Finales de marzo, primera quincena de abril.
Hemos terminado de plantar los ochenta kilos de patatas previstos para este año. Variedades Mona Lisa y Shanon, de las pocas que pueden encontrarse en el mercado con la certificación ecológica (en LRO se las compramos todos los años a Ecomanjar, en Lástras de Cuéllar, un pueblo muy pequeño, perdido Segovia adentro…).
Mona Lisa es de piel amarilla; Shanon de piel roja. Mona Lisa es buena para freir. Shanon, buena para cocer. Mona Lisa es la más rica. Shanon se conserva un poco mejor…Las dos son tempranas o semitempranas, lo que significa que estarán en la tierra no mucho más de 100 días. Las recogeremos a mediados o finales de julio, y ya no se volverán a plantar más. En otros lugares sí lo hacen, porque tienen suficiente agua para regarlas también en verano. Estos afortunados del norte plantan variedades de ciclo más largo, que en general se conservan mejor (estas primeras tienen «más agua»), o bien repìten plantación en agosto, para recogerlas en noviembre y guardarlas todo el invierno.
Aquí se planta a la antigua. Es decir, con la azada. La tierra queda abonada antes de Navidades con sabroso estiércol de oveja y cabra. Las patatas «de siembra» descansan mientras tanto en la fresquera, a oscuras. El pistoletazo de salida lo da la última cepa podada: en cuanto se termina con las viñas, sin transición, empiezan a verse hogueras (los sarmientos quemados) y los tractorcitos y motocultores cruzándose por el camino con las cajas de patatas en el remolque. Este año hubo que esperar a que escurriera un poco la tierra -después de las lluvias de marzo- , así que nos metimos en faena una o dos semanas más tarde de lo normal. Sabiendo como sabemos lo rápido que se instala aquí el calor, y estando la tierra con tan buen tempero (húmeda pero ya no empapada), hay que faire vite, ¡a todo gas!: desbrozar bien la parcela, pasar la mulilla, y marcar los surcos con estacas y cuerdas. Después hay que cavar, acostar las patatas -con los ojillos hacia arriba, buscando la luz- y taparlas con unos centímetros de tierra fina. Si se entierran muy abajo, pueden pudrirse. Si se entierran muy arriba, verdean.
¿Habría alguna alternativa al azadón, para no tener que volver a casa con la espalda molida y para no hacer tanto daño a la microfauna del sueno con el paso de la mulilla?. Haberla, haila, pero sale a siete euros la pieza. En invierno se podría cubrir todo de una buena capa de paja por encima del estiércol. La paja ( entre 5-7 euros, si no ha llovido, cada paca) , además de impedir la germinación de las hierbas, protegería la tierra del golpeteo de la lluvia y también del frío extremo. Las lombrices y demás profesionales del sector (sector: Descomponer y Mullir) mantendrían la tierra esponjosa debajo del acolchado. En primavera bastaría con agacharse, apartar un poco la paja, acostar la patatina… y listo.
NOTAS
Una buena colección de recetas: http://www.patatasalacarta.com
En las otras huertas -de menor tamaño que la de las patatas, y con bancales o «camas» bien separados- sí seguimos ese sistema, usando como acolchado un poco de paja y TODAS las hierbas desbrozadas a lo largo y ancho de la finca, más siegas de césped y todo cuando «resíduo verde» pillamos por ahí (Véase post https://laramadeoro.com/2012/05/08/lasagna-vs-deep-bed/)
«cara de gato», «imilla negra», «huahuas», «lengua de llama», «pata de puma»,; o «papa para fiebre» o «papa para destete». De las por los visto más de 3000 variedades de la tierra de P. la zona andina originaria, los nombres en quechua y aymara son de esa guisa: o describen el tubérculo o su función, a eso añadimos las variedades recreadas a este lado del atlántico, como estas moderneces que mencionas, y creo que la cosa va por las cinco mil variedades y creciendo.
Lo cuentas muy bien. Se siente el trabajo, el dolor de riñones, pero también la recompensa
Qué nombre´s más preciosos…Pero lo de Mona Lisa no son moderneces, Lans; en realidad llamarlas así -por más que sea su nobre propio- es un poco frívolo, porque son las patatas «gallegas» de toda la vida, las patatas de piel marrón pálido, fina, crujientes y resultonas. Nadie osa por estos lares compararse con la metrópoli patatil, con las tierras andinas,…sólo hacemos lo que podemos…desde hace cinco siglos.
¿Cachelos? Por moderneces (relativas, cinco siglos de nada) me refería más bien al nombre (tan culterano: Mona Lisa), no a la variedad, que ignoraba que se llamaba así.
Por cierto, no sé si conoces este libro de un amigo; es fantástico:
López Linage, Javier (2008). La patata en España. Historia y agroecología del tubérculo andino (Editor). Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino