Junio de 2021. Hoy (agosto) serían ciruelas.
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¿Comen orejones / los anglosajones?
Mrs. Norris, viuda del anterior párroco de Mansfield, es ahora la casera del matrimonio Grant, actuales ocupantes de la vicaría. El doctor Grant – párroco indolente y comedor compulsivo, como tantos curas de aldea nuestros pero en versión anglicana- discute sistemáticamente con la roñosa Mrs. Norris…
“- …No fue más allá de la primavera anterior al año en que murió mi esposo cuando plantamos el albaricoquero junto a la pared de la cuadra, que es ahora un árbol magnífico…y que va ganando día a día, añadió Mrs. Norris dirigiéndose al doctor Grant.
-El árbol se desarrolla bien, sin duda, señora –replicó él-. La tierra es buena. Y nunca paso por allí sin lamentar que el fruto valga tan poco.
-Señor mío, es un ‘Moor park’, se adquirió en el bien entendido de que era un ‘Moor Park’ y nos costó… es decir, fue un regalo de Sir Thomas, pero vi la factura y sé que costó siete chelines, e iba facturado como un ‘Moor Park’.
– Le engañaron, señora –replicó el doctor Grant-. Estas patatas que estamos comiendo saben tanto a los albaricoques de un ‘Moor Park’ como la fruta de ese árbol. En el mejor de los casos resulta insípida; en cambio, un buen albaricoque es siempre sabroso, cosa que no ocurre con ninguno de los que tengo en mi jardín.
-La verdad –terció Mrs. Grant, intentando dirigirse con un susurro a Mrs. Norris a través de la mesa- es que mi marido apenas sabe qué gusto tienen nuestros albaricoques al natural; difícilmente habrá conseguido probar uno siquiera, pues es un fruto tan preciado (SO precious!), y los nuestros son de un tamaño tan grande (SO big!), de una calidad tan excelente (SO excelent!) y tan adecuados (SO convenient!) para tartas y conservas tempranas, que mi cocinera se da buena maña en cogerlos todos antes de que pueda hacerlo él…”
Jane Austen, Mansfield Park, Mondadori, 2013, pp.67-68, Traducción de M.Martín (*las expresiones en inglés son añadidos )
El albaricoquero del párroco Mr. Grant está vegetando. Crece bien pero no da fruta. Opciones: o ese invierno hizo poco frío en Mansfield – frío necesario para levantar el letargo de las yemas (1)- o hay problemas con la polinización, pues, si bien muchos albaricoqueros son autofértiles… todos producen mejor cuando tienen amigos cerca.
El problema que le veía Mr. Grant a su albaricoquero ‘Moor Park’, variedad inglesa procedente de Hertfordshire, es el mismo que tiene Mac Fairman en este forum californiano que adjunto. Léase atentamente la respuesta que le da su solícito vecino. http://forums.gardenweb.com/forums/load/calif/msg0712254729799.html?13.
Para terminar, algunos interrogantes: ¿de qué conservas tempranas habla Mrs. Grant? Las mermeladas son, en mi opinión (la opinión de un paladar con todos los prejuicios de la cocina mediterránea), una de las pocas cosas decentes que hacen los británicos en la cocina. La cocinera de los Grant hará mermeladas, pues, con la receta habitual de tanto de azúcar por tanto de fruta, con unas gotas de limón, un chorrito de cointreau… y decorará las tartas, antes de meterlas en el horno, con albaricoques frescos partidos al medio. (Foto de la derecha: James Wojcik)
Ahora bien, ¿ sabrá deshidratar y secar albaricoques la cocinera de los Grant? ¿Cómo se dice «orejones» en inglés, si es que se dice de algún modo?. ¿Comerán orejones en Mansfield Park? ¿Y en Buckingham, en la «city», en el East End…?
NOTAS
(1) Manual de Vincenzo Forte, El albaricoquero, M.P. 1992: «Moorpark es una vieja variedad europea, exigente en frío vernal.. con poca constancia en la producción» (p.73)
2) Algunos datos espigados por la web: las variedades antiguas, como ‘Moor Park’ o ‘Blenheim’, tuvieron mucho más éxito comercial en los valles californianos que en la propia Inglaterra. Hoy los ingleses tratan de suministrar albaricoque autóctono a las grandes cadenas de supermercados, pero tirando de variedades de maduración tardía, que aprovechan hasta el último rayo de sol antes del equinoccio de otoño, y que no compiten con los maravillosos albaricoques frescos de España y Francia (naturalmente precoces). http://www.telegraph.co.uk/foodanddrink/10318530/British-apricots-finally-ripe-and-ready.html
En tiempos del gran rey Kanishka
Marzo-Abril
Aunque se llamen respectivamente Prunus persica y Prunus armeniaca, ni los melocotoneros son exactamente de Persia ni los albaricoques de Armenia. (Por otra parte, tampoco los nísperos, Mespilus germanica, son alemanes, ni el “arce de Montpellier” es de Montpellier, etc. En la vida, a lo que parece, no todo se explica con argumentos científicos. De ahí, por ejemplo, que cuando un francés utiliza la expresión “filer à l´anglaise” nosotros lo traduzcamos al español como «largarse a la francesa”…).
Los melocotones y los albaricoques vienen de China, como tantísimas otras plantas de llevar a la despensa o –sobre todo– al jardín (¿es concebible la vida sin rosales remontantes?). Dicen que en China los albaricoques crecen silvestres, que al final hay tantos que la gente ya no les hace mucho caso al pasar. Como aquí a las zarzamoras. Desde hace, no cientos, sino miles de años, se sabe de poetas y pintores chinos que se consagraban a la exaltación de la flor del melocotón, de la flor del cerezo. Cuando por aquí los señores feudales sólo soltaban el garrote para comer a mordiscos un trozo grasiento de carne, por allí, en ese preciso instante, ya había un gentilhombre perfectamente acicalado disponiéndose a pintar una garza sobre un lienzo de seda. Así son las cosas. Sobre cómo llegaron estos árboles a Europa no parece haber unanimidad. Transcribo a continuación la historia que yo prefiero. No la he sacado de un libro de fruticultura, sino de un pequeño tratado de Bertrand Russell titulado Elogio de la ociosidad. En el capítulo en cuestión el autor trata sobre “El conocimiento inútil”. Su propuesta es ésta: saber cosas nos hace vivir mejor, o lo que es lo mismo, llorar menos cuando toca llorar (eso no se arregla) y reir más cuando toca reir.
“Yo encuentro mejor sabor a los melocotones y a los albaricoques desde que supe que fueron cultivados inicialmente en China, en la primera época de la dinastía Han; que los rehenes chinos del gran rey Kanishka los introdujeron en la India, de donde se extendieron a Persia, llegando al Imperio romano durante el siglo I de nuestra era; que la palabra “albaricoque” (apricot) se deriva de la misma fuente latina que la palabra “precoz”, porque el abaricoque madura tempranamente, y que la partícula inicial “al” fue añadida por equivocación, a causa de una falsa etimología. Saber todo esto hace que el fruto tenga un sabor mucho más dulce”.