Duermevela

Continuación de «Vino casero en cinco pasos (más o menos)»:  5 (fermentación maloláctica)
Paso anterior: https://laramadeoro.com/2013/11/07/aguachirle/

cromatografía vino 1-12-13

He recibido noticias de Pedro, el amigo que se ha quedado a cargo del vino estos días que yo estoy fuera. El vino no dormía: se hacía el dormido. Lentamente, silenciosamente, el ácido málico empieza por fin a convertirse en láctico  (sobre todo en la cuba de acero, columna de la derecha). La cromatografía que me ha enviado Pedro parece una acuarela cubista: el papel secante -ya empapado en el reactivo (1)- va revelando la presencia de los diferentes ácidos en forma de manchurrones amarillos, más o menos intensos. El  tartárico primero, el málico después, y arriba de todo, el láctico. Pero esto es sólo un comienzo. Hay que aprender a esperar. La segunda fermentación es muy lenta, discretísima, sin los borboteos y las «fiebres» de la primera. Para que el proceso arrancara tuvimos que dejar programada la calefacción (bomba de aire) seis horas al día, a 21º, siempre de noche. Un buen aislamiento de las cubas, con esas mantas térmicas que se utilizan para las paredes de las casas, hubiera sido perfecto. Pero en el pueblo no las tenían; me las encargaban, dijeron, sólo si compraba los rollos completos. Durante un par de semanas de octubre, las envolvimos con plástico de burbujas y mantas de casa. Estos días, sin embargo, cuando ya se ha echado encima el frío de verdad, no hay mantas ni plásticos que valgan.  

Por lo demás, apenas ha llovido por nuestra zona. En los registros que encuentro en la red se dice que el agua recogida en noviembre no llega a quince litros. Es decir, nada.  El cereal germinado con la lluvia de octubre (y ya de por sí escaso: cada vez se siembra menos) se quedará raquítico y débil, demasiado poca cosa todavía para aguantar con decoro estas primeras heladas.  En las huertas de LRO todos estarán durmiendo o, como el vino, haciéndose los dormidos. Todos se callan y esperan, qué remedio, mientras cuentan los días que faltan para que vuelva el sol. Así las semillas de las amapolas, que cada año empiezan de cero, las yemas de todos los árboles, las salamanquesas entre las piedras de la casilla, los ratones en la bodega, las serpientes de escalera en los tubos de drenaje (comidos por las hierbas, ya no drenan nada), las tijeretas debajo de los tiestos, las mariquitas  que se apretujan hasta incrustarse – de canto- entre la corteza de las cepas viejas.

(1) El papel, el reactivo, y el indicador (azul) se vende todo junto on-line, en un «kit de fermentación maloláctica».

7 comentarios en “Duermevela

  1. Me gusta el vino, cada vez más … Veo que estáis muy pendientes de la fermentación maloláctica. Pero también hay vinos buenos que no han hecho esta segunda fermentación, ¿no?

    • No lo sé, no lo sé…Estoy estudiando este asunto. Los tintos jóvenes, como el Beaujolais y nuestros equivalentes patrios, iguales o mejores, no han tenido tiempo material de hacer la segunda fermentación. PERO NO TENGO NI IDEA. Sé que el ácido láctico suaviza el vino, lo hace mejor al paladar, y que eso, en cualquier caso, es BUENO, tanto si el vino está destinado a envejecer como si no.
      Toda la información que consigáis al respecto será muy bien recibida por aquí.

  2. Chica, te leo y te releo pero no encuentro oportunidad de hacer algún comentario referente al tema… porque no entiendo de vinos ni de bebidas alcohólicas en general. Diré más: en una época, tardía ya, en la que me empecé a beber se me fue la mano y como me decía un amigote «Somos más bebedores de cantidad que de calidad». Naturalmente, como sabes o habrás notado, corté por lo sano y ya no he vuelto a beber desde hace muchos años.
    Con lo cual debo estar en el lote de personas que, muy al contrario, decía otro amigo: «los abstemios, gente sospechosa por naturaleza…»
    Lo cierto ( y no sé si esto es bueno o malo), es que no lo echo de menos. Me gusta estar en algún sitio o reunión de tranquilos bebedores y a veces huelo un vino que celebran y me huele muy bien, muy aromático, pero no me incita. A ver: también huelo una rosa silvestre, de jardín, y me encanta pero no se me ocurre pegarle un muerdo.

  3. Grillo: eres un caso.

    ….Y el caso es… que yo me acabo de beber dos copitas de un buen Rioja, a medias tempranillo y a medias cabernet sauvignon. Noto cómo se me sube a la cabeza, como en la canción de Neil Diamond, ¡y me encanta!
    Así que te cuento. Quizá te lo haya contado ya. Me había propuesto como objetivos para el 2013
    1. perder la vergüenza; no hacer ni decir nada más que lo que de verdad siento que quiero hacer y decir. Sin darle muchas vueltas, como ahora.
    2. beber más vino.
    Obviamente, las dos cosas están relacionadas. Puede decirse, en realidad, que la una lleva a la otra, y viceversa. A día cuatro de diciembre puedo AFIRMAR que he cumplido cum laude ambos objetivos. El presente comentario da prueba fehaciente de ello. He perdido del todo la vergüenza y ya no suelto la botella
    Como objetivos para el 2014:
    1. recuperar un poco la vergüenza
    2. aprender a hacer cócteles

    Iré informando. Bs

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