Euphorbias on fire

Esta es la foto y el texto que me manda Bego de su jardín en Perbes (La Coruña). Sus Euphorbias characias son hijas de las mías de Madrid. Las condiciones de cultivo difieren, ça va de soi, pero no tanto como pudiera parecer: sombra seca y suelo permeable en ambos casos. Las de Bego, a un paso de la playa, crecen más y se vencen con su propio peso. Son más blandas. Las mías, aunque menos cabezonas, quizá se sostienen mejor. Menos humedad atmosférica. Bastante más frío. Resisten la nieve como si hubieran nacido en Siberia. Y el calor – a la sombra- como si vinieran de Namibia.

Florecen al mismo tiempo que los iris, con los que comparten parecidas exigencias de suelo (con que no se encharque nunca, todo irá bien) + tolerancia a la luz indirecta.

Beth Chatto ha sido la gran defensora del uso de las euforbias (vulgo «lechetreznas») en los jardines de poca agua, como son – por paradójico que parezca- los de la costa, con suelos muy desmenuzados y pobres, que retienen malamente la humedad. Aquí (abajo) el esquema que propone para un jardín de arena y gravilla en Essex (1) : euforbias, hinojo, tomillo, iris, gypsophilla (para tapar, como una nube, los pies desnudos del hinojo) crisantemo marroquí (postrado, de follaje tupido, duro «como un almendruco», que dirían mis vecinos) y diversos ajos ornamentales. Aunque en el esquema aparecen juntas, como las dos plantas de más envergadura del macizo, cuando el hinojo florece la flor de la euforbia ya está seca (y sigue siendo espectacular); los iris, por su parte, de floración menos sostenida, y a los que habremos cortado el tallo en cuanto se marchiten, mantendrán bien erguidas durante el verano sus hojas lanceoladas, sobresaliendo entre el tomillo, dando estructura al conjunto y, si hubiera suerte, preparándose para una segunda floración en septiembre. Única e importante diferencia: allí en Colchester el cielo está nublado día sí y día también. Beth Chatto propone este esquema para «open sunny island bed», cosa que aquí, por la Hispania profunda, tiene bastante peligro. Anyway, el esquema nos sigue valiendo para media sombra (si full sun, entonces habría que regar más de lo que quisiéramos). Y si del esquema nos quedamos solo con las especies de floración primaveral, como estos iris y estas euforbias, entonces vale incluso para sombra profunda en verano, pero (nueva precisión…) siempre y cuando los árboles que proyectan esa sombra sean de hoja caduca, es decir, árboles que ahora, en marzo-primeros días de abril, cuando florecen nuestros iris+euforbias – + el crisantemo marroquí, var. ‘Africa Spring’, más algunos de esos ajos ornamentales- , aún no estén completamente brotados y dejen pasar la luz.

Beth Chatto, The dry garden, Orion ed. 1998, p,54

NOTAS
(1) En cuanto a la pluviometría: sur de Essex, 500 mm de lluvia anuales -sc. prólogo de The dry garden, p.5- prácticamente los mismos que en este jardín de la Sierra Oeste madrileña; la última media publicada en la web: 473 mm.

Mariposas-otoño-jardín

Esta mariposa -un macho de Argynnis pandora– se subió a las flores de la verbena en cuanto saqué la maceta de coche. No se separó de ella mientras la plantaba, ni después ni en un rato. Comprobado: la Verbena bonaerensis es, junto con las compuestas ornamentales -cualesquiera, pero en especial las yanquis: rudbekias, echinaceas…- uno de los señuelos seguros para mariposas diurnas; si la humedad fuera un poco más alta podríamos añadir budleyas, abelias, incluso dalias (de flor simple, no las pompón/cactus). Pero aquí, en plena meseta, no es posible aspirar a tanto. En los jardines ya no quedan lavandas ni malvas en flor. En el campo debería haber más donde elegir, y sin embargo… tal como andan las cosas, con todos los cardos secos, sin apenas más flores visibles que las de la orilla de la charca (salicarias, lisimaquias, mentas, mucho menos abundantes que otros años) no creo que sea mala idea ayudar un poco plantando y sembrando, y cuidando después, islas de flores que atraigan a las mariposas que empiezan a pasarlo mal ahora, en el equinoccio, cuando los días se acortan y las noches enfrían. Hablo de las mariposa adultas, no de sus larvas, y en concreto de las que han nacido al final del verano y tendrán que acumular reservas antes de hibernar. No todas lo hacen, pero sí muchas de la familia a la que pertenece esta pandora (Nymphalidae). Hibernan prendidas con sus patas a un trozo de corteza, escondidas en un árbol hueco o entre masas de hojas secas, razón de más para no pasarse de rosca «limpiando» el jardín (1) . Puede que hasta se metan en la bodega, en la caseta de herramientas. En la leñera, desde luego (¡cuidado al sacar los troncos!). No hay que molestarlas nunca. Agotarían sus escasas fuerzas tratando de escapar, tontamente.

Propuesta de plantación a pleno sol: especies mayoritariamente herbáceas, de floración tardía (desde agosto hasta octubre), y que aguantan con el riego justo.

Primer piso: Sedum spectabile ; Thymus, tomillo, tanto el serpol (tapizante, que además acepta algo el pisoteo) como el común; algo más a la sombra también sigue floreciendo la menta/ hierbabuena y en las borduras donde se les ha dado una poda al ras a mediados del verano, segunda floración de las nepetas. Todavía en el primer plano, Aster de poca altura, para zonas donde el oídio no sea un problema. Segundo piso: Verbena bonaerensis Echinacea purpurea; Aster de tamaño más alto. Y tercer piso/fondo: Calamagrostis u otra gramínea robusta (las verbenas son quebradizas, les viene bien tener la espalda a cubierto; además, a las mariposas les gusta agarrarse a esas hierbas altas, resecas, y dejarse mecer por la brisa). Si hay espacio, hinojos silvestres, Foeniculum sp.; existen variedades de hojas color bronce, pero son menos exuberantes y menos rústicas (al menos aquí). Las umbelas del hinojo se mezclan con las de la verbena, y en menos que canta un gallo se llena todo de mariposas.
Y siempre y en todo lugar, haciendo caso omiso de los jardineros timoratos: ¡hiedras! Están empezando a florecer. Ya habrá tiempo de podarlas al final del invierno.

Lo suyo sería combinar el otoño con las otras estaciones, aunque sea mínimamente, aunque sea embutiendo macetas donde se abra un pequeño hueco. Mezclar esas plantas propuestas en los macizos mixtos. Incluir verbenas y echinaceas entre las flores de verano (a las que ya están relevando), y calzar matas de sedum/tomillo en cualquier rincón al sol.
Una alternativa a las islas de flores, más sencilla y barata pero menos comme il faut, sería instalar tarros con azúcar y agua (1 parte de azúcar y 9 de agua) vueltos boca abajo, con un orificio relleno de algodón en la tapa. En esta foto escaneada: comedero de néctar de Creating a butterfly garden (M. Schneck, Simon&Schuster Inc.)

NOTAS
(1) Jardín limpio, cliente contento: https://laramadeoro.wordpress.com/wp-admin/post.php?post=912&action=edit ) . Lo que de verdad le gusta a los bichos, a todos sin excepción, es que los dejemos en paz.. Ningún jardín es tan pequeño como para no poder reservarles un rincón. Basta con una pila de ramas/troncos (eso que los ingleses, tan puntillosos, llaman log garden) + hojas secas + fruta barrida al pie del ciruelo (por ejemplo), en todas las fases que van de «fruta pasada» a «completamente podrida» + el lujo máximo para muchas especies de mariposa, pensando en la puesta de huevos: una buena, buena mata de ortigas...