Lasagna vs. Deep bed

Todas las primaveras

La gente de mi pueblo prepara siempre las huertas de la misma manera, sea cual sea su tamaño: esparciendo estiércol y pasando a continuación una fresadora (arrastrada por un tractor o una motoazada). Cuando la huerta es grande, ésta es seguramente la solución más práctica. Es cierto que el paso de la fresadora perturba  considerablemente la vida del suelo, pero también lo es que la alternativa más ecológica exigiría disponer de grandes cantidades de paja, broza, césped seco o similar.  Lo que  no siempre es posible (y menos al precio al que se ha puesto la paja/heno después de un invierno tan seco). Ahora bien, cuando la huerta es mediana o pequeña  sí hay alternativas a la fresadora. Dos alternativas. La primera es para los muy trabajadores. La segunda para los medianamente vagos.  La primera trabaja el suelo hacia abajo; la segunda, crea nuevo suelo hacia arriba (y al hacerlo mejora, de paso, la estructura del de abajo).

1. La primera forma de preparar la tierra  implica dejarse la espalda cavando. Instrucciones para preparar un bancal profundo estándar, en palabras de su gran divulgador, el británico John Seymour: (1) se estercola bien la superficie, (2) se cava una primera hilada (de unos 30 cm de ancho) hasta la profundidad de una pala, y se separa esa tierra; (3)se mulle la tierra en la profundidad otra pala utilizando un bieldo/horca(* es decir, hablamos de trabajar la tierra unos 60 cm).  Y (4) se rellena esa hilera con la tierra de la siguiente hilera. Una vez terminado el proceso no se puede volver a pisar encima del bancal. “El suelo tan suelto permite que las raíces penetren hacia abajo en lugar de extenderse hacia los lados (…). Las hortalizas serán más grandes y se las podrá cultivar más juntas…».

Para mullir (paso 3) hay cosas en el mercado más eficaces y descansadas que el bieldo. Hablo de la “grelinette”, que he encontrado traducida como “horca de doble mango”. Yo no la he comprado todavía, pero lo haré pronto. Vale unos 100 euros. Si la tierra es pedregosa no vale de nada…pero en ese caso tampoco el bieldo (se romperían los dientes). Habrá que recurrir al castizo azadón.

2. La segunda forma –la de la “lasaña”-  implica carretar una enorme cantidad de restos orgánicos. Cargar la carretilla varias veces con la horca/bieldo y tirar de ella hasta la huerta. Pero eso es todo. Lumbares y cervicales quedan a salvo, en especial si: 1- hemos tenido buen cuidado de ir amontonando toda esa materia orgánica en un punto accesible y sin desniveles, y 2- cogemos bien la carretilla, por la empuñadura y con la espalda recta. Esquema de una lasaña estándar, adaptación del que propone  J.P.Collaert, que a su vez sigue a P.Lanza:

Materiales de partida; cartones de buena calidad (100% celulosa, una exquisitez para las lombrices), que servirán, sobre todo, para impedir la germinación de las malas hierbas: capas alternas de hojas secas/paja, etc y siegas de césped/restos vegetales frescos. Y algo de mantillo maduro (de nuestros composteros o comprado) para rematar la faena, de forma que las plántulas tengan a dónde agarrarse para empezar a crecer. Es decir, que la lasaña vendría a ser como un compostero  extendido sobre cartones  (la temperatura es lógicamente menor que en un cajón-compostero de un metro de alto, pero eso es bueno para las delicadas raíces de las hortalizas recién llegadas) y cubierto con una última capa de mantillo, con  un espesor total de unos 30-40 cm.

En realidad, esto de la lasaña es una variante casera de las técnicas más extendidas de agricultura «sans labour»,  “agricultura de conservación”, etc,  que tienen como objetivo principal e irrenunciable conservar/incrementar la fertilidad del suelo.  Lo característico de todas ellas es el no-laboreo, unido a la protección del suelo con capas de materia orgánica. Lo peculiar de la lasaña, dentro de esta tendencia más amplia de la agricultura de conservación (y dentro del «subgrupo» de los «huertos-elevados», llamados por ahi «raised beds» o «jardins en butte»…), sería el uso de cartones y la colocación alterna de los diferentes materiales. La lasaña es especialmente manejable y útil cuando se trata de mini-huertos, como éste que reproduzo abajo, que se hizo mi amiga Gema cerca de Madrid. El huerto-lasaña está sostenido por traviesas de madera, lo que facilita la retención de los materiales que la forman, y además permite desbrozar sin miedo por toda la periferia (nota: la malla verde es una barrera anti-gatos). La primera foto es del comienzo de la primera lasaña (año 2011, recién desbrozada la parcela), las restantes son de hace unas pocas semanas, al ampliar la superficie cultivable con una segunda lasaña, contígua a la primera (¡atención a la “loncha” de tierra grumosa en que ha quedado convertida la lasaña 1, doce meses después de amontonar broza, hierba y mantillo sobre los cartones!).

Estas son las pre-huertas para pimientos y tomates de LRO, sin cartones pero alternando las capas:

 

Una última cosa. Por mucho que digan sus partidarios, a mí me parece complicado poner tubérculos y bulbos en una lasaña, a menos que esté ya en fase muy avanzada de descomposición (es decir, que sea casi «tierra»). Aquí hay que regar mucho, y el riesgo de pudrición es alto. Los puerros tampoco fueron bien en lasaña cuando lo intenté, porque no era capaz de aporcarlos como es debido. Sí he comprobado, en cambio, que todas las hortalizas de fruto y de hoja  crecen mejor en lasaña que en la tierra (véase «Cosas que he aprendido sobre los tomates…», entradas de octubre/2011)

NOTAS

J. Seymour (1914-2004) citaba entre los precursores del método del bancal profundo a los hortelanos que vivían en los alrededores de Paris antes de la llegada del automovil (huertas intensivas, con superávit de estiércol de caballo), y también a los hortelanos chinos. Citaba igualmente a R.Steiner, padre de la biodinámica, pero omitiendo rigurosamente cualquier connotación esotérica. En su libro de referencia, The Complete Book to Self-sufficiency, (1976) lo mismo aprendes a desplumar un pollo que a tejerte un jersey de lana. Se tradujo al español como El Horticultor autosuficiente, (Ed. Blume, varias reediciones ), pero es mucho más que un manual de horticultura.
P. Collaert, fundador y asíduo de la revista “La Gazette des jardins”, es el autor de L´Art du jardin en Lasagnes, Édisud, 2010, que toma como punto de partida el Lasagna gardening book de la norteamericana Patrizia Lanza, Rodale Press, 1998.

La horca “grelinette”  fue diseñada por Monsieur Grelin, en un pueblo de labradores de la Alta Saboya.  ¿Por qué no la llamamos también nosotros «grelinete» en castellano?

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