Espera

chaque jourNo hay nubes ni sombra de nubes. Cielo azul, sol subiendo en el horizonte. Hoy 6 de mayo llegaremos a los 30 grados. Es un poco pronto para sentarse a esperar – la palabra, el verbo más repetido en este blog- pero no se puede hacer nada. Bueno, quizá decidirse a construir esa tercera alberca de ladrillo y piedra en la que llevamos años pensando. Y renunciar (otra de esas palabras cotidianas) a la mitad de los tomates y pimientos previstos. En espera de la lluvia, lo único prudente es ir empezando a segar la hierba,  estrenar ¡por fin! la elegante, ligera, preciosa  guadaña asturiana de mi amigo Rubén…

¡Agua, San Marcos!

Puente de mayo

¡Agua, San Marcos, Rey de los Charcos! para mi olivito que está crecidito, para mi aceituna ¡que ya tengo UNA!

Por fin ha llovido un poco.  El campo está aliviado y huele a flores. Ayer quemamos los sarmientos (los restos de la poda de las viñas). Hoy plantaré las primeras cebollas. Por todas partes están en flor los jaramagos, con un mes de retraso pero ahí están. Amarillo azufre, que es el color de la flor de la mayoría de las crucíferas (ahora llamadas Brasicáceas, familia de las coles, que sí tienen algo de azufre, y por eso huelen así las coliflores cuando se cuecen). Más al norte está ya en flor la colza. Y todavía más al norte, Ródano arriba, la mostaza.

Hace tres años plantamos entre las viñas 26 olivos de la variedad arbequina. Los 26 siguen vivos, prueba definitiva de su buen carácter, porque apenas tengo tiempo para cuidarlos. Unos puñados de humus de lombriz cuando me acuerdo y dos riegos anuales (¡como mucho!) cuando el calor aprieta. Ya han empezado a producir, y eso que miden poco más de un metro. Las arbequinas son unas aceitunas canijas, redondas y negras, como canicas. De momento son tan pocas que las mezclamos en el mismo saco de las restantes aceitunas de la finca (manzanillas en su mayor parte). Hace quince días fuimos a recoger las garrafas de aceite. ¡Qué bueno es, qué espeso y qué oloroso!. Más cosas. Ya no se oye el reclamo de las perdices. Las golondrinas aparecieron hace un par de semanas. Hemos visto a los primeros alcaudones. Una oropéndola.  Y el que no descansa ni un sólo día es el cuco. A ver si un día lo grabo y lo cuelgo aquí. Canta por la mañana y al atardecer, siempre en el mismo tono,  lineal, exigente,  cansino como un disco rallado.

No temas

Marzo 2012

No  temas, me dijo Alberto el año pasado. Todo irá bien, si no es de una manera será de otra. Alberto es un tío tranquilo. Cultiva su huerto –un huerto hermoso– no muy lejos de LRO, y también lo riega con agua de manantial. Pero sigue sin llover. Sigue sin llover, ya va para cuatro meses largos, y no sé ni cómo tenemos ánimos para escribir nada en el blog. Esta semana se plantarán los puerros, las acelgas, las primeras lechugas. Hay que seguir, como si no pasara nada, como dice Alberto, y esperar.

(En el muro: «as coisas boas da vida nâo som pra covardes!»)

No llueve

Ad marginem, P. Klee,
Museo de Basilea.

Tres meses y medio sin llover. No llueve. No llovió ayer ni lloverá hoy.

Los almendros están floreciendo pero ninguno dará fruta. Los arboles que se plantaron en LRO este invierno (seis) no van a enraizar. Los pájaros, como ése del cuadro, no saben ni dónde meterse. ¿Qué toca hacer ahora, pensarán?. Siempre el mismo solazo plantado en medio del cielo. Los que hayan sembrado cereales de invierno se quedarán sin nada. No cae ni una gota. Las frambuesas, ya bastante enfermas, no pasarán de este año.