El arte de atar los tomates

De las muchas formas que hay de hacerlo, esta es la que yo prefiero, incluso para tomateras etiquetadas como «de mata baja». Es menos exigente de lo que parece, pues el tinglado de marcos de hierro que se ve en la foto lo hemos hecho anteriormente con palos clavados en tierra y cañas cerrando el marco por arriba. En este sistema los palos, bambúes etc del sistema tradicional (especie de tipi) se reemplazan por cordeles. Descripción:

1. Entre los marcos, por arriba de todo, se van pasando alambres, cuatro o cinco, como líneas del tendido eléctrico. Se pueden hacer orificios con un taladro en el propio marco. O se atan los cables al marco, sin más, pero con sujeciones bien fuertes (¡que no se muevan cuando tengan que soportar el peso de varios kilos de tomates!)
2. Al pie de cada tomatera se clava una estaquilla, piquete… o cualquier cosa similar que sirva para atar un cordel, como los vientos de una tienda de campaña, que suba hasta el alambre del tendido que esté más cerca. Se pueden poner tantos cordeles como hagan falta, según lo vigorosa que sea la tomatera, es decir, según el número de tallos con racimos que podamos dejar con ciertas garantías de que acaben madurando… (dejarlos por dejarlos, para «ver qué pasa», es una tontuna que hacíamos mucho al principio; ya no).
3. Después iremos atando o enredando a él ( a ese cordel/»viento» que sube) cada tallo elegido. Digo «enredando» porque los tallos de la tomatera son flexibles. Se puede pasar el cordel por debajo de los racimos más cargados.
(Otra opción, alternativa a 2.: los cordeles pueden atarse directamente desde debajo de una hoja de la propia planta, sin piquetes ni nada ; si el cordel no es excesivamente fino, y el tallo no está sobrecargado de tomates – cosa que hay que evitar siempre, despuntando brotes sin piedad-, no hay riesgo de que al atarlos corten/estrangulen la tomatera).

El tinglado vale al año siguiente, o ese mismo otoño (pues aquí los otoños son largos y suaves), para unas judías trepadoras. O para echar por encima un sombrajo y cultivar debajo unas lechugas, unas acelgas, poco amigas del sol directo.

Respecto a los cherris, me reafirmo: hay que despuntarlos mucho pero, en mi opinión, no vale la pena el lío de los tutores, palos, ataduras…. Demasiado trabajo. Que se espatarren por donde quieran con un buen, buen colchón de paja debajo, o, en su defecto, unas cajas de madera a modo de cojín para levantar un poco los tallos más largos. Función de la paja/cajas: poder regar por debajo, sin mojar excesivamente la planta.

2 comentarios en “El arte de atar los tomates

    • El ideal es macarrón de plástico, pero es caro y además es un rollo, al terminar, que no queden trocitos de plástico por ahí. Prefiero las ataduras biodegradables -las cintas de yute, por qué no; los cordeles de cáñamo de toda la vida- aunque las queme el sol, porque las tomateras sólo están unos pocos meses en tierra, ¡no da tiempo a que se rompan! (al menos aquí, y te aseguro que el sol aprieta); después se levanta todo, se recupera lo que esté aprovechable, y lo que esté deteriorado se va con los restos orgánicos a descomponerse, sin tener que andar desatando o buscando cachitos de plástico…

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