Amarillo mayo

El calor acelera el final de la floración de las retamas. Adelanta la de las santolinas -campo de cetonias- y de los cantuesos, su complementario en azul. Mayo termina entonces como antes terminaba junio: terciopelo amarillo entre las viñas; cebadillas maduras y ásperas (peligrosas: pueden meterse entre las pezuñas de los perros); pámpanos verde claro, todavía sanos y jugosos. Y en la orilla de los caminos, y alrededor de la casilla, y ya enseguida entre las cepas (i.e: antes de que los pámpanos se hagan sarmientos pero no antes de que los invertebrados terminen sus tareas de primavera, que incluyen la fecundación de las flores de la vid)… hay que ir empezando a desbrozar.

(Foto: Santolina chamaecyparissus,)

El arte de atar los tomates

De las muchas formas que hay de hacerlo, esta es la que yo prefiero, incluso para tomateras etiquetadas como «de mata baja». Es menos exigente de lo que parece, pues el tinglado de marcos de hierro que se ve en la foto lo hemos hecho anteriormente con palos clavados en tierra y cañas cerrando el marco por arriba. En este sistema los palos, bambúes etc del sistema tradicional (especie de tipi) se reemplazan por cordeles. Descripción:

1. Entre los marcos, por arriba de todo, se van pasando alambres, cuatro o cinco, como líneas del tendido eléctrico. Se pueden hacer orificios con un taladro en el propio marco. O se atan los cables al marco, sin más, pero con sujeciones bien fuertes (¡que no se muevan cuando tengan que soportar el peso de varios kilos de tomates!)
2. Al pie de cada tomatera se clava una estaquilla, piquete… o cualquier cosa similar que sirva para atar un cordel, como los vientos de una tienda de campaña, que suba hasta el alambre del tendido que esté más cerca. Se pueden poner tantos cordeles como hagan falta, según lo vigorosa que sea la tomatera, es decir, según el número de tallos con racimos que podamos dejar con ciertas garantías de que acaben madurando… (dejarlos por dejarlos, para «ver qué pasa», es una tontuna que hacíamos mucho al principio; ya no).
3. Después iremos atando o enredando a él ( a ese cordel/»viento» que sube) cada tallo elegido. Digo «enredando» porque los tallos de la tomatera son flexibles. Se puede pasar el cordel por debajo de los racimos más cargados.
(Otra opción, alternativa a 2.: los cordeles pueden atarse directamente desde debajo de una hoja de la propia planta, sin piquetes ni nada ; si el cordel no es excesivamente fino, y el tallo no está sobrecargado de tomates – cosa que hay que evitar siempre, despuntando brotes sin piedad-, no hay riesgo de que al atarlos corten/estrangulen la tomatera).

El tinglado vale al año siguiente, o ese mismo otoño (pues aquí los otoños son largos y suaves), para unas judías trepadoras. O para echar por encima un sombrajo y cultivar debajo unas lechugas, unas acelgas, poco amigas del sol directo.

Respecto a los cherris, me reafirmo: hay que despuntarlos mucho pero, en mi opinión, no vale la pena el lío de los tutores, palos, ataduras…. Demasiado trabajo. Que se espatarren por donde quieran con un buen, buen colchón de paja debajo, o, en su defecto, unas cajas de madera a modo de cojín para levantar un poco los tallos más largos. Función de la paja/cajas: poder regar por debajo, sin mojar excesivamente la planta.

Fuego amigo

El permiso de quema que nos han expedido los guardas forestales caduca el día 10. Ramas y árboles destrozados por la nieve en enero: todo ha de arder ahora, mezclado con los sarmientos de la poda.. En LRO van ya ocho hogueras. Escojo fotos del fuego nº5 y del nº7 La leña al fondo, para el próximo invierno. Se picará cuando se pueda… Una pila de leña por cada fuego (nº 1, nº 2…), pero la cadena de la motosierra no puede con tanto, hay que afilarla de cada vez (Aprovecho para darle las gracias -gracias infinitas- a Mohamed B., que se compró la máquina de afilar para no tener que hacerlo a mano, que nunca queda igual de bien, o no tener que pagarle a Cipriano, el del polígono, que cobra 5 euros!! por cada afilado. Se la dejo quedar en el bar donde desayuna y la recojo bien afilada al día siguiente)

Consejos a la juventud en tiempos de crisis

Pisar bien la tierra alrededor de las coles recién plantadas.
Arrancar las hojas bajas de las coles.
No enterrar el cuello de las lechugas.
Poner tutores a todas las tomateras, incluso a las que nos venden como “de mata baja”.
Los tutores se ponen antes; las tomateras, después.
Arrancar las hojas bajas de las tomateras.
Despuntar regularmente las tomateras, para que los racimos que quedan maduren bien.
Los calabacines aguantan la media sombra.
Si hay flores silvestres cerca (es decir, insectos), los calabacines cuajarán mejor.
Los rabanitos crecen muy rápido y son compatibles con todo.
No regar con el chorro a tope: doblar un poco la manguera, o colocarla en el interior de una maceta (sobre el suelo), o hacer un manguito con sacos y atarlo con un alambre al extremo…

 

 

 

 

 

 

El riego por goteo es para perezosos (o para huertas muy grandes).
Cavar favorece el enraizamiento y la penetración del agua donde esta es escasa.
Cavar favorece la aireación donde el agua sobra.
Cavar en exceso, allí donde el agua es escasa, favorece la evaporación.
Hay que elegir entre cavar o acolchar.
Acolchar impide que el agua se evapore (se riega colocando la manguera debajo)
El acolchado orgánico mantiene mullida la tierra, rica para las lombrices.
El acolchado orgánico, al descomponerse, aporta nutrientes al suelo.
Cavar perjudica al grillotopo.
Pero acolchar lo favorece.
El acolchado protege la tierra del golpeteo de la lluvia y el granizo.
Pero el acolchado es perjudicial al final del invierno, porque impide que el sol caliente la tierra.
Solución de compromiso: se puede cavar al principio, en primavera, y colocar el acolchado después, incluso renovándolo al “limpiar” la huerta en otoño.
Mucho cuidado con el verbo “limpiar”.
Las gallinas de Perico se comen los restos de la huerta: ¡y también al grillotopo!
Mirlos, rabilargos, alcaudones… a todos les gusta comer grillotopos.
Grillotopos y cebollas son incompatibles.
Grillotopos y patatas son incompatibles.
Hacer lo que se pueda (y más) por cazar grillotopos.
Lo mismo con los buprestes, que devoran las hojas de los albaricoqueros.
Las orugas de Chupaleches no son nocivas a menos que se acumulen muchas en el mismo árbol (en cuyo caso las recogeremos delicadamente, para redistribuirlas)
Las mariposas Macaón son, además de preciosas, inofensivas en la huerta: sus orugas solo comen hojas de ruda e hinojo; se les pueden dejar algunas plantas, enteramente para ellas.

Habas y guisantes se siembran enseguida.
Donde el verano es intenso, habas y guisantes se recogen también enseguida: mayo a más tardar.
Y en su sitio se plantan tomateras.
Las varas de la poda de los almendros sirven de tutores para los guisantes pero no para los tomates (tampoco para las judías)
Los mejores pimientos son los de septiembre.
Los mejores puerros, los de abril.
Si se aprietan mucho las cebollas en la línea, saldrán más pequeñas. Si se las espacia, más grandes.
En tierras pesadas: manzanos y ciruelos.
En tierras ligeras: perales y almendros.
Nada justifica no tener un compostero.
Nada justifica no aprender a obtener semillas propias. Nada justifica no intentarlo.
El hortelano que trabaja solo puede quitarse la mascarilla en la huerta.
Nada justifica no volvérsela a poner en cuanto sale.

Barbie Jardinera

 

NOTAS:
Completar con una guía de buenas asociaciones: https://laramadeoro.wordpress.com/wp-admin/post.php?post=1528&action=edit
La foto de la macaón es del jardín de Gema.

Semilleros de la cuarentena

1. Calabazas

Hace tres semanas. Sembradas en fibra de coco, a dos centímetros de profundidad (la uña del dedo y hasta la falange, más/menos). Riego por pulverización. Bien tapadas. La humedad y el calor ablandarán el tegumento de la semilla, y el embrión, al desperezarse, lo partirá. Se airean todos los días, pero sin pasarse (que no se enfríe ni seque el sustrato). Cuando el tallo ha crecido un palmo, o casi, y se han formado ya dos o tres hojas verdaderas (las dos primeras eran aún los cotiledones, hojas embrionarias) hay que ir pensando en plantar fuera, o bien en repicar las plántulas en un sustrato más rico en nutrientes (la fibra solo tiene eso: fibra). Pero si las noches son aún frescas, que lo son, o podrían serlo, los semilleros se pueden dejar algunos días más tapados. Las hojas  están transpirando y fotosintetizando. La «tapadera», entonces, ha de ser transparente y tener chimenea (última foto: garrafa), para que no se condense la humedad y se nos pudra todo. Riego diario, muy suave.

La hoja verdadera es muy diferente de los cotiledones

N.B. Calabazas y calabacines se pueden sembrar en el exterior desde ahora, pasado el riesgo de heladas serias. Cuando la plántula asome de la tierra -que es cuando el frío podría acabar con ella, no antes- el relativo riesgo nocturno de esta época del año ya habrá pasado del todo. El interés de sembrar dentro, en casa y con tapadera, era -además de entretenerse durante la cuarentena- el de adelantar dos semanas la germinación. ¿Vale la pena? En zonas donde el verano entra pronto, como aquí, y sin apenas transición del frío (muy moderado) al calor (intenso), no estoy muy segura… porque las semillas que se pondrán fuera -mañana mismo- crecerán tan rápido y tan fuertes que enseguida igualarán, y aún adelantarán, a las criadas al calor de la cocina, los plásticos y las garrafas recortadas..

2. Madroños de Gema

(https://laramadeoro.com/2020/02/11/futuros-madronos/)
Hay unos doce fuera de peligro. Con «hojas verdaderas» y buen aspecto. Crecen despacio, pero crecen. Seguirán donde están hasta el otoño (por lo menos) y después aún tendrán que pasar a una maceta.


3.
Tomates de Miguel Manduca
O planta ya, o empiezan a pudrírsele las plántulas, que en este momento más parecen lechugas que tomateras. Han llegado justo justo al final de la cuarentena. Como aún no tiene 70 años Miguel podrá subir a la huerta entre las 8 y las 10h, pero a su colega Severo -que pasa mucho de esa edad- solo le dejarán de 10 a 12 (lleva encerrado las siete semanas, afilando y volviendo a afilar los mismos cuchillos y tijeras en el patio de su casa). Podrán saludarse cuando se crucen; uno de subida, el otro de bajada… Wasah o su hermano, no sé bien, le ha pasado ya la mulilla a la huerta, estercolada a fondo con la basura del rebaño (basura que Miguel lleva a la huerta en Navidad, para que hoy, justamente, esté lista para recibir las plántulas de tomatera)

Severo en la viña (parte 4)

Para que la poda vaya sobre ruedas -sin mordiscos en los sarmientos, sin tirones en los brazos…-  todas las herramientas han de estar afiladas y engrasadas. Severo limpia y cuida con mimo sus tijeras. Todos los filos van protegidos por un trapo y una caperuza de cuero. También la azolilla.

(El problema de Severo es que está muy sordo. A veces le pregunto algo pero él no me oye, aunque dice «dime» a cada rato, preventivamente, y hemos de andar a gritos por la viña. Tú hazle caso, me dice Miguel Manduca.  Hazle siempre caso a Severo, que sabe más que el buey Limón.)

 

Comienzo del fin

Vanessa cardui apurando las flores de una abelia, el mejor de los arbustos todo-terreno que se plantaron hace años entre las rocas, pegados a la casilla, a su calor, y ahora crecen solos, sin riego ni protección alguna. Queda en flor esa abelia y el rosal ‘Old Blush’, mi preferido entre los chinos, cuyas flores no dan de comer más que a las cetonias (y en primavera, con el sol en lo alto). Dos cólias -amarillo azufre, lunar negro y lunar plateado- aletean con la vanesa en torno a la abelia. Casi no se alejan de ella. Vuelan bajo, como sofocadas, se posan enseguida y pliegan las alas.

Hemos repuesto ya, para compensar las bajas de este año atroz, tres almendros (dos ‘Guara’ y un ‘Ferragnés’, de floración tardía), una higuera `Cuello de Dama’ y un hermoso nogal sin pedigrí. Quedan por plantar al menos otros cuatro almendros y tres olivos. Quedan también muchas almendras sin recoger. Hay más que el año pasado, pero pocas buenas. Las guardamos en saquitos de yute, que fueron de patatas, y vamos descascarillándolas poco a poco con un artilugio muy útil que compré en Griñón (modelo «cocodrilo»; lo tienen en cualquier ferretería; la ventaja respecto al martillo es que la cáscara no sale volando).
Crecen bien, pero despacio, las coles, alcachofas y puerros. La alberca de arriba rebosa. El pilón frente a la casilla vuelve a tener agua, y ya rebosa también, aunque más discretamente que la alberca, sobre un cauce tupido de tierra y grama que habrá que limpiar más pronto que tarde.

Hace dos días, de vuelta de poner los ajos, se me cruzó un meloncillo en el camino. Eran las tres de la tarde. Cruzó disparado, sin mirar, y se puso a salvo de un brinco entre las zarzas del otro lado. Nunca había visto uno tan de cerca (de lejos puede parecer un gato paticorto, o un hurón de buen año…) Tienen el pelaje oscuro, color chocolate, y la cabeza pequeña y puntiaguda.
No sé si veo o adivino a los alcaudones. Una pareja de plumas negras y blancas, con una gota de rojo teja.¿No deberían haberse ido? ¿Con qué otros pájaros me los confundo entonces?
Los cazadores, como cada año, han arrancado postes y carteles: propiedad privada, prohibido cazar. Ni caso. Cojo el mazo, unos carteles nuevos (fotocopias plastificadas), y volvemos a empezar. Cartuchos rojos o verdes, en los que me cabe el pulgar, aparecen entre las cepas peladas.
Al guardar la azada en la casilla me encontré una larga culebra de escalera deslizándose lentamente, muy lentamente, entre dos bloques de piedra de la pared. ¡Qué bien hicimos en dejarlos así, sin mortero! Una salamanquesa pequeña y adormilada, de cuatro o cinco centímetros, se cayó de espaldas desde el quicio de la puerta. Pero la culebra ya estaba yéndose. No la vio. Puse a la salamanquesa del derecho y la empujé con un dedo para que se metiera entre los capachos y cajas que usamos para la vendimia (el resto del año se ordenan justo ahí, detrás de la puerta).

El fin de semana pasado vino por LRO la familia de Anastasio, el anterior propietario, fallecido por Todos los Santos. Plantaron un almendro y enterraron las cenizas de Anastasio en el alcorque. El almendro crecerá en la parte alta de la finca, donde él solía poner su huerta. El valle del Tórtolas, que vierte en el Alberche, se extiende a sus pies: un ancho paisaje de encinas, olivos, viñedos, jaras. Muy a lo lejos, chalés desperdigados (urbanizaciones fantasma, en suelo rústico), plásticos de un invernadero, antenas del centro espacial de Robledo No fue nada triste. Anastasio tenía un montón de nietos, que bajaron riendo y alborotando por el camino. Cuando se despidieron subí a echar un vistazo. Añadí un tutor, del lado del viento dominante (noroeste) y protegí el tronco con un manguito de malla de plástico, muy fea, pero también muy necesaria para que los corzos no estropeen la corteza cuando vienen a frotarse los cuernos.

En quince días, a partir de ya, empezará a crecer el sol.

Por San Martín el ajero

Después de una semana de lluvia (lluvia despaciosa, de la buena), el cielo estaba azul y la tierra fresca. También estaba blanda, la tierra; fácil de trabajar. Preparé para los ajos una cama ancha, de modo que me cupieran dos líneas (más una tercera por el medio, haciendo un quincunx) y de un codo de alto, para que las raíces estén siempre bien drenadas.
Desde mediados de noviembre (San Martín) y a lo largo de todo el invierno, cualquier día es bueno para plantar ajos, con la sola limitación del hielo o del suelo encharcado. En cuanto a la luna, ya es otro cantar. Los que se lo creen a pies juntillas me reprocharían haber plantado ayer. Conviene al ajo la luna menguante, no el cuarto creciente en que estamos. ¿Por qué no esperar un poco, qué trabajo cuesta? Pues sí cuesta. Los ajos «de siembra» no pueden aguantar eternamente en su redecilla, porque corren el riesgo de empezar a brotar; y eso es peor, en mi opinión, que lo que diga la luna.

Uno planta cuando le cuadra. Hay que hacerlo en una tierra limpia de hierbas, raicillas, piedras. Una tierra en tempero, como la de ayer. En un caballón alto y bien drenado. En un rincón aireado, que quede expuesto al sol cuando el sol llegue. Con un material vegetal sano; ni viejo y reblandecido, ni con la yema verdeando, apuntando ya al cielo. A la profundidad adecuada: no tan abajo que se pudran, o se enfríen y tarden demasiado en brotar, ni tan arriba que el viento o un chaparrón, o el pico de un pájaro hambriento, los puedan descalzar a la primera de cambio. Por San Martín el ajero, dicen, siembra ajos con el dedo: escarbando con la mano en la tierra muy suelta, o empujando simplemente el diente de ajo, bien hacia dentro. Si además de todas esas cosas uno puede organizarse y esperar a que la luna se ponga a tiro, ¿por qué no? Dicen que plantando en creciente el ajo «sube» antes de tiempo, es decir, antes de echar buenas raíces. Es posible. Mi vecino Miguel Manduca, el cabrero, lo cree así. Pero también es posible que no. Lo único seguro es que si los dientes de ajo están malos, la tierra encharcada, la parcela poco soleada… no habrá nada que recoger en el mes de junio. En esto también está de acuerdo Manduca.

(Otros requisitos que se imponen a la luna; tener tiempo y tener la espalda bien. No dejarse olvidada la faja en el armario; cavar firme, sacudir los terrones con energía)

¡Toma tomate!

Algunas de las conclusiones a las que he llegado cultivando el huerto de LRO.
Aquí en papel: http://www.bubok.es/libros/250323/TOMA-TOMATE-EL-HUERTO-BIO-SIN-COMPLICACIONES-papel

Y aquí en pdf,   ¡más barato!: http://www.bubok.es/libros/250322/TOMA-TOMATE-EL-HUERTO-BIO-SIN-COMPLICACIONES-digital

El resumen del contenido (sin andarse mucho por las ramas), viene a ser éste (reproducido en la contraportada):

¿Cuándo y cómo debo empezar a regar las patatas? ¿Puedo plantar los ajos al lado de las fresas?, ¿y de las judías? ¿Tengo que despuntar todas las variedades de tomate? ¿Pongo el mismo soporte para las judías que para los guisantes? ¿Y para las habas? ¿Por qué amarillean y se caen los calabacines? ¿Quién tolera mejor las noches frías de otoño: la rúcula o las lechugas? ¿Debo fulminar a todos los seres vivos que se pasean por mis bancales? ¿Es lo mismo un abono que una enmienda? ¿Qué es una enmienda? ¿Y el mantillo, es lo mismo que el “compost”? ¿Qué significa aporcar? ¿Cuándo trasplanto las coles? ¿Debo preguntarle a la luna…?

Es decir, que este no es un libro para aprender a relajarse  ni para»ser feliz», ni para encontrarse uno a sí mismo ni con la Pachamama… Sólo una guía modesta sobre cómo producir hortalizas sanas en cualquier región de España. Lo que casi siempre se consigue, en mi opinión, trabajando (un poco) y  teniendo paciencia (¡mucha!)

(La mano que sostiene los tomates de la foto no es mía -la mía estaba ocupada con la cámara- sino de Mohamed, un amigo de Tánger que sabe mucho de estas cosas; pero algunos de los tomates de la foto , de hecho, son de esos híbridos raros, kumatos  o algo por el estilo, pequeños y esféricos, muy oscuros, que a él le gustan y a mí no; personalmente soy más partidaria de los tomates de toda la vida, en especial de los más feos -los morunos y Raf, cuanto más acostillados y contrahechos, más ricos- dejados a madurar dos o tres días a la sombra después de recolectados. ¡Nunca en la nevera!)

Tomates de mata baja

Tomates de mata bajaHoy vamos a tratar un asunto candente y de máxima actualidad: ¿hay que atar los tomates de mata baja o se les deja a su libre albedrío, revolcándose por el suelo?.

Anastasio, el anterior propietario de LRO, anarquista de corazón (dato que no se contradice con el hecho de llevar un calendario actualizado del Caudillo en el bolsillo de la camisa), opina que no es bueno atarlos. Que se les deje ir, que por algo son «de mata baja». Que ni se les despunta ni nada, que sólo hay que tener cuidado de plantarlos bien en lo alto de un caballón. Su amigo N., un indeseable de la cabeza a los pies, dice lo contrario: que aquí tiene que ir atado todo cristo, seas de mata alta, de mata baja, o independiente (a éste se le ata más fuerte).

A mí me parece que, más que atar, hay que  despuntar un poco -no dejar más de tres o cuatro tallos, que en este caso, por tratarse de «matas bajas», salen juntos de la tierra- y después ir colocándoles confortables almohadones a los tomates ya bien cuajados. Almohadones de paja, o bien cajas de madera, las de la fruta, que andan tiradas por la calle los días de mercado. Combino ambas cosas. Haría falta mucha paja para poder almohadillarlo todo. Por aquí hago el acolchado más espeso, por allá levanto las ramas de las tomateras y voy calzando cajas de fruta. Una tercera opción, trabajosísima, es preparar unas andarillas con palos y cuerdas. Con el tiempo he conseguido limitar las andarillas a una mera «barandilla» de bambú,  de la que cuelgan los racimos a unos veinte o treinta centímetros del suelo, y que en algunas matas  -especialmente poductivas y aparatosas- combino a su vez con los almohadones de paja y con las cajas de madera. Rápido resumen de los 3 métodos, que para nada se excluyen entre sí:

Mi vecino Alberto sólo utiliza "barandillas". A mí no me gusta ver la tierra tan desnuda,

Mi vecino Alberto sólo utiliza «barandillas». A mí no me gusta tener la tierra tan desnuda.

  • la ventaja de la barandilla es que mantiene ventilados los pies de la tomatera; la desventaja, que requiere tiempo y material;
  •  el sistema de los almohadones tiene las ventajas de cualquier acolchado orgánico; la desventaja es que hace falta mucha, mucha cantidad de paja, y que da un poco de miedo en zonas donde se pasa de los 40º desde mediados de julio;
  • la ventaja de las cajas es su facliidad, y que cualquiera puede conseguirlas en la calle o en la puerta del frutero; pero tienen la desventaja de que hay que andar moviéndolas para poder regar al pie de las tomateras, o para quitar las hojas enfermizas de la parte baja de la mata…

            ******

¡IMPORTANTE!. Últimas noticias desde Sarria (para los que no estén al tanto: pínchese la etiqueta «mollámonos polo río»)

Los miembros de la Plataforma, los que se la jugaron para salvar los árboles, y siguen jugándosela para salvar los puentes, han recibido estos últimos días 35 multas por sus actuaciones los días 24 y 25 de marzo.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/07/03/galicia/1404413592_678843.html
Desde la guardia civil hasta el subdelegado del gobierno han reconocido que ni en el desalojo ni en la manifestación hubo altercados de ninguna clase. ¡Pero si por no haber no hubo ni pintadas!. A ellos les da igual, es más, les da igual TODO. Como muestra de su infinita prepotencia han hecho cursar las 35 multas, que suman la bonita cifra de 20.550 euros. Aunque se van a recurrir, ya está abierta una cuenta para recaudar fondos. Si todos contribuimos con lo que podamos al final ganaremos la partida. El camino corto y  fácil es quemarles la barraca a esta gentuza. El camino largo, pero más seguro y honorable, es  resistir. Resistir a la japonesa.
El dinero de la cuenta que no sea necesario usar (y ojalá sea mucho), se donará a varias ONGs. Por favor,  AYÚDENNOS A PLANTARLE CARA A LA CONFEDERACION HIDROGRAFICA, EL ALCALDE, LOS CONSELLEIROS, Y LA MINISTRA DE MEDIO AMBIENTE:

http://www.plataformariosarria.org/colabora/donar/