Este blog

Escribo este blog para compartir con quien quiera leerlo todo lo que estoy aprendiendo en La Rama de Oro. Pero no sólo. Hay muchos blogs y páginas webs de agricultura y jardinería con información estupenda, mucho más completa y precisa que la que yo puedo aportar aquí. En realidad, lo que yo quiero compartir, o contagiar, es mi curiosidad y mi entusiasmo.

Las entradas no van a referirse exclusivamente a La Rama de Oro, ni siquiera va a ser siempre LRO el punto de partida. Si así fuera, no podría hablar sobre los limones, ni sobre el jardín blanco de Sissinghurst…

Pienso que una de las formas más seguras de saber si algo es bueno de verdad es observar el interés que despierta (o que refuerza) por otras cosas diferentes. La Rama de Oro es una ventana bien abierta: lo contrario del ensimismamiento. Sin embargo, sí puede decirse que está en el origen de todo, porque sin ella nunca me habría planteado hacer este blog. Algunos textos serán sobre asuntos muy concretos: ¿es bueno arar entre las viñas?, ¿cómo sé en qué momento hay que desenterrar los puerros?. Pero otros muchos, la mayoría me temo, serán bastante más diversos y descontrolados.

La higuera de La Rama de Oro, abril 2007. El terreno en pendiente que lleva hasta ella se había sembrado de cebada ese invierno. Miguel vino con su rebaño en verano, a rematar lo que ya se habían comido las palomas torcaces.

Potsdam, Berlín. Octubre de 2009. Detrás de los ventanales entreabiertos: las higueras del Rey de Prusia.

Un ejemplo de cómo se encadenan las cosas aquí: el deseo de cultivar tomates en LRO ha hecho que me interese por cómo enriquecer la tierra, y de ahí he llegado a los diferentes tipos de estiércol; por un lado, al de oveja, que me ha llevado al pastor del pueblo, Miguel, que tiene su propia historia (y una hernia discal, me parece, que le hace caminar doblado); camino de su “tinao” he visto a un hombre podando una higuera, y me he preguntado si realmente era necesario hacer cortes tan grandes; y pensé: a ver si me acuerdo de preguntarle a mi amigo Javi cuando lo vea; y cuando llegué al tinao (palabra que repito, aunque no viene en el diccionario, porque por aquí se usa como sinónimo de majada) Miguel me dijo que ayer había estado con las ovejas en LRO, y que ya estaban maduros los higos, que a qué esperaba para cogerlos; y entonces yo pensé en la suerte que tenemos con esa higuera, que sólo se limpia de madera muerta una vez cada dos años, y en lo mucho que las valoran en los países del norte; y recordé con qué mimo cuidaban la suya en Sissinghurst, atada a una estructura de madera en la cara del muro que da al sur, con una enorme hortensia trepadora a sus espaldas; y recordé las higueras del Potager du Roi, cultivadas por Ms. La Quintinie en paredes por debajo del nivel del suelo, y las preciosas, preciosísimas higueras de Potsdam, protegidas por cristales en invierno…

Y por otro lado, el estiércol de caballo. Que me llevó a unos cuantos kilómetros de distancia, a las cuadras de un amigo de una amiga, que cuando llegamos estaba terminando la construcción de dos estanques artificiales, y andaba el hombre apurado de aquí para allá; le llevé un manojo de espadañas, cogidas en una cuneta del camino de LRO, para que ayudaran a la depuración del agua; y mientras las iba poniendo a remojo, les dio instrucciones a dos empleados, rumanos, para que nos echaran una mano con el estiércol; y pensé: qué historia tendrán estos dos, cuántos planes y cuántas cosas habrán dejado atrás; y, como así funcionan los recuerdos, los estanques del dueño de los caballos me llevaron a imaginar el estuario del Danubio, en Rumanía; y pensé: allí sí que debe de haber buenas extensiones de juncos y espadañas…

4 comentarios en “Este blog

  1. Pero qué hermosura de blog, de fotos, de luz y qué textos tan bonitos. Enhorabuena y palante. Mañana se lo leeré a mis tortugas. Ah, y no te conté que el viernes me vino a ver Juan Carlos, dejé puesta la manguera para rellenar el estanque y me olvidé… Seis horas después, tras la reunión de vecinos y «embestido» presidente, me di cuenta de que había dejado una luz en el jardín. Bajé a apagarla y vi que la llave del agua de la manguera estaba abierta. Si el estanque tiene 3.500 litros, estuvieron saliendo 7.000 litros en ese tiempo. Tengo el césped regado para una semana, por lo menos, pero las tortus y los peces han sobrevivido al cloro y el agua no ha estado nunca tan cristalina. A medianoche, cuando comprobaba que no había grandes desperfectos, las tortugas asomaban la cabeza para pedirme explicaciones. Besos.

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