
Rápido repaso histórico. En 1688 desembarca en Londres Guillermo III, respaldado por los “whigs”, firmes partidarios del gobierno civil. El último rey Estuardo se marcha e Inglaterra pone en pie una especie de “monarquía parlamentaria”, que es lo más avanzado que existe por entonces en materia de libertades políticas.
Lo siguiente es ver si esas diferencias políticas se reflejaban en las prefencias estéticas de unos y otros ( la curva es liberal, la recta autoritaria…). Cronológicamente estamos en pleno Barroco. Bueno, pero es sabido que el barroco francés no puede compararse a otros: su raíz es clasicista, y los arquitectos del Grand Siècle nunca renunciaron a ella. Rápidamente vendrá quien apunte: ¡claro!, ¡ahí está otra vez la recta!. ¡También en los edificios!. Compárese una iglesia parisina del XVII con cualquier iglesia contemporánea del sur de Alemania , de Austria, de Roma o de Turín… Si en éstas últmas reina la opulencia y fantasía que habitualmente identificamos con el “barroco”, en París los arquitectos, aun permitiéndose alguna libertad, siguen firmes, más cerca de la Italia del Quinquecento que de la del Sescento. J.H.Mansart les InvalidesY este rasgo del arte barroco-clasicista del XVII francés sólo podrá compararse … al de Inglaterra. Donde va a suceder casi casi lo mismo. Christopher Wren, muy apreciado por la Reina Ana,  por su sucesor Jorge I, y por los «whigs» que  le apoyaban (y aprobaban o no las cuentas),  construye la Catedral de San Pablo  (foto de abajo) con ideas similares a las de Mansart en Les Invalides, (aquí a la derecha) y las columnas de su fachada son las de la gran columnata del Louvre, y etc, etc.
Es decir, que la recta, a lo que parece, sólo se consideraba políticamente reaccionaria cuando se aplicaba al jardín.
No en los edificios.
En los edificios, el paraíso de la curva no está en Gran Bretaña, sino en cualquier Principado u obispado del Tirol, Bohemia, etc. Y sí: es una curva Ancien Régime.
paul_cathedralSi Wren y sus seguidores se sintieron más próximos del clasicismo de los franceses, por hondas que fueran las diferencias políticas (¡que tampoco hay que exagerar!) y dejando a un lado ciertas cuestiones presupuestarias (2),  ello parece deberse al éxito en Inglaterra de Palladio, el arquitecto veneciano, autor de la mil veces copiada y reinterpretada Villa Capra, y cuyo tratado, Los Cuatro Libros de Arquitectura, se había traducido por entonces al inglés.  Antes de Wren &Co. hubo un paladiano irreductible: Iñigo Jones.  Y después de Wren, que, por otra parte, nunca renegó de su antecesor, los paladianistas  más estrictos volvieron a las fuentes , es decir, a la arquitectura de la Roma clásica que el del véneto ensalzaba, y a los diseños originales de éste, diseños que –por otra parte- ellos mismos iban a ver en persona cuando cruzaban los Alpes rumbo a Italia. Las  relativas “libertades” barrocas de Wren, no digamos de Vanbrugh (el de Blenheim Palace) les empiezan a parecer too much. Y así es como estos defensores del jardín serpentino, se convirtieron , hacia 1730-50, en los precursores del neoclasicismo…. lo que, leído deprisa y corriendo, podría parecer un contrasentido.

Para terminar, es bueno recordar aquí que había otro lugar, además de los grabados, de los tratados, y de la propia Italia, donde un arquitecto inglés, o su aristócrata protector, podía encontrar a Palladio y sus modelos clásicos en estado pristino, combinado con un paisaje ondulado, sereno, reflexivo… como el que ellos trataban de imitar. Ese otro lugar era la obra de Nicolas Poussin y, sobre todo, de Claudio de Lorena: el mismo cuyos cuadros coleccionaba el «rígido» Monsieur Le Notre. (Fotos: «Paisaje con Jacob y las hijas de Laban» + grabado de los jardines de Stourhead). ¿Por qué coleccionaban a Poussin y a Claudio el Lorenés estos ingleses amigos de la curva?. ¿Cómo es que no invertían un poco más en (por ejemplo) Rubens…?.
claudio-de-lorena-paisaje-con-jacob-laban-y-sus-hijas-1654A VIEW OF THE GARDEN AT STOURHEAD, WILTSHIRE, THE TEMPLE OF APOLLO, THE PALLADIAN BRIDGE AND THE PANTHEON (1775) by Coplestone Warre Bampflyde (1719-91) Watercolour at Stourhead, Wiltshire
Posible conclusión: el contumaz palladianismo de los ingleses les llevó a adorar en los edificios lo que detestaban en el jardín; esto es, la geometría, las líneas puras, las puras rectas. En las zonas contíguas a la vivienda nunca se renunció a cierta «formalidad»; se cambiaron los diseños de los parterres, muy simplificados, y el cesped segado a ras sustituyó a las combinaciones florales, pero la preocupación compositiva fue tan intensa e intervencionista (o sea, artificial) como en cualquier otro jardín sin pretensiones de «parecer natural».  Además, el desorden del paisaje era sólo aparente. Un orden idílico, “virgiliano”, reinaba bien adentro. Y todo eso les acercaba a sus vecinos franceses, absolutistas y católicos. Y no pasaba nada.

1.3. El éxito de la curva no se debió ni a su correspondencia con el paisaje inglés (1.1) ni al deseo consciente de contrariar el gusto francés (1.2), sino a su belleza innata, superior a la de la recta. Esta es la conocida tería de Hogarth, con cuya cita se abre el post..

(Continuará)


NOTAS

(1) Sobre las barrabasadas hechas para  hacer más «natural -looking» el paisaje, léase la dolorosa descripción de un contemporáneo, O.Goldsmith (recogida en The Story of Gardening, P.Hobhouse, p.218). En ella se nos cuenta cómo el Conde de Harcourt expulsa a los paisanos de Nuneham, para poder construir su nueva villa y ajardinarla según la moda del «landscaping garden»…
(2) «No hay nada en Guillermo de Orange de ese republicanismo burgués que, por simplificación o simplismo, se quiere asociar a la revolución liberal . Más aún, es curioso que lo que se atribuye a las intenciones de Luis XIV sobre Versalles -(…) sea perfectamente válido para Guillermo y su siempre preferida Hampton Court… El plan que le propone Wren es una fachada barroca, al estilo romano del Bernini…pero los gastos son enormes…y es por razones económicas, una vez más, y no por preferencias estéticas, por lo que vuelve a imponerse el clasicismo… No obstante, Hampton Court es un eco de Versalles, reducido a las proporciones de una residencia casi campestre…» (V.L. Tapié, Baroque et classicisme, pp.384-5)

¿Comen orejones / los anglosajones?

Mrs. Norris, viuda del anterior párroco de Mansfield, es ahora la casera del matrimonio Grant, actuales ocupantes de la vicaría. El doctor Grant – párroco indolente y comedor compulsivo, como tantos curas de aldea nuestros pero en versión anglicana- discute sistemáticamente con la roñosa Mrs. Norris…

“- …No fue más allá de la primavera anterior al año en que murió mi esposo cuando plantamos el albaricoquero junto a la pared de la cuadra, que es ahora un árbol magnífico…y que va ganando día a día, añadió Mrs. Norris dirigiéndose al doctor Grant.

apricots_2675814b-El árbol se desarrolla bien, sin duda, señora –replicó él-. La tierra es buena. Y nunca paso por allí sin lamentar que el fruto valga tan poco.
-Señor mío, es un ‘Moor park’, se adquirió en el bien entendido de que era un ‘Moor Park’ y nos costó… es decir, fue un regalo de Sir Thomas, pero vi la factura y sé que costó siete chelines, e iba facturado como un ‘Moor Park’.
– Le engañaron, señora –replicó el doctor Grant-. Estas patatas que estamos comiendo saben tanto a los albaricoques de un ‘Moor Park’ como la fruta de ese árbol. En el mejor de los casos resulta insípida; en cambio, un buen albaricoque es siempre sabroso, cosa que no ocurre con ninguno de los que tengo en mi jardín.
-La verdad –terció Mrs. Grant, intentando dirigirse con un susurro a Mrs. Norris a través de la mesa- es que mi marido apenas sabe qué gusto tienen nuestros albaricoques al natural; difícilmente habrá conseguido probar uno siquiera, pues es un fruto tan preciado (SO precious!), y los nuestros son de un tamaño tan grande (SO big!), de una calidad tan excelente (SO excelent!) y tan adecuados (SO convenient!) para tartas y conservas tempranas, que mi cocinera se da buena maña en cogerlos todos antes de que pueda hacerlo él…”
Jane Austen, Mansfield Park, Mondadori, 2013, pp.67-68, Traducción de M.Martín (*las expresiones en inglés son añadidos )

El albaricoquero del párroco Mr. Grant está vegetando. Crece bien pero no da fruta. Opciones: o ese invierno hizo poco frío en Mansfield – frío necesario para levantar el letargo de las yemas (1)- o hay problemas con la polinización, pues, si bien muchos albaricoqueros son autofértiles… todos producen mejor cuando tienen amigos cerca.
El problema que le veía Mr. Grant a su albaricoquero  ‘Moor Park’, variedad inglesa  procedente de Hertfordshire, es el mismo que tiene Mac Fairman en este forum californiano que adjunto. Léase atentamente la respuesta que le da su solícito vecino. http://forums.gardenweb.com/forums/load/calif/msg0712254729799.html?13.

dried_apricots_300Para terminar, algunos interrogantes: ¿de qué conservas tempranas habla Mrs. Grant? Las mermeladas son, en mi opinión (la opinión de un paladar con todos los prejuicios de la cocina mediterránea), una de las pocas cosas decentes que hacen los británicos en la cocina.  La cocinera de los Grant hará mermeladas, pues, con la receta habitual de tanto de azúcar por tanto de fruta, con unas gotas de limón, un chorrito de cointreau… y decorará las tartas, antes de meterlas en el horno, con albaricoques frescos partidos al medio. (Foto de la derecha: James Wojcik)

Ahora bien,  ¿ sabrá deshidratar y secar albaricoques la cocinera de los Grant? ¿Cómo se dice «orejones» en inglés, si es que se dice de algún modo?. ¿Comerán orejones en  Mansfield Park?  ¿Y en Buckingham,  en la «city»,  en el East End…?

NOTAS
(1) Manual de Vincenzo Forte, El albaricoquero, M.P. 1992: «Moorpark es una vieja variedad europea, exigente en frío vernal.. con poca constancia en la producción» (p.73)

San Martín mayo 2014 2 a2) Algunos datos espigados por la web: las variedades antiguas, como ‘Moor Park’ o ‘Blenheim’, tuvieron mucho más éxito comercial en los valles californianos que en la propia Inglaterra. Hoy los ingleses tratan de suministrar albaricoque autóctono a las grandes cadenas de supermercados, pero tirando de variedades de maduración tardía, que aprovechan hasta el último rayo de sol antes del equinoccio de otoño, y que no compiten con los maravillosos albaricoques frescos de España y Francia (naturalmente precoces). http://www.telegraph.co.uk/foodanddrink/10318530/British-apricots-finally-ripe-and-ready.html

Trasmocho (2): un prado en Salisbury

Un prado en Salisbury, 1829

un prado en salisbury

A nasty green thing, una cosa verde y desagradable, dijeron los académicos, sin arrugarse, cuando John Constable les presentó su cuadro. Hoy este  «Water-meadow at Salisbury» está valorado en varios millones de euros ( veintiocho le dieron a la Baronesa Thyssen por su «Esclusa»). Pertenece al Victoria and Albert Museum de Londres, pero estos días – hasta el 17 de febrero- forma parte de una exposición en la ¡Royal Academy! sobre los orígenes de la pintura de paisaje en Inglaterra.
Estamos a unos treinta y pocos kilómetros del mar, en la enorme llanura del sur de Inglaterra, cruzada por una miríada de ríos y arroyos de aguas calcáreas (chalk streams), famosas por la calidad de sus truchas y salmones.  Lo que se ve junto al río son sauces trasmochos: pollards, seguramente en agosto. Los ramos del año no han sido cortados aún y el prado amarillea. Entre las hierbas y juncos  de la orilla habrá algún nido de carricerín; entre las raíces de los alisos, río arriba, algún nido de martín pescador. Los pollos estarán crecidos, haciendo sus primeras pruebas de vuelo. Algún paseante vendrá al atardecer, después del té y la tertulia -quizá el propio John, o su amigo Fischer, obispo de la Catedral, que lo ha invitado a pasar con él unos días-. Con las fuertes lluvias invernales el río se hinchará y el prado quedará intransitable. Para entonces los sauces serán verdaderos pollards, con sus cabezones rasurados al viento.  Pero a ellos no les molesta tener durante meses los pies en el agua. Por lo demás, un antiguo sistema de canales y compuertas regula la entrada y salida del agua en el prado,  «prado de diente», llano y siempre empapado, como en Holanda.  Las vacas podrán ramonear las briznas del mundialmente famoso «Raygrass inglés» en cuanto se despejen las nubes y vuelva el sol.  Sospechamos (siendo el pasto tan espeso) que el dueño del prado, o el que lo arriende, o el paisano con derecho a entrar en él, no necesita el sauce para forraje. Utilizará esos ramos flexibles para hacerse media docena de nasas en forma de embudo (?); irá colocándolas con paciencia -metido hasta la cintura en el agua- y volverá a revisarlas cada día, y a vaciarlas de truchas si la cosa va bien. O puede que, previsor, sí se lleve los ramones. Y que los ensile, pensando en dárselos a sus vacas en invierno, un poco fermentados, cuando el prado  vuelva a ser un puro charco…

NOTAS
Sobre la conservación e importancia medioambiental de estos prados periódicamente inundados, véase: http://www.salisburywatermeadows.org.uk/waterlocate.htm

El «famoso Raygrass inglés», Lolium perenne, crece desde siempre en toda Europa. Pero es verdad que prefiere las zonas húmedas y el clima oceánico. Entiendo que también podríamos llamarlo raigrás normando, raigrás bretón, raigrás asturiano…Lo que sí han inventado  y exportado los ingleses, desde el siglo XVIII, son sus céspedes ornamentales, formados por una mezcla de gramíneas en las que siempre termina por dominar el raigrás. Pero ésa es otra historia.

Hot Borders

Late summer, 2006-2012

Chrystopher Lloyd (1921-2006) -jardinero, cocinero, articulista, y músico a ratos-, puso de moda los hot borders de su jardín de Great Dixter (Sussex) a principios de los  años noventa. En el momento en que las tendencias minimal, zen, chill-out/relajation, etc llegaban también al mundo de la jardinería, imponiendo la sobriedad, la contención, los colores suaves y, a ser posible, una cabeza de Buda junto a la fuente….este septuagenario  lleno de  common sense y alegría de vivir decidió convertir sus parterres en un chisporroteo de escarlatas, naranjas chillones, amarillos luminosos y violetas.  No sólo eso. Ayudado por Fergus Garrett, su jardinero jefe, tomó la decisión de arrancar la vieja rosaleda y plantar en su lugar ¡un jardín exótico, un jardín inesperado y fastuoso, trufado de plataneras, fatsias, helechos, cañas índicas…!.

Un hot border es un late border. Y también un mixed border. Esto es: un macizo en tonos atrevidos, que alcanza su zénit hacia el final del verano (ahora), aguantando en plena forma hasta prácticamente noviembre, y en el que arbustos y herbáceas se mezclan. Todas las herbáceas (vegetales sin «leño», para entendernos): anuales, bianuales, y vivaces. Y gramíneas en profusión, que con sus espigas ya más que maduras captan la luz del atardecer y encienden todavía más, si cabe, los macizos «calientes» de este momento del año. Plantas imprescindibles por su floración tardía y ardiente: Helenium, Rudbeckias, Tithonias, Kniphophias, Aster, Crocosmias (aquí florecen ya en julio, pero en Inglaterra un poco más tarde), y las variedades más provocadoras de Dahlia como Bishop of Landaff, de follaje color chocolate y pétalos rojos. Más las omnipresentes y robustas Verbenas bonaerensis. Ch. Lloyd no era seguramente el único en defender este tipo de explosiones coloristas (junto a él, o tras él, esa legión de paisajistas que fomentan el uso combinado de gramíneas y vivaces, como Piet Outdolf y tantos otros, en número creciente). Pero sí fue, al menos hasta donde yo sé, uno de los primeros y más decididos.  Y más influyentes. Autor de una columna semanal en The Guardian, se convirtió en el gurú de este tipo de jardines, cuya característica esencial no era tanto el deseo de provocar como una incontenible pasión jardinera, experimentadora, divertida, jovial, enemiga declarada de las convenciones y la modorra. Después de visitar Great Dixter (en septiembre de 2006), encontré su mismo espíritu en los hot borders del jardín botánico de Oxford y, a partir de ahí,  en mil y un rincones de otros jardines públicos y particulares, no sólo de Inglaterra.

(Arriba: hot border en Oxford a finales de octubre, bajo la lluvia). La floración no es lo único que nos pareció espectacular en sus macizos. Christo Lloyd dejó escrito que la apreciación del follaje -de su forma y su textura- era algo que iba creciendo en nosotros con los años. Es decir, que cuando uno es joven lo primero, casi lo único, que «ve» es el color.  Sólo cuando madura empieza a fijarse en las estructuras, las siluetas, las tramas… Supongo que algo parecido sucede con la música. Raro es que a un veinteañero le guste la música antigua. Un recital de laúd, por ejemplo. O el Arte de la Fuga. (Y quizá por eso a mí, con cuarenta y tantos, lo que me empieza  a resultar fatigoso es escuchar hasta el final una sinfonía romántica…).

Si me tuviera que quedar con una planta de Great Dixter escogería el Verbascum, esa que aquí llamamos «gordolobo». El amarillo de sus flores en forma de candelabro puntúa todo el «long border» desde julio hasta octubre. Color y arquitectura a un tiempo. Los Verbascum de Great Dixter me hicieron recordar un talud que había fotografiado hacía poco. Un talud invadido por los gordolobos y los cardos. Las plantas crecían,  olvidadas de todos, detrás de una estación de servicio de Benavente. Al colocarlas aquí juntas -el sofisticado «long border» de Great Dixter y el humilde campo castellano- vuelvo a comprobar hasta qué punto la belleza crece de espaldas a nosotros, indiferente y libre. A veces basta una asociación  fugaz, como ésta, para hacer de una escombrera un chef-d´oeuvre.

NOTAS.
Ch.Lloyd no sólo escribió muchos libros de jardinería: uno de sus best sellers es Gardener cook, una versión british de lo que nosotros llamaríamos «del huerto a la cocina».
La primera y la tercera fotos están bajadas de internet, de la web de Jonathan Buckley, fotógrafo genial de Great Dixter y sus habitantes, incluyendo a las dos teckel de su difunto propietario, Canna y Dahlia. La casa y sus jardines están hoy en manos de una Fundación. Fergus Garrett sigue al frente. Véase: http://www.greatdixter.co.uk

Weeding

Julio 2012

Los ingleses, además del sandwich de pepinillos, han inventado el verbo to weed, que significa «arrancar malas hierbas». Yo arranco malas hierbas, tú arrancas malas hierbas, él o ella  arrancan malas hierbas….. (Las dos cosas están quizá relacionadas. Los ingleses  de clase media no dedican mucho tiempo a la cocina, ni a la sobremesa, ni mucho menos a la siesta; por otro lado,  ese tiempo robado a la mesa  sí parecen dedicarlo al jardín, que cuidan con devoción y buen gusto -y con sus propias manos…)

Esta foto es de ayer a mediodía. El jardinero, subido al cesto, arranca malas hierbas del jardín vertical de Caixa Fórum. En la librería de la fundación venden el libro dedicado al gurú de estos jardines, Patrick Blanc (propietario del coyright). Un francés sofisticado, con el pelo teñido de verde fluorescente, muy viajado, apasionado de las selvas del sur de Asia. He leído por ahí que la instalación pasaba de 600 euros el m2. No sé el diseño. ¿Y el mantenimiento? Quitar hierbas desde un cesto hidraúlico es muy espectacular, pero mucho, mucho más lo es el entramado de tuberías y goteros que mantienen permanentemente húmedo el fieltro de poliamida que actúa de soporte para las raíces. A través de ese fieltro se suministran también los nutrientes necesarios para mantener el artilugio en pie. Por el lateral del jardín, ya en el Paseo del Prado, se adivinan las tripas del jardín. No hay tierra, ni lombrices, ni escarabajos. Ni nidos. Hay una estructura metálica, una malla de polipropileno tejido, y el  fieltro, cortado en forma de bolsillos, para encestar en ellos cada planta.

Pienso que los españoles no tenemos una verdadera cultura «jardinera». Sólo retazos, sin continuidad, sin  conocimientos ni verdadera pasión. (A cambio, eso sí, comemos como Dios manda. Cuando uno viaja al Reino Unido, en especial si va con intención de patear la campiña, debe tener muy presentes estas dos cosas: que el transporte público es un desastre, como aquí en los años 50, y que con seguridad va a pasar hambre). A los españoles, decía, no nos llama la atención ver crecer un césped de raygrass, o una alfombra de mojigatas petunias, al pie de un olivo centenario (que parece encogerse, abochornado…).  Y es una batalla perdida de antemano intentar convencer a tus clientes de que  que la pradera reseca en agosto está perfecta así, de que las hojas que caen del cerezo deben quedarse al pie (si no todas, al menos una buena cantidad), de que una maceta con una «gitanilla» o una gramínea bien escogida, en Madrid, es mucho más bonita -y sensata- que el dichoso arce japonés que compró en el «garden», -y que me suplica a escondidas, cada vez que me acerco, que por favor lo robe y me lo lleve a la costa…. Y sobre todo. Sobre todo. Que nuestros paisajes son horizontales. Que no estamos en Tailandia. Que ese jardín vertical -por extraordinario que sea, que desde luego lo es- no educa nuestra mirada, ni crea un ecosistema sostenible, ni nos reconcilia con la belleza  que tenemos más a mano (de vuelta a LRO, conduciendo, lo que queda de las dehesas de Chapinería, Navas…).

Malvarrosa, malvanegra

Desde los últimos días de abril

Foto 1. En un pueblo del sur de Inglaterra, junto a los portales, dos o tres baldosas (o sólo una) levantadas para plantar en ese minúsculo espacio de la acera unas lobelias, unos bulbos, una malvarrosa de casi dos metros (Althaea rosea). He visto esa misma ansiedad jardinera en Amsterdam, incluso en las calles más céntricas. Hay mini-jardines como éste por todas partes. Mini-jardines en los que dejarán su tarjeta de visita los perros del barrio, (¿o a lo mejor no?) sin que por ello los vecinos renuncien a sus flores. Nadie parece obsesionado por poner barreras o proteger de alguna manera lo que ha plantado.

 

Foto 2.  En LRO, intentando reproducir la escena de la foto 1, plantamos hace ya tres años una Althaea rosea `Nigra’.  Mirando al este, protegida por el muro de la casilla y con el suelo relativamente fresco, la malva no sufrió exageradamente en verano y siguió dando flores desde finales de abril hasta principios de junio. Es menos exuberante que sus hermanas del norte, como era de esperar, y florece precozmente.  ¿Ataques de “roya”?. Sí. Pero menos que en las plantas que he visto en Galicia, en Holanda, en Inglaterra. Aquí hace demasiado calor, incluso para los hongos. Sólo si la primavera es muy, muy húmeda los ataques son más serios. Como sucede con la “yesca” de las viñas o con la “abolladura” de los frutales de hueso, la gravedad de los daños de la roya en la Althaea (y en los rosales, que son sensibles al hongo) dependen de la fase de desarrollo de la planta en ese momento, de su estado general de salud, del tiempo que dure el ataque, de su intensidad…Y no sé si se me olvida algo. En cualquier caso, aquí no se hacen tratamientos de ninguna clase: lo que no sea capaz de adaptarse al clima se arranca y listo.
Las varas secas de la Althaea se quedan en su sitio hasta que las troncha el viento. Sé que este año la planta está agotada (¡es “vivaz” pero no eterna!). No pasa nada. Con las semillas que he guardado recomenzará pronto la historia.