Cabeza de viejo

 

 

 

 

 

 

Guanajuato, Hidalgo y Puebla son las tres provincias mejicanas que vieron nacer a los viejitos (o cabezas de viejo, o barbas de viejo). Cephalocereus senilis. Cactus columnares, altivos, con un peluquín en la cumbre, blanco como la nieve menguante del volcán Iztaccihuatl (ya no del Popocatepl, 1), en cuyas proximidades prosperan, tan a gusto. A diez mil kilómetros de distancia y con un océano por el medio, también lo hacen en mi jardín, conformándose con ver a lo lejos la aún más menguante nieve del cerro Casillas, provincia de Ávila, que en el mejor de los inviernos apenas pasa de unos centímetros.  Allí alcanzan alturas de 6 a 15 metros (como un roble o un haya, 2); aquí no pasan del metro, ¿dos metros? cuando se le cultiva en invernadero, en suelo calizo como el de las colinas de Puebla, con luz y calor sin tasa (a más luz, más melenas blancas, 3).
En abril, si hay suerte, a mi cabeza de viejo le crecerán una o varias narices de Pinocchio:  narices de color rosa, primero chatas y después puntiagudas, desplegadas en su extremo como matasuegras, o como fanfarrias, que solo se abrirán del todo al caer la tarde. 

Sobre los cactus en general:  todos, o con alguna excepción vintage (¿género Opuntia?), que queda para otro día, entran en la misma categoría de los alhelíes & Co (tag flora viejuna).  Hoy se plantan en jardines de exposición y colecciones de plantas xerófitas, y a lo mejor, en versión enana, en una mini maceta  de Ikea junto a la pantalla del ordenador…  Pero antes se veían mucho en los patios y en los alféizares, metidos en latas oxidadas, apilados alegremente entre unos geranios, unas begonias y unas cintas.  En Galicia se combinaban con áloes, que florecen en rojo y naranja. Aquí en Madrid se ven más los ágaves/pitas, otras mejicanas viejunas, imponentes…

 

 

(1) En su vecino Popocateptl el glaciar ya se ha declarado extinto. Al Izta disque le quedan 5 -10 años. Algunos más, con suerte, al Pico Orizabal. Fuente: https://sitquije.com/medio-ambiente/ecologia/adios-popo-pronto-te-alcanzara-companera-izta
(2) Fuente: el primoroso libro de Isaac Ochoterena, Las cactáceas de Méjico, 1922, disponible en https://archive.org. También la foto procede de ahí.
(3) Foto arriba/derecha: todo el cactus es un poco lanoso, pero a medida que crece  el «peluquín» se hace más denso y destaca sobre la parte de abajo

Alhelí de invierno

No es en La Habana sino aquí mismo, en casa de mi vecina Mercedes. 

Matthiola incana
, planta vivaz en España pero anual o bianual en la Europa más fría, si es que aún existe tal cosa. Cientos de variedades hortícolas, de todos los colores, de similar fragancia, y a veces, en las variedades más antiguas, con nombre de señora (‘Isabella’, ‘Milena’…). Muy cultivadas en invernadero por los productores de flor cortada -en variedades monstruosas con nombres coherentemente monstruosos, tipo ‘Mamut’, ‘Excelsior’, ‘Climax’ (?)-,  los alhelíes son sobre todo plantas de jardín, ya muy distanciadas de un ancestro autóctono, mediterráneo, al que han olvidado hace mucho. Tienden a escaparse del confinamiento… A veces un alhelí de flor doble aparece en el intersticio de las baldosas sin que nadie lo haya sembrado. Como algunos Antirrhinum sospechosos, demasiado multicolores para ser botánicos. Plantas, en realidad, de jardin de grand-mère, con ese aire que se gastan, maravillosamente pasado de moda. Un jardinero minimal ni miraría para ellas (¡pero bien que las olería al pasar!) y las metería, displicente, en el mismo saco que los geranios, las malvarrosas, los gladiolos… Todo en la sección «viejunos».  Las flores que le gustaban a mi abuelo. Las que me gustan ahora a mí, cada vez más.
En cuanto al cultivo: suelo rico, agua con tiento (ni una gota de más) y pleno sol. Algunos libros, traducción o adaptación poco atenta de originales escritos en el norte, nos dicen que florece en verano. Pero esta foto es de ayer. Mercedes me dijo  -asomada a la ventana de la cocina, en rigurosa cuarentena- que todos los años empezaba a florecer ahora. Marzo, segunda quincena de febrero. Por eso aquí le dicen «alhelí de invierno».  Solo su primo de la costa, M. sinuata, más suave y aterciopelado, pero también más sufrido, florece a principios del verano (yo lo he visto incluso en julio, en la Costa da Morte, punteando de morado/púrpura el camino entre las dunas)

 

Violetas y pensamientos

Ya se ven en flor por algunos rincones, pero este año todavía es un poco pronto, en Madrid, para que lleguen a formar alfombras. Hablo de las violetas silvestres, de colores suaves,  que pueden crecer incluso en el reborde un poco levantado de un adoquín. La flor es bastante efímera; en el centro de la meseta la primavera pasa volando, en un abrir y cerrar de ojos, y la flor de la violeta no soporta la calorina. La flor, que no que la planta, pues la violeta es una vivaz poderosa; siempre que puedan instalarse en rincones algo sombríos, sus raíces aguantarán carros y carretas, sobreviviendo sin problemas al verano y al invierno. Pero hay muchas variedades de violeta. Junto a las diminutas Viola cornuta, hirta, riviniana, etc,  hay violetas  algo más orgullosas (hasta donde pueda llegar a serlo una violeta, claro), de colores más intensos, incluso amarillas, y de olor dulcísimo (V.odorata). Las que se vendían en ramitos por la calle, imagino, al comenzar el mes de abril.  Todas ellas terminaron asilvestradas por los jardines y las cunetas, lejos de sus lugares de origen (melojares, robledales…donde florecían un nanosegundo antes de que empezara la brotación, aprovechando la luz, todavía soportable, que se filtraba en el bosque). Se hibridaron entre sí, se soltaron la melena, echaron a correr… Ahora hay clientes que me piden que las arranque, como si fueran malas hierbas, para que no acaben invadiendo sus macizos de anodinos y deprimidos rosales.
???????????????????????????????En una semana -o quizá ya, ahora mismo- el Ayuntamiento mandará sus cuadrillas de jardineros a tapizar alguno de los taludes de la M30 con «pensamientos» bicolores. Los pensamientos, Viola x wittrockiana,  son hermanos mellizos de las violetas.  Y sus híbridos (en general), mucho más grandes, como inflados por una mala digestión, sin aroma.  La foto de este escudo de Madrid es de hace dos años. Una docena de jardineros, más los vehículos, más una o dos toneladas de sustrato, más los palés con los cientos de macetitas de plástico, más los aspersores de riego. Teóricamente los pensamientos son vivaces, pero no, de eso nada. Pasado el primer año, la flor degenera. Hay que levantarlo todo y volver a empezar. Imagino que antes de la plantación habrán pulverizado herbicida, para que esos tristes pensamientos  no tengan que vérselas con las flores de verdad. Como las violetas minúsculas y risueñas, sin ir más lejos, que seguro, seguro, si se abriera la veda, empezarían a asomar por las zonas más sombrías del escudo, entre las orejas del oso, entre las raíces del madroño…

NOTAS
Viola odorata es lo que, en «La Violetera»,  Sarita le arroja en la cara, con toda la razón, a su ricacho y desconsiderado pretendiente (*la escena se ve en el vídeo de youtube original, pero he tenido que cambiarlo por este otro, tan soso, por no sé qué historia del copyright).

En el índice de Los Bosques Ibéricos (ed.Planeta, 2005) encuentro citadas hasta trece variedades autóctonas de Viola.