Vide-grenier 2023

Marea baja en la playa de Sada. Hippeastrum ‘Sweet Pink’, con nieve detrás . Camino de los Faros a la altura de Cabana. Niebla en la viña (*post de octubre). Relectura de Joseph Roth (Marcha Radetzky). Lectura de la Historia Natural de Europa, Tim Flannery + dos dinosaurios de goma. Los caballitos y las palmeras de los Cantones, no completamente a salvo del «picudo» (véase nota 1). El Campanile desde la Dogana. Hippeastrum ‘Sweet Pink’ ahora, con la nieve ya derretida (2).

Notas
1.https://www.lavozdegalicia.es/noticia/coruna/2023/11/24/ines-rey-sobre-plaga-picudo-preocupacion-intensa-palmeras-mendez-nunez/00031700831389777932387.htm
2. Pocos bulbos más fiables y madrugadores que los del Hippeastrum. En LRO, ya H. ‘Rilona’ : https://wordpress.com/post/laramadeoro.com/5191

Desde As Pichiricas

Avanza el dragado de la ría do Burgo, por fin.
En los días de calor huele a budleyas, es decir, a miel: esas budleyas que se ven en primer plano, repartiéndose la cuneta con los hinojos, un poco más retrasados en la floración. Desaparecerán juntos -quizá todo el descampado- cuando comiencen las obras de ampliación del CHUAC.

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/coruna/2022/10/07/dragado-ria-burgo-mayor-inversion-area-metropolitana/0003_202210H7C3991.htm

Vino de Adelaide, de Chiclana vino

*Septiembre 2021. Unos amigos se fueron quince días de vacaciones a Cádiz. Se llevaron con ellos a sus cuatro perros pero nos dejaron en casa a sus tres gatos, poco aficionados a pasear por la orilla del mar. A su vuelta estos amigos trajeron vino. Vino de Chiclana y tejas de El Puerto de Santa María (lascas de almendra sobre una sábana de pan ácimo) para celebrarlo todo y cualquier cosa, en compañía de perros y gatos, a la buena sombra de una parra, pues «somos alegres porque estamos vivos» (José Hierro) y con eso basta.

Cádiz. Abrimos un atlas en papel, que es donde se ve todo mejor. Después buscamos información sobre estos vinos, elaborados mayoritariamente con uvas palomino y Pedro-Ximenez. La playa de Chiclana se llama «de la Barrosa». Seis kilómetros de arena fina entre la Loma del Puerco y Sancti Petrii. Barrosa: lentas puestas de sol, acantilados de piedra ostionera. ¿Barrosa? Pasamos al vuelo varias páginas del atlas. Saltamos al hemisferio sur… Barossa Valley -con ortografía dislocada, hija de algún malentendido antiguo- es uno de los valles vitivinícolas más conocidos y prósperos de Australia.

En Australia del Sur, uno de los cinco estados que forman el pais, el clima es seco sin exagerar. Se parece al de Italia meridional, Andalucía, California, y los primeros colonos europeos en establecerse allí se dieron cuenta enseguida. Colonos alemanes, además, que sabían mucho de trabajar la viña. El resultado tras 200 años de tanteos es que hoy en nuestras antípodas, gracias a tatarabuelos del otro lado del Rhin, se hacen buenos vinos a base principalmente de syrah, cepa francesa que ellos escriben zyrah, otro malentendido. Vinos de nombre andaluz elaborados por alemanes con cepas francesas en tierra australiana.

El protagonista de la breve historia que sigue es el coronel inglés William Light, o Guillermo Luz, como traducen con buena intención en la web del vino que lleva su nombre. Él bautizó Barossa Valley hacia 1836, en memoria de la playa de Cadiz. Así que Mister Light. Nacido en Malasia, hijo de un comerciante inglés venido a menos y de una mestiza portuguesa. Educado en Londres por un pariente. No del todo insensible a la belleza (buen dibujante; asiduo de los círculos artísticos londinenses en los años del furor romántico), como prueba, más que ninguna otra cosa, su encandilamiento por la costa gaditana: la belleza cegadora de la playa de la Barrosa. Tampoco insensible a la causa de la libertad, por la que, como veremos, estuvo dispuesto a morir y casi lo consigue.

1809.El episodio que justifica este post tuvo lugar durante la Guerra de la Independencia española, en la que Guillermo Luz participó, con rango de coronel, a las órdenes del general Wellesley, futuro duque de Wellington. Tras la batalla contra los franceses en la playa de la Barrosa (que ganó el inglés pero solo a medias, y con más ayuda portuguesa que española), el joven Guillermo regresó a Londres. Los días vividos en España, sin embargo, debían de volver con frecuencia a sus recuerdos -quizá como un asunto mal terminado, o terminado solo a medias- pues se alistó de nuevo en 1823, esta vez en el cuerpo de voluntarios de Robert Wilson (especie de brigadistas del XIX) para ayudar a los liberales españoles, sus antiguos amigos de Cádiz, en su defensa de la Constitución frente al alevoso Fernando VII. Guillermo Luz estaba entre los ilusos que trataron, en vano, de contener la reacción absolutista. Luchó en La Coruña, precisamente ahí, aquí, la primera ciudad en apoyar el levantamiento de Rafael del Riego en 1820, y la última en caer tras el «trienio liberal»: Light estuvo en la retirada de los altos de Monelos y Santa Margarita, en la defensa de la Ciudad Vieja… Robert Wilson fue alcanzado por las balas. Cuenta Juana de Vega en sus memorias que vio pasar a unos soldados que lo llevaban muerto, y a otro oficial inglés que iba con él, malherido. ¿Era este segundo el coronel William Light? Puede que sí, pues sus biógrafos señalan que fue gravemente herido en La Coruña. Con los pocos supervivientes de aquella aventura, consiguió embarcar con sus compañeros, ser repatriado a Inglaterra y, en fin, salir adelante.

Bunda Cliffs

…Casó enseguida y más o menos bien. La dote de su señora les permitió vivir unos años viajando por el Mediterráneo -el sueño de todo inglés-, pero dicen los biógrafos que ella se lió con otro y la cosa no duró. 1835. Mister Light, además de marino experimentado, dibujaba bien y sabía matemáticas. Volvió entonces a las Indias, contratado como topógrafo. Al frente de la oficina del catastro de His Majesty (Surveyor- General), y en medio de dificultades administrativas y económicas sin cuento, a Guillermo le dio tiempo a medir y parcelar en dos años el «estado libre» de Australia del Sur, recién creado, a fundar su capital, Adelaide (en honor de la reina, Adelaida de Sajonia) y la ciudad de Lynedoch, en recuerdo de su compañero de armas en la batalla de la Barrossa (Thomas Graham, Lord Lynedoch, que tuvo en sus brazos al agonizante John Moore; otro episodio coruñés) y, por último, a bautizar uno de sus más hermosos y fértiles valles, especialmente apto para el cultivo de la vid, con el nombre de su amada playa gaditana. Podemos imaginar al coronel a caballo, a paso lento por los acantilados; un trabuco al cinto, los instrumentos de medición bien empaquetados, cargados con el resto de la impedimenta en mulas que van detrás, al cuidado de un único asistente, o quizá conducidas por un exconvicto de la vecina colonia de Nueva Gales; la barba más crecida de lo que a él le hubiera gustado, la espalda un poco hecha polvo, la tos que no termina de curarse. Atravesando las llanuras costeras de Nullarbor, frente a la Gran Bahía y el océano antártico… a Mister Light, ya cincuentón, la cabeza se le iba hacia España. ¿Hacia los atardeceres de Chiclana, los amigos que aún vivían, y brindaban y reían, antes de la batalla…?
El coronel Guillermo Luz murió en la más absoluta miseria, inválido y tuberculososo, en 1839. Solo un año antes -el mismo año de la coronación de la joven reina Victoria- había dado por terminado su trabajo como Surveyor de Australia del Sur.

Ningún bucle se cierra del todo. Malasia, Londres, Cadiz, La Coruña, Adelaide, Cadiz otra vez, Madrid… Bebemos este palomino de Chiclana aquí y ahora porque somos alegres, porque estamos vivos, y porque en la bodega no hay zirah de Barossa Valley (ya lo habrá), para beber a la par del otro y así celebrarlos juntos.

NOTAS

Un canguro en un viñedo de Adelaide


-Fuente principal sobre W. Light, el diccionario australiano de biografías: https://adb.anu.edu.au/biography/light-william-2359
-Sobre la conexión Cadiz- Australia y los vinos de Barossa/Barrosa Valley, aquí: https://www.lavozdigital.es/chiclana/201501/24/brindis-australiano-chiclana-20150124123327-pr.html
-Sobre la resistencia de La Coruña en 1823, asediada por los absolutistas por su apoyo al levantamiento del teniente coronel Riego, y sobre el cuerpo de voluntarios ingleses de Robert Wilson, cuyo ayuda de campo era William Light: https://www.elidealgallego.com/articulo/a-coruna/coruna-defiende-ataque-tropas-absolutistas-cerco-1923-3780999.
-Sobre la Adelaide liberal, que desde el principio garantizó a sus colonos la libertad política y de culto: cualquier entrada de internet, a empezar por la de la wiki. (Où il y a de la vigne, il n´y a pas de barbarie… dejó sentenciado aquel vigneron de Borgoña -Hubert de Montille).
Por último, leo en la web que la ciudad de Adelaide también en su diseño fue un modelo a seguir: Adelaide was the first town planned in the world using trigonometrical survey rather than the established ‘running survey’. Light worked with a grid design, consistent with that used in other British colonies, but his plan introduced the concept of the ‘garden city’ – the belt of parklands. Light’s plan was featured in the influential work by Ebenezer Howard, Garden Cities of Tomorrow (1898, 1902) which inspired a key movement in the development of modern town planning, and influenced urban designers such as Walter Burley and Marion Mahony Griffin. (de la web de la Unesco Memory of the World, apartado Australia; amw.org.au)

Inglés-portugués de Malasia. Gaditano. Coruñés. Australiano del sur.

Ibis en la playa de Sada

(Fauna vagabunda, I)

Enero 2023. Threskornis aethiopicus, ibis sagrado o egipcio, originario de Africa subsahariana y oriental. Clasificado como «especie exótica no establecida» en este tramo del Atlántico, pero como especie exótica-nidificante en el tramo francés, de donde quizá proviene este ejemplar ¿desorientado, pionero…? que vagaba esta mañana por la playa de Sada. He vuelto a buscarlo unos días después pero ya no estaba. Seguían los vuelvepiedras, como locos por la orilla, los correlimos y una media docena de espátulas. Entre los sedentarios o casi, varias parejas de garzas, una única garceta, ánades reales y silbones, ¿un ganso?, y docenas de gaviotas reidoras (aquí, choronas), sobrepasando en número a las patiamarillas.
A esta fauna que viene de «fuera» ( convención linguística para salir del paso; pero habría que determinar si tal cosa sigue teniendo algún fundamento, tal o cual adverbio espacial, ¿?, en el marco de la historia natural reciente, totum revolutum de los siglos XX y XXI) podrían aplicársele, quizá, algunos de los pecios de Sánchez Ferlosio sobre la «Naturaleza», que no es -por ejemplo- el león somnoliento del zoo, sino la rata que se cuela entre los barrotes para robarle un resto del menú … No el animal emblemático que mimamos -al tiempo que terminamos irreversiblemente con su hábitat «natural», así como con el de sus competidores de «fuera», allá «lejos»- , sino el que se adapta a nuestros destrozos; el que cambia, sufre, sobrevive y se reproduce.

Cualquiera que tenga responsabilidades de gestión en un espacio natural protegido (o sin proteger) considerará una frivolidad el párrafo anterior. Sin embargo, el caso del ibis sagrado no parece, pongamos, el de la cotorra de Kramer. ¿O todo es lo mismo? Cuando se le cuelga a un pájaro el sambenito de «exótico invasor», y por ende «dañino», es decir, «amenaza para la fauna autóctona», sin matices (nidificante o no, etc), y por ende condenado a la erradicación (con menos matices aún), lo suyo sería justificarlo bien, con datos concretos. ¿Es frívolo decir esto? No hay mucha información en internet sobre la situación de los ibis en España, que en su práctica totalidad, según datos de la SEO, son ejemplares divagantes. Sí abundan, en cambio, los artículos referidos a su situación en Francia, en cuya costa atlántica la población de ibis se disparó a principios de siglo. Lo que sigue a partir de aquí es el resumen, con algún añadido, de un informe publicado en 2015 por Loic Marion (investigador del CNRS -equivalente a nuestro CSIC- en la universidad de Rennes, y coordinateur des Recensements Nationaux des colonies d´Ardeides, Spatule blanche et Grand Cormoran pour le Ministère de l´Ecologie, Vid. nota 1).

Al ibis se le ha estado persiguiendo durante años en algunos departamentos de Bretaña y Pays-de-la-Loire. Con saña pero sin fundamento, denuncia Ms. Marion. Por un lado, los ibis refuerzan las colonias de sus primas las espátulas (Platalea leucorodia), aves protegidas y con pedigrí autóctono. Estas colonias mixtas suelen incluir también garzas y garcetas, a veces garcillas bueyeras, incluso martinetes. Un «ambiente sonoro atractivo» (=las voces del vecindario) es importante a la hora de criar: todas estas aves irán a hacerlo donde más amparadas por el grupo se sientan. Si se ahuyenta o mata a tiros a los ibis, aunque sea con silenciador, la reproducción de toda la colonia queda comprometida, que es lo que de hecho, asegura Ms. Marion, ha estado pasando (incluyendo la espantada de una primera pareja de moritos comunes –Plegadis falcinella, pariente directo del ibis pero, a diferencia de este, legalmente protegido- que se había asomado por la laguna de Grand- Lieu en 2011. Solo en 2015, cuando se dejó en paz al ibis sagrado, el otro se le arrimó y se animó a hacer su nido). En resumen: a tiros con los ibis, abandonan el lugar de nidificación las espátulas y compañía, quienes, además -todos ellos- van volviéndose más y más farouches a medida que se persigue a los ibis. Inicialmente, es decir, desde que se detectó su presencia en Francia hace 40 años, hasta 2015 (fecha de este artículo de L.Marion), después de casi una década de persecución, ellos eran los más confiados de la colonia: la presencia del ibis tranquilizaba a la mucho más tímida espátula, dada a alejarse del nido ante la menor amenaza (léase: presencia humana).
Por otro lado, las citas de destrucción de huevos de charrán o fumarel por parte de ibis en 2005 son muy excepcionales o de segunda mano, no verificables, alguna de ellas… disque obra de un zorro. Mientras se hacían las pertinentes verificaciones fueron abatidos a tiros 7000 ibis, los sospechosos «presuntos». Misma ignorancia o mala fe en el caso de la destrucción de la colonia mixta en la isla bretona de Govihan (2004). Los nidos se encontraban sobre viejos ejemplares de ciprés de los pantanos. El propietario de la isla quería «proteger» los árboles. Resulta que son los excrementos de cormoranes y garzas los que dañan o pueden dañar a los cipreses, no los de ibis (y quand même, ¿justificaría eso un «programa de erradicación» de los, por cierto muy autóctonos, cormoranes?); pero sobre todo: los cipreses de los pantanos son ellos mismos ¡alóctonos!, introducidos en los años 30 y causantes del cambio radical del ecosistema del golfo de Morbihan (antigua junquera). Los ejemplares donde se instalaba la colonia mixta estaban viejos y enfermos, ya muy debilitados por las tormentas del Atlántico. ¿Y cómo los protegió de los ibis este tío de Govihan? Talándolos. Hecho lo cual, se lió a tiros con los pájaros.
Por último, la tesis de Loic Marion tiene adversarios, naturalmente, que también divulgan sus puntos de vista en internet. P. Yésou y P. Clergeau, defensores de los programas de erradicación, alegan que los ibis, al margen de su carácter directamente dañino o no dañino sobre otras especies (ellos dicen que oui, pero Marion discute una por una todas sus pruebas), se reproducen con éxito apabullante (= daño indirecto). Pues bien, L. Marion argumenta que la expansión atántica del Ibis a partir de 2007, tras la dispersión de ejemplares provocada por las primeras y poco meditadas intervenciones (años 90 y primeros 2000), se debe principalmente a la sobreabundancia de cangrejos rojos, también llamados de Luisiana o cangrejos americanos. Cangrejos altamente invasivos, con efectos dañinos-directos para el ecosistema (sobradamente probados, estos sí) que exactamente en esos años colonizaron la Brière y después el lago del Grand Lieu, la mayor zona de nidificación del ibis. Lectura a medio plazo: los ibis y sus vecinos contribuyen a controlar la expansión del cangrejo americano. La población de ibis se contendrá, necesariamente, a medida que el recurso disminuya y siempre y cuando no se siga perturbando las colonias mixtas estables (perturbación que está en el origen de la dispersión del ibis, recuerda otra vez L.Marion). Pero mientras esto no sucede y va aumentando el número de parejas reproductoras, los directores de los parques y reservas naturales se ponen nerviosos y se lo hacen saber a las autoridades. ¿Hay que intervenir? L.Marion mantuvo su non en la reserva de Grand- Lieu (de la que era director), repitiendo que semejante éxito reproductor se debía al éxito del cangrejo rojo… a día de hoy ya en disminución, como no podía ser de otra manera. Los que pasan de estas sutilezas y dicen que sí, que procede la erradicación, porque -tal es el argumento de fondo- un ibis egipcio no pinta nada en Bretaña, ¿lo harán al menos con tiento, fuera de época de cría, por ejemplo, ya que ahora se sabe más del contexto social de las colonias mixtas…? Cabe dudarlo. La orden de la prefectura de Maine et Loire para 2021-2025 va en la línea de Yésou & Clergeau, no en la de L.Marion. Y es la orden del prefecto la que se ejecuta a través de las ONCFS -organizaciones nacionales para la caza y fauna salvaje-, opine lo que el opine el director de este o aquel espacio natural protegido. (Véase nota 3)

(Foto: sarcófago de ibis momificado. IV-I a.c. Brooklin Museum, N.York)

Sobre la situación del ibis sagrado en España, esta es la conclusión del informe del Atlas SEO (nota 4, enlace al informe completo): «El número de ejemplares que se registran en los últimos años parece tener una tendencia a disminuir, inferior a 10 ejemplares: dos aves en dos provincias en 2016, siete aves en seis provincias en 2017 y ocho aves en seis provincias en 2018 (Molina et al., 2020)» . A pesar de estos datos, en Cataluña hay un plan de erradicación desde 2019: se eliminará por la vía rápida al que asome el pico por allí, venga a criar o solo de paso (que es lo que documenta la SEO). En Doñana cinco ibis sagrados tuvieron la mala suerte de mezclarse con unos moritos (2011) y el personal del parque, en conformidad con la Junta de Andalucía e ignorando por completo la conducta social de estas especies -como no se cansa de denunciar L.Marion- acudió raudo y veloz a «erradicarlos»… por si acaso. En el resto de la Península se le ha dejado en paz (*o yo no encuentro más datos en la web, valga esta precisión para todo lo escrito), a pesar de los frecuentes avistamientos y de que las fuentes de alimento abundan. Por tanto, teniendo en cuenta que aquí, con las ilustres excepciones catalana (demasiado reciente) y andaluza (demasiado escasa: 5 ejemplares «erradicados»), nunca se le ha perseguido seriamente, este dato de la SEO («tendencia a disminuir») vendría a darle la razón a Loic Marion. Los problemas con el ibis empiezan con su dispersión cuando se entra pegando tiros en una colonia mixta sin la menor idea de lo que va a pasar después (= precisamente lo que se hizo en el golfo de Morbihan en los 90, vid.supra). Así que cuidado con los hiperactivos protectores de la naturaleza en Andalucía y Cataluña. Siempre con retraso, pero con infalibilidad probada, los españoles tendemos a reproducir los errores del vecino…Y antes de terminar: las fichas ornitológicas del Ministerio de Medio Ambiente, que reproduce, desarrolla y amplia la Generalitat, son una risa en lo que se refiere al ibis: debe de ser el único pájaro -¿quizá en compañía de otros exóticos?- que eutrofiza las aguas, va cuando tiene hambre a los vertederos, presenta riesgo de colisió amb les avions… De este tipo de argumentos, de nulo rigor científico, habla L. Marion en su informe)

Siguiendo en España. En las marismas del Guadalquivir han resuelto explotar económicamente los cangrejos americanos (que por lo visto están muy buenos a la plancha) y dejar las sobras para las garzas, espátulas,flamencos, ibis eremitas, moritos y quien se presente. Sale perdiendo el cangrejo autóctono, por supuesto. Y también la población de anfibios disminuye, porque el cangrejo americano devora huevos y renacuajos, pero… ¿qué hacemos? Pues hacemos «de tripas corazón», en resumen, para que los hosteleros sevillanos se estén tranquilos y de paso la población de Ardeidae & Cia prospere. Se prohibe el movimiento de cangrejos vivos de unas masas de agua dulce a otras (así en las regulaciones autonómicas). Se confina -intenta confinar- en reservas naturales al cangrejo autóctono y, si acaso, a los anfibios -otra vez la imagen del león del zoo, en aquel pecio de Sánchez Ferlosio- dándole vía libre al cangrejo rojo en el resto de los humedales…También en la Albufera lo han indultado ya, mediando un estudio del CSIC en el que se da cuenta del beneficio para garzas, espátulas etc. ¿Alternativas realistas…? (N.B, sobre la necesidad de distinguir y no tratar de hacer simple lo complejo: no parece que nada de lo anterior pueda aplicarse -aquí y ahora- a otras especies invasoras «similares», pongamos cangrejo azul en el delta del Ebro, mejillón cebra… Nota 5)

Conclusiones, a partir del caso francés. ¿Ponemos en la lista de indeseables al cangrejo rojo pero seguimos plantando cipreses de los pantanos? ¿Menos ibis = más espátulas, de verdad?, ¿aunque ningún estudio serio dé pruebas concluyentes del carácter dañino del ibis (todo lo contrario, cuando se trata de reforzar la población de espátulas) y aunque los manejados por las expeditivas ONCFS, al menos hasta 2015, fecha de publicación de este trabajo de L.Marion, no tuvieron nunca en cuenta, por puro desconocimiento, ni la vida social en las colonias mixtas ni los estudios sobre el aumento/disminución del indeseable cangrejo americano en relación con el mayor/menor número de ibis ?

No sé si quedan ecosistemas «puros» en algún lugar de la costa atlántica. Todo lo hemos alterado, en uno u otro grado. Siendo esto así, y cada sitio/cada caso diferente de todos los demás, ¿es posible dar normas generales, estigmatizar a este pájaro o a esta planta alóctonos sin estudiar muy despacio por qué está ahí, cuál es su impacto real, contrastado, y qué va a pasar si se interviene para limitarlo/erradicarlo, de esta o aquella forma? O, dicho de otro modo, ¿en qué punto de la cadena de «invasiones» es inteligente intervenir y en qué punto deja de serlo sin que, después de años/lustros/siglos acumulando desbarajuste sobre desbarajuste, no nos vaya a salir más caro el bollo que el coscorrón?

(Foto: jeroglífico en el templo de Horus. Edfou, antigua Apolinópolis Magna, en el Alto Egipto)
Sigo leyendo… Las frágiles y muy autóctonas espátulas también prosperan en estos últimos tiempos, y en parte gracias a sus exitosos primos egipcios. Tal es la tesis, convincente mientras no se demuestre lo contrario (con datos, no con principios generales del tipo ¡no es de aquí, rien à foutre!) , de Monsieur Marion. Si la población de los dañinos cangrejos rojos se mantiene en niveles asumibles (en el lago del Grand- Lieu, concretamente), también a los ibis se lo debemos, en la parte que les toca.

NOTAS

(1) Loic Marion está jubilado desde 2018. En abril de 2022 fue nombrado Presidente del Consejo Nacional de Proteccion de la Naturaleza. Su detallado informe de 2015, «Impactos colaterales de las medidas de la destrucción de ibis sagrados en Francia»: https://eee.mnhn.fr/wp-content/uploads/sites/9/2017/10/MARION-2015.pdf .

(2)Tesis opuesta a la de Loic Moiron (2014), que éste mismo analiza y desmonta en el texto citado más arriba: http://www.especes-exotiques-envahissantes.fr/wp-content/uploads/2018/10/ibis_sacre_r2.pdf

(3) Última orden del prefecto de Maine et Loire para 2021-2025, autorizando la persecución del ibis: https://www.maine-et-loire.gouv.fr/autorisation-de-destruction-de-specimens-d-ibis-a7224.html
ONCFS: Organización Nacional para la Caza y Fauna Salvaje. Los que van con las ecopetas.

(4) Sobre el ibis sagrado en España:
-Estatus oficial: https://www.miteco.gob.es/es/biodiversidad/temas/conservacion-de-especies/Threskiornis_aethiopicus_2013_tcm30-69957.pdf:
-Atlas SEO/ BirdLife: https://atlasaves.seo.org/ave/ibis-sagrado/#:~:text=En%20Europa%20est%C3%A1%20considerada%20una,et%20al.%2C%202017).
-Plan de erradicación en Cataluña, 2019: https://mediambient.gencat.cat/web/.content/home/ambits_dactuacio/patrimoni_natural/especies_exotiques_medinatural/llista_sp_catalogades/ocells/DOC/Ibis-sagrat.-Threskiornis-aethiopicus.pdf
-En Andalucía, 2011: http://www.juntadeandalucia.es/medioambiente/portal_web/web/servicios/centro_de_documentacion_y_biblioteca/fondo_editorial_digital/revistas_boletines/geobio/numero_18/ibis_sagrado_ampliada.pdf

(5) Sobre el cangrejo rojo/americano (Procambarus clarkii):
-Más que indultado en Sevilla: https://www.eldiario.es/andalucia/pasaporte/cangrejo-rojo-conquisto-marisma_1_2372540.html
-Indultado también en Valencia: https://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2011/02/07/indulto-cangrejo-rojo-13084441.html

Foto: el ibis de Sada. Ojalá vuelva

Las últimas vacaciones (y 3)

Hoy colinas y viñedos, abetales, rulos de hierba seca; ayer, terruño de una herejía novelesca. “Pais cátaro” es el nombre actual, turístico, de lo que antes era solo el Languedoc, capital Toulouse/Tolosa. Se puede pasear sin saberlo; sin saber nada de los Perfectos y Perfectas cátaros (y cátaras), ni de esto ni ninguna otra cosa; pero el paseo se explica mejor sabiéndolo: esas ruinas que coronan el monte Pog fueron en su día el castillo de Motsegur; los condes de Tolosa eran súbditos de la corona de Aragón (no del rey Capeto); los Pirineos poco o nada contaban…La piedra es caliza, porosa; en ella anidan las golondrinas (año tras año las mismas parejas, en el mismo hueco; más las nuevas, que se habrán de buscar el suyo). Ya era así en el siglo XIII. Y antes, miles de años antes, en las paredes de los barrancos.
Pasamos al Rosellón. Las carreteras son como nuestras nacionales de hace veinte años; estrechas y con poco tráfico (la apuesta -deducimos- ha sido el tren; la alta velocidad). Perpignan. Prolongación discreta, pero perceptible, de lo que ya hemos visto por las calles de la Seo y Puigcerdá. También estos se esfuerzan por ser ser distintos. Un solo pueblo de este lado y del otro (los Pirineos, otra vez, poco o nada cuentan), ni francés ni español. Una estética próxima, que combina alto nivel adquisitivo y alarde cultural, siempre en la misma dirección: arte contemporáneo + localismos. Los trabajadores magrebíes van a lo suyo; un solo pueblo –encore!-, en sus barrios, sus mezquitas/garajes, sus tabucos de dulces y comida rápida (que aprovechamos para comprar). Y después, ya en el centro, las banderas. Y las exposiciones, y más actos culturales que se anuncian en los folletos. En el museo Hyacinthe Rigaud los carteles de los cuadros informan tranquilamente al público: Picasso nació en Málaga (España) pero Julio González en Barcelona (Cataluña). Se nos explica la Retirada: el éxodo de republicanos «españoles y catalanes». En la billeterie online las opciones son dos: o francés o catalán… y todas estas cosas -estas conjunciones, estos paréntesis calculados- tienen la importancia que el visitante/contribuyente (pues se financia con fondos de la UE) quiera o no quiera darles. También la que le quiera dar el Ministerio de Cultura francés, otro patrocinador, que en este caso sí debe de dársela, entendemos, porque la cartela de Hyacinthe Rigaud, v.gr., nos informa de que era paisano de Perpignan (Francia) y no de Perpignan (Roussillon). (Da mucha pereza todo esto, y más a la hora de comer, pero lo hacemos: pedimos el Libro de Visitas y tratamos de escribir una educada protesta en francés, sin demasiadas faltas de ortografía.)



En la “costa bermeja” visitamos la playa donde se hacinaron los refugiados republicanos en el 39. Argelès-sur-mer. Hay una placa conmemorativa en la parte alta. Flores de plástico y una bandera tricolor comida por el salitre. Junto a la carretera, fruterías (compramos melocotones para después del baño). Riadas de coches, de bicis, de motos. Hoteles aparatosos. Parques para niños. Parkings privados. Un largo pinar protegiendo el pueblo, que nos saltamos sin más.
En Collioure ni entramos, tal es la aglomeración de turistas. De Banyul, de los vinos sabrosos de la zona, dulces y semisecos, ya está recogido lo esencial aquí (párrafo del 16 julio):https://laramadeoro.wordpress.com/wp-admin/post.php?post=6496&action=edit

Cadaqués. Más de lo mismo. Más los yates. Masas de gente comiendo en las terrazas de la marina, que una tropa de camareros atiende ágilmente, sin un instante para respirar, cubiertos los pisos superiores del restaurante, de lado a lado, con esteladas y carteles reclamando LIBERTAD. Vemos pasar bandejas con bogavantes, fragantes cazuelas de suquet (ricos pescados de roca; en la costa coruñesa mi padre habría levantado un sargo, un congrio… ¿aquí?), pringosos chuletones que -estos sí- son los mismos en todas partes, arroces coloridos… Un grupo de nativos baila la sardana en la plaza, al son de una orquestina, mientras los turistas se pelean a empellones por llegar a primera fila, para grabar el baile con sus smartphones.
Nos instalamos muy malamente en el camping. Todo está a tope. Un señor de rastas hasta la cintura, que nos atiende procurando hablar lo mínimo (y en inglés), nos cobra cuarenta euros por nada. Es decir, por permitirnos hacer el perro flauta esa noche, la tienda sobre un suelo de grava, bajo un pino que huele a orines… Pero el mar es perfecto: todo lo borra, todo lo perdona. Una gata preñada, a punto de caramelo, se acurruca al pie de la barrera del camping. No da el presupuesto para cenar en los caros restaurantes del centro, de modo que hacemos algo de compra en un súper y cenamos en la tienda. Antes de acostarnos damos un paseo. Una plantación de olivos de variedad arbequina (muy compactos, las aceitunas como canicas), separa el parking de los caminos que bajan al mar. Jabatos nacidos esta primavera, seis o siete, cruzan apresurados entre los coches, en hilera apretada detrás de su madre.

En la playa Rubina de Roses pueden entrar perros. Ceibe corre por la orilla pero el mar le da miedo, o frío, o las dos cosas. Cucurucho de helado en el chiringuito de unos gitanos, bajo dos enormes banderas, como sábanas de cama grande, que casi no dejan ver la playa: una española y otra francesa

En Gerona nada que no esperáramos (o sí: la silla de Juego de Tronos expuesta en el hall de un gran hotel; turistas de todo el planeta haciendo cola para hacerse una foto ahí sentados). Ya conocíamos la ciudad; su precioso casco antiguo, de calles estrechas, balcones con cortinas de hiedra o gitanillas (donde hoy banderas y pancartas); el quincunx de plátanos de sombra de la Devesa; los parques donde -hace años ya- aprendí a plantar Liriopes y Ophiopogon en macizos recrecidos a la sombra de cualquier árbol, pues la resisten sin arrugarse; el río y los puentes, las judías con butifarra y la D.O. Empordà… Pero no es posible ni terminar el paseo. ¿Hacer como que nada pasa? No. Compra rápida en un súper (chiscón regentado por un paquistaní) y adieu.
Por fin Tarragona, objetivo y justificación del viaje. Campeonatos Nacionales de Natación, categoría alevines, donde participa mi sobrino de 14 años, medalla de oro en los campeonatos gallegos (su especialidad: 400 estilos). Por unas horas tenemos la impresión, muy grata, de estar en Valencia. Cenamos estupendamente en la Rambla Nova (tan estupendamente que después la noche se hará larga, entre el calor, los mosquitos y la resaca). Descansamos la vista en el mar, paseamos por el anfiteatro y la ciudad vieja. Prometemos volver en cuanto reabran el Arqueológico.

En el regreso a Madrid, cuando ya no lo esperábamos, este hallazgo: Calatayud. Cruzamos calles de color tierra, color turrón, café con leche, ámbar, arena, a cada cual más decrépita, más hermosa. Todo parece a punto de caerse -un soplo, un estornudo-… pero qué va. Dos guías voluntarios de la Asociación Torre Albarrana, dos apasionados de los que ya no quedan, nos enseñan con detenimiento la colegiata de Santa María. La torre que fue alminar y que en realidad son dos, dos torres de planta octogonal, una dentro de otra; los sucesivos recrecimientos de la torre, con la correspondiente subida del cuerpo de campanas… Memoria histórica, pues, grabada en piedra y ladrillo. Todo nos gusta. La colonia de murciélagos que cría en la torre (el olor, fortísimo, por el que se disculpan innecesariamente los guías), la exposición de muebles y reliquias, las viejas historias, los prados que se ven desde lo alto, visitados por los murciélagos cada noche, mejor dicho, cada crepúsculo, a esa hora entre chien et loup/ entre lusco e fusco, en busca de escarabajos y saltamontes rezagados.. En la Plaza de San Francisco hay una vinoteca extraordinaria (https://www.facebook.com/Vinos-y-licores-Ciria-473655486153561/). Qué placer hablar largo y tendido con la señora que nos atiende. Cargamos rosados y tinto de la zona. Nos informa de que hay un bus turístico que recorre las viñas y se detiene en algunas bodegas. De esta vez no da tiempo -la parada no estaba prevista- pero volveremos. (Subrayado en la libreta: «bus de la garnacha» , «bús del mudéjar») . Compramos frutas escarchadas, ça va de soi. Y dormimos del tirón, por fin, en una cama como dios manda.

Una playa y unas rocas

piedras playa san pedro

En una playa de la Costa da Morte, repantingada al sol en lo alto de las rocas, leí entre los 9 y los ¿15? años los libros más importantes, los que nunca se olvidan, y no porque sean especialmente buenos – que no lo son- sino porque se leen con una furia loca que sólo se puede tener a esa edad.  Ese batiburrillo de lecturas, en el que conviven sin estorbarse  Mortadelo y Simone de Beauvoir (por ejemplo), termina educándote  el oído, enseñándote a poner más o menos bien los puntos  y las comas, y abriéndote la puerta (aunque de esto no te das cuenta hasta más tarde) al único refugio seguro, personal e intransferible, que pase lo que pase, caigas donde caigas, tendrás a lo largo de tu vida.
En esta playa de la Costa da Morte los niños hacíamos naves espaciales utilizando los palos, botellas, redes,  trozos de plástico, que llegaban con las olas. Cuando nos cabreábamos unos con otros (lo habitual al final del día), nos liábamos a patadas con las naves enemigas… y todo el fuselaje volvía al mar. A veces llegaban cadáveres de delfines. Olían muy mal, y a alguno hubo que enterrarlo en la arena. Otras veces llegaban cosas más insólitas. Un obús, por ejemplo, que vinieron a llevarse unos militares de La Coruña.  En otra ocasión –la más celebrada en nuestros recuerdos-   mi madre y la vecina encontraron un muerto. Sin cara, muy destrozado. Un secretario del juzgado vino a levantar acta. Y después se lo llevaron, como el obús, a La Coruña. No volvimos a saber de aquel hombre, que ni fue identificado ni nadie reclamó.

En esta misma playa mi padre nos enseñó a colocar unos sedales con cebo (miñocas bien gordas) sujetos con una piedra en la línea de la marea baja.  Nunca jamás pescamos nada, por descontado, aquello era una completa “toleada”. Pero en una ocasión quedó prendida una gaviota. Nos la llevamos a casa sin dudarlo un segundo. Le quitamos el anzuelo del gaznate y la dejamos descansando en el garaje, con un platillo lleno de agua y restos de comida. La gaviota se puso bien enseguida, ¡y resultó tener un genio de mil demonios!: cuando nos asomábamos a ver cómo iba, la muy bruta  se echaba a Dios, chillando y aleteando y amenazando con mordernos.  En cuanto le dimos el alta médica (creo recordar que ya al día siguiente) nuestra gaviota se marchó sin mirar atrás, volando con energía mar adentro.
En esta playa de la Costa da Morte (en la bajada a la playa, mejor dicho:  https://laramadeoro.com/2012/08/15/brezos-brecinas-queirugas/ ) aprendí, ya veinteañera, a distinguir las gramíneas más comunes y las diferencias  entre unos y otros tipos de brezo. Una vez me llené el bolsillo del pantalón de semillas de Briza minima, y después las sembré en una maceta, en el alféizar de la casa de Madrid.  Mis perros, en particular estos últimos, que son castellano-manchegos, disfrutan como locos bajando a la carrera por ese prado, y escarbando después en la arena húmeda de la orilla.
A esta playa se acercaban con frecuencia los percebeiros furtivos.  Un día uno de ellos me confundió con  alguien de la Xunta, quizá alguna inspectora del Concello, no sé.  Yo bajaba por el camino, con los perros,  e hice como que no le veía ( confieso que no me paré a pensar si aquello estaba bien o mal). Pero él  también me vió a mí. No había nadie más en la playa, era tempranísimo. Como alma que lleva el diablo, el furtivo soltó la redecilla que tenía en la mano y desapareció “súbito” monte arriba, escalando las mismas rocas por donde, imagino, había bajado.  Yo me quedé leyendo un buen rato, acurrucada en la arena al pie de las rocas.  Los perros se bañaron y anduvieron por ahí husmeando. Subió la marea, cerré el libro, y, sin pensármelo dos veces, eché mano de aquella redecilla que iba a llevarse el mar.  Kilo y medio de hermosos percebes, que mi madre coció  en un visto y no visto –casi tan rápido como el furtivo escaló el monte- con un poco de sal y unas hojas de laurel.
Pasaron los años. Del Concello mandaron a alguien para que desbrozara el camino de bajada a la playa. Hasta entonces lo habían mantenido franqueable las dos vacas de una señora de la aldea (siempre vestida de negro, siempre triste, huraña). La señora se murió, y no sabemos qué pasó con las vacas.  Con el tiempo los del Concello instalarían también unas escaleras, una especie de cajones de madera  rellenos de tierra compactada con cal. Quedaron bien. Pero a mí me hubiera gustado que, ya puestos,  instalaran también un contenedor de basura en la parte alta del camino, y que vinieran a vaciarlo una vez a la semana, etc.. No lo trajeron, pero sí uno de esos paneles informativos, tan vistosos.

Y en ésas andábamos cuando, una noche de noviembre de 2002, un viejo barco (fabricado en Japón, propiedad de una compañía de Liberia, con bandera de Las Bahamas, registrado en Grecia, asegurado en Londres) cargado de fuelóleo (propiedad de una compañía rusa, con sede en Suiza,), procedente de Letonia y con destino Singapur…
se partió en el mar y cubrió de negro la playa.

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Once años después, las rocas siguen negras. La foto es de hace dos meses. Sí, es verdad que vuelve a haber mejillones. Pocos, pero empieza a haberlos. También se ven algunas de esas anémonas verdes y rojizas que siempre me han recordado la fruta escarchada de los roscones de Reyes. No he vuelto a ver cangrejos, ni lorchos, esos peces feísimos que antes nadaban en todas las pozas de la playa. Pero no me atrevo a decir que no los haya. Quizá tendría que buscarlos con más afán. Eso sí: antes estaban ahí siempre, sin necesidad de llamarles para que vinieran. Vuelve a haber percebes, es verdad (… y sería bueno que ni los furtivos ni las vecinas sin conciencia, como la que esto escribe,  fueran a meterles mano).  A veces se ven correlimos, u otros pájaros parecidos que no puedo distinguir sin prismáticos, correteando por la orilla. Pero menos, muchos menos que antes.  Y ahora me parece mentira, teniendo en cuenta que yo bajaba sobre todo a leer, lo bien que lo recuerdo todo: la de tesoros escurridizos y viscosos que crecían entre las grietas, la cantidad de pájaros que había, lo mullidas que estaban las rocas, al trepar por ellas descalza, porque había alfombras de “herba de namorar”  cubriéndolas.

Las escaleritas de madera se han deteriorado mucho, y en el Concello ya no hay dinero para arreglarlas.  Las hierbas se van enseñoreando de ellas poco a poco. Pero a los turistas no parece importarles. De hecho, cada año vienen más, y quizá porque no tienen recuerdos, a ellos esas piedras negras no les dicen nada.  Creerán que la playa siempre ha sido así.  

Instrucciones para una duna

EryngioHe leído que, para hacer una duna, lo primero y más importante es ver la manera de frenar poco a poco el viento.

La historia empieza en el momento en que las olas dejan sobre la playa su  cargamento de arena, traída y llevada  por las corrientes marinas a lo largo de la costa. Cuando el sol haya secado esa arena, el viento  volverá a levantarla y se la llevará en volandas tierra adentro, hasta que un obstáculo natural   (una simple elevación del terreno) le obligue a detenerse.  Esto sucede, entonces, por encima de la línea de la pleamar: el golpeteo de las olas no llega hasta ahí, todo lo más sus salpicaduras; la arena se  aquieta (esta vez sí) y las primeras plantas pueden empezar a enseñorearse de ella. Estas plantas valerosas, que asoman arrastrándose por el lado que  está más cerca de mar, parecen aguantar de todo sin quejarse. Sequía extrema, poca o ninguna materia orgánica, y mucha más sal que la que ninguna otra planta podría tolerar. Si estas primeras plantas consiguen afianzarse, sus  larguísimas raíces irán tejiendo una especie de madeja subterránea en la que quedará prendida la arena.  Es decir, la duna. Una segunda duna se irá formando detrás, más estable que la primera. Aunque las olas le pasen por encima durante las mareas vivas del invierno, ya no podrán desarraigarla tan fácilmente. Le darán un buen meneo, la arena volverá a cubrir las plantas…pero será sólo un susto. Al abrigo de esos vaivenes, mientras tanto, se irá formando la tercera duna, que es, según leo, la definitiva, donde más variedad de plantas y bichos se instalan, con intención de quedarse.
En la segunda duna -la duna «viva»-  el barrón y los cardos plateados se reparten el suelo. (foto de arriba). El barrón (Ammophila) con raíces largas y enmarañadas, que se extienden horizontalmente a diferentes niveles, como la grama en la huerta de LRO. Y el cardo plateado con su raíz pivotante, taladrando la arena hasta localizar la más mínima gota de agua perdida al fondo. También hay cardos plateados (Eryngium) en LRO, a varios cientos de kilómetros de distancia, muy lejos del mar. Como hay lechetreznas y torviscos entre las viñas: los mismos que crecen en la cara protegida de la duna fija. Y si seguimos tierra adentro, ya en el pinar, las mismas jaras blancas, las mismas «uvas de gato» (los Sedum que crecen en el tejado de la casilla), y hasta una siempreviva  (Helychrisum) prima hermana de la nuestra.

barreras en la dunaA  veces, por razones que no tienen que ver ni con las mareas ni con las lunas ni con ninguna de las cosas lógicas y buenas que gobiernan estos asuntos, la duna desaparece, destrozada por los pisoteos, por los tractores que recogen arena (¡ilegalmente!), o por algún proyecto urbanístico del tipo «paseo marítimo».  Al irse la duna, el viento se cuela por el pasillo que ha quedado en su lugar, y  es muy posible que acabe creando problemas donde no los había (por ejemplo: inundando de arena esas instalaciones municipales, construidas  sin pensarlo dos veces en la misma trasduna). Puede suceder también que, pasado un tiempo, se quiera rebobinar. Entonces, imagino, habrá que facilitar la acumulación de arena en el sitio debido; ayudar discretamente al viento y al mar, como han hecho en esta playa de la foto, con   pantallas de brezo cosido -muy ligeras – que parecen seguir las curvas de nivel del cordón preexistente.

NOTAS
Manual  que anda por casa, muy básico y útil:  Guía de las plantas dunares de Galicia. MªJosé Leira Ambrós. Ed.Casa de las Ciencias.