Patatas tempranas

Variedad Jaerla, 90 días, para recoger cuando el calor empiece a apretar mucho. Enmienda orgánica: estiércol de los caballos (y dos burras) de Rescate Equino/Madrid HelpHorses (https://madridhelphorses.org/quienes-somos/)

Aquí abajo, Miguel Manduca y Samir cavando su huerta, para lo mismo: patatas tempranas. Enmienda orgánica: estiércol muy descompuesto de cabra y oveja (¡ganado lanar, ganado lanar…!, berreaba Miguel antes de jubilarse, cuando tenía su propio rebaño). Les ofrezco al pasar mi «mulilla» mecánica, a lo que Manduca responde: cuantri más labres ahora, mejor agarra después la mulilla. Y tiene razón. «Después» es dentro de una semana, diez días, mediado el mes. Porque Miguel Manduca es desconfiado hasta la exageración: no se fía, a ver si vuelve a helar y se echa a perder el patatal… A Samir le deja un cachito de la huerta detrás del olivo, justo por donde hoy andaba su hija pequeña, tratando de trasladar a una familia de chinches, de zapateros, del pie del olivo a las hierbas. Todo en vano. Tiene los dedos tan rollizos que no es capaz de pellizcar a las chinches. Samir y Manduca cavan en silencio. La niña resopla, vuelve a intentarlo, empuja a las chiches con un palito…

Patacas borralleiras

Así as preparaba meu avó, na borralla que deixa o lume. As patacas (mais dous chourizos, por exemplo) envólvense en papel de aluminio e deitanse na lareira, ben tapadas, uns quince ou vinte minutos. As patacas de onte eran de de Laxe. Os chourizos de Vigo de Sarria, regalo de Aniceto (porcos da casa). Para acompañar: a falta dun mencía da terriña, unha garnacha 2018, criada nesta outra terra ó pé da Serra de Gredos, que tamén é a nosa.

Vino con patatas, con patatas vino

Última entrega de «Vino casero en cinco pasos (más o menos)»

vinitoHemos embotellado por fin una parte del vino, los 64 litros que llevaban dos meses en la barrica de roble. Utilizamos la vieja encorchadora de mi abuelo (véase el post “California”), después de engrasarla y ponerla a punto. Tenemos hasta una elegante etiqueta, en color gris perla, púrpura y verde lima, regalo de una buena amiga -y buena bebedora- que nos la diseñó e imprimió ¡incluso antes de tener hecha la vendimia!
Dicen los que ya están curtidos en estas cosas que los corchos deben estar a remojo unas horas antes del embotellado, y que las botellas deben pasar unos días derechitas, en el suelo o en cajas, para que el corcho «se haga» a la botella antes de “acostarla” en un botellero. El gran dilema, la pregunta del algodón, es ¿qué espacio ha de quedar dentro de la botella entre el vino y el corcho?. Es decir, ¿lleno a tope o no lleno a tope las botellas?. El resultado de las pesquisas es el siguiente: todo depende de la temperatura de ese día, y de cómo se vaya a guardar el vino hasta el momento de bebérselo. La razón es que si la temperatura en verano se dispara el volumen del vino aumentará, y si no hemos dejado nada de espacio bajo el corcho, parte del vino buscará la forma de salirse …y se estropeará. Pero si embotellamos a una temperatura superior a los 25 grados, por ejemplo, y el vino va a pasar el resto del tiempo en una habitación fresca, entonces se puede llenar un poco más, y dejar sólo un pequeño margen ahí dentro. EmbotellandoUna vez decidido cuánto se va a llenar/dejar vacío se ajusta la boquilla del embudo de embotellar, que es un artilugio muy sencillo y eficaz (funciona como las antiguas cisternas de flotador, con un «tope»).
Una parte del vino se bebió al día siguiente de ser embotellado en la sardiñada del San Juan. Otras pocas botellas se las llevaron los amigos del pueblo. Y al final quedan unas cuarenta botellas en casa, a las que, sospecho, no les vamos a dar tiempo a «evolucionar»…La barrica la rellenamos con vino de la cuba de acero, y repertiremos la función del embotellado en uno o dos meses.

patatas Mona LisaLas patatas van con el vino. Nuestras ‘Shanon’ y ‘Mona Lisa’ son patatas de noventa días. Se plantan a principios de abril y se recogen a principios de julio, coincidiendo con el embotellado. Pero todas las botellas, llenas o vacías, tienen que estar guardadas en los botelleros de la pared (unas viejas estanterías de obra, con botelleros estándar comprados en Ikea), antes de que lleguen las patatas. La fresquera es muy pequeña y no habría sitio para tanta caja.

Mona Lisa, buena para freir

Finales de marzo, primera quincena de abril.

Mona LisaHemos terminado de plantar  los ochenta kilos de patatas previstos para este año. Variedades Mona Lisa y Shanon, de las pocas que pueden encontrarse en el mercado con la certificación ecológica (en LRO se las compramos todos los años a Ecomanjar, en Lástras de Cuéllar, un pueblo muy pequeño, perdido Segovia adentro…).
Mona Lisa es de piel amarilla; Shanon de piel roja. Mona Lisa es buena para freir. Shanon, buena para cocer. Mona Lisa es la más rica. Shanon se conserva un poco mejor…Las dos son tempranas o semitempranas, lo que significa que estarán en la tierra no mucho más de 100 días. Las recogeremos a mediados o finales de julio, y ya no se volverán a plantar más. En otros lugares sí lo hacen, porque tienen suficiente agua para regarlas también en verano. Estos afortunados del norte plantan variedades de ciclo más largo, que en general se conservan mejor (estas primeras tienen «más agua»), o bien repìten plantación en agosto, para recogerlas en noviembre y guardarlas todo el invierno.
Aquí se planta a la antigua. Es decir, con la azada. La tierra queda abonada antes de Navidades con sabroso estiércol de oveja y cabra. Las patatas «de siembra» descansan mientras tanto en la fresquera, a oscuras. El pistoletazo de salida lo da la última cepa podada: en cuanto se termina con las viñas, sin transición, empiezan a verse hogueras (los sarmientos quemados) y los tractorcitos y motocultores cruzándose por el camino con las cajas de patatas en el remolque. Este año hubo que esperar a que escurriera un poco la tierra -después de las lluvias de marzo- , así que nos metimos en faena una o dos semanas más tarde de lo normal. Sabiendo como sabemos lo rápido que se instala aquí el calor, y estando la tierra con tan buen tempero (húmeda pero ya no empapada), hay que faire vite, ¡a todo gas!: desbrozar bien la parcela, pasar la mulilla, y marcar los surcos con estacas y cuerdas. Después hay que cavar, acostar las patatas -con los ojillos hacia arriba, buscando la luz- y taparlas con unos centímetros de tierra fina. Si se entierran muy abajo, pueden pudrirse. Si se entierran muy arriba, verdean.patatas 2013
¿Habría alguna alternativa al azadón, para no tener que volver a casa con la espalda molida y para no hacer tanto daño a la microfauna del sueno con el paso de la mulilla?. Haberla, haila, pero sale a siete euros la pieza.  En invierno se podría cubrir todo de una buena capa de paja por encima del estiércol. La paja  ( entre 5-7 euros, si no ha llovido, cada paca) , además de impedir la germinación de las hierbas, protegería la tierra del golpeteo de la lluvia  y también del frío extremo. Las lombrices y demás profesionales del sector (sector: Descomponer y Mullir) mantendrían la tierra esponjosa debajo del acolchado. En primavera bastaría con agacharse, apartar un poco la paja, acostar la patatina… y listo.

NOTAS

Una buena colección de recetas: http://www.patatasalacarta.com

En las otras huertas -de menor tamaño que la de las patatas, y con bancales  o «camas» bien separados- sí seguimos ese sistema, usando como acolchado un poco de paja y TODAS las hierbas desbrozadas a lo largo y ancho de la finca, más siegas de césped y todo cuando «resíduo verde» pillamos por ahí (Véase post https://laramadeoro.com/2012/05/08/lasagna-vs-deep-bed/)

La nana de la patata

Todo el invierno

Ceibe y las patatas 400pix

Las patatas han de pasar el invierno durmiendo. Sólo si el sueño ha sido profundo tendrán un buen despertar. Las patatas que van a plantarse –en la foto, junto al cordel, el día de la plantación- no se deben desperezar antes de tiempo. Si abren los ojos, si empiezan a brotar, entonces hay que correr a des-ojarlas. ¡Tantas veces como haga falta a lo largo del invierno!.  Y sí, a mano.
 En LRO se guardan las “patatas de siembra” en una fresquera. La última tanda de patatas, las que se cosechan en otoño. El pasado mes de octubre se las compramos, como siempre, a Ecomanjar, porque en LRO, escaseando el agua desde agosto, sólo se pueden cultivar en primavera. Y sin perder un minuto: variedades precoces de “90 días”. Es decir, que sólo comemos patatas de LRO en verano y otoño. Después hacemos un buen pedido. Parte para consumir durante el invierno, parte para plantar a finales de febrero y recoger en junio.
La temperatura en la fresquera no ha de subir de 8-10 grados (máximo absoluto, de acuerdo con todos los que saben de esto). No ha de entrar en el dormitorio de las patatas ni en el más leve rayo de luz.  Pero ya antes, durante la cosecha, hay que respetar ciertas reglas.  Cogerlas en su momento. Dejarlas un día endurecerse al sol. Limpiarlas bien. Almacenarlas, que no amontonarlas, a ser posible en cajitas de madera bien limpias (las de la fruta), colocadas unas encima de otras.  Que el aire entre y salga por todas partes. En mi opinión, el balance es bueno si uno no se obsesiona. Siempre hay una o dos  docenas de patatas que se reblandecen y estropean; al principio me llevaban los demonios cuando las veía –todas arrugadas y feúcas- , pero con el tiempo he ido aprendiendo a considerarlo normal, como las hojas mordisqueadas de las coles, los tomates agrietados, o las acelgas subidas a flor que hay que tirar en el compostero.

des-ojando patatasHasta hace bien poco todo el mundo utilizaba “inhibidores de germinación” (hoy clasificados R40: peligro). Todavía me lo dijo un vecino el otro día, que por qué no les echaba “los polvos” a las patatas de sembrar. Así se están dormiditas hasta que se las lleva al campo.  Pero ¿y cómo es que sus padres, allá por los años veinte o treinta, cuando no había polvos mágicos, sabían conservar sin problema las patatas durante meses y meses?. Ah, es que las metían en la bodega, me dice, donde la tinajilla del vino, bien extendidas en el suelo y siempre a oscuras…

NOTA
R40 es una de las «frases de riesgo» oficiales que aparecen en los prospectos y envases de los productos fitosanitarios. Significa «posibles efectos cancerígenos», y en este caso se refiere al chlorprophame, la materia activa en cuestión. Está «prohibido su uso a particulares» (lo que en nuestro pais significa…»que puede comprarlo cualquiera», pues nadie te pide jamás ni el carnet de aplicador de estos productos, ni el alta como agricultor profesional).