Vodka ruso, ¿sí o no?

(Sección: El huerto en la coctelera. Cap. 1: Bloody Mary. Segunda parte: Vodka ruso, ¿sí o no?)

El 8 de abril, casi un mes y medio después de la invasión de Ucrania, la UE prohibió la importación de vodka ruso. Se puede comprar y vender el que ya anda por aquí, pero no traer más. Que lo encontremos o no a la venta depende, como antes del 8 de abril, de lo que las grandes distribuidoras, tiendas, licorerías, etc. hayan decidido, cada una por su cuenta. He buscado información por la web. Datos y conclusiones (con todas las limitaciones que cabe imaginar: ¡habría que hacer un estudio bastante más exhaustivo!) terminaron ocupando demasiado espacio para poder subirlos aquí como un post. Lo adjunto pues como pdf -especie de estudio de campo casero-, y ahí se queda…
Ni Carrefour ni Eroski, ni Delhaize, ni Monoprix, han retirado el vodka ruso de sus catálogos. Carrefour y Delhaize, sin embargo, habían anunciado a principios de marzo que lo harían.
Del pdf reproduzco solo la conclusión para LRO (abajo). Y esta foto de las botellas de Russian Standard Vodka que me mandan de un Carrefour de Bruselas (28 abril).

…. Entonces, Vodka ruso, ¿sí o no? Nuestra respuesta en LRO es NO. El Bloody Mary nos sale estupendo y a buen precio con el sueco Absolute o el francés Eristoff. Y si está hecho con tomates de la huerta (tomates sin pedigrí claro; tipo rosa/Raf/moruno), mejor que mejor. Queda pendiente, por último, la prueba con ese vodka de patata que hacen en Polonia, de precio disparatado pero de nombre charmant: Chopin- potato-vodka

Bloody Mary: tomates y agüita

Nueva sección: El huerto en la coctelera.
Cap. 1: Bloody Mary
Primera parte. Tomates y agüita

Así como hay patatas para freír y patatas para cocer, según su mayor/menor contenido en almidón, del mismo modo hay tomates para salsa, para ensalada y para cóctel, o sea, para zumo, punto de partida del Bloody Mary, según su mayor/menor carnosidad. Pero estas clasificaciones -como todas- están hechas para salir del paso, no para ser tomadas al pie de la letra (por ejemplo: una patata nueva de cualquier variedad se fríe mejor que una vieja-revieja de la variedad recomendada «para freir»…) . Con los tomates, lo mismo.


Los tomates pera y los Roma cumplen en principio los requisitos del ·»tomate para zumo»: carnosos, de piel fina y dulces (o no muy ácidos). Son los que se usan habitualmente para el gazpacho y las salsas. Pero en LRO hace años que no los cultivamos. Todas las veces que lo intentamos resultaron ser bastante sensibles a la enfermedad del «culo negro» (motivada por carencias de Ca, por riegos insuficientes…). Salvo plantas sin padre ni madre -como las que nos regala Manduca, el cabrero jubilado, procedentes de su misterioso semillero- ahora nos limitamos a variedades de tomates rosa y Raf, que son menos dulces que los pera pero valen para todo y, si se despunta bien la planta (selección de flores y brotes) parecen resistir mejor los períodos de estrés. En abril no tenemos todavía tomates. Hay que comprarlos por ahí: tomates Roma, pues, procedentes de un invernadero y con el sello bio. Tomates de primavera. ¿Sabrán a algo, sin haber visto apenas el sol? Quizá no importe tanto la variedad concreta de tomate -ni para un cóctel ni para nada- como el hecho de que haya sido bien cultivado y esté en sazón, en su punto de madurez. Un tomate bueno y sabroso, de la variedad que sea y cuanto más feo mejor (señal de que viene del campo). Los de la foto, todos tan iguales y tan coquetos, sabrán poco o nada… Pero esto es lo que hay. Alternativa: no hacer Bloody Marys hasta el mes de julio. Y si se hacen con Raf o similares, los mejores serán en septiembre/octubre (al menos en nuestra zona).

10 tomates Roma hacen un kilo: una jarra generosa de Bloody Mary, para tres personas. Más el limón y el apio, todo sumado, ya tenemos las 5 piezas diarias de fruta recomendadas por la OMS.

A pesar de lo dicho en el párrafo anterior, un Bloody Mary no es un gazpacho con vodka. Es un zumo de tomate, cuanto más dulce mejor (así no habrá que añadirle azúcar) mezclado con el zumo de 2 limones, un chorrito de salsa Worcester -ese brebaje británico, inclasificable- unas gotas de Tabasco -ese brebaje mejicano- y, para terminar, un generoso chorro de vodka (aprox. la mitad que de zumo), más sal y pimienta a gusto, como si fuera un bistec. La copa/vaso alto se completa con unos hielos y se adorna con una rama de apio (que también se come).
Con el vodka, como con los tomates: que sea medianamente bueno, no aguarrás, aunque para preparar un combinado -en mi opinión- tampoco necesitamos un premium, de esos de 30-40 euros la botella «barata» de 70 cl. Al fin y al cabo, el vodka es solo aguïta (traducción literal del ruso, según leo en la wiki): un agüita de manantial + alcoholito puro, incoloro e inodoro, procedente de destilar cualquier grano, y hasta patatas valen para el caso (vodka gallego, por ejemplo, en la estela de los vodkas polacos (1)).

Dizque el nombre del Bloody Mary viene de la deformación de Vladi-mir Smirnov (2), propietario de la destilería homónima. Pero el vodka Smirnoff, aunque de raíces rusas, se fabrica desde hace mucho en el Reino Unido y en los USA y pertenece a la compañía Diageo (el listado de inversores está en la web; más allá de eso, la oscuridad cósmica…). Otros vodkas no-rusos y no prohibitivos: el sueco Absolute Vodka; los franceses Eristoff (receta de origen georgiano; pertenece a Bacardi) o Poliakov (pertenece a La Martiniquaise); Finlandia Vodka, un poco más caro (15 €). El del Mercadona Knebep (también de La Marquinaise), es muy barato y se destila en Galicia. El también gallego Nordés Atlantic, o el madrileño Espíritu Enigma, por muy partidaria que una sea de los «productos de proximidad», se nos salen del presupuesto (por encima de los 25 euros ambos).

De los vodkas rusos/no rusos (boicot/no boicot) hablaremos por extenso en la segunda parte del capítulo.
Terminamos este con una referencia al apio, presente en las recetas tradicionales del Bloody Mary. En LRO solo puede cultivarse en otoño, en tierra rica y siempre fresca. Va asociado a las coles, que también están creciendo en ese momento (y algo les ayuda, o lo intenta, a mantener alejadas a las mariposas blancas). ¿Qué aporta ese cañoto de apio al cóctel, además de un segundo argumento a favor de aplazar nuestro Bloody Mary doméstico -hecho con tomates rosas o Raf- hasta finales del verano o comienzos del otoño? Cierto aroma, para quien le guste (y si después de la salsa Worcester y el Tabasco aún podemos apreciarlo). Una crudité comestible, alternativa a la cuchara de bar….
Y si los tomates ya eran de producción ecológica, y el apio también, el resultado será un bio-Bloody Mary.

Segunda parte. Vodka ruso, ¿sí o no?

(próximamente)

(1) https://www.elcorreogallego.es/hemeroteca/destileria-vedresa-crea-primer-vodka-elaborado-base-patata-cultivada-galicia-HLCG782151
(2) elcoctelero.com

Four roses bourbon

Whisky de maiz destilado en Kentucky, patria del bourbon, que sigue siendo el nombre del condado (Old Bourbon), antigua propiedad de Rey Cristianísimo. Chicha de maiz -que no de cebada/trigo- y agua de los arroyos que alimentan el Salt River. No hay más receta, por mucho que se quiera rascar: que si se le añade un poco de cereal malteado, que si las barricas, la personalidad de la madera…
( Maiz y agua. ¿Y qué otra cosa iban a hacer ahí?, decía con retintín impertinente mi difunto tío Fernando, bien agarrado a una copita de Pedro Ximénez.)

El litro del 4 Roses está a 20 euros en el Carrefour. Lo mismo, o algo menos, que un whisky escocés bueno -un J.Walker Black Label- pero, en mi opinión, es más rico. Más dulce.
Y sobre esto de los destilados: ¿es posible que esté leyendo demasiado a Patricia Highsmith? No hubiera sobrevivido a estos tiempos de bien-pensance. Dicen que era intratable. ¿Por qué? ¿Por no hacerse ilusiones con nada, como una Houellebecq de los 50? ¿Porque le gustaban los gatos -a Houellebecq los perros-, los caracoles, las flores, el whisky, y prefería la suma de lo anterior, más su biblioteca, a la compañía humana? Que bebía como una esponja. Pues muy bien. Como todos sus personajes. Es decir, como todos los personajes de todas las novelas negras anteriores a la bien-pensance. De hecho, se aprende bastante de licores y destilados (su liturgia, sus tiempos) prestando atención a lo que escribe. El pernod, por ejemplo, sale constantemente en la serie de Tom Ripley.

Pienso, como mi tío Fernando, que nada se compara al vino, es decir, al universo del vino. Pero también que «no hay que excluir ningún placer por principio», como le contestaba Casanova a Restif de la Bretonne en La nuit à Varennes. Así que empiezo a beber destilados. Metódica, rutinariamente. Todas las noches a la cama con un copazo. Antes me leo a fondo las etiquetas. Busco las webs de cada destilería, tomo notas. Me voy preparando para el salto al mundo del cóctel. Paralelamente, me he hecho una lista de las novelas de Pat que aún no he leído. Por desgracia, de lo publicado en español de Joseph Roth, otro santo bebedor, ya no me queda nada por leer. Tampoco de Houellebecq. Recomienzo Hotel Savoy, una de mis favoritas .)

Viola egglestoni, endemismo de las orillas de Salt River , Kentucky



Cointreau, l´unique

En el jarrón: espigas de acedera redonda, Rumex induratus, hermana de la más conocida, y a veces cultivada,  R. acetosa: la oseille de los franceses, quienes, según tengo entendido, se las comen en ensalada, mezcladas con otras hierbas del campo que ellos saben (los gabachos, como las ovejas).  Pero aquí nadie come las acederas. Antes sí, me dice Miguel, el cabrero; comían también las hojas de las collejas (Silene),de las pamplinas (Stellaria), y hasta los amargos ajoporros (Allium ampeloprasum). Ahora las ensaladas vienen en bolsas de plástico, de modo que las acederas del campo solo las comen, si acaso, los corzos o los conejos (estos prefieren la alfalfa; claramente).  Las matas de Rumex induratus florecen entre las cepas de LRO. La desbrozadora las respeta, como a los cantuesos, porque alegra el corazón verlas ahí. Los frutos forman una nube de minúsculas valvas translúcidas, que parecen de piel de cebolla, y como el solsticio coincide con el comienzo de su agostamiento (que será veloz: en diez días, todo reseco), la luz de la tarde-noche prende en ellas y va dejando manchas rosas, cristales rosas por la viña.

Gelatina de naranja con leche condensada y Cointreau. La chica de la sección de bebidas del Carrefour no sabía lo que era el Cointreau. Le fue a preguntar al encargado, que tampoco lo sabía. ¿Cómo se escribe?, me preguntaron. Pues nada, no, no lo tenemos.  Es como un Licor 43, les expliqué, un licor de naranja. Pero mucho más fino. Y triple-seco, además. Transparente como el agua. 

El licor Cointreau, l´unique, se destila en Angers. Allí, junto al Loira, en la Escuela Superior de Agricultura, obtuve mi título (BTSA, Aménagements Paysagers), siguiendo la modalidad para adultos, es decir, a distancia. Por entonces trabajaba en una cooperativa de espacios verdes en Luxemburgo. Una semana al mes cogía el tren hasta Angers, enganchando la Gare du Nord con la de Austerlitz, para las clases presenciales, y el resto del mes mandaba las tareas por correspondencia. Tareas redactadas en mi vacilante francés, acompañadas de esquemas, planos de plantación, dibujos en papel calco, todo a mano, con rotrings y lápices de colores… (Hoy diríamos, condescendientes: rudimentario teletrabajo en el ocaso del siglo XX)  
Necesité ayuda durante el segundo año para preparar la presentación oral, última parte, pero la más importante, del examen final en Angers. Mis compañeros en la coperativa eran mayoritariamente portugueses. ¿Cómo iba a mejorar mi francés, si me pasaba el día hablando en gallego? En la Alianza Francesa de Luxemburgo me pasaron un teléfono y un nombre (¡que he olvidado!); una profesora en la cincuentena, quizá algo menos, casada, si no recuerdo mal, con un mandamás de la Alianza. Una mujer extraña, también. Tristona, severa, amargada como un ajoporro… et pour cause. Su acento impecable no admitía duda: París, París de la France. Y, sin embargo, ella era ¡serbia! Nacida en la Krajina, actual Croacia. De convicciones socialistas, educada bajo el régimen de Tito…. todo un sargento post-comunista, con los complementos esperables: voz ronca, austeros jerséis de pico, maletín de cuero gastado. Exactamente lo que yo necesitaba para espabilar. Algo se fue suavizando, sin embargo, con el paso de las semanas. Nunca dejó de tratarme de usted (ni yo a ella, solo faltaba). Pero me contó de su vida. De muy niña había pasado algún tiempo en Francia, a donde habían emigrado sus padres. La familia regresó a Yugoslavia, y ella -con el corazón roto- hubo de acompañarlos. Y así hasta que estalló la guerra.1992, 1993… Hizo las maletas y salió a escape. Trabajó en lo que pudo. Se casó, ya mayor, y tuvo una niña. No renunció a sus ideales políticos, aunque daba la impresión de defenderlos por puro hábito, sin mayor entusiasmo. Lectora  ávida de Le Monde Diplomatique, seleccionaba artículos para ir enriqueciendo mi modesto vocabulaire, pero me cortaba en seco si trataba de polemizar… Un día, ya hacia el final,  quiso que viera su DNI actualizado. Me señaló  la indignité de tener que especificar su nacionalidad (serbia) junto a su ciudadanía (croata), como dos conceptos diferenciados, cada uno en su casilla. Lo más anti francés que se pueda concebir. Lo menos ilustrado. ¿No estaba de acuerdo, no me parecía claro, claro como el agua?  Tanto le amargaba recordar aquello -sus padres finalmente desplazados a Belgrado, la casa familiar abandonada- que se negó a que su hija, francesa, aprendiera la lengua de sus abuelos de la Krajina.  A veces tomaba conmigo un té. Me pedía que le contara despacio, con orden y sin atropellarme, cada viaje a Angers.  Angers. El Cointreau. La Loire. Los tapices del Apocalipsis y el buen rey René… De esas cosas hablábamos. Y hoy me estrujo la cabeza tratando de recordar su nombre. ¿Cómo es posible que lo haya olvidado? No consigo recordarlo, hélas, y eso que de ningún modo hubiera podido sacar el título sin su ayuda. Repasó conmigo la presentación hasta la víspera del examen. Un pequeño discurso de diez minutos (cronometrados) sobre la haie champêtre de Mme. Hirsch (el seto de la Sra. Hirsch, en Olingen), tema de mi rapport de stage. 
– Ce n´est pas  «estage»! – bramaba ella, hecha una furia serbo-croata- Stage, ssstage, faites attention, Madame, sssstage.. avec une s liquide!  

Sobre la gelatina, unas gotas de chocolate negro. El libro junto a la gelatina, Pierre Michon. Otro gabacho bueno, como la ensalada de oseilles y como el Cointreau de Angers, que en la foto no se distingue bien (en su tacita duralex, detrás del plato), porque es cristalino, transparente, claro como el agua.

P.D. La receta del cosmopolitan, que no está de más tener localizada: https://www.cointreau.com/es/es/cocteles/cosmopolitan

 

 

 

Estrictamente para pájaros

Septiembre 2011

…es a finales de septiembre la orla espinosa de bosque, coloreada de endrinas, escaramujos, bayas de majuelo y las últimas moras maduras. Las endrinas se van derechas al congelador; dentro de unos días las mezclaremos con orujo, anís, un poco de canela y corteza de limón, y en seis meses el licor estará a punto. Con los escaramujos de Rosa canina sólo sé hacer ramos –un tanto minimalistas– que se conservan dos o tres semanas en su jarro de cristal. Los majuelos no están sanos; los veo decaer de año en año, sin remedio, y la fruta (que no es una baya exactamente, sino un «pomo», una especie de minúscula manzana) ni cuaja bien ni termina de madurar; de esto habría que hablar un día en “la otra rama de oro”, la de los madroños y melojos en retroceso. En cuanto a las moras, se las dejamos íntegramente a los pájaros y a los paseantes; en LRO cultivamos dos variedades hortícolas, ‘Royal Crown’ y ‘Dicksen’, que maduran en agosto. Por estas fechas, ya un poco saturados de moras, los ojos (y las manos) se nos van a los higos.

Estrictamente para pájaros, en el jardín, son los setos de piracantas, que se llenan ahora de racimos anaranjados, escarlatas o amarillos. Los pájaros no se acercarán a comer las piracantas amarillas, ni las sinforinas blancas, ni nada que no tenga aspecto de estar bien maduro. También los cotoneaster se llenan ahora de fruta roja. Y las nandinas. Y los berberis. Los pájaros que tengan que volverse a Africa engullirán cuanto puedan antes de partir. En LRO son los abejarucos, oropéndolas, alcaudones… Todos ellos prefieren insectos y lombrices, pero en este momento del año no parecen hacerle  ascos a nada.

A muchos kilómetros de aquí, en la montaña, los pájaros pierden la cabeza por las bayas del serbal (botánicamente, creo que también son pomos). Hace años, tantos que ni me acuerdo, grabé un vídeo de pocos segundos en medio de un bosquete de serbales; miré hacia arriba y filmé lo que veía mientras giraba sobre mí misma; era, literalmente, una descarga de granizo naranja. Y se me ocurrió pensar en Strictly for the birds, aquel disco viejuno de Menuhin&Grappelli. El vídeo se perdió hace tiempo, con el ordenador en el que estaba guardado. Pero lo volveré a grabar en cuanto vuelva a cruzarse un serbal en mi camino.