Trampa-botella para velutinas

Costa da Morte, marzo 2024

modelo 1: se corta la parte superior de la botella y se vuelve a introducir dada la vuelta. Aquí los dos trozos están sujetos con cinta adhesiva
modelo 2: se corta la parte superior de un botellín más pequeño y se le hace un agujero al grande, en el lateral, para introducirlo (como un mini embudo)

modelo 3: La Voz de Galicia 28.3.24

Los dos modelos de trampa-botella que corren por la web funcionan: uno tiene el embudo arriba (foto1) y otro en el lateral (foto 2). El primero tiene la ventaja de que el embudo es más grande pero la desventaja de que se puede llenar con la lluvia. El segundo, a la inversa, tiene el embudo más pequeño (se hace con la parte de arriba de un botellín de medio litro, insertado en otro de litro o litro y medio) pero está siempre más protegido. Un tercer modelo (foto 3), explicado en el artículo de La Voz de Galicia del 28 marzo, sería la botella con su tapón, entera, pero con orificios de entrada de 8 mm en la parte alta.

Hay varias recetas para el mejunge. La que usa Calixto, vecino de mi padre: cerveza y Aquarius de naranja a partes iguales ( Calixto: no vale de limón). Otros dicen que cualquier vinorro pasado mezclado con agua y azúcar. Otros que miel, o que orujo, o que orujo con miel o con vinagre, o agua con azúcar o aquarius o zumo de arándanos, y orujo o cerveza y/o vinagre, incluso ¡vermú! La lista de recetas es larga, pero quizá una sola cosa a retener. Azúcar más levaduras (que ya están en la cerveza o en el vino/vinagre, pero también pueden añadirse: una cucharadita de Royal) más algo de calor = fermentación = avispas en camino. Y siempre es así, sea en la parra en septiembre, sea en un montón de manzanas podridas en el fondo de un hórreo… sea en una trampa azucarada en una camelia en flor en marzo, que es cuando hay que ir a por ellas, a por las hembras fundadoras velutinas, para evitar que aniden.
Proporción aproximada: para cinco litros de agua (= 10 trampas), 2 kg de azúcar, medio sobre de levadura, un chorro de vinagre. O bien, para sólo 2-4 trampas: 1 cerveza, 1 aquarius de naranja, unas gotas de vinagre,y completar con agua y azúcar. Funciona. Comprobado.

La trampa se cuelga en un sitio protegido del viento, ni muy alta ni muy baja (= que podamos ver con facilidad el contenido), atada a la rama de lo que en este momento esté en flor (por aquí: rododendros, camelios, azaleas precoces, glicinias) Es recomendable atar la trampa con una lazada (firme) en vez de un nudo, para que sea cómodo desatarla. Habrá que revisarla una vez a la semana o cada diez días -por ejemplo. Si en la trampa hay «caza», la vaciamos y volvemos a rellenar de mejunge. Hay quien deja una velutina fermentando… (*pero no lo entiendo bien; ¿por las feromonas? ¿sigue desprendiéndolas una avispa muerta y bien muerta? )

Si no se hacen estos agujeros + bridas o ramitas, ES MEJOR NO USAR LA TRAMPA.

MUY IMPORTANTE. Para que los otros insectos (todos los demás que hayan entrado en la trampa) puedan salir -o lo tengan más fácil- hay que hacerle a la botella unos agujeros un poco por encima del mejunge. Es decir, si rellenamos cuatro dedos la trampa-botella, conviene hacer dos o tres agujeros a la altura del que sería quinto dedo. Medio cm de diámetro, por ejemplo. Pero también se pueden hacer algunos agujeros más, de diferentes diámetros, hasta la parte de arriba. La mayoría de los otros insectos saldrán pero la enorme velutina no. Del artículo de La Voz (véase foto 3) he sacado la idea de la brida: se hace una ranura fina en la botella y se introduce una brida larga en el mejunge, a modo de puente por el que puedan subir los insectos hasta los agujeros de escape de la parte media o alta. ¿Podrían valer en lugar de la brida unas ramitas? Pues sí, es todo lo mismo. Por otra parte, parece que la adición del vinagre no sólo ayuda a la fermentación: atrae a las velutinas pero disque repele a los demás.

Por último. Para entender esta inquina contra la velutina: https://www.miteco.gob.es/content/dam/miteco/es/biodiversidad/publicaciones/estrategias/estrategia_vespavelutina_tcm30-69976.pdf. Las crías de Vespa velutina, avispón negro/avispón asiático, son grandes predadoras de abejas melíferas y otros polinizadores, ya de por sí bastante amenazados en todo el planeta. (En su fase adulta, sin embargo, la velutina se alimenta sobre todo de frutas maduras -y por eso la trampa-botella con el mejunge «tipo Calixto» funciona en este momento del año).

P.D. SE AGRADECE CUALQUIER CORRECCIÓN / COMENTARIO

3/marzo. Me mandan desde Sarria la sugerencia de subir la dósis de azúcar (*ya está corregido: 2kgs para 5 litros), la idea de usar como alternativa zumo de arándanos (*ya añadido a la lista de recetas), y este link de Campo Galego:

Termitas en la viña

Hace tiempo que quiero escribir sobre las termitas, esa especie de hormigas cabezonas y translúcidas que trituran la celulosa de las cepas y que cada año, cuando podamos la viña, me parecen ser más. Iba a ordenar las cuatro vagas ideas que tengo sobre ellas (en resumen: que no son causa sino consecuencia de la debilidad de la viña; como los líquenes en las ramas de los robles resecos, cada año más resecos, en los valles bercianos y gallegos que ahora atraviesa el AVE a toda pastilla) pero una búsqueda rutinaria en internet me ha conducido, casi ipso facto, a www. pasiontermitas.com.  Otros se apasionan por el chocolate, por Bach, por el billar a tres bandas… ¿Por qué no apasionarse por los entresijos del termitero? El resultado es un blog lleno de datos, enormemente útil para entender los ciclos del insecto, distribución, daños etc. Su autor, que trabaja para una empresa de «control de plagas», propone frenar las infestaciones en viñedo con un cóctel variado de organoclorinas y/o fosfaminas y/o otros…
Compramos LRO en 2006. La secuencia en este viñedo reviejo ha sido la esperable: estrés hídrico, yesca, más estrés hídrico, ¿errores de poda?, yesca, estrés hídrico, termitas, hormigas, estrés hídrico, hormigas… Y qué le vamos a hacer. ¿Actuamos contra todo con artillería pesada (de dudosa eficacia a medio/largo plazo; con seguros efectos secundarios a corto sobre el resto de la fauna), o, puesto que se trata de un viñedo familiar, del que nadie depende para vivir, en el que no se pagan jornales … tiramos para delante con lo que hay, arrancando las cepas que se mueren -calentándonos con ellas en invierno- y plantando otras nuevas, si acaso, en otra zona de LRO?
De la cepa que se muere no es responsable la termita. Las termitas no se alimentan de madera viva. Los brazos afectados por una infestación en toda regla son más frágiles. Esto hay que tenerlo en cuenta, supongo, en grandes plantaciones mecanizadas. No en un viñedo de 500 cepas que ni siquiera se ara. Aquí nos ha de bastar con retirar la madera estropeada (desde antes de la llegada de las termitas, pues) y con desroñar, como decía Severo, brazos y pie de la cepa. Pero ni Dieldrin ni Dimetoato ni nada que se le parezca: nada. Ningún cóctel. Nada, Nunca. A largo plazo, quizá hasta salga más rentable sacar en procesión a la Virgen de la Nueva y pedirle que llueva, que llueva salvajemente durante quince días…

Añado esta otra foto de las termitas de LRO; hinchadas y lustrosas Kalotermes flavicollis , “hermosas termitas de cuello amarillo”. El nido es pequeño; lo hacen entre la madera, que, como se ve en la foto, está también llena de excrementos y tierra. Cuando alguna termita «echa alas» y se va a iniciar otra colonia, se la puede ver en los montones de leña que quedaron sin quemar en primavera. Entre esa leña hay ramas secas de almendros y ciruelos (foto de arriba). La termita en fase alada es la única que va con «collar», esa bufanda amarilla que da nombre a su especie (flavicollis; pero sólo tengo fotos de la tropa de obreras sin alas, en invierno). Todas son ciegas. He aprendido en pasiontermitas.com que lo que les espanta no es la luz sino el aire, el peligro de la deshidratación.

Dejo anotado, por último, que termitas y carcoma no son lo mismo (el diccionario online latín-español puede llevar a engaño): aunque no son ni parientes, las termitas parecen hormigas blancas y gordas; la carcoma es un escarabajo; sus  larvas perforan galerías en la madera seca, comen, pupan y adiós.
La termita-voladora tampoco se puede confundir con la hormiga-voladora, imposible. Véase el esquema de aquí abajo, sacado de internet. La termita es isóptera. Le he pintado una bufanda amarilla para aprovechar el dibujo. Ahora es una Kalotermes flavicollis alada en el mes de mayo:

Esplendor en la hiedra

En septiembre y octubre huele a miel en el jardín. ¡No hay que podar las hiedras! No, al menos, hasta marzo. Ahora florecen y cuajan. Y también ahora, cuando tan pocas flores se ven ya por el campo, las abejas terminan de reunir sus reservas para el invierno. Después maduran las bayas; racimos densos, de color negro mate, que alimentan a las tórtolas turcas que empiezan a verse por aquí, rondando los comederos de los perros y los gatos (jugándose la vida, de hecho: más les valía meterse entre la hiedra y no salir). En el vídeo también se ven avispas. Se las distingue bien por la librea amarilla/negra, muy marcada, y porque no tienen ni pelambrera (las abejas sí; unas más y otras menos) ni corbículas de polen en las patas traseras.

Esta es una abeja de la miel, una abeja «común», Apis mellifera, que murió en acto de servicio al pie de la hiedra que cubre el tejadillo de la entrada de la bodega. Hay otras que se le parecen. Las del género Colletes , las del género Andrena... se distinguen principalmente (i.e., ante la duda, hay que mirar ahí) por la venación de las alas y por el tamaño y forma de la lengua. Apis, Colletes, Andrena y alguna más tienen en común las tres celdillas submarginales (sm, en la foto de abajo). Mi abeja es Apis mellifera porque la celdilla marginal (m) llega casi al extremo del ala. Además, porque tiene la lengua larga y fina de las abejas del género. Además, por esas patas planas características que le cuelgan en vuelo, literalmente «cargadas hasta las trancas»… (Link: M.Chinery, guía de insectos + http://www.abejassilvestres.es/resources.html – o directamente: //www.abejassilvestres.es/media/Chuleta_id_abejas.pdf)

Rinocerontes XXS

Dos machos: el grande es Oryctes nasicornis y el pequeño, de color castaño, Phyllognathus excavatus . Son de la misma familia (escarabeidos), y los dos tienen cuerno (grande o pequeño) en forma de media luna (cuarto creciente). Los dos aparecieron muertos estos días, uno en el campo y otro dentro de la furgoneta. He leído que los adultos de escarabajo-rinoceronte apenas se alimentan. Viven unos pocos meses, lo justo para procrear. Revolotean como drones al atardecer, cerca de los puntos de luz, quizá también -pienso ahora- cerca de los faros de los coches (?). Las larvas son otro cantar: gordas como langostinos pelados, el doble o el triple de grandes que las del escarabajo sanjuanero, viven durante años entre los restos de hojas secas, serrín y leña fina; por ejemplo, la que «sobró» después de cortar las ramas que rompió la nevada en enero. Muchos montones quedaron por ahí apilados. En parte porque los forestales ya no expedían más permisos de quema; en parte porque está bien que sea así… Las larvas de los escarabajos rinoceronte se alimentan de esa madera en descomposición. Aceleran el proceso. Ayudan. No son los únicos escarabajos que lo hacen, pero sí los más espectaculares (ciervos volantes no he visto aún, no aquí).
A estos dos los he guardado en una vieja caja de lata, Veritables Bergamotes de Nancy, que es perfecta para que se conserven bien (no le he puesto etiqueta; si me olvido de que los rinocerontes están ahí -y lo olvidaré, seguro-, daré un respingo cuando vuelva a abrirla, pero entonces recordaré muchas cosas: LRO, nieve, leña, montones de ramas, el final del verano, escarabajos volando al ponerse el sol)
Mañana iré a buscar entre la hojarasca, por si apareciera también alguna hembra.

Consejos a la juventud en tiempos de crisis

Pisar bien la tierra alrededor de las coles recién plantadas.
Arrancar las hojas bajas de las coles.
No enterrar el cuello de las lechugas.
Poner tutores a todas las tomateras, incluso a las que nos venden como “de mata baja”.
Los tutores se ponen antes; las tomateras, después.
Arrancar las hojas bajas de las tomateras.
Despuntar regularmente las tomateras, para que los racimos que quedan maduren bien.
Los calabacines aguantan la media sombra.
Si hay flores silvestres cerca (es decir, insectos), los calabacines cuajarán mejor.
Los rabanitos crecen muy rápido y son compatibles con todo.
No regar con el chorro a tope: doblar un poco la manguera, o colocarla en el interior de una maceta (sobre el suelo), o hacer un manguito con sacos y atarlo con un alambre al extremo…

 

 

 

 

 

 

El riego por goteo es para perezosos (o para huertas muy grandes).
Cavar favorece el enraizamiento y la penetración del agua donde esta es escasa.
Cavar favorece la aireación donde el agua sobra.
Cavar en exceso, allí donde el agua es escasa, favorece la evaporación.
Hay que elegir entre cavar o acolchar.
Acolchar impide que el agua se evapore (se riega colocando la manguera debajo)
El acolchado orgánico mantiene mullida la tierra, rica para las lombrices.
El acolchado orgánico, al descomponerse, aporta nutrientes al suelo.
Cavar perjudica al grillotopo.
Pero acolchar lo favorece.
El acolchado protege la tierra del golpeteo de la lluvia y el granizo.
Pero el acolchado es perjudicial al final del invierno, porque impide que el sol caliente la tierra.
Solución de compromiso: se puede cavar al principio, en primavera, y colocar el acolchado después, incluso renovándolo al “limpiar” la huerta en otoño.
Mucho cuidado con el verbo “limpiar”.
Las gallinas de Perico se comen los restos de la huerta: ¡y también al grillotopo!
Mirlos, rabilargos, alcaudones… a todos les gusta comer grillotopos.
Grillotopos y cebollas son incompatibles.
Grillotopos y patatas son incompatibles.
Hacer lo que se pueda (y más) por cazar grillotopos.
Lo mismo con los buprestes, que devoran las hojas de los albaricoqueros.
Las orugas de Chupaleches no son nocivas a menos que se acumulen muchas en el mismo árbol (en cuyo caso las recogeremos delicadamente, para redistribuirlas)
Las mariposas Macaón son, además de preciosas, inofensivas en la huerta: sus orugas solo comen hojas de ruda e hinojo; se les pueden dejar algunas plantas, enteramente para ellas.

Habas y guisantes se siembran enseguida.
Donde el verano es intenso, habas y guisantes se recogen también enseguida: mayo a más tardar.
Y en su sitio se plantan tomateras.
Las varas de la poda de los almendros sirven de tutores para los guisantes pero no para los tomates (tampoco para las judías)
Los mejores pimientos son los de septiembre.
Los mejores puerros, los de abril.
Si se aprietan mucho las cebollas en la línea, saldrán más pequeñas. Si se las espacia, más grandes.
En tierras pesadas: manzanos y ciruelos.
En tierras ligeras: perales y almendros.
Nada justifica no tener un compostero.
Nada justifica no aprender a obtener semillas propias. Nada justifica no intentarlo.
El hortelano que trabaja solo puede quitarse la mascarilla en la huerta.
Nada justifica no volvérsela a poner en cuanto sale.

Barbie Jardinera

 

NOTAS:
Completar con una guía de buenas asociaciones: https://laramadeoro.wordpress.com/wp-admin/post.php?post=1528&action=edit
La foto de la macaón es del jardín de Gema.

Verano 2020 (1)

30 de junio-5 agosto

Cuándo hay que desbrozar. Cuándo exactamente. Cuando lo que quede detrás, una vez apagado el motor, sea esto:

Crepitar de verano: cardos amarillos y amor de langostas. Locusta migratoria, en fase solitaria (solitaria-conyugal), a la que corresponde ese color pálido, entre pardusco y verde agua. Leo que las langostas se oscurecen cuando empiezan a ser muchas. Pero aquí yo  nunca veo más de una o dos, y siempre con ese aspecto, un poco clorótico. No sé dónde ponen los huevos, si es que los ponen y prosperan. No sé tampoco quién se las come, quizá los rabilargos, las urracas. Un crujido en el pico, como de churros recién sacados de la sartén. 
Los cardos: Centaurea ornata. Casi lo único que sigue en flor. Otro crepitar, como el de la hojarasca bajo las encinas.

A majano, como a milladoiro, se le sobreentiende el colectivo (conjunto de- cantos), pero no a mojón ni a mogote ni a hito ni a hita (ni a pedra-fita). Y también el material: piedras, únicamente. En cuanto a la función: a veces balizas (como mojón), a veces recordatorios (como hito), a veces nada, y siempre y en cualquier caso, seguro refugio de lagartijas.
Leo que milladoiro se contaminó con humilladero; derivó en humilladoiro y quedó como término asociado a los romeros, del Camino o de cualquier ermita. Los peregrinos franceses los llamaban montjoies.  Marcaban la buena dirección, la del oeste, y eran como puntadas petrificadas de la Vía Láctea. O Montes do Gozo en miniatura, que iban prefigurando -como metas volantes- la colina de San Marcos de Bando, a las puertas de Compostela.

Los majanos del campo, sin embargo, son solo lo que parecen: un montón de cantos (mis vecinos jamás les dicen «guijarros», pero sí usan «guija» para la grava fina en que se desmigaja el granito, tenida por buena para las cepas). Señalan una parcela despedregada hace décadas, o siglos, allí donde se iba a sembrar cereal o a plantar una viña. Pasaba primero el arado. Las piedras que había levantado la reja se recogían una a una, doblando la espalda y cargando capachos. A veces podían aprovecharse para muros secos, para rediles, bancales o pequeños chamizos (de los que alguna huella queda entre las zarzas) pero lo que interesaba de verdad era la tierra. ¡Qué hito ni qué hita!  Desde entonces viven en el majano las musarañas, los lagartos ocelados, los sírfidos -que parecen avispas pero en realidad son moscas-, algunas serpientes, los colirrojos tizones. En el lado que da al norte, bajo las piedras medio enterradas y más frescas de la base: bichos-bola, escolopendras, lombrices, puede que algún sapo… Dicen  los que las han visto -Miguel Manduca- que también entre las piedras se refugian durante el día las luciérnagas, pero yo, aunque las busco, no he vuelto a verlas desde que era niña. De hecho solo las vi una vez, en una pradera da Costa da Morte que olía mucho a menta y a hierba mojada; por eso las asocio a eso -ese olor y esa humedad- y para nada a los rastrojos de LRO, ni siquiera al relativo frescor de los majanos. 
Lucecús. Mi padre había cogido una linterna y nos llevaba caminando detrás, en silencio para no asustarlas. La pradera estaba -y está- cercada por un valado de piedra. Pero no un valado cualquiera, un muro como otro, con las piedras sin escoger, mejor o peor amontonadas. No. El valado aquel era -y es- una muy respetable obra de autor, del cantero Xosé de Canduas «el Pantera», q.e.p.d.,  personaje de otros tiempos, como las luciérnagas, que solo trabajaba cuando se levantaba con ganas, y había que decirle amén a todo, sin chistar, porque tenía plena conciencia de su valía y podía mandarte al carallo ...  (He tardado cuarenta años en darme cuenta, hoy, al pasar por el majano del camino de LRO: bien a la fresca en el valado del Pantera, os lucecús tendrían donde recogerse durante el día.) (1) 

Helado de maracuyá, flor de la pasión. 
La Passiflora caerulea, aunque americana del sur, tolera bien el frío y pasablemente bien el calor de la meseta. Florece y el fruto cuaja. No es sabroso, sabroso como el maracuyá, fruto de su prima  Passiflora edulis. Aún así, los pájaros se lo llevan cuando tienen sed, y después van dejando sus semillas por los patios y setos de las casas del pueblo. Aupándose ágilmente entre las ramas de un olivo, las lianas de la pasíflora -zarcillos largos, hojas lobuladas oscuras y ásperas- conseguirán llegar a lo alto y embarullar la copa. No será fácil deshacerse de ella  si, en vez de cerrar filas con el viejo olivo, nos apiadamos de la exótica Passiflora -¡tan hipnóticas son sus flores!- y tardamos demasiado en arrancarla. (En los anodinos setos de arizónica ya  es otro cantar. Así en la foto; bayas de pasionaria, como bombillas encendidas, sobre el seto de la vecina; únicas  luces de verbena que habrá este verano)
El helado artesano de maracuyá, el mejor del mundo, lo hace Mambaye en la heladería-chocolatería de Valdeisabella (calle Dr. Mampaso, 2A, San Martín de Valdeiglesias, chocolates y pastas ecológicos, también a domicilio: iseba1@hotmail.com)

Última alfalfa en flor. Cuarenta grados a la sombra a las seis de la tarde. Hoy, ayer, anteayer, y dicen que mañana, pasado mañana y al otro. Así hay que vivir.  Chicharras en los pinos. Saltamontes en las hierbas sin segar. Avispas entre los racimos de uvas, ya en pleno envero. Muy arriba, tan arriba que no sé si los veo o me lo invento, dos buitres bailando.  Abajo, nada. Ni un rabilargo se atreve a cruzar el secarral hasta que empieza a caer el sol.
En el vídeo: trío de pulgones-hormigas-mariquita , trasteando en una alfalfa sembrada hace más de diez años. Perico ‘Somatén’ se la lleva a veces para sus conejos. Aparca la C15 en el camino, sin apagar el motor, y saca un hocino de debajo del asiento.  Qué raíces tendrá la alfalfa, para soportarlo todo tan bien. La sequía, los cortes repetidos de la hoz.

 

5 de agosto
Por el lado de Robledo de Chavela el cielo vuelve a estar azul. Mil hectáreas han ardido, según informan en la radio local, de unos montes que ya nadie cuida seriamente en invierno. Enebros, encinas y pinos, pero también todo lo otro: cardos amarillos, majanos; cepas perdidas, sin podar, que aún producían algo y hasta maduraban, pasando ahora del verde al morado; zorros nacidos en primavera, que irían de noche a rechupetear esos racimos; serpientes que ya habrían mudado varias veces;  jaras de flor blanca, jaras de flor rosa; retamas que hacían ¡clac! al rasgarse sus legumbres; rabilargos de antiquísima estirpe (cuentan que llegaron en el siglo XVI en un galeón portugués, procedentes de Japón y Corea; desde Lisboa  subieron Tajo arriba… y hasta aquí llegaron), chicharras en el pinar, langostas, hormigas, alfalfa que alguien sembró hace una década, quién sabe si una pareja de luciérnagas….  Mil hectáreas de todo eso. Y así hay que vivir..

 

NOTAS
(1) P.P. Passolini usó en una ocasión «la desaparición de las luciérnagas» -ocurrida en los primeros 60, según su propia constatación- como término ante/post quem para explicar la política italiana contemporánea… o cualquier otra cosa. En el momento de confrontación de apocalípticos e integrados (el libro de U. Eco es también de la época) él representaba posturas muy puritanas, que no le parecían contradictorias con su  condición de «marxista humanista» (tampoco debía de serlo conducir un Alfa Romeo y salir con él  a vacilar por las afueras de Roma -esos descampados maravillosos, extraordinariamente poéticos, que filmó en Mamma Roma, en Pajaritos y Pajarracos… en los que para poder construir, entre otras cosas, las autopistas por las que él conducía a todo gas, ya no era posible encontrar luciérnagas…). Mi padre nos enseñó las luciérnagas, con mucho misterio, mucha ceremonia, a finales de los 70. Una amiga de Cotos de Monterrey fotografió una hace tres años (aquí a la derecha, sin flash). Una. Pero lo que yo recuerdo es un dibujo de luces, como un encaje, que se encendía y apagaba, e iba avanzando por la hierba. Las luciérnagas desaparecieron pronto, en pocos meses. Mis padres -como los padres de todo el mundo, que ni eran marxistas-humanistas ni lo contrario- querían construir ahí mismo una piscina; los vecinos ya habían construido la suya, el concello había asfaltado la bajada a la playa…

(Passolini. La compilación de artículos, Escritos corsarios, está en internet, formato pdf y libre acceso. Sobre las luciérnagas: artículo de 1 de febrero de 1975. De lectura  soporífera hoy, en mi opinión, salvo los párrafos iniciales)

El kaso de los guisantes okupados

Fotos 1 y 2

Larvas comiéndose los guisantes y dejando por ahí lo que les sobra. En ninguna vaina okupada encuentro un posible orificio/ventanuco de entrada, y donde sí  lo encuentro (orificio/ventanuco) no hay ya okupación, lo que prueba, como se verá más abajo, que no es de entrada sino de salida. Así pues, ¿como pudo entrar en la vaina una larva de tan buen ver? Leo en la web que por un orificio/ventanuquillo muy pequeño, pequeñísimo, taladrado en la vaina cuando esta aún estaba tierna y la larva, recién eclosionada, tampoco tenía aún las hechuras que tiene ahora. El tejido de la vaina habría ido achicando el orificio de entrada a medida que ella misma crecía.

La larva de las fotos es de color verdoso, con verrugas punteadas en la espalda y cabeza oscura. Las más pequeñas, de tres o cuatro milímetros. Las más grandes, del tamaño de la uña de mi dedo pulgar (foto 1). Comen uno, dos, tres guisantes.  A veces hay más de una por vaina. Tapizan con su excrementos las paredes. Y cuando terminan de crecer, pasadas varias semanas, abren un agujero y se van, para pupar en el suelo. Ahora bien, estos últimos pasos -desde que la larva termina de crecer, se va, se entierra, pupa, la crisálida despierta, sale el adulto y volvemos a empezar- sé que son así porque lo he leído, pero de hecho aún no me he visto nunca frente a frente con el insecto adulto (el que puso los huevos, de los que salió la larva etc). Busco por los libros y las webs de «plagas»: tal vez, pero solo tal vez (enseguida explico mis dudas), se trate de una larva/oruga de un lepidóptero,  Cydia (o Laspeyresia) nigricana, la polilla del guisante.

Como las okupadas no tienen orificio, busco en el cesto alguna vaina que sí lo tenga y que documente lo dicho (= estará vacía; el orificio es de salida). Voilá:

 

 

 

 

Fotos 3 y 4

La primera observación es evidente: ¿cómo iba a salir una larva tan gorda por un agujero de apenas dos mm? Lo del orificio de entrada lo habíamos solucionado, ¿pero este…?  Al abrir la vaina  me encuentro, además, un escenario distinto al de las fotos 1 y 2. La vaina deskupada está bastante más limpia que las primeras. O en otras palabras: no hay vainas desokupadas y con orificio que además estén llenas de excrementos. Así que hay un problema (y puede que se deba, no lo niego, a siete temporadas de The good wife comprimidas en dos meses de cuarentena): si no está ya la ex-okupa, y si todo está tan limpio, ¿cómo puedo dar por seguro que la que se fue por la ventana (fotos 3-4) es pariente de esas otras  que aún puedo pillar con las manos en la masa, dejándolo todo perdido (fotos 1-2)? No lo sé. No tengo pruebas. 

El insecto adulto responsable de la desfeita en fotos 1 y 2  sí pudo ser la polilla del guisante, principal sospechosa, por la que me incliné de buenas a primeras al empezar a escribir esto. Pero las fotos 3 y 4 me dan que pensar. Leo entonces que hay otro  delincuente habitual en los bancales de leguminosas:  un gorgojo (coleóptero, Bruchus pisorum), cuyas larvas pupan dentro de los guisantes.

Investigo.

  1. Las fotos de larvas  que encuentro por la web no me aclaran nada. Ninguna es exactamente como las fotos 1 y 2.  Parecidos razonables, sí, pero nada concluyente. Leo que las larvas del gorgojo son mucho más pequeñas que las de la polilla, pero claro, las de la polilla pasan por diferentes estadios larvarios, y en los primeros ¿no podrían confundirse con las del gorgojo?. 
  2. El otro factor: los hábitos de limpieza de las larvas. Este tema en concreto no parece despertar el interés de ningún entomólogo (ni de nadie, en general). Sin embargo, tendríamos que poder confirmar que las larvas del gorgojo no dejan la vaina tan sumamente llena de m. como las de la polilla. Solo entonces daríamos el kaso por cerrado. Y esta sería entonces la hipótesis:

    las larvas que entraron y todavía están ahí  no son necesariamente de la misma familia que las que ya salieron. Las del gorgojo habrían llegado antes, puede que en el propio sobre de semillas; hicieron en un visto y no visto lo que tocaba (engordar+ pupar, sin manchar demasiado) y salieron rápidamente (fotos 3 y 4) cuando las otras -las de la polilla- aún seguían empachándose (fotos 1 y 2). Lo que no hay o no encuentro (pero cabe añadir: de momento) es vainas desokupadas con orificio tamaño XL  y que estén llenas de m.

Las larvas del gorgojo son diminutas y podrían estar ya dentro del grano cuando las sembré. Por eso, señorías, podrían haber empezado el ciclo antes que las polillas, porque habrían llegado primero al escenario del crimen: en cuanto empezó a hacer calor, allá por la segunda prorroga del estado de alarma, el adulto de gorgojo ya estaba allí (=arrancó el primero, comió, pupó ahí mismo y se despidió a la francesa). Pero las larvas de la polilla tienen un ciclo más largo. Incluso pudiera ser que NO salieran nunca de su despensa: que se quedaran ahí dentro hasta que la vaina se secara y se abriera sola (clac, clac, como las legumbres de las retamas en el monte, si el horticultor las indulta para futuras siembras), o, en caso de decidirse a marchar, lo hicieran a bocados… y no precisamente por un ventanuquillo.

                                               Debullando chícharos

 

Nota: que la polilla y el gorgojo sean los sospechosos habituales no excluye un tercero, un cuarto… Valga esta nota como reconocimiento de mi ignorancia.

… y post scriptum de confirmación (?), dos semanas después: aquí la vaina-estercolero  con agujero suficientemente amplio para que salga la larva rechoncha (si bien flexible) de la polilla del guisante:

 

 

Amor y rabanitos

OLYMPUS DIGITAL CAMERALos rabanitos se pueden sembrar por aquí desde finales de febrero, en turnos de 15 días o así; no hay que enterrar mucho la semilla, ni después cubrir completamente el tubérculo con tierra; lo suyo -pienso- es que les de un poco el sol en la barriga, como a las cebollas; si no sabrán poco y picarán menos. Se empiezan a recoger enseguida, desde abril; en Madrid los rabanitos de mediados de junio  están demasiado fibrosos, no se les puede meter ya el diente (es como masticar una cuerda); los de julio ni se recogen, pero dejo que los últimos se suban a flor y que la planta se seque: así tendré semillas para resembrar en septiembre.

Una de las ventajas de regar a mano es que da tiempo a pasmar un poco entre las flores y hortalizas. Una de las desventajas es que la cámara, siempre en el bolsillo del pantalón, a veces se moja y a veces se llena de tierra (lo mismo le pasa al móvil, y no creo que tenga solución).  Estos días he descubierto mientras regaba que la flor de los rabanitos atrae a diferentes tipos de chinches. Las de la foto, atareadísimas, son chinches escudo (Carpocoris fuscispinus?).

La última de la clase

Al terminar junio

nemoptera bipennis Esta especie de mariposa -que no es tal, sino una prima, del orden Neuropterae– estaba posada esta mañana en una de las pocas margaritas no decapitadas por la desbrozadora. Es una Nemoptera bipennis.  Le hice la foto mientras regaba las moras. Con la mano derecha sujetaba la cámara y con la izquierda la manguera. La nemoptera vuela a trompicones, como si no le hubieran enseñado bien, indecisa entre esta hierba o aquella, y quizá agobiada por el calor. Pero esta foto mía, hecha  de cualquier manera, no puede transmitir ni su falta de pericia ni su ligereza. A lo mejor por su vuelo torpe -sin el nervio y la determinación de las mariposas- o por esos  largos faldones flotando, la nemoptera parece un pañuelo, o un trozo de papel,  que el viento anduviera paseando por los rastrojos.

¡Ya!

San José 2013

abejorro en un Prunus 18-3-13Ya está aquí. Llegó ayer, día 18,  a media mañana. Unas horas de sol después de un fin de semana de frío y llovizna…y ahí estaba por fin, sin alharacas ni ruedas de prensa. Ahí estaba, inconfundible, la primavera: un zumbido in crescendo en los almendros, en los ciruelos, y las primeras mariquitas «resucitando» entre la corteza de las cepas.

(Foto: un abejorro, género Bombus No sé la especie, quizá B.hortorum, pero la pelambrera varía mucho de unos a otros…)