Cabeza Negra

aeonium siluetaTuve durante tres años en la terraza un aeonio «cabeza negra», Aeonium arboreum, de apellido «Schwarzkopf», como el de aquella soprano alemana de los años 50.  Erguido en su maceta  azul turquesa, brillante y exótico en medio de las plantas del montón que por entonces me daba por almacenar, el aeonio era, junto con el calamondín, el señorito de la casa.  A los dos los envolvía en sábanas de algodón cuando empezaba a hacer frío de noche; a los dos les reservaba el rincón que daba al este durante el verano, y el que daba al sur durante el invierno. A los dos los abonaba con humus de lombriz una vez al mes en primavera, mezclándolo bien a la tierra de superficie con un tenedor de postre, y les refrescaba las hojas con agua mineral (sin cal ni cloro) en los atardeceres de verano. Un viaje a la Orotava me permitió conocer a sus inmediatos parientes y ancestros, los  aeonios de Cabeza Verde, que por las islas llaman «bejeques». Dos días antes de volver a la península una tormenta tropical -el «andresito», por producirse en torno al día de San Andrés- arrancó muchos bejeques de los muros y tejados. DSCN3249Este de la foto me lo traje conmigo a Madrid.  Fui al control de seguridad del aeropuerto con él en la mano (las raíces envueltas en una bolsa), lo coloqué como si tal cosa en la cinta transportadora, lo recogí del otro lado…y nadie me hizo preguntas.
Pero nuestro plebeyo bejeque verde se puso a florecer como un loco al poco de llegar al barrio, lo que le llevó a perder fuelle y a agotarse en el intento.  Quizá le comía la moral su primo Schwarzkopf, mirándole con sarcasmo  desde el rincón vip de la terraza. Sea como fuere, el verde creció mucho (llegó a ser tres veces más grande que el otro), produjo una enorme y horrible espiga de flores, agachó la cabeza, perdió toda su apostura, y se fue de este mundo lentamente, arrugándose poco a poco. En cuanto al señorial y capichoso aeonio, también él nos dejó, una noche de abril de 2010. Un descuido, o mejor dicho, un exceso de confianza por mi parte,  me llevó a creer que el aeonio ya podría sobrevivir sin su bufanda pasado el equinoccio. Craso error: se heló en menos que canta un gallo. (El calamondín sí pudo pasar el trago. Sobrevivió y sigue conmigo.). Por supuesto, a mi aristocrático aeonio  jamás se le pasó por su Negra Cabeza la grosería de florecer. Se fue de golpe y porrazo, como un capitán de húsares a caballo,  atravesado en plena noche por una lanza enemiga.

NOTAS
La foto que encabeza el post `procede de una web de plantas crasas, levemente retocada con «photoshop»: capcactus.blogzoom.fr
La soprano citada en el primer párrafo es Elisabeth Schwarkopf, la «Diva Nazi», famosa  por sus interpretaciones de Mozart y Richard Strauss.  Hierática y soberbia como el aeonio var.atropurpurea.

5 comentarios en “Cabeza Negra

  1. Me ha encantado Barbie. Supongo que «Cabeza Negra» estaba tan pagado de sí mismo que pasar frío aquella noche, aunque sobreviviera, le dio el empujoncito que necesitaba para dejar este mundo.
    De Elizabeth sólo puedo decir que no la conocía y que me ha dejado fascinada.

  2. Hola Lansky/Emma.
    Sí, la mayoría de las variedades hortícolas – bonitísimas y finolis- no tienen capacidad para producir flor, o al menos flor fértil, como les pasa a tantas rosas modernas, camelios, etc. En realidad, a pesar de esos aires de grandeza, son más lastimosos que sus parientes silvestres. No exactamente lastimosos, sino frágiles… La anciana Sra. Krafelsky -la del libro de G.Durrell- veía jerarquías entre las flores ¿recordáis..?. Yo las veo, más bien, entre variedades y especies dentro de un mismo género. Pero a todas les encuentro su «aquel», con tal de que estén sanas.
    Sólo tengo un disco de la Schwarkopf, fragmentos de operetas vienesas (una cursilada que no soportaría medio segundo en directo, pero que me chifla en disco; véase post de Vanbrugh sobre el asunto, justo antes de irse de vacaciones: http://www.jubilomatinal.com/2013/07/parentesis-estival-omisible-hoy.html). Por lo visto fue una de las sopranos más cotizadas, quizá la que más, antes de la aparición de la Callas. Cantó muchas veces para el Führer en la Ópera de Berlín…qué cosas, verdad, ¡estas Cabezas Rubias…!

  3. La verdad es que la voz de la Schwarzkopf impresiona, hasta a mí, con todas mis prevenciones antivocales y antioperísticas. (Gracias por citar mi post al respecto, por cierto). Claro que no se trata de una ópera sino de una canción, algo bastante menos peligroso y más prometedor, y que además es nada menos que de Strauss, D. Ricardo).

    Me ha encantado la historia del aeonio. Me lo ha hecho un poco más simpático. En la foto tiene un cierto aire de alcachofa con ínfulas que no acababa de caerme bien.

  4. Hola Vanbrugh. A las «alcachofas con ínfulas» (voilà!) y demás plantas crasas les he ido cogiendo cariño con el tiempo… como a esas razas extrañas de perros con pedigree, con el morro retorcido, o el rabo espiralado, que no se sabe ni por dónde hay que mirarlos y/o cogerlos. En el fondo, de tan estirados, raritos,incomprensibles e incomprendidos, acaban resultando entrañables.
    Preciosa voz, sí, de las que te hacen cerrar los ojos al escucharla. Dudé si insertar esta canción de Strauss o un aria de Cherubino que también anda por youtube. La de Strauss me pareció más..¿fría?; como el Aeonium var.atropurpureum; precioso, pero también altivo, irritantemente «impecable». (El aria de Cherubino le iría mejor al calido bejeque canario, que no teme florecer…).
    Aprovecho el comentario para una pequeña rectificación, después de buscar datos sobre la Schwarkopf por la web: empezó en Berlín, y cantó para los jerarcas nazis con sumo gusto, pero donde de verdad hizo carrera es en Viena. bs

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