Manual de heridas (4)

A pesar del temporal de nieve de 2021(‘Filomena’), que literalmente la tronchó, la encina de la entrada se ha recuperado. Le hemos quitado ya las muletas. Las heridas están casi cerradas. Y aunque la copa sigue descompensada, la recuperación es tan evidente que pronto, quizá el próximo invierno, podremos rehacerla podando por la derecha (por donde se desagarró el árbol; como no llegó a romperse del todo, enderezamos el tronco partido y lo atamos a una especie de corsé de madera, sus «muletas» durante estros tres años)
Tres años. Aquel día, cuando por fin conseguimos llegar a LRO, hundida bajo la nieve, se nos cayó el corazón a los pies al ver la encina tronchada.
La dimos por perdida: ¿cómo iba a soldarse de nuevo una copa entera?

Enero 2024


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Anotación de enero de 2021, que no llegué a subir al blog:
La nevada troncha la copa de la encina de la entrada (esta misma: https://laramadeoro.com/2019/05/27/encina/). Se abre una grieta de un palmo, justo en la cruz, y solo queda en pie una rama lateral de menor diámetro. Subimos la copa y la atamos con la primera cuerda que encontramos. La descargamos de dos tercios de su peso. La arremetemos. Dos tutores sólidos de diferentes alturas -estacas, afianzadas entre sí con otras de menor tamaño- para evitar que vuelva a partirse, uno para la copa enderezada y otro para la rama superviviente. Cambiamos las ataduras por alambres metidos en trozos de manguera vieja, que no hagan rozaduras en la corteza.

A las puertas del invierno

27 septiembre. Por primera vez en 17 años no hemos podido vendimiar. Se llevó las uvas Perico, quien, por su parte, las hizo llegar a una nueva bodega de Navas del Rey (la cooperativa del pueblo ha cerrado). Recogidas el último fin de semana de septiembre, el nivel de azúcar estaría ya disparado, es decir, en su punto, tal como a Perico y a sus amigos les gusta. He pasado unos días en casa: hay otoñada, confirmado, gracias a las lluvias del mes pasado. Dice Manduca, sin embargo, que el agua que cayó por aquí no es suficiente. Que si el zamujo no está empapado no habrá níscalos, y el zamujo a día de hoy no está empapado, así es que… Pero bueno -añade, contemporizador como buen cabrero- en las pinadas claras, donde los árboles no están crecidos, la capa de zamujo es fina, se humedece enseguida, y al mismo tiempo deja que se caliente la tierra y basta para conservarle ese calor, lo que también es debido para que asome el níscalo. Por allí podríamos buscar. Quedamos en ir a Matalaszorras un día de noviembre, si yo pudiera volver, y de paso que cogemos níscalos llenamos también unos sacos de piñas -que él dice piñotas. Según la raza del pino (albar para piñonero; negral para el de enresinar) y según lo vieja que sea la piña, unas valen para prender el fuego, otras sólo para mantenerlo… (* este tema queda para otro día). En cualquier caso: los negrales, dice Manduca, son más finos para criar níscalos. Tiene fichados, por arriba del tinao, dos pimpollos de negral que crecen en una viña; por allí también hay que mirar. A lo mejor va esta misma tarde con las cabras, por capricho, aunque poco convencido de encontrar nada… y no sólo porque aún sea pronto, sino por el destrozo de los que vienen de Madrid el fin de semana, que a cada pino que ven le remueven el zamujo con palos (y así se va todo a tomar por culo, sentencia en su claro castellano Manduca, que antes se deja cortar la lengua que decirle a nadie -yo incluida hasta hace poco- la ubicación exacta de las pinadas y pimpollos donde él llena el cesto)

24 octubre, en LRO. La foto es de ayer a las 9.30 de la mañana, con la niebla deshaciéndose -sube desde el Tórtolas- y el sol empezando a atravesarla. Las cepas todavía tienen hojas, las últimas. Ha llovido más pero Miguel Manduca aún no ha catado un níscalo. Normal. No pasa nada. De momento sólo hay uno o dos por ahí escarriaos. Pero si el tiempo sigue así, el paseo de noviembre hasta Matalaszorras no será en balde.

N.B.
-Zamujo es sinónimo de pinocha. No lo encuentro en el diccionario, pero lo mismo me pasa con otras palabras de Miguel, como «tinao» -que la RAE no recoge con el sentido de «majada». Así que no hago mucho caso; lo escribo tal cual se lo oigo a él, como albar y negral, en la acepción que él les da.

Desde As Pichiricas

Avanza el dragado de la ría do Burgo, por fin.
En los días de calor huele a budleyas, es decir, a miel: esas budleyas que se ven en primer plano, repartiéndose la cuneta con los hinojos, un poco más retrasados en la floración. Desaparecerán juntos -quizá todo el descampado- cuando comiencen las obras de ampliación del CHUAC.

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/coruna/2022/10/07/dragado-ria-burgo-mayor-inversion-area-metropolitana/0003_202210H7C3991.htm

Amarillo mayo

El calor acelera el final de la floración de las retamas. Adelanta la de las santolinas -campo de cetonias- y de los cantuesos, su complementario en azul. Mayo termina entonces como antes terminaba junio: terciopelo amarillo entre las viñas; cebadillas maduras y ásperas (peligrosas: pueden meterse entre las pezuñas de los perros); pámpanos verde claro, todavía sanos y jugosos. Y en la orilla de los caminos, y alrededor de la casilla, y ya enseguida entre las cepas (i.e: antes de que los pámpanos se hagan sarmientos pero no antes de que los invertebrados terminen sus tareas de primavera, que incluyen la fecundación de las flores de la vid)… hay que ir empezando a desbrozar.

(Foto: Santolina chamaecyparissus,)

Reset

Una cepa y una encina

LRO linda por abajo con la viña de Perico. La viña de su hermana, en realidad. O de su sobrino, un sujeto apodado «el Churrito», que tiene a sus perros de caza hacinados y los abandona en el monte cuando son viejos (noticia que me llega por su mismo tío Perico, como la cosa más natural del mundo).
Este hombre ya mayor, Perico, soltero a su pesar, se jubiló de su trabajo en el ayuntamiento hace tres o cuatro años. Sus tareas, imagino, serían las de los clásicos factótums de pueblo, que lo mismo te desatascan un registro de agua que levantan un tabique, «podan» las plataneras del parque, hacen recados, cambian bombillas… Perico ha vivido siempre con alguna de sus dos hermanas, ambas viudas. Le gusta muchísimo pegar la hebra, aunque es de los que hablan y hablan y jamás escuchan. Por eso no percibe mi escándalo cuando me cuenta lo del perro viejo que ya no cazaba y se quedó en el monte, etc. O sí lo percibe (¿?) pero le importa un carallo, porque en cualquier caso no lo entiende, y finalmente lo deja pasar… Otra de mis rarezas, pensará, como la de no arar la viña. Perico nunca levanta la voz ni se enfada. Es cansino, monótono como una chicharra. Cotilla incurable. Gran concepto de sí mismo. Tranquilo. Trabajador. Honrado y ahorrador, seguro. Hombre cabal. Siempre quiso casarse y así en la cara te lo dice. ¿Cómo es posible que ninguna moza le hiciera caso? Su modelo de mujer era, y supongo que es y siempre será, Esperanza Aguirre, por la que proclamaba abiertamente su admiración. Le tenía envidia a Anastasio, q.e.p.d., porque, siendo como era «un borracho y un desastre, que echó a perder lo de sus padres y después lo de sus hermanos», había encontrado a la Mari, una fuera de serie, «una santa», que lo había querido y cuidado hasta el final. ¡Inexplicable! Y nunca se cortó conmigo: sin llegar a insultar a Anastasio, como hacía Pepe el Nefasto, el otro vecino de LRO ( q.e.p.d. también él, si es que puede), Perico sí lo ponía educadamente a parir. Perico-Cuasi-Perfecto. Ni sentido del humor ni gota de compasión. Las dos cosas que le sobraban a Anastasio, ese «borracho perdido», «mantenido por la Mari» y largo etcétera.
A los pocos meses de jubilarse Perico me comentó que «andaba terminando por fin su casa» ¿Cómo su casa? Sí, su casa propia, a la que pensaba mudarse ahora… Con 65 años, ¡Perico se independizaba! Solo le faltaba terminar un baño. Qué bien, le dije.

El otro día se paró a charlar en el camino, como siempre. Que no se ha mudado a aquella casa lo sé por otros vecinos. No hay que preguntar qué pasó. Las últimas veces que lo hice, que pregunté, siempre había algún detalle que le obligaba a aplazar la cosa… Ahora venía de reponer unas cepas «en lo de su hermana». No le gusta ver huecos en las líneas (aquí les dicen «líneos», como dicen «lagartijo», «motosierro» etc). Cuando una cepa muere, corriendo la reemplaza para que la simetría sea completa y no se pierda ni un metro cuadrado. Perico -es justo decirlo- tuvo mucho que ver en la renovación de la cooperativa del vino y de la almazara del pueblo (hace unos 20 años). Vale mucho para todo eso. Y es tenaz. Cansino, vuelvo a decir. Está en las juntas directivas y seguro que las decisiones que toma las toma bien. Eso sí, sin mear nunca fuera del tiesto. Sin arriesgar una perra… Y como en la cooperativa pagan la uva sin seleccionarla, al peso, a Perico, como a los demás, le interesa producir mucho (quiero decir: no repone cepas solo por el prurito estético, para que las discontinuidades en el líneo no le dañen la vista, como se la dañaba a Anastasio, por cierto, ver una sola hierba en «lo arado»). Me pasma ver pasar a Perico con su remolque cargado de uvas, año tras año, vendimia tras vendimia, cuando ya se acerca a los 70 y no hay un solo sobrino que le venga ayudar (todo lo más, el miserable Churrito).

Reinicio.
Cada año, al terminar la poda, retiramos el pie seco de alguna vieja cepa. Hasta hace nada todavía las reemplazábamos. De hecho en LRO hay 25 nuevas, que el propio Perico me ayudó a injertar en 2015 (eran 35 bravías; 10 injertos no fueron adelante). ¿Seguir reponiendo? ¿Y para qué? Con más de cincuenta años (serán 54 este verano), ¿cuántas vendimias nos quedan? ¿Diez?¿Doce? Ojalá. Pero para esas 10 vendimias hay uva de sobra. El año pasado solo hicimos una tinajilla de 300 litros. Nos dimos el lujo de seleccionar uno a uno los racimos, ¡casi las uvas!, y de ir echándolos lentamente en la despalilladora.
El nuevo plan es este: 1. hacer menos vino pero mejor, y 2. cuidar con esmero todos los retoños de encina que vayan saliendo por la viña. Como no se ara, dejar incluso matas de cantueso y santolina por las calles (no todas; hay que poder vendimiar). Mantener los dos desbroces anuales. Cavar los pies si hay tiempo y ganas. Seguir sin echar azufre ni cobre (autorizados en viticultura orgánica; pero hace ya cinco años que detuvimos los tratamientos). Sólo sol y agua de lluvia. Devolver los hollejos a la viña después de prensados. Ir empezando la transición hacia… otra cosa. Cuidar más los árboles, que es lo que quedará detrás cuando las viñas «se pierdan», es decir, cuando nadie venga ya a podarlas. Reservar el agua para los árboles. Protegerlos de los corzos, que despellejan las cortezas tiernas -y no pocas veces llegan al cambium- cuando usan troncos y ramas para desprenderse del terciopelo, esa especie de tela que cubre, como papel de regalo, sus cuernas recién estrenadas. Seleccionar, refaldar y dar forma incluso a los retoños de melojo. A los brinzales de pino piñonero. A cada almendra enterrada que quiera germinar. ¿Plantar más olivos?
Ya iremos viendo.

Estación de las retamas

Y de los cantuesos. La foto es de hace diez días; hoy estas retamas –Cytisus scoparius– tienen, además de los penachos de flores, penachos de legumbres del tamaño de un meñique, fácilmente distinguibles de las de otras retamas/genistas/piornos porque son negras (al madurar; inicialmente verdes, como todas), aplastadas y cubiertas de una ligera pelusa blanca. Ha llovido bastante ayer y algo, aunque menos, entre el martes y el miércoles pasados. Hay charcos que aguantan durante semanas, en especial allí donde, bajo la tierra, se esconde un lanchón de granito que impide que el agua se filtre de un día para otro. Y si aguanta la lluvia en los charcos, la primavera se hincha a ojos vista. El hilo musical va variando. Es un croar de ranas a primera hora; un zumbido de insectos a mediodía (entrecortado de chillidos por el cielo: un gavilán, seguramente, como el que recogimos hace tras años con un ala partida, y que terminó en el hospital de Grefa); un todo orquestal de grillos por la tarde; y siempre las lagartijas removiendo la hojarasca, el cuco y las tórtolas turcas en el alcornoque del vecino (Bernabeleva, el de los vinos), y siempre el ir y venir de los rabilargos, menos garrulos que las urracas, sus primas hermanas, que se reservan las parcelas del pueblo, o contiguas, pero que nunca hemos visto por aquí, es decir, monte adentro.
He escrito que la foto es de hace diez días. Añado que esa ladera da al norte. Que el monte que se ve detrás es el cerro Guisando. Que lo que no se ve, porque crece entre las matas, son las encinas jóvenes, que ya germinan y brotan. Que ya se adivina un encinar en ciernes. Algún pino piñonero también. Algún enebro, más raramente. Está escrito en algún post antiguo: LRO ardió hace más de quince años, poco antes de que la compráramos, y que precisamente por eso pudimos hacerlo (comprarla, porque estaba en precio). Toda la zona ardió. Pero estas retamas y estos cantuesos, y en otras zonas las jaras y jarillas, los terebintos, y bordeando los charcos, los majuelos, las zarzas, endrinos… sujetan la tierra y la enriquecen, y en un momento dado, si uno las busca (y sabe lo que va buscando), las encuentra. Encinas naciendo. Chaparros de veinte centímetros, o menos aún. La nieve de enero seguro que les ha venido bien. La misma nieve, claro, que destrozó las ramas de las encinas más altas.

Fuego amigo

El permiso de quema que nos han expedido los guardas forestales caduca el día 10. Ramas y árboles destrozados por la nieve en enero: todo ha de arder ahora, mezclado con los sarmientos de la poda.. En LRO van ya ocho hogueras. Escojo fotos del fuego nº5 y del nº7 La leña al fondo, para el próximo invierno. Se picará cuando se pueda… Una pila de leña por cada fuego (nº 1, nº 2…), pero la cadena de la motosierra no puede con tanto, hay que afilarla de cada vez (Aprovecho para darle las gracias -gracias infinitas- a Mohamed B., que se compró la máquina de afilar para no tener que hacerlo a mano, que nunca queda igual de bien, o no tener que pagarle a Cipriano, el del polígono, que cobra 5 euros!! por cada afilado. Se la dejo quedar en el bar donde desayuna y la recojo bien afilada al día siguiente)

Huerto de Getsemaní

Olivos milenarios en el Huerto de Getsemaní en Jerusalén

Solo de olivos. Si no se ara ni se patea demasiado, pueden crecer ciclámenes bajo sus copas (1). Novecientos olivos que un grupo de franciscanos cuida, como a la niña de sus ojos, con ayuda puntual de voluntarios/ peregrinos cuando toca recolectar la aceituna. Getse-maní, explican, significa «prensa de aceite». Ellos mandan las aceitunas al monasterio de Latrún. Allí lo prensan y lo envasan, para consumo doméstico.(https://www.efe.com/efe/espana/gente/el-aceite-sin-precio-de-los-olivos-milenarios-getsemani/10007-3779726)
Ocho de esos olivos estaban ya ahí el Jueves Santo de hace 2021 años. «No creo que se necesite creer mucho para sentir algo», dice una voluntaria italiana (link de Efe, arriba). Yo estoy de acuerdo. Añado: que incluso no es necesario creer nada (basta con saber un poco, lo justo) para sentir algo.
Adjunto también el link de Blind WillieJohnson: Dark was the night, cold was the ground... Los comentaristas en youtube dan por hecho que habla de su ceguera y su soledad, de la vida dura en el Mississippi, o bien de los espacios interestelares de la galaxia, por donde viaja (en el «Voyager») una copia de esta grabación. Sin embargo, en el lamento de Blind Johnson solo hay olivos (y quizá ciclámenes). Una noche profunda sin luna. Un suelo helado. Es el primer verso de «Getsemani» , antiguo himno baptista para la noche de Jueves Santo (2).

NOTAS
-La foto: guías-viajar.com/jerusalén.
(1) Atlas de jardinería, J. Grimshaw, p.157: «Las grandes formas de ciclamen para interiores derivan de la silvestre C. persicum, oriunda de la región oriental del Mediterráneo. A menudo crece en arboledas de olivos viejos: pueden verse grandes cantidades en primavera, bajo los antiguos olivos del Huerto de Getsemaní, en Jerusalén»
(2) Fuente: https://www.songfacts.com/facts/blind-willie-johnson/dark-was-the-night-cold-was-the-ground

Trasmocho (y 5): escoba de bruja, cabeza de gato

(Nota, 8 de marzo/21- La borrasca «Filomena» ha destrozado muchos árboles que, se quiera o no, habrán de ser desmochados o terciados para tratar de salvar/rehacer lo que la nieve ha roto, lo que queda de las copas partidas. Al pensar en esto ayer -desde el coche, por los caminos, es indescriptible el destrozo, más visible cada día en encinas y olivos a medida que las hojas de las ramas muertas se van secando, en medio de la copa aún verde-  recordé este post y lo busqué, descartado desde hace años en la bandeja de borradores -supongo que por demasiado largo)

Terciado, que da > una escoba de bruja, que a su vez da, si se limpian los brotes al año siguiente>   una cabeza de gato.
Actualización: cuando el trasmocho (generalmente con motosierra y sin miramientos) se hace en cada una de las ramas estructurales en vez de en el tronco, entonces se le llama «terciado«, que es, por tanto, como un trasmocho/desmoche/descabezado aplicado a esas ramas primarias, dejando sólo  un tercio (+/-) de su longitud.

Foto 3. Cabezas de gato, tras retirar cuidadosamente la «escoba» (pelo a pelo, con tijera)

Foto 2: La herida se llena de brotes desordenados. Una escoba de bruja. Una melena enmarañada. Los brotes, muy numerosos, nacen de yemas adventicias en el perímetro del corte: las inserciones serán siempre débiles, proclives a romperse con el tiempo. Si se retiran esos brotes, todos, se forma entonces la cabeza de gato.

N.B: como se ve en la foto 3, si se amplía un poco, los jardineros que saben más , incluso cuando ven la cabeza de gato como un fin en sí mismo -que perpetuarán año tras año- acostumbran a dejar algunas varas aquí y allá sin cortar. Lo hacen sobre todo en árboles muy vigorosos, para que la escoba de brujas no se les desmadre…(más varas = más yemas = menor vigor de los brotes subsiguientes), y no tanto para reconstruir conscientemente una gran copa.

Ahora, foto 4, de una «cabeza de gato que ya va dejando de serlo», porque se han escogido dos o tres brotes bien orientados; estos 2 ó 3 brotes han engordado y ya vuelve a verse algo parecido a una «copa» estructurada; todos los demás brotes vuelven a limpiarse:

Foto 4. Cabezas de gato que pronto dejarán de serlo, en fase de reconstrucción de la copa. Conviene rebajar esos brotes al primer desvío aceptable, para que -en primavera, cuando se llenen de hojas- no corran el riesgo de quebrarse con el viento/su propio peso.

Sobre la primera opción, pongamos (a): cabeza de gato año tras año.
¿Por qué hacerlo?
En la mayoría de los casos esta poda  no se escoge por razones ornamentales -(¿bonitos muñones?) sino para arremeter la copa. Es decir, para que una especie arbórea de gran porte pueda seguir creciendo sin estorbar en un espacio reducido (mejor hubiera sido seleccionar un árbol más pequeño al hacer la plantación… pero no siempre se puede elegir; ante lo irremediable, supongo que es preferible recurrir a estas podas en cabeza de gato y conservar el árbol que apearlo porque estorba al camión de la basura, o porque se ha construído junto a él un aparcamiento, o…). Ahora bien, las razones ornamentales -que, confieso, me cuesta compartir- también se dan. En el norte de Francia y en los Países Bajos he visto a menudo, tanto en el campo como en la ciudad, cortinas de tilos podados en tête de chat. Y aquí mismo: en muchas plazas y paseos de pueblo se siguen haciendo bóvedas de plataneras con puentes de injerto, lo que implica mantener una estructura -fragilísima- de pequeños muñones/cabecitas de gato.
Las cabezas de gato envejecen mal.
Cuando esas cabecitas -en plátanos ornamentales casi siempre- , pasados unos años, han engordado tanto (acumulando reservas) que se pone en peligro la estabilidad d la rama que la sostiene, entonces se procede a decapitar. Con la motosierra. ¡Adios a los muñones! Suena muy salvaje, y lo es , pero al menos no se hace por pura impericia, de forma rutinaria año tras año, como con los terciados municipales que todos conocemos… Ese corte, pasados varios años de engorde del muñón, se hace para mantener una estructura estable. Y además, para debilitar adrede el árbol (hay que mantener una especie grande en un espacio pequeño). Al año siguiente del corte los brotes salen disparados como flechas del perímetro de la herida ,formando la «escoba de bruja» que ya conocemos…  Si en los años siguientes no hacemos nada el desbarajuste de la copa será total.
O sea, que
o bien (a) reiniciamos la formación de una cabeza de gato;
o bien opción (b) tratamos de reconstruir la copa escogiendo los mejores ramos y eliminando el resto; como en la foto 4.
la opción (*c), abandonar el árbol a su suerte, no vale. Se formará una maraña de ramos con inserciones muy frágiles que competirán entre sí; muchos se secarán, otros se partirán al crecer y engordar, perdiéndose reservas innecesariamente, abriéndose la puerta a infecciones….. Así que NO: ahora no vale hacerse a un lado. El que ha provocado el problema, que apechugue y lo arregle (opciones a/b)

Lo último vale también para todos los demás trasmochos. Fue saliendo en los otros «posts». Cuando un hombre decide formar un fresno trasmocho para ramoneo, o un melojo para leña, o un sauce para tejer nasas; cuando decide recepar un castaño o un quejigo; cuando decide formar un árbol, el que sea, contrariando el que sería su crecimiento natural, con su porte natural, si él no hubiera intervenido, entonces ya no debe separarse de él nunca (o al menos en una larga temporada…). Los chirpiales y los ramos de los trasmochos abandonados se desgarran y se secan por falta de cuidados. No pretendo decir que haya que seguir manteniendo una explotación que ya no es rentable, en un suelo cada año más seco, con un clima imprevisible…. Pero ¿es de verdad imposible  intervenir, siquiera  mínimamente, para que los árboles no se malogren y, con ellos, el paisaje?