Huerto de Getsemaní

Olivos milenarios en el Huerto de Getsemaní en Jerusalén

Solo de olivos. Si no se ara ni se patea demasiado, pueden crecer ciclámenes bajo sus copas (1). Novecientos olivos que un grupo de franciscanos cuida, como a la niña de sus ojos, con ayuda puntual de voluntarios/ peregrinos cuando toca recolectar la aceituna. Getse-maní, explican, significa «prensa de aceite». Ellos mandan las aceitunas al monasterio de Latrún. Allí lo prensan y lo envasan, para consumo doméstico.(https://www.efe.com/efe/espana/gente/el-aceite-sin-precio-de-los-olivos-milenarios-getsemani/10007-3779726)
Ocho de esos olivos estaban ya ahí el Jueves Santo de hace 2021 años. «No creo que se necesite creer mucho para sentir algo», dice una voluntaria italiana (link de Efe, arriba). Yo estoy de acuerdo. Añado: que incluso no es necesario creer nada (basta con saber un poco, lo justo) para sentir algo.
Adjunto también el link de Blind WillieJohnson: Dark was the night, cold was the ground... Los comentaristas en youtube dan por hecho que habla de su ceguera y su soledad, de la vida dura en el Mississippi, o bien de los espacios interestelares de la galaxia, por donde viaja (en el «Voyager») una copia de esta grabación. Sin embargo, en el lamento de Blind Johnson solo hay olivos (y quizá ciclámenes). Una noche profunda sin luna. Un suelo helado. Es el primer verso de «Getsemani» , antiguo himno baptista para la noche de Jueves Santo (2).

NOTAS
-La foto: guías-viajar.com/jerusalén.
(1) Atlas de jardinería, J. Grimshaw, p.157: «Las grandes formas de ciclamen para interiores derivan de la silvestre C. persicum, oriunda de la región oriental del Mediterráneo. A menudo crece en arboledas de olivos viejos: pueden verse grandes cantidades en primavera, bajo los antiguos olivos del Huerto de Getsemaní, en Jerusalén»
(2) Fuente: https://www.songfacts.com/facts/blind-willie-johnson/dark-was-the-night-cold-was-the-ground

Otra vez las rosas

Rosal  ‘Old Blush China’ (o ‘Parson´s Pink China’ -por el nombre del viverista inglés que inició su comercialización-, ‘Bishop Pompallier’s Rose’, ‘Chang Wei’, ‘Common Monthly’, ‘Daily Blush’, ‘Fen Hong Yue Yue Hong’, etcétera) introducido en Europa hacia 1750, cuando todo lo que venía de China era bueno sin excepción: rosas y porcelanas, peonías, sedas, azaleas, amapolas azules o los Poemas del río Wang.
La foto es de la pasada primavera en LRO. Otros rosales han fallado: jamás el ‘Old Blush China’. Pero este año aún habrá que esperar un mes, mes y medio…  Como siempre, los trepadores se adelantan: el también chino ‘rosal de Banks’, que hace reventar, en amarillo limón, la esquina del jardín. O el fragantísimo ‘Zéphirine Drouhin’, más rezagado, del que ya he podido cortar algún capullo.
Esta lluvia de abril les está sentando bien a los rosales. La floración del ‘Old Blush’, aunque se haga de rogar un poco, será espectacular y sostenida.

https://open.spotify.com/playlist/4MWtCEIgIWQqJzfJTYPN47

 

Nota– Sobre las rosas chinas en LRO (esta  ‘Old Blush’ + la ‘Mutabilis’),: https://laramadeoro.com/2011/11/24/honorables-rosas-chinas/osas chinas): 

Cabeza de viejo

 

 

 

 

 

 

Guanajuato, Hidalgo y Puebla son las tres provincias mejicanas que vieron nacer a los viejitos (o cabezas de viejo, o barbas de viejo). Cephalocereus senilis. Cactus columnares, altivos, con un peluquín en la cumbre, blanco como la nieve menguante del volcán Iztaccihuatl (ya no del Popocatepl, 1), en cuyas proximidades prosperan, tan a gusto. A diez mil kilómetros de distancia y con un océano por el medio, también lo hacen en mi jardín, conformándose con ver a lo lejos la aún más menguante nieve del cerro Casillas, provincia de Ávila, que en el mejor de los inviernos apenas pasa de unos centímetros.  Allí alcanzan alturas de 6 a 15 metros (como un roble o un haya, 2); aquí no pasan del metro, ¿dos metros? cuando se le cultiva en invernadero, en suelo calizo como el de las colinas de Puebla, con luz y calor sin tasa (a más luz, más melenas blancas, 3).
En abril, si hay suerte, a mi cabeza de viejo le crecerán una o varias narices de Pinocchio:  narices de color rosa, primero chatas y después puntiagudas, desplegadas en su extremo como matasuegras, o como fanfarrias, que solo se abrirán del todo al caer la tarde. 

Sobre los cactus en general:  todos, o con alguna excepción vintage (¿género Opuntia?), que queda para otro día, entran en la misma categoría de los alhelíes & Co (tag flora viejuna).  Hoy se plantan en jardines de exposición y colecciones de plantas xerófitas, y a lo mejor, en versión enana, en una mini maceta  de Ikea junto a la pantalla del ordenador…  Pero antes se veían mucho en los patios y en los alféizares, metidos en latas oxidadas, apilados alegremente entre unos geranios, unas begonias y unas cintas.  En Galicia se combinaban con áloes, que florecen en rojo y naranja. Aquí en Madrid se ven más los ágaves/pitas, otras mejicanas viejunas, imponentes…

 

 

(1) En su vecino Popocateptl el glaciar ya se ha declarado extinto. Al Izta disque le quedan 5 -10 años. Algunos más, con suerte, al Pico Orizabal. Fuente: https://sitquije.com/medio-ambiente/ecologia/adios-popo-pronto-te-alcanzara-companera-izta
(2) Fuente: el primoroso libro de Isaac Ochoterena, Las cactáceas de Méjico, 1922, disponible en https://archive.org. También la foto procede de ahí.
(3) Foto arriba/derecha: todo el cactus es un poco lanoso, pero a medida que crece  el «peluquín» se hace más denso y destaca sobre la parte de abajo

Alhelí de invierno

No es en La Habana sino aquí mismo, en casa de mi vecina Mercedes. 

Matthiola incana
, planta vivaz en España pero anual o bianual en la Europa más fría, si es que aún existe tal cosa. Cientos de variedades hortícolas, de todos los colores, de similar fragancia, y a veces, en las variedades más antiguas, con nombre de señora (‘Isabella’, ‘Milena’…). Muy cultivadas en invernadero por los productores de flor cortada -en variedades monstruosas con nombres coherentemente monstruosos, tipo ‘Mamut’, ‘Excelsior’, ‘Climax’ (?)-,  los alhelíes son sobre todo plantas de jardín, ya muy distanciadas de un ancestro autóctono, mediterráneo, al que han olvidado hace mucho. Tienden a escaparse del confinamiento… A veces un alhelí de flor doble aparece en el intersticio de las baldosas sin que nadie lo haya sembrado. Como algunos Antirrhinum sospechosos, demasiado multicolores para ser botánicos. Plantas, en realidad, de jardin de grand-mère, con ese aire que se gastan, maravillosamente pasado de moda. Un jardinero minimal ni miraría para ellas (¡pero bien que las olería al pasar!) y las metería, displicente, en el mismo saco que los geranios, las malvarrosas, los gladiolos… Todo en la sección «viejunos».  Las flores que le gustaban a mi abuelo. Las que me gustan ahora a mí, cada vez más.
En cuanto al cultivo: suelo rico, agua con tiento (ni una gota de más) y pleno sol. Algunos libros, traducción o adaptación poco atenta de originales escritos en el norte, nos dicen que florece en verano. Pero esta foto es de ayer. Mercedes me dijo  -asomada a la ventana de la cocina, en rigurosa cuarentena- que todos los años empezaba a florecer ahora. Marzo, segunda quincena de febrero. Por eso aquí le dicen «alhelí de invierno».  Solo su primo de la costa, M. sinuata, más suave y aterciopelado, pero también más sufrido, florece a principios del verano (yo lo he visto incluso en julio, en la Costa da Morte, punteando de morado/púrpura el camino entre las dunas)

 

Camino de Praga, un naranjo.

Primera parada: París

Al Rey Sol le fascinan los naranjos. Los hay en abundancia en el parterre de la orangerie de Versalles, y también en el Trianon, plantados -todos ellos- en jardineras de hierro y madera pintadas de verde (diseño Le Notre; hoy pueden comprarse on-line, como todo: jardinsduroisoleil.com). Madame de Sévigné, según el preciso relato de Eduard Möricke, corta un esqueje de naranjo amargo y se lo regala a su amiga Renata Leonora, esposa del embajador austríaco ante el Rey Cristianísimo. El esqueje arraiga. Cuando el tiempo de la embajada termina, Renata Leonora se lleva la maceta a su palacio de Moravia. Pasan los años. El naranjo sigue creciendo. Hijos y nietos lo cuidan con el mayor desvelo, en particular Eugenia, bisnieta de Renata, que se entusiasma con el arbolito, el más aromático -si no el más sabroso- de todos los cítricos. El naranjo nacido de aquel esqueje es su preferido, símbolo viviente del encanto espiritual de una época casi divinizada (al Príncipe de Talleyrand se le atribuye el dicho: «quien no haya conocido el mundo antes de la Revolución, jamás sabrá lo que es la douceur de vivre«; E. Möricke, más escéptico, nos recuerda en 1855 que esa época idealizada llevaba ya en sí su aciago futuro). Pero hete aquí que el árbol enferma. Amarillea y pierde las hojas. Eugenia, con gran pesar, lo da por muerto.

Segunda parada: Nápoles

Un joven compositor austríaco que viaja por Italia con su padre/maestro (para ganarse los garbanzos, estrictamente), asiste desde Villa Reale, Nápoles, a un curioso espectáculo teatral representado por un grupo de comediantes sicilianos. Dos barcas aparecen en la bahía. En una viajan jóvenes de ambos sexos; ellos, vestidos con calzas rojas (el resto al aire) , reman y maniobran; ellas, hermosísimas, trenzan flores y se dejan querer. Aparece otra barca, pero ésta solo con jóvenes varones, vestidos de color verdemar. Desde la primera barca, cogiéndolas de un cesto que llevan a bordo, las chicas empiezan a lanzar naranjas a los marineros verdemar, que a su vez se las devuelven, iniciando un malabarismo naranja -contra el azul de la bahía, la orquestina tocando aires muy alegres desde la orilla- que queda grabado para siempre en la memoria del joven músico austríaco.
Los marineros verdemar engañan a los rojos con el señuelo de un pez de colores. Los rojos se zambullen en su búsqueda, y los verdemar, más espabilados, cambian de barco y se lo llevan, chicas incluidas (muy contentas, al parecer, con el cambio).

Tercera parada: una posada en Moravia
14 de septiembre de 1787. Un carruaje se detiene en la posada El Caballo Blanco, en las llanuras de Moravia . De él baja un matrimonio de mediana edad (hoy diríamos «un joven matrimonio», apenas rebasada la treintena). Vienen de Viena y se dirigen a Praga, donde él, célebre compositor, se dispone a estrenar su última ópera, casi terminada… Ella se acuesta un rato a descansar mientras los posaderos les preparan la comida y atienden a los caballos. Él aprovecha esos momentos para ir a dar un paseo por los alrededores. Ve una avenida de tilos. La sigue. Llega a un palacio de estilo italiano. Parterres. Bosquetes.Un jardín con la puerta abierta….

El estanque oval, estaba rodeado por unos naranjos cuidadosamente cultivados en cubas, que alternaban con laureles y adelfas (…) Con los oídos complacientemente atentos al chapoteo del agua y los ojos fijos en un naranjo agrio de mediana altura que, fuera de la hilera y aislado, se encontraba en el suelo muy cerca de él, cargado de los frutos más hermosos, nuestro amigo, ante esa visión meridional, recordó (…) Sonriendo pensativamente, tiende la mano hacia el fruto más próximo… Y, en estrecha relación con aquel recuerdo juvenil, tuvo una reminiscencia musical hacía tiempo borrada, cuya huella incierta siguió soñadoramente por un momento. Ahora le brillaban los ojos (…) Distraído, ha cogido por segunda vez la naranja, que se separa de la rama y se le queda en la mano. Él la ve y no la ve; tan lejos llega la distracción de los artistas, que Mozart, haciendo girar el oloroso fruto ante sus narices y removiendo entre los labios tan pronto el comienzo como el tema central de una melodía inaudible, saca del bolsillo de su casaca .. un cuchillito de mango de plata, y corta lentamente, de arriba a abajo, aquel objeto redondo y amarillo. Quizá lo impulsara a ello, remotamente, una oscura sensación de sed, pero sus sentidos excitados se contentaron con aspirar el delicioso olor…(1)

Mozart ya tiene el motivo para las bodas de Zerlina y Masetto, el fragmento que le faltaba para dar por terminado el acto primero de Don Giovanni. En realidad no iba pensando en eso cuando llegó al jardín, pero el motivo se le impuso solo: naranjas, luego amor. Saca un papel y allí mismo, junto al estanque, empieza a escribir…
El guardián del jardín llega entonces hecho una furia. Su dueño, el conde, tenía reservado ese naranjo para la ceremonia que va a celebrarse esa tarde. Y las naranjas estaban contadas: eran nueve, ¡no ocho!
Una notita manuscrita de Mozart, pidiendo infinitas disculpas, hace cambiar de opinión a los condes, muy aficionados a la música. Los Mozart son invitados a pasar la noche en palacio, donde se prepara el banquete de boda de su sobrina Eugenia. Mozart confiesa con desparpajo lo sucedido con el naranjo -aquel recuerdo de Nápoles- y ellos, los condes, mandan traer el arbolito. Ahí está, con sus ocho naranjas que debían ser nueve. Eugenia duda… ¿es ese su árbol, el que había traído la bisabuela de Versalles? El naranjo ha sido resucitado, no se sabe bien cómo, por un vecino de los condes muy ducho en cosas de jardinería (quizá solo tuviera clorosis, regado en exceso -por ese guardián malhumorado- con el agua caliza de los alrededores…). Los condes han cuidado en secreto cada flor, cada fruto que cuajaba, para ofrecérselo como regalo de bodas a Eugenia. Hoy, precisamente. Y hasta tenían preparada un poema sobre «El Jardín de las Hespérides,» en el que tres ninfas, cada una con tres naranjas, hacían su particular performance para la novia… Hélas, ahora solo son ocho las naranjas. La novena, la cortada en dos por el músico de Viena, yace a los pies del árbol sobre una fuente de porcelana. Pero no hay mal que por bien no venga. En compensación por su desafuero, Mozart tocará para los presentes las distintas piezas de su nueva ópera… (2)

Cuarta parada: Praga

El 29 de octubre W. A. Mozart dirige el estreno de Il dissoluto punito, ossia il Don Giovanni, drama giocoso in due atti, en el Teatro Estatal de Praga. Mientras afuera empieza a caer una lluvia helada, anuncio del inminente invierno, dentro suena por primera vez esa escena festiva:
Giovinette che fate all´amore
non lasciate che passi l´etá!,

una boda campestre, en la que hombres y mujeres cantan y bailan, y se provocan y juegan, y es todavía primavera, luce el sol, y no hay más sombras en el horizonte que las que proyecta el insaciable Don Juan. Zerlina y Masetto, los novios, se quieren en italiano (necesariamente), un italiano que los checos y alemanes del público hacen por entender, a unos dos mil kilómetros y diecisiete años de distancia de Nápoles, de las naranjas, de la cumbre del Vesubio, de la bahía azul en la que se recorta la isla de Capri, la punta de Sorrento… Todo concentrado, como un zumo fresco, en tres minutos del acto primero.
Han pasado diecisiete años desde que estuve en Italia –había explicado Mozart a sus huéspedes moravos-. ¿Quién hay que la haya visto, especialmente Nápoles, y no piense en ella toda la vida?

NOTAS

(1) Mozart camino de Praga, Eduard Mörike, Alba editorial, 2006. Traducción de Miguel Sáenz.
(2) Solo Eugenia, que, además de excelente soprano/dechado de virtudes, tiene el triste don de no dejarse engañar por las apariencias, siente un escalofrío al escuchar a Mozart. Este hombre -se dice a sí misma-se consumirá pronto en su propio fuego. Su música no tiene ya la despreocupación del Figaro…

Estrictamente para pájaros ( bis)

Es un decir. Porque moras ha de haber para todos, incluso para los humanos. Este año de sequía pertinaz no hemos recogido moras de LRO (variedades hortícolas), pero sí muchas en un seto cercano, beneficiado por la relativa humedad de una cuneta. Quien diga que la mora silvestre, por el hecho de serlo (silvestre), es más rica que la variedad hortícola, creo que nunca ha probado una ‘Royal Crown’ en todo su esplendor. Es infinitamente más jugosa, más dulce, más sabrosa. Sin embargo, es verdad que le falta algo. Le falta el aroma a mora. Ese arrecendo…

Para la mermelada de mora silvestre, medio kilo o tres cuartos de azúcar. Para la hortícola: con 300 gramos suele bastar. Y en los dos casos, medio limón.

Por último. Entre el primer «Estrictamente para pájaros» (https://laramadeoro.wordpress.com/wp-admin/post.php?post=356&action=edit) y este bis, varios años posterior, han pasado algunas cosas. Que ahora existe spotify, por ejemplo, y que mientras escribo y a la vez como, a la vez escucho, y a la vez recuerdo.

Serenata do Toleiro

«Una gran parte de los respaldos de la Plataforma son de gente que no es de Sarria… no tienen ni idea del conflicto que se está desarrollando«. Palabras del alcalde, el día en que le dejaron quedar las 6844 firmas conseguidas contra el Plan de Encauzamiento.

Música de fondo, para ir leyendo el post relajados (y olvidarse del alcalde):

No había ninguna razón para tirar el Puente do Toleiro, pero lo han tirado. En el propio proyecto se decía que no era un obstáculo al paso del agua durante las crecidas del río.  Pero lo tiraron. Como nada tiene valor, como nada significa nada, se encogieron de hombros y lo tiraron. Un arqueólogo recomendó conservar los pilares de pizarra en algún parque. Ahí los ven ustedes, tendidos sobre la hierba, tan perplejos como los peregrinos que estos días cruzan el río camino de Compostela…

pilares derrubados do toleiroDice el alcalde que se van a estudiar las firmas para «comprobar cantas delas son de xente de Sarria» (El Progreso, 9/5/14). Pues bien, sarrianos son los que la madrugada del 24 de febrero se encadenaron a los árboles, sarrianos los que se lanzaron en piraguas para detener el derribo do Toleiro, sarrianos los que redactan denuncias, los que organizan batucadas, los que no descansan. Sarrianos como usted, señor alcalde, no se confunda. Pero al lado de cada uno de ellos estamos unos cuantos «de fuera», arropándolos y ayudándoles como Dios nos da a entender. No hace falta que haga ese estudio que ha anunciado, señor alcalde, no pierda el tiempo con chocholadas: ya le digo yo ahora que sí, que hay firmas en el listado que no llevan su ADN.

Yo -por ejemplo- no soy de Sarria, tiene razón el alcalde. Soy de La Coruña y vivo en un pueblo de Madrid. Parte de mi infancia y adolescencia transcurrió en una playa de la Costa da Morte, entre Laxe y Malpica, a la que dediqué una entrada en este blog hace ya tiempo. Lo retomo ahora, señor alcalde, para intentar explicarle algunas cosas.

Hace unos años, entre diciembre y febrero de 2002/2003, pasé dos meses acarreando cubos de chapapote de las playas ensuciadas por el Prestige. Entre otras, la playa de la que acabo de hablarle. Comía mi rancho entre italianos, franceses, andaluces, yankis, madrileños, colombianos…Un grupo de canadienses montaron (pagándolo todo ellos) unos pabellones para recuperar aves petroleadas. Cuando encontrábamos un cormorán, un frailecillo, un arao o un alcatraz teñido de negro, paralizado pero todavía vivo, se lo llevábamos corriendo a ellos, para que lo lavaran y trataran de salvarlo. Lo mismo hicieron unos alemanes en la carretera de Noia… y otros muchos en otros puntos de la costa. ¿Recuerda usted todo aquello?, ¿entiende al menos por qué se lo estoy contando?. Algo me dice que no. Un portugués con el que estuve limpiando la playa de Carnota, llegado desde Faro haciendo auto-stop, me dijo que al ver las imágenes en la tele no lo dudó un segundo. Él era del Algarve, sabe usted, pero se echó a la carretera y terminó aquí. «¡Coitados, os espanhois…!», me decía, meneando la cabeza, mientras rascaba con su espátula el chapapote de las rocas.

InfografiaPasarelaTojeiro
La memoria es una cosa  muy desigualmente repartida. Alguna gente –esa especie de zombis que se pasean por esta “infografía” del futuro Toleiro (aquí arriba), en la que, por cierto, los alisos que iban a talar han sido reemplazados ¡por olivos!- cree que el mundo empieza con ellos, y por eso no se enteran de nada. Otros, por suerte, los que todavía recuerdan, se esfuerzan como locos por conservar lo que merece ser conservado. Pero para eso, para saber el valor de las cosas, pongamos  ¿el Orinoco?, no es requisito ser miembro de la etnia yanomani. ¿O resulta que sí?  ( 1)

*****
Cuando construyeron el Toleiro nuestros abuelos aún no habían nacido. Lo harían pronto, enseguida, hacia el final de la Primera Guerra mundial (por esos años los perros de Galicia empezaron a llamarse, rutinariamente, o «Kaiser» o «Trotsky», ¿cómo se llamarían antes?). En 1909 una “chea” inédita hizo que se juntaran las aguas del río Celeiro con las del Sarria. La familia que vivía entonces en el molino del Toleiro tuvo que trepar al tejado para que la riada no los arrastrara. Los viejos contaron durante muchos años la hazaña de “Tapita”, el gran nadador, procedente de alguna de las colonias americanas recientemente perdidas: el hombre se echó al agua en taparrabos, con una cuerda fina atada a la cintura (el otro cabo quedó atado a un árbol de la orilla, quizá uno de esos ameneiros hoy amenazados); “Tapita” se sumergió para salvar la corriente, emergió de nuevo, subió al tejado y, usando una maroma gruesa hecha con cuerdas de carro, que los vecinos le hicieron llegar atada a la cuerda fina, fue pasando uno a uno a todos los del Toleiro… Los pilares del nuevo puente, el que acaban de echar abajo, empezaron a construirse poco después de este episodio (2).

Un día de 19… el padre de mi abuela descubrió, en el lapso de apenas un minuto, dos cosas: que había dejado embarazada a su novia, y que unos asuntos urgentes reclamaban su presencia inmediata en La Habana. Cogió el barco y se despidió para siempre. Quién sabe si en ese mismo trasatlántico, pero en primera clase, no viajaría también Beniamino Gigli, rumbo a Nueva York… trasatlantico hacia 19...Esa generación de abuelos es la que hizo después la guerra civil. Mi abuelo, como tantos otros,  escapó de milagro al fusilamiento. Había sido miembro de la CNT, fontanero, y el único, por lo visto, que sabía leer y escribir de su cuadrilla. Lo mandaron al Frente del Ebro a arreglar camiones. El otro abuelo – labriego reciclado en comerciante de «productos coloniales»- tenía un soplo en el corazón y se libró del reclutamiento. Era, o decía ser, franquista… Una historia bien vulgar, como la de cualquier familia («¡…coitados, os espanhois!»). En Sarria, en el 36, unas señoras de familia bien se refugiaron en la cuadra de los cerdos de Luis «Guetas»,  republicano de buen natural, que todo cuanto hizo con sus refugiadas fue tomarles un poco el pelo, asuntándolas con relatos truculentos de lo que fingía estar viendo por la ventana («¡Ya se llevan a Doña Pura, arrastrándola de los pelos …!»).. Pasó la República, acabó la guerra, vinieron los años oscuros…y los pilares do Toleiro siguieron firmes en el lecho del río.

Por entonces seguro que había muchos más árboles. Un bosque más espeso, más rico y estratificado. Las mujeres irían a lavar la ropa al río, como iba mi bisabuela al suyo, en una aldea de Ortigueira, a lavar los pañales de la niña que acababa de nacerle. Y lo mismo haría la abuela de usted, amable peregrino, en Algeciras, Lima, Aberdeen..o las afueras de Osaka. lavanderas ponte ribeiraEl paisaje era verde manzana, o verde pistacho, color de los carballos al brotar, y no verde plateado, como el de los eucalitpos, o verde oscuro y apagado, como el del pino de Monterrei… El granito y la pizarra se usaban tanto en los puentes como en las casas. En los hórreos donde se almacenaba el maiz. En los valados, en los camposantos, en las plazas. Con algunas diferencias de color y sabor, también se haría así, amable peregrino, en su sierra de Guadarrama, o en el Aveyron, en un pueblo de los Cárpatos, de Burgos..o de las afueras de Connecicut.

… Creo que estas viejas historias desordenadas, como esos viejos paisajes, es lo que los perroflautas de la Plataforma vemos confusamente encarnados en la pizarra del Toleiro, el granito da Ponte Ribeira, los troncos de los alisos del río. La imagen que forman árboles y puentes es un lazo directo con el pasado, el de los sarrianos en primer lugar y el de todos los gallegos en segundo, pero también con el suyo de usted, amable peregrino, y con el de cualquier persona de buena voluntad  que se empeñe en recordar y proteger las cosas valiosas. Los zombis de la infografía, producto de la mente de algún enxeñeiro da Confederación Hidrográfica, son los únicos que sobran aquí (¿…pueden imaginar  ellos las manos moradas de las lavanderas del río, las manos callosas de los hombres que levantaron el puente, su orgullo justificado al terminar la obra, el primer día que lo cruzaron…?. )

***
Mis conocimientos de física son rudimentarios (por decir algo), pero sé que hay una cosa llamada «entropía» según la cual el universo tiende a la dispersión y el desorden. Un amigo, profesor de física en un instituto de secundaria, me lo explicó hace años con un ejemplo: «entropía» es lo que se produce cuando abres un frasco de perfume y su contenido se pierde para siempre por el espacio. ¿Quién conseguiría volver a meter el perfume en su frasco?. El cosmos aspira a convertirse en caos, me explicaba pacientemente este amigo, porque el desorden es más estable. Requiere menos energía. Pero -añadía- frente al desorden del universo está la vida. La vida sin comillas, compleja y esforzada como una hoja de aliso, o, más aún, como cada una de las células que la componen. Así que el que la destroza, el que corta un árbol por pura desidia, dándole con la pala excavadora para maniobrar mejor, o porque «¡son só amieiros!», el que tira «porque sí» el puente que levantaron nuestros bisabuelos, con pizarra traída en carros de bueyes, escogiendo una a una las piedras, colocándolas primorosamente en su sitio…el que destruye eso, el que abre el frasco de perfume y se encoge de hombros después, tiene que tener claro a lo que se expone: los que todavía tenemos memoria, en Sarria o fuera de ella, no descansaremos hasta que un juez le haga pagar BIEN CARA su estupidez.

perroflautas no río

NOTAS

(1) Esa forma de pensar se viene llamando de un tiempo a esta parte «derecho a decidir», versión política del más castizo «yo me lo guiso/yo me lo como». Si usted , señor alcalde, piensa que sólo los nativos tienen algo que decir sobre los árboles y puentes del Camino de Santiago (Patrimonio de la Humanidad), a su paso por Sarria, no debe acoquinarse. Sea coherente: anúncielo públicamente y llévelo hasta sus últimas consecuencias. A ver qué opinan del asunto sus compañeros de partido. Entre esto, y que ya empieza usted a hablar del «conflicto»… les va a encantar.
(2) ) Relatos recogidos en Cuentos de pueblo, cuentos de Sarria, A.Díaz, 2002

Parole, parole, parole!

«Existe buena voluntad para llegar a un acuerdo…existe predisposición para acoger todos los cambios posibles…» (Samuel Juárez, Delegado del Gobierno en Galicia, sobre el proyecto de encauzamiento del río Sarria, en «El progreso», 13/03/2014).

Para el que no esté muy al tanto del intríngulis: en el vídeo que sigue Alberto Lupo  es un miembro de la Confederción Hidrográfica, y Mina representa a la Plataforma Sarriana polo Río:

 

Noticias desde Sarria

  • Se han presentado escritos de denuncia a diferentes organismos. Uno de ellos, por infracciones graves de la normativa de protección del Camino Francés (Ley de protección de los Caminos de Santiago en Galicia).  Con estas denuncias «in mente», con la campaña mediática ganada por la Plataforma, y con los árboles del río protegidos físicamente noche y día… los ingenieros y los políticos han empezado a tantear a los defensores del río, en un tono ligeramente diferente al de hace un mes.
  • Primero, la Confederación Hidrográfica Miño-Sil. Hubo reunión el martes entre los dos ingenieros responsables de la obra y varios miembros de la Plataforma. La propuesta de éstos pasa por cambiar el 85% del proyecto (proteger todos los árboles y los tres puentes antiguos). Los ingenieros fueron muy amables. Veremos cómo son después de eficaces. Hablarán con su presidente, y ya si eso nos llaman…
  • Segundo, los políticos:
    -El alcalde sigue dale que dale…aunque parece que empieza a perder fuelle.
    -Pero el Conselleiro de Medio Ambiente ha tenido que comparecer en el Parlamento Galego para explicar lo que está pasando en Sarria. De su intervención podemos quedarnos con esto: que el hombre estará muy atento a que no se dañe «el medio ambiente», pero también a que «no se mienta ni manipule».  Bueno, la Plataforma le ha contestado con una «carta aberta» ya publicada en el facebook. Está en gallego, pero creo que se entiende estupendamente (https://www.facebook.com/salvemosoriosarria)
    -El Delegado de Gobierno en Galicia ha asomado la cabeza. La obra depende en última instancia del Ministerio de Medio Ambiente, en el que se se integran las confederaciones hidrográficas.  Las declaraciones de este señor son insustanciales (parole, parole..). Dice que se pueden hacer «ajustes», que hay buen rollo por su parte, pero que un retraso en la ejecución de las obras podría poner en peligro «la recepción de los fondos europeos»…
  • Y alguna noticia más, buena:
    Adega, una importante asociación ecologista de ámbito autonómico, ha propuesto la catalogación del bosque de ribera del malecón como «formación arbórea senlleira» (destacada).  Por desgracia,  sólo lo muy excepcional, lo catalogado y etiquetado, parece estar mínimamente protegido en nuestro pais, y los árboles urbanos, incluidos en el casco urbano son los que menos protección tienen. No se entiende por qué, pero esto es lo que hay a día de hoy.  Sea como sea, la iniciativa de Adega puede ayudar a salvar estos más de 170 árboles, porque, si se acepta su tramitación, habría que paralizar cautelarmente cualquier obra en el río durante seis meses. http://adega.info/web/novas.php?id=143&idioma=gl&sec=209
  • Siguen convocándose caceroladas cada poco tiempo, repartidas por diferentes barrios para que nos les toque siempre a los mismos el barullo. Sigue actualizándose el facebook, mandándose notas a la prensa. Mientras sólo haya «parole», por muy dulces y susurrantes que empiecen a ser, los miembros de la Plataforma seguirán ojo avizor (…Caramele, non ne voglio piú!…)
  • Avanza la primavera y todo se está poniendo precioso.

Para firmar la petición de detener las obras:
http://www.change.org/es/peticiones/confederaci%C3%B3n-hidrogr%C3%A1fica-mi%C3%B1o-sil-concello-de-sarria-una-pr%C3%B3rroga-que-permita-la-reconsideraci%C3%B3n-del-plan-de-adecuaci%C3%B3n-de-cauce-y-ordenaci%C3%B3n-de-m%C3%A1rgenes-de-los-r%C3%ADos-sarria-y-celeiro-1a-fase

Coles Goldberg

col chinaBrattleboro, hacia 1985. La pianista Zhu Xiao-Mei, exiliada china en los EEUU,  trata de salir adelante trabajando en lo que puede (baby-sitter, camarera, profesora de solfeo, empleada de hogar…) . Ya ha hecho algunos contactos, también en Europa. Pero no tiene dinero, ni visado, y su edad ya no es la de una principiante (anda por los 35). Xiao-Mei busca trabajo sin descanso. Aprovecha cada minuto libre para estudiar a Bach.

“…Lo que sí sabía es que acababa de hacer el descubrimiento musical de mi vida. Las Variaciones Goldberg llenaron desde entonces mi existencia. Todo está en esa música: se puede vivir sólo con ella. La primera variación me da coraje. La segunda me hace sonreir, y cantar la tercera…danzar la vigésimo cuarta, con su aire de polonesa…meditar la número quince, y la veinticinco…
Después llega la última variación, la número treinta,  ese famoso “Quodlibet” , que me parece una especie de himno a la gloria del mundo. Cuanto más la trabajo, más me conmueve. Bach, al mezclar dos canciones populares –formando con ellas la osatura de la variación- alcanza la cima de su arte: lo profano da nacimiento a lo sagrado, como el más sabio contrapunto hace nacer la simplicidad más absoluta. Un día descubro el título de una de esas dos canciones populares utilizadas en esta variación: “Coles y nabos me han hecho huir/ si mi madre hubiera preparado carne, me habría quedado más tiempo…” (“Kraut und Rüben haben mich vertrieben..”). ¿Qué vienen a hacer las coles a esta variación sublime?.  Al mismo tiempo, ¿cómo no pensar en esas coles de Zhangjiako que teníamos que ir a cosechar a los campos, y que yo encontraba día tras día en mi escudilla?. Es un signo del destino. Todavía hoy, cada vez que escucho esta última variación, veo aparecer delante de mí las áridas y mortecinas extensiones de Zhangjiako…(1)”

Zhu Xiao-Mei, La rivière et son secret, Ed.Laffont, Paris  2007, p. 266

NOTAS
(1) Xiao-Mei, pasó cinco años de su vida (de los 20 a los 25) en diferentes «campos de reeducación» de esta región, al norte de la provincia de Heibei, en la Mongolia interior. La Revolución Cultural puesta en marcha por Mao en 1968  prohibió todo contacto con la cultura occidental, incluída la música clásica, y sólo al final, en el último de esos campos de trabajo, cuando ya las consignas maoistas empezaban a aflojar,  Xiao-Mei y sus compañeros se las apañaron para hacerse con un piano y  conseguir algunas partituras.

La col de la foto es una Brassica campestris L. pekinensis, que aparece en los catálogos de semillas como «pe-tsai». Tiene un aire con las lechugas romanas, pero es una col. Una col china.