Fritilarias + Shakespeare

Ambrosius Bosschaert, Vaso chino con flores, conchas e insectos, c. 1609, Museo Thyssen

Los pétalos de las fritilarias – familia liliáceas, género Fritillaria, cien especies diferentes pueden llevar rayas, cuadros o nada. En LRO crece la Fritilaria lusitanica, a rayas de color amarillo anaranjado y rojo. La fritilaria más común, Fritillaria meleagris, va a cuadros, escaques de colores variables, entre el violeta y el pardusco combinados con blanco, como un tablero de damas o una cabeza de serpiente (snake´s head, su nombre vulgar en inglés). Las corolas acampanadas de Fritillaria imperialis, por último, son uniformemente naranjas, rojas o amarillas, y crecen apiñadas en un piso alto, como una aparatosa corona. Es la de este cuadro de  Bosschaert : una fritillaria imperial en naranja asalmonado saca la cabeza (se enseñorea) por encima de las otras flores.



1.Sobre las primeras, aquel post de abril 2020: https://laramadeoro.com/2020/04/20/fritilarias-y-asfodelos/
2.Sobre las segundas, procedentes de los prados del Loira y puestas de moda como flor de jardín en el XVII, mucho tuvo que decir William Shakepeare: su Adonis no se convirtió en anémona, como estipulan los cánones (Ovidio), sino en fritilaria (nota 1). Pero en la década de 1590 la fritilaria era una rareza: una absoluta novedad botánica. Sabemos, sin embargo, que a William le gustaba usar la azada, the hoe, el sacho, como a tantos de sus compatriotas, y como a su señora Anne Hathaway, cuyo cottage garden ha sido reconstruido y puede visitarse (nota 2).

Fritilaria meleagris (wiki)

Curiosidades. En una edición de 1598 del Herbolario de John Gerard aparece un grabado con la imagen de un hombre barbudo, vestido a la romana, con una gran Fritilaria meleagris en la mano. Según Mark Griffith -periodista botánico en el Country Life Magazine-, se trataría de un retrato del mismísimo William Shakespeare. La novedad de la planta en los jardines ingleses y su llamativa, inesperada mención en el Venus y Adonis, es el argumento central de este señor (nota 3)  para defender que el barbudo del grabado, sin duda un literato, por los laureles apolíneos que le adornan, es necesariamente Shakespeare. La conclusión está un poco cogida por los pelos, pero ahí queda.

Tres siglos después, estimulada no tanto por Shakespeare como por El nacimiento de la primavera de Botticelli, la madre de Christopher LLoyd las introdujo a puñados en su pradera semisilvestre de Great Dixter (bautizada como Botticelli Garden, o «Bottle -Cherry- Garden», de oídas, por el jardinero que entonces cuidaba aquello). Décadas más tarde el propio Christopher  recomendaría calurosamente la naturalización de fritilarias, acompañadas de narcisos, en praderas húmedas de tierra ligeramente calcárea (nota 4). En flor un 14 de abril, en la pradera del Magdalenian College, Oxford: https://www.magd.ox.ac.uk/news/fritillaries/

3. En la historia de las Fritillaria imperialis, de origen turco, como los tulipanes hortícolas (otra follie de la época) nos volvemos a encontrar a Shakespeare, quien en el Cuento de invierno (IV, 4, 125) incluye un elogio a la crown fritillaria. En esa escena del acto IV, que es en sí misma un catálogo floral del cottage garden, se describe la fiesta de la esquila en la majada del padre putativo de Perdita -pastora/princesa-, a la que toca repartir flores a los convidados. Entre ellos están su prometido/príncipe, disfrazado de pastorcillo,  y su futuro y severo suegro, al que aún tiene que encandilar. Perdita les reserva las mejores flores:
...bold oxlips and
The crown imperial; lilies of all kinds,
The flower-de-luce being one!…
(… primulas, fritilarias imperiales y lirios de todas las clases…)

En 1600 eran un distintivo del jardín moderno. Ahora, sin embargo, las F. imperialis, aunque aún se venden algo como método bio anti-topos, por la pestilencia subterránea que desprenden sus bulbos, en el jardín ya han pasado de moda, pero completamente, y no encuentro a nadie que las eche ni un poco de menos (¿qué podría quedar bien a su lado?), salvo para elaborar con ellas -por ejemplo- este sofísticado, exuberante arreglo floral, con peonías y tulipanes blancos, en el pabellón apenas iluminado de la Floralía de Gante (edición 2022):

Notas
(1)
Interpretación sugerida por Mark Griffith (que volveremos a citar enseguida), de los versos:
…By this, the boy who by her side lay kill’d
Was melted like a vapour from her sight,
And in his blood that on the ground lay spill’d,
A purple flower sprung up, chequer’d with white,
Resembling well his pale cheeks and the blood
Which in round drops upon their whiteness stood

No es la descripción de una anémona, desde luego.

(2) La fuente principal para estudiar el mundo botánico de Shakespeare es esta: https://bardgarden.blogspot.com/  Incluye un apartado titulado «How to plant your Shakesperean garden». Sin embargo, el buscador del blog no encuentra nada cuando escribo «fritilaria». ¿Razón? El artículo de Mark Griffith es posterior a la publicación del blog. O más sencillamente, al autor de bardgarden.blogspot no acaba de convencerle la interpretación del articulista de Country Life…
(3) Resumen de la tesis de M.Griffith. https://www.theguardian.com/culture/2015/may/19/shakespeare-writer-claims-discovery-of-only-portrait-made-during-his-lifetime
(4) C. Lloyd, Meadows, London Cassell Illustrated, 2004

Euphorbias on fire

Esta es la foto y el texto que me manda Bego de su jardín en Perbes (La Coruña). Sus Euphorbias characias son hijas de las mías de Madrid. Las condiciones de cultivo difieren, ça va de soi, pero no tanto como pudiera parecer: sombra seca y suelo permeable en ambos casos. Las de Bego, a un paso de la playa, crecen más y se vencen con su propio peso. Son más blandas. Las mías, aunque menos cabezonas, quizá se sostienen mejor. Menos humedad atmosférica. Bastante más frío. Resisten la nieve como si hubieran nacido en Siberia. Y el calor – a la sombra- como si vinieran de Namibia.

Florecen al mismo tiempo que los iris, con los que comparten parecidas exigencias de suelo (con que no se encharque nunca, todo irá bien) + tolerancia a la luz indirecta.

Beth Chatto ha sido la gran defensora del uso de las euforbias (vulgo «lechetreznas») en los jardines de poca agua, como son – por paradójico que parezca- los de la costa, con suelos muy desmenuzados y pobres, que retienen malamente la humedad. Aquí (abajo) el esquema que propone para un jardín de arena y gravilla en Essex (1) : euforbias, hinojo, tomillo, iris, gypsophilla (para tapar, como una nube, los pies desnudos del hinojo) crisantemo marroquí (postrado, de follaje tupido, duro «como un almendruco», que dirían mis vecinos) y diversos ajos ornamentales. Aunque en el esquema aparecen juntas, como las dos plantas de más envergadura del macizo, cuando el hinojo florece la flor de la euforbia ya está seca (y sigue siendo espectacular); los iris, por su parte, de floración menos sostenida, y a los que habremos cortado el tallo en cuanto se marchiten, mantendrán bien erguidas durante el verano sus hojas lanceoladas, sobresaliendo entre el tomillo, dando estructura al conjunto y, si hubiera suerte, preparándose para una segunda floración en septiembre. Única e importante diferencia: allí en Colchester el cielo está nublado día sí y día también. Beth Chatto propone este esquema para «open sunny island bed», cosa que aquí, por la Hispania profunda, tiene bastante peligro. Anyway, el esquema nos sigue valiendo para media sombra (si full sun, entonces habría que regar más de lo que quisiéramos). Y si del esquema nos quedamos solo con las especies de floración primaveral, como estos iris y estas euforbias, entonces vale incluso para sombra profunda en verano, pero (nueva precisión…) siempre y cuando los árboles que proyectan esa sombra sean de hoja caduca, es decir, árboles que ahora, en marzo-primeros días de abril, cuando florecen nuestros iris+euforbias – + el crisantemo marroquí, var. ‘Africa Spring’, más algunos de esos ajos ornamentales- , aún no estén completamente brotados y dejen pasar la luz.

Beth Chatto, The dry garden, Orion ed. 1998, p,54

NOTAS
(1) En cuanto a la pluviometría: sur de Essex, 500 mm de lluvia anuales -sc. prólogo de The dry garden, p.5- prácticamente los mismos que en este jardín de la Sierra Oeste madrileña; la última media publicada en la web: 473 mm.

Mariposas-otoño-jardín

Esta mariposa -un macho de Argynnis pandora– se subió a las flores de la verbena en cuanto saqué la maceta de coche. No se separó de ella mientras la plantaba, ni después ni en un rato. Comprobado: la Verbena bonaerensis es, junto con las compuestas ornamentales -cualesquiera, pero en especial las yanquis: rudbekias, echinaceas…- uno de los señuelos seguros para mariposas diurnas; si la humedad fuera un poco más alta podríamos añadir budleyas, abelias, incluso dalias (de flor simple, no las pompón/cactus). Pero aquí, en plena meseta, no es posible aspirar a tanto. En los jardines ya no quedan lavandas ni malvas en flor. En el campo debería haber más donde elegir, y sin embargo… tal como andan las cosas, con todos los cardos secos, sin apenas más flores visibles que las de la orilla de la charca (salicarias, lisimaquias, mentas, mucho menos abundantes que otros años) no creo que sea mala idea ayudar un poco plantando y sembrando, y cuidando después, islas de flores que atraigan a las mariposas que empiezan a pasarlo mal ahora, en el equinoccio, cuando los días se acortan y las noches enfrían. Hablo de las mariposa adultas, no de sus larvas, y en concreto de las que han nacido al final del verano y tendrán que acumular reservas antes de hibernar. No todas lo hacen, pero sí muchas de la familia a la que pertenece esta pandora (Nymphalidae). Hibernan prendidas con sus patas a un trozo de corteza, escondidas en un árbol hueco o entre masas de hojas secas, razón de más para no pasarse de rosca «limpiando» el jardín (1) . Puede que hasta se metan en la bodega, en la caseta de herramientas. En la leñera, desde luego (¡cuidado al sacar los troncos!). No hay que molestarlas nunca. Agotarían sus escasas fuerzas tratando de escapar, tontamente.

Propuesta de plantación a pleno sol: especies mayoritariamente herbáceas, de floración tardía (desde agosto hasta octubre), y que aguantan con el riego justo.

Primer piso: Sedum spectabile ; Thymus, tomillo, tanto el serpol (tapizante, que además acepta algo el pisoteo) como el común; algo más a la sombra también sigue floreciendo la menta/ hierbabuena y en las borduras donde se les ha dado una poda al ras a mediados del verano, segunda floración de las nepetas. Todavía en el primer plano, Aster de poca altura, para zonas donde el oídio no sea un problema. Segundo piso: Verbena bonaerensis Echinacea purpurea; Aster de tamaño más alto. Y tercer piso/fondo: Calamagrostis u otra gramínea robusta (las verbenas son quebradizas, les viene bien tener la espalda a cubierto; además, a las mariposas les gusta agarrarse a esas hierbas altas, resecas, y dejarse mecer por la brisa). Si hay espacio, hinojos silvestres, Foeniculum sp.; existen variedades de hojas color bronce, pero son menos exuberantes y menos rústicas (al menos aquí). Las umbelas del hinojo se mezclan con las de la verbena, y en menos que canta un gallo se llena todo de mariposas.
Y siempre y en todo lugar, haciendo caso omiso de los jardineros timoratos: ¡hiedras! Están empezando a florecer. Ya habrá tiempo de podarlas al final del invierno.

Lo suyo sería combinar el otoño con las otras estaciones, aunque sea mínimamente, aunque sea embutiendo macetas donde se abra un pequeño hueco. Mezclar esas plantas propuestas en los macizos mixtos. Incluir verbenas y echinaceas entre las flores de verano (a las que ya están relevando), y calzar matas de sedum/tomillo en cualquier rincón al sol.
Una alternativa a las islas de flores, más sencilla y barata pero menos comme il faut, sería instalar tarros con azúcar y agua (1 parte de azúcar y 9 de agua) vueltos boca abajo, con un orificio relleno de algodón en la tapa. En esta foto escaneada: comedero de néctar de Creating a butterfly garden (M. Schneck, Simon&Schuster Inc.)

NOTAS
(1) Jardín limpio, cliente contento: https://laramadeoro.wordpress.com/wp-admin/post.php?post=912&action=edit ) . Lo que de verdad le gusta a los bichos, a todos sin excepción, es que los dejemos en paz.. Ningún jardín es tan pequeño como para no poder reservarles un rincón. Basta con una pila de ramas/troncos (eso que los ingleses, tan puntillosos, llaman log garden) + hojas secas + fruta barrida al pie del ciruelo (por ejemplo), en todas las fases que van de «fruta pasada» a «completamente podrida» + el lujo máximo para muchas especies de mariposa, pensando en la puesta de huevos: una buena, buena mata de ortigas...

Tiramisú, Caramel, Brownies…

Basilea 002Podía ser  la carta de postres de un restaurante, pero no. Es una selección de un catálogo de heucheras, todas ellas híbridas,  con un pariente yanqui muy cercano (Heuchera villosa), aunque su padre putativo sea un francés (el viverista T.Delabroye).
Las heucheras necesitan suelo fértil y fresco.  Si se intenta su cultivo en la mitad norte de España, mejor mirando al sur-este. Si se intenta en la mitad sur -lo que no sé si es muy recomendable…- mejor a la sombra, sombra total, aunque la planta no florezca. En realidad, con estas variedades de la carta de postres la flor no importa tanto. Antiguamente ( antes de los años 80), las variedades de heucheras que podían encontrarse eran plantas  diferentes a éstas; la más habitual era una heuchera mejicana (H.sanguinea), adaptada al suelo mediocre, al pleno sol, y cultivada en Europa y USA en ese estilo de jardines «kitsch» que eran, por entonces, las viejas rocallas. Leo en un manual de plantas vivaces que estas primeras heucheras  se usaban por sus espigas de flores, tan diminutas, etéreas casi, que en Francia se  las llamó «désespoir du peintre».
Las heucheras modernas son otro rollo.  Más fornidas que sus primas de Chihuahua, estos híbridos «siglo XXI», descendientes de variedades del este de los EEUU, se cultivan como tapizantes por su crecimiento compacto y sus hojas recortadas, de silueta parecida a la de los arces (a escala XS), con mucho colorín, de tacto ligeramente atercipelado, siempre sanas y rubicundas.
La foto está sacada en una rotonda urbana (Basilea) el pasado mes de enero.  Las Caramel  están mezcladas con las Brownie, las Citronelle, las Tiramisú… y el marco, muy irregular, lo forman unos brezos dorados (otros que interesan por su follaje; hasta es bueno quitarle la flor en cuanto asoma, para que la mata no decaiga).
Cruzamos la rotonda de buena mañana. La escarcha había cubierto el macizo de una lámina de cristal, y el follaje de las heucheras -con todos los colores entremezclados, como en el escaparate de una tienda de chuches-  parecía espolvoreado de azúcar glas.

NOTA:
Hay mucha información sobre estas y otras plantas de ancestros americanos en el link http://www.ngb.org (Natinal Garden Bureau, USA)

brezos y heucheras

Cabeza Negra

aeonium siluetaTuve durante tres años en la terraza un aeonio «cabeza negra», Aeonium arboreum, de apellido «Schwarzkopf», como el de aquella soprano alemana de los años 50.  Erguido en su maceta  azul turquesa, brillante y exótico en medio de las plantas del montón que por entonces me daba por almacenar, el aeonio era, junto con el calamondín, el señorito de la casa.  A los dos los envolvía en sábanas de algodón cuando empezaba a hacer frío de noche; a los dos les reservaba el rincón que daba al este durante el verano, y el que daba al sur durante el invierno. A los dos los abonaba con humus de lombriz una vez al mes en primavera, mezclándolo bien a la tierra de superficie con un tenedor de postre, y les refrescaba las hojas con agua mineral (sin cal ni cloro) en los atardeceres de verano. Un viaje a la Orotava me permitió conocer a sus inmediatos parientes y ancestros, los  aeonios de Cabeza Verde, que por las islas llaman «bejeques». Dos días antes de volver a la península una tormenta tropical -el «andresito», por producirse en torno al día de San Andrés- arrancó muchos bejeques de los muros y tejados. DSCN3249Este de la foto me lo traje conmigo a Madrid.  Fui al control de seguridad del aeropuerto con él en la mano (las raíces envueltas en una bolsa), lo coloqué como si tal cosa en la cinta transportadora, lo recogí del otro lado…y nadie me hizo preguntas.
Pero nuestro plebeyo bejeque verde se puso a florecer como un loco al poco de llegar al barrio, lo que le llevó a perder fuelle y a agotarse en el intento.  Quizá le comía la moral su primo Schwarzkopf, mirándole con sarcasmo  desde el rincón vip de la terraza. Sea como fuere, el verde creció mucho (llegó a ser tres veces más grande que el otro), produjo una enorme y horrible espiga de flores, agachó la cabeza, perdió toda su apostura, y se fue de este mundo lentamente, arrugándose poco a poco. En cuanto al señorial y capichoso aeonio, también él nos dejó, una noche de abril de 2010. Un descuido, o mejor dicho, un exceso de confianza por mi parte,  me llevó a creer que el aeonio ya podría sobrevivir sin su bufanda pasado el equinoccio. Craso error: se heló en menos que canta un gallo. (El calamondín sí pudo pasar el trago. Sobrevivió y sigue conmigo.). Por supuesto, a mi aristocrático aeonio  jamás se le pasó por su Negra Cabeza la grosería de florecer. Se fue de golpe y porrazo, como un capitán de húsares a caballo,  atravesado en plena noche por una lanza enemiga.

NOTAS
La foto que encabeza el post `procede de una web de plantas crasas, levemente retocada con «photoshop»: capcactus.blogzoom.fr
La soprano citada en el primer párrafo es Elisabeth Schwarkopf, la «Diva Nazi», famosa  por sus interpretaciones de Mozart y Richard Strauss.  Hierática y soberbia como el aeonio var.atropurpurea.

Boñigas y rosas

Desde finales de noviembre…

pralin de boñigas y arcilla

Hoy vamos a preparar un cóctel de boñiga de vaca, conocido en los foros de jardinería y revistas del ramo con el galicismo  «pralín».o «praliné»
Ingredientes :
-medio cubo de bosta de vaca (boñigas)
-medio cubo de tierra arcillosa
-agua
Cómo hacer el pralín:
se mezclan las tres cosas en un cubo grande, capacho o similar. Se revuelve despacio con un palo (insisto en lo de «despacio»; si se va con prisas puede acabar uno de praliné hasta las cejas). Hay que remover hasta que quede fácil de untar, cremoso, apetitoso.Wettra
¿Para qué sirve ?. Para impregnar las raíces desnudas de los rosales antes de la plantación. También las de los árboles frutales. Hay que dejar el rosal un rato en el cubo,  que se pringue bien.  La arcilla empapada rehidratará las raíces, que están en estado de «shock»  tras ser arrancadas del vivero; la boñiga aportará una gran cantidad de nutrientes ( «bioestimuladores», les dicen), compuestos orgánicos y oligoelementos, -procedentes de la descomposición de las hierbas en el estómago de la vaca…entre otras cosas igualmente ricas-  que favorecerán la formación de nuevas raícillas, las que de verdad dan de comer al rosal ( las grandes y gordas lo anclan al suelo). Con el pralin todo irá mejor y más rápido, en especial si el trasplante se hace tarde.  ¿Ahora en febrero es tarde?. Sí. Lo suyo habría sido hacerlo en diciembre. ¿Es grave?. Creo que no… Mientras el rosal NO esté brotado, aún hay esperanza. Y el pralín es el mejor cóctel para empezar bien en la vida. Con una buena masa de raicillas operativas, el rosal – que es goloso y exigente- tendrá brotes más fuertes y resistirá mejor la sequía y las enfermedades.

NOTA
La foto es de un rosal llamado ‘Wettra’, en el Parque del Oeste, Madrid. De los rosales plantados con su pralín hace unos días -cinco ‘Chartreuse de Parme’, que se ven detrás del cubo blanco-  prometo publicar fotos en cuanto  florezcan.

 

Hot Borders

Late summer, 2006-2012

Chrystopher Lloyd (1921-2006) -jardinero, cocinero, articulista, y músico a ratos-, puso de moda los hot borders de su jardín de Great Dixter (Sussex) a principios de los  años noventa. En el momento en que las tendencias minimal, zen, chill-out/relajation, etc llegaban también al mundo de la jardinería, imponiendo la sobriedad, la contención, los colores suaves y, a ser posible, una cabeza de Buda junto a la fuente….este septuagenario  lleno de  common sense y alegría de vivir decidió convertir sus parterres en un chisporroteo de escarlatas, naranjas chillones, amarillos luminosos y violetas.  No sólo eso. Ayudado por Fergus Garrett, su jardinero jefe, tomó la decisión de arrancar la vieja rosaleda y plantar en su lugar ¡un jardín exótico, un jardín inesperado y fastuoso, trufado de plataneras, fatsias, helechos, cañas índicas…!.

Un hot border es un late border. Y también un mixed border. Esto es: un macizo en tonos atrevidos, que alcanza su zénit hacia el final del verano (ahora), aguantando en plena forma hasta prácticamente noviembre, y en el que arbustos y herbáceas se mezclan. Todas las herbáceas (vegetales sin «leño», para entendernos): anuales, bianuales, y vivaces. Y gramíneas en profusión, que con sus espigas ya más que maduras captan la luz del atardecer y encienden todavía más, si cabe, los macizos «calientes» de este momento del año. Plantas imprescindibles por su floración tardía y ardiente: Helenium, Rudbeckias, Tithonias, Kniphophias, Aster, Crocosmias (aquí florecen ya en julio, pero en Inglaterra un poco más tarde), y las variedades más provocadoras de Dahlia como Bishop of Landaff, de follaje color chocolate y pétalos rojos. Más las omnipresentes y robustas Verbenas bonaerensis. Ch. Lloyd no era seguramente el único en defender este tipo de explosiones coloristas (junto a él, o tras él, esa legión de paisajistas que fomentan el uso combinado de gramíneas y vivaces, como Piet Outdolf y tantos otros, en número creciente). Pero sí fue, al menos hasta donde yo sé, uno de los primeros y más decididos.  Y más influyentes. Autor de una columna semanal en The Guardian, se convirtió en el gurú de este tipo de jardines, cuya característica esencial no era tanto el deseo de provocar como una incontenible pasión jardinera, experimentadora, divertida, jovial, enemiga declarada de las convenciones y la modorra. Después de visitar Great Dixter (en septiembre de 2006), encontré su mismo espíritu en los hot borders del jardín botánico de Oxford y, a partir de ahí,  en mil y un rincones de otros jardines públicos y particulares, no sólo de Inglaterra.

(Arriba: hot border en Oxford a finales de octubre, bajo la lluvia). La floración no es lo único que nos pareció espectacular en sus macizos. Christo Lloyd dejó escrito que la apreciación del follaje -de su forma y su textura- era algo que iba creciendo en nosotros con los años. Es decir, que cuando uno es joven lo primero, casi lo único, que «ve» es el color.  Sólo cuando madura empieza a fijarse en las estructuras, las siluetas, las tramas… Supongo que algo parecido sucede con la música. Raro es que a un veinteañero le guste la música antigua. Un recital de laúd, por ejemplo. O el Arte de la Fuga. (Y quizá por eso a mí, con cuarenta y tantos, lo que me empieza  a resultar fatigoso es escuchar hasta el final una sinfonía romántica…).

Si me tuviera que quedar con una planta de Great Dixter escogería el Verbascum, esa que aquí llamamos «gordolobo». El amarillo de sus flores en forma de candelabro puntúa todo el «long border» desde julio hasta octubre. Color y arquitectura a un tiempo. Los Verbascum de Great Dixter me hicieron recordar un talud que había fotografiado hacía poco. Un talud invadido por los gordolobos y los cardos. Las plantas crecían,  olvidadas de todos, detrás de una estación de servicio de Benavente. Al colocarlas aquí juntas -el sofisticado «long border» de Great Dixter y el humilde campo castellano- vuelvo a comprobar hasta qué punto la belleza crece de espaldas a nosotros, indiferente y libre. A veces basta una asociación  fugaz, como ésta, para hacer de una escombrera un chef-d´oeuvre.

NOTAS.
Ch.Lloyd no sólo escribió muchos libros de jardinería: uno de sus best sellers es Gardener cook, una versión british de lo que nosotros llamaríamos «del huerto a la cocina».
La primera y la tercera fotos están bajadas de internet, de la web de Jonathan Buckley, fotógrafo genial de Great Dixter y sus habitantes, incluyendo a las dos teckel de su difunto propietario, Canna y Dahlia. La casa y sus jardines están hoy en manos de una Fundación. Fergus Garrett sigue al frente. Véase: http://www.greatdixter.co.uk

Camelias y tricornios

Febrero 2012

Los camelios ya están floreciendo a todo trapo en los jardines del norte. Hoy es un buen día para hablar de ellos. Primero de los camelios y después, de postre, de los tricornios.

Para el resumen que viene a continuación me he servido, además de mi propia experiencia cuidando camelios en Galicia, de estas dos estupendas fuentes: una  entrevista a J. Thoby[1] –productor de Nantes, patria del camelio en Europa–, y el manual correspondiente de “Les Carnets de Courson” (1998).

Lo único que no parece discutible sobre el cultivo de los camelios es que necesitan una tierra ligera, rica en materia orgánica, y fresca. Pero en todo lo demás se pueden hacer matices:

1. Nos dicen que los camelios han de plantarse siempre a la sombra. De Madrid para abajo desde luego, y muy especialmente la C. japonica. Pero en las zonas atlánticas, donde la humedad del aire es siempre alta y el sol no se encarniza como en el sur, los camelios sí soportan una exposición relativamente soleada; de hecho, variedades de camelios menos umbrófilas, como la C. sasanqua o la C. reticulata, de floración precoz, si no tienen suficiente sol no florecerán bien.

2. Que no toleran la sequía. A veces la sequía se complica con la competencia radicular, incluso en la costa; si por aquello de que esté a la sombra lo hemos plantado arrimado a una o varias coníferas –así crece, silvestre, en los bosques de Japón–, cuando la reserva de agua del suelo descienda son las poderosas coníferas las que se llevarán hasta la última gota. Algo similar sucederá si está pegado a un gran rododendro. Consejo: goteo nocturno. Las variedades de C. sasanqua, con raíces más profundas, sufrirán menos.

3. Que no toleran el frío. Lo tolerarán mejor en tierra que en una maceta. Y siempre con un espeso acolchado de hojas secas protegiendo las raíces. Variedades muy rústicas, que salen adelante en el Botánico de Madrid: ‘Gloire de Nantes’, ‘Dr. Clyfford Parks’.

http://www.mobot.org (Botánico de Missouri).

 4. Que necesita suelos ácidos. Sí, pero menos que los rododendros, por ejemplo. Una curiosidad que cuenta J. Thoby “En Vietnam hay camelios de flores amarillas que prosperan en suelos con un pH de 7.5 a 8.2… Claro que estos árboles se alimentan tanto por sus hojas como por sus raíces, pues viven en una especie de bruma permanente…”. Un camelio apto para suelos calcáreos: “Château de Gaujac” (que es el que vende este J. Thoby). Añado algunas de las variedades más sanas del Botánico de Madrid, donde el suelo es seguramente neutro (los jardineros habrán tratado de corregir el pH pero, aún así, el agua de riego siempre llevará algo de cal): ‘Adolphe Auduson’, ‘Dr. Baltasar de Mello’, ‘Duchesse de Berry’, ‘Àlba Plena’, más las citadas en el punto 3.

5. Que son arbustos banales; que las flores, además de durar poco, parecen de plástico. Muchos C. japonica de flores dobles a mí sí me lo parecen… Como también me parecen aburridas y exageradas esas hortensias cabezonas que en Galicia aparecen hasta en la sopa…. Pero –al igual que sucede con las hortensias– a día de hoy ya existe una inmensa gama de camelios donde elegir: los hay de hojas finas, los hay de botones florales rojizos, los hay olorosos (C. ‘Naromigata’, `Fragrant Pink’), y, sobre todo, los hay de flores sencillas, infinitamente más atractivas, en mi opinión, que las previsibles flores dobles, “imbricatas” (manipuladas para que en vez de estambres crezca una segunda, una tercera tanda de pétalos). En cuanto al arbusto, siempre me ha parecido un tanto aparatoso y oscuro, sobre todo teniendo en cuenta la brevedad de la floración. Por eso, seguramente, prefiero los camelios en seto, porque permiten plantar diferentes variedades, de modo que se vayan solapando las floraciones de unas y otras.

Han salido citados algunos de los camelios del real Jardin Botánico. El conservador de las “plantas vivas” de este jardín (herbarios excluidos) es desde hace muchos años el Sr. Juan Armada. Su padre, el Marques de Rivadulla, general golpista de todos conocido, es un anciano de noventa y un años que cultiva los mejores camelios de Galicia en su pazo de Santa Cruz de Rivadulla (lugar de Ortigueira, Vedra, La Coruña). Alfonso Armada empezó con el cultivo comercial de los camelios al salir de la cárcel de Alcalá Meco, indultado, la nochebuena de 1988. Cuando llegó a su casa, después de seis años meditando a la sombra, los camelios sasanqua del pazo debían de estar empezando a florecer. Con su mujer –y no sé si alguno de los hijos– montaron una empresa de venta al por mayor de productos agrícolas y construyeron los viveros para la reproducción de camelios. En su web www.ortigueiraplant.com cualquiera puede visitar «on line» las instalaciones, consultar el listado de variedades a la venta, y hacerle un pedido a D. Alfonso.

La historia del Marqués es muy conocida. Quizá lo sea menos la del Sr. Antonio Tejero, que por lo visto se dedica a cultivar aguacates en una finca de Alaurín (Málaga), o la de ese otro guardia civil condenado, el Sr. Miguel Manchado, que lleva personalmente la plantación de limones que heredó su mujer en Murcia. Encuentro esta información en internet, en artículos publicados diez, veinte años después del golpe. La historia parece inventada pero no lo es: parte de la tropa golpista se dedica desde que salió de la cárcel al sano deporte del azadón. Uno camelias, otro aguacates, un tercero limones. A mí me tranquiliza saber que esta gente tiene las manos ocupadas. Con todo y eso, hay algo inquietante en el asunto. ¿Cómo se explica semejante evolución, desde el tricornio hasta el sombrero de paja?, ¿del tanque a la carretilla, del pistolón al rastrillo, del uniforme de infantería a la camiseta de tirantes?. (Y sobre todo, ¿es posible que semejante evolución se dé algún día… en sentido inverso?).


[1] La Gazette des jardins nº 22, enero 1999. Tiene su propio vivero, en Gaujac, y su propia web: www.thoby.com.

Uvas de gato (2º parte)

Septiembre  2011

Los Sedum spectabile y telephium, con su cohorte de híbridos, son plantas erguidas, de hojas anchas como espátulas, y de floración muy decorativa hacia la segunda mitad del verano. Son como las parientes “crecidas” de los sedum rastreros. Sus condiciones de vida son, sin embargo, muy similares, con la única salvedad de que necesitan más suelo (más profundidad de suelo, pero no más rico; la planta se abriría, afeándose). He leído que proceden de China. No están mal combinadas con sus parientes rastreras, pero mucho, mucho mejor,  proyectadas contra un grupito de gramíneas (stipas, calamagrostis…) y en proximidad de unos Ophiopogon nigriscens: los tonos apagados de las flores ya pasadas del Sedum casan bien con el color chocolate de los ophiopogon.  Así las ví hace tiempo en el festival de Chaumont; desde entonces las he vuelto a ver –el mismo patrón, con pequeñas variantes– en muchas revistas y en otros jardines del norte.  Las gramíneas –en particular la stipa– tienen tan poca necesidad de agua como el sedum y el ophiopogon. Y una cosa más. Las flores de estos sedum están entre las más visitadas por los insectos en septiembre y octubre. ¿Quizá porque en el secarral de La Rama de Oro nadie más –salvo achicorias y erigeron– tiene valor para florecer en este momento del año?.

Uvas de gato (1ª parte)

Septiembre 2011

Son los sedum rastreros. Esas plantas carnosas, de hojas pequeñas y gruesas, que tapizan las rocas en aquellos puntos en los que éstas parecen doblarse, formar un ángulo o una ligera hondonada donde pueda acumularse algo del polvo traído por el viento, restos de líquenes pioneros… y poco más. Se han puesto de moda con los llamados “tejados vegetalizados”, pero por aquí es una planta del montón (S. acre, S. album…). No hay fisura en la que no encuentre acomodo, e incluso ha empezado a extenderse a su aire entre las tejas de nuestra casilla.

Como todas las plantas crasas, también los sedum son vegetales frugales y resistentes. Tienen flores en forma de estrella, minúsculas, agrupadas en cabezuelas de diferentes colores: blanco, blanco-rosado, amarillo. Entre las variedades hortícolas, el Sedum spurium púrpura y el tricolor. Ambos están ya plantados en uno de esos rincones perezosamente ajardinados de La Rama de Oro. No los riego jamás.

Una combinación para maceta: sedum al pie de un Aeonium “cabeza negra”, cubriendo a continuación el sustrato con gravilla fina de río, y la maceta pintada de azul turquesa. Otras dos combinaciones: sedum con Lampranthus, de flores anaranjadas, en una jardinera en el alféizar, o con Delospermum cooperi en la parte frontal de un macizo (proporción de referencia para 1m2: grupo de tres Delospermum y alfombra de siete sedum). Todas esas combinaciones las he probado en mi casa en Madrid. Las regaba una vez a la semana en verano, y nada el resto del año. Lo único que me fastidiaba un poco es que las flores de Lampranthus y Delosperma no duraban más de veinte días. ¿Hubieran durado más con riegos más frecuentes? En todo caso, el follaje nunca decayó, y ninguna de esas plantas ha muerto todavía.

En cuanto al acolchado mineral, yo creo que es imprescindible, no sólo por razones estéticas y por evitar malas hierbas, reducir evaporación, etc., (como todos los acolchados), sino que (¡sobre todo!) protege el cuello de sedum y demás plantas crasas de posibles pudriciones (hay muchas más posibilidades de cargarse un cactus por exceso de riego que por lo contrario).