El séptimo samurai (y 2)

Verano 2012

«The farmers won. We lost…». El remake americano de Los siete samurais, dirigido por John Sturges,  introduce variaciones curiosas en el guión. Todas ellas se justifican si se parte de esta premisa: que el público occidental no podría entender

(1) ni  el abismo social entre samurais y campesinos (Japón, S.XVI),
(2) ni la furibunda arremetida de Kikuchiyo contra sus paisanos (por mucho que en el propio ataque se incluyera la explicación: ¿pero cómo queréis que seamos los campesinos si vosotros, los  soldados/samurais/pistoleros, no paráis de dar por saco…?).

Para solucionar lo primero (1), J. Sturges añade a la división social  -mucho más permeable en la sociedad americana- la diferencia racial: los pistoleros son yanquis, los campesinos mejicanos.  Esta división, pensaría Sturges (y alguna razón tendría, todavía en 1960), es más profunda que la otra; así el público,  que captará claramente la desigualdad, valorará mejor el altruismo de los Magnificent Seven, quienes, a pesar de no tener nada en común con esos campesinos, están dispuestos a defenderlos por apenas veinte dólares… Voilà el tema de la película. Los campesinos y el campo  quedarán en segundo plano (incluso en el trailer). ¿Un manifiesto imperialista, y/o racista, que viene a decir que los mejicanos no saben cuidar de sí mismos?.  Yo no creo que ésas fueran las intenciones conscientes del director.  Se cuida muy mucho de dejar claro que los pistoleros no tienen prejuicios, ni raciales ni de clase; de ahí la escena inicial, con Yul Brynner y Steve Mc Quenn llevando al cementerio a un difunto mejicano, que los “blancos” del pueblo no quieren que sea enterrado allí. Y todo a lo largo de la película se subrayan –de forma, en mi opinión, empalagosa- los vínculos afectivos de los pistoleros con la aldea campesina, y la añoranza que sienten de tener un hogar, y hasta el Abuelo, al concluir todo, les ofrece quedarse a vivir con ellos, es decir, mezclarse.  Estos son, al menos, los principios ideológicos, explícitos e intachables.  Pero claro, otra cosa es que la historia concluya de forma coherente con esos principios. Y es el final lo que cuenta.

(2) El alegato anti-campesinos del séptimo samurai tampoco sería bien entendido en el mundo occidental de los años sesenta.  Sin embargo, el séptimo «magnífico», el tal Chico – pistolero mejicano, que se comporta como yanqui, réplica del personaje japonés, interpretado por un actor alemán, que baila como un cherokee…- repite poco más o menos las mismas palabras de Kikuchiyo. ¿Las mismas?. No…Ni en el mismo contexto ni el mismo tono. Una versión muy abreviada, que pronuncia deprisa, casi sin venir a cuento,  y parece que lo hiciera por puro mimetismo con el original japonés, como la escena en que se le ve pescando con las manos (¡qué hábil es para esas cosas, verdad, pues “lo lleva en la sangre”!, y, sin embargo, qué torpe cuando Yul Brynner le hace el “test” de velocidad con la pistola…). En el personaje de Chico se reúnen parte de las características de Kikuchiyo – es hijo de labriegos y  tiene su mismo desparpajo- y  parte de las del joven samurai  Katsushiro- es casi un adolescente, y como tal protagonizará la inevitable historia de amor con una de las mozas del pueblo. Pero la «cara Kikuchiyo» de Chico no es problemática, no tiene las contradicciones del original, que no sabe ni quién es y vive  con una pierna en cada uno  de esos dos mundos, cuyos defectos (¡de ambos!) conoce tan bien.

El verdadero alegato de la película corresponde a otro pistolero, el interpretado por Charles Bronson: Bernard O´Reilly . Ya en la segunda parte de la película nos enteramos de que no es Bernard, sino Bernardo, de que es un híbrido de mejicano e irlandés. Pero, atención, su alegato no es contra los campesinos, sino en su defensa, y no lo mueve esa mezcla de amor-odio con la que todos nos relacionamos con nuestros orígenes (no sólo Kikuchiyo), sino una visión más elevada y políticamente correcta de las cosas…

Antes de reproducir las palabras de O´Reilly  hay que explicar cuál es la situación cuando las pronuncia. Los campesinos están divididos. En su primer encuentro armado con los bandidos han tenido algunas bajas; unos desean pactar con su jefe, Calvera, y otros prefieren seguir luchando. En la película japonesa también había dudas entre los campesinos, naturalmente, pero sólo se expresaban  en forma de comentarios  por lo bajinis, mezquinos y vergonzantes, sin pasar de ahí… Esta es otra de las diferencias. Porque en la versión americana los campesinos tienen que cometer un error:  pecar de algo, y de algo muy gordo, para que los pistoleros puedan ser ensalzados como corresponde. Y al director no le parece correcto -ni suficiente como motor de la trama-  sugerir  simplemente que los campesinos son cobardes,  como sí se hacía en la película japonesa, sin tapujos, y  no sólo por boca de Kikuchiyo, sino en el propio desarrollo de la aventura, pues  el  campesino valiente es la excepción y no la norma ( un valiente que, por otra parte, estaba desquiciado desde el rapto de su mujer).  No. En la película americana no se afirma de ningún modo que los campesinos sean cobardes. El «pecado»  que motivará la definitiva intervención de los Siete será una traición, responsabilidad personal y exclusiva de los dos o tres que la llevan a cabo .  Los campesinos partidarios de parar la lucha dejan entrar a Calvera en la aldea. Calvera desarma por sorpresa a los Siete y los pone de patitas en el monte, sin atreverse a liquidarlos (por miedo al Gran Hermano del Norte, que bajaría a pedirle cuentas).  Calvera no puede ni concebir que los Siete pistoleros regresen a la aldea. Pero vaya si lo hacen. Y Calvera, al morir, repite, atónito: ¿pero por qué lo han hecho…?, ¿por qué?. Porque son buenos y altruistas, Calvera,  y además  no se dejan chulear por nadie. Puros yanquis.

Volvemos a Bernardo. Tres niños mejicanos que cuidan de él le dicen que están avergonzados de la cobardía de sus padres. Y entonces Bernardo los agarra y les da una buena azotaina. Y acto seguido les larga (nos larga) este discurso, inexistente en la versión japonesa (como el propio híbrido B. O´R.): “ ¿Pensáis que soy valiente porque llevo un revólver?. ¡Pues vuestros padres son mucho más valientes, porque tienen la responsabilidad de todos vosotros, de vuestros hermanos, de vuestras madres, y esa responsabilidad es como una roca que pesa toneladas (…)!. Cuidar una granja, trabajar como un mulo cada día, sin ninguna garantía de ver premiado su esfuerzo. ¡A mí me ha faltado valentía para un trabajo semejante!»

El desenlace. A los campesinos se les va a perdonar su traición. Ya Bernardo nos ha dicho que debemos hacerlo. Y por eso los que han dejado entrar a Calvera, en el ardor del combate (eso sí, ¡sólo cuando ven que la cosa va bien…!) agarran sillas y machetes y se van también ellos a zurrar a los bandidos.  Lejos del realismo (tan, tan humano) de Kurosawa, aquí todos son valientes.  Todos somos buenos. Pero…a pesar de las proclamas de que, además,  todos somos iguales, y de que el pistolero “podría” hacerse campesino, y el campesino pistolero…Nada de eso.  Al final del combate sólo siguen vivos tres de los siete magníficos, Yul y Mc Queen, como es de rigor, y  Chico, el séptimo pistolero…

En la versión original Kurosawa ha hecho sobrevivir a Kanbei, a Schichiroji … y al  joven aristócrata  Katsushiro. Pero no a Kikuchiyo, el séptimo samurai.

…Los dos mayores se despiden y se marchan, tan chulos como llegaron. Sólo Chico, 100% mejicano y 100% campesino, en el último momento da media vuelta. Tiene un affaire con una chica de la aldea, como el jovencito samurai de Kurosawa. (Pero mientras en la película japonesa Katsushiro sí se ha acostado con la chica –la víspera de la batalla, lo que es importantísimo, y no por un simple deseo de satisfacer al samurai, para que se  «desahogue «antes del combate…no, es un asunto mucho más serio y primitivo, que tiene que ver con el miedo a la muerte, y con el deseo de conjurarla cuando ya sentimos su aliento en la cara-, en la versión americana, decía, no pasan de hacer manitas.  Señal de que la relación es «formal»). Hay más. En la versión japonesa la chica,  una vez superado el peligro, pasa rápidamente junto a su amante y se mete en el agua feliz y contenta, cantando, para participar del ritual de la plantación del arroz. En la peli americana hay un cruce de miradas lánguidas… En la japonesa todo es más natural. El cándido Katsushiro se detiene, perplejo, y Kurosawa nos sugiere que está pensando seguir tras la joven. ¿Como Chico?. ¡Todo lo contrario!. Aquí se va a imponer la libertad por encima de las convenciones sociales, porque Katsushiro no es sólo un genuino samurai:  es que, además, es un aristócrata. Y si el aristócrata-samurai terminará como un campesino (la escena final así lo indica, véase vídeo más abajo, con Kanbei y Schichiroji solos), el campesino Kikuchiyo terminará como un samurai. ¿Entendieron algo de todo esto John Sturges/el productor/guionistas de Hollywood?. En la versión americana el campesino Chico/Kikuchiyo regresa a la aldea.  Hace lo que se espera de él. Se quita resueltamente el cinturón con la pistola y se arremanga: ha vuelto con los suyos.

Los yanquis se vuelven a sus business. Los campesinos mejicanos a los suyos. Y el bicho raro Bernardo O´Reilly, como no podía ser de otro modo,  descansa bajo su lápida.

En la moderna y entretenidísima versión americana han triunfado el buenismo, la condescendencia , y el orden social. La grandeza de la versión original, en mi opinión, es precisamente la muerte de Kikuchiyo. Hacerlo sobrevivir y regresar a la aldea sería muy bonito…Y una simpleza.  Kurosawa, al dejarlo morir  luchando, está haciendo realidad lo que J. Sturges proclama pero no cumple. Que un campesino, como cualquier otro hombre,  sí puede elegir su destino.  Cabeza de labriego y corazón de samurai, Kikuchiyo muere como él ha deseado. Es en su muerte  donde  por fin se revela como lo que de verdad es: un valiente samurai, el más valiente de los siete.

NOTA
En la película americana el campo está casi totalmente ausente.  Apenas un almiar por aquí, un bieldo por allá.  Sólo es un decorado. En la escena final la chica parece disponerse a desgranar una mazorca, pero con tan poca disposición que nos hace dudar.  Por el contrario, en la versión original  TODO gira en torno al calendario agrícola. Adjunto el link con la maravillosa escena de la plantación de arroz:
http://www.youtube.com/watch?v=v2fRCkNy8Os

18 comentarios en “El séptimo samurai (y 2)

  1. Supongo que el arquitecto, los aparejadores, ingenieros y demás responsables de una MAGNÍFICA obra de arquitectura (el Guggenheim, por ejemplo) habrán pasado muchas veces por el museo para contemplar su obra terminada y en funcionamiento. No creo que lo hayan visitado a menudo, ni nunca, los soldadores o albañiles una vez que terminaron sus buenos pero anónimos trabajos durante la construcción.
    Creo que eso me ocurre a mi con películas en las que trabajé en mi juventusd de currito auxiliar de decoración, de producción o de dirección. A nosotros y a otros meros contratados como técnicos de segunda o tercera categoría ni siquiera nos daban el guión completo: nos apañábamos con la ‘orden de rodaje’ diaria para saber y preparar el vestuario, maquillaje, las armas, trucos, extras, etc. de la secuencia o plano en cuestión. Como mucho leíamos el guión unos pocos curiosos.

    Así pues, mi comentario sólo podría servir como complemento cotilla en vez del espléndido análisis crítico/lterario/social/histórico de Barbie. Me atengo a lo que se vivía día a día entre los personajes que ella menciona. Y hace tanto de esto que ya ni recuerdo si voy a hablar de la película ‘Los siete magníficos’ o de las siguientes versiones que se rodaron en Almería, ‘El regreso de los 7…’, ‘El desafío de los 7…’, ‘La furia de los 7…”
    Creo que John Sturges sabía lo que hacía y en cierto modo quiso reflejar – hasta donde el productor le permitió – la injusta desigualdad entre humildes y ‘poderosos’ (en la guerra y durante la paz), porque era un tipo muy concienciado con el tema social. Cuando trabajé con él ya era bastante maduro, tenía un vozarrón enorme, la cara picada de viruela y una novieta bastante joven y pinturera. No consentía en el mecánica del rodaje diario la más mínima distinción categórica entre técnicos, artistas, actores, conductores o camareros del catering. Curiosamente sabía disparar con excelente puntería a pesar del odio que tenía a las armas de fuego y a cualquier manifestación de violencia.

    En el rodaje de ‘Los 7…’ y en otros westerns con Yul Brynner, (‘Catlow’, p. ej.) la gente le detestaba ( a Brynner) por sus extravagancias y por el pisto que se daba. A los decorados naturales más inaccesibles había que transportar con grúas y Bulldozers su enorme y lujosa caravana con motor Rolls Royce; no paraba de contar que era un bohemio zíngaro por los 4 costados; cantaba en un ruso o romaní que sonaba a camelo, daba un enorme coñazo con una guitarra, (negra, claro, su color favorito) que rasgaba con torpeza, fumaba unos largos pitillos extraños (de papel negro…) que se hacía traer de muy lejos y, en fin, quería ser el rey de todos los reyes allá por donde pasaba. Su mujer era una flaca elegante que trataba de pasar desapercibida.
    Por si fuera poco, nos parecía un actor bastante impostado y mediocre. Nos reímos mucho un día que el alcalde de la ciudad (tiempos franquistas…) nos invitó a muchos a cenar en el soberbio edificio del ayuntamiento con patio porticado – donde excepcionalmente dio permiso para rodar – y el brutote alcalde le llamó viejo, calvorotas, cuentista y no paraba de darle capones a mano abierta en la calva diciendo, ‘Ay qué tío más raro”. Yul aguantando con un cabreo monumental. En ese decorado se rodarían escenas muy importantes y el señor alcalde lo cedió gratis varios días y noches porque era la época de promocionar Almería con los ingresos que dejaban los peliculeros.

    El chico alemán que menciona Barbie era Horst Buchholz, claro, buen muchachote que se sintió gallito en corral ajeno en aquel western (y en casi todas las pelis que intervino, segú se decía.) El maestro armero pensó que jamás aprendería el alemán a desenfundar como un vaquero ni hacer filigranas con los revólveres. El chico andaba practicando por todas partes.
    No así McQueen o Bronson y los otros, que sabían de armas y las manejaban mejor que el zote Charlton Heston, (que en gloria esté allá arriba como presidente de la Asociación de Amigos del Rifle con una pistolita de Vicente Rico que dispara un trapo de dice “¡ Bang !”.)

    [Me queda poco. Haré un 2º comentario para no acaparar el blog de Barbie con un comentario tan extenso.]

    • Grillo, qué maravillas cuentas… y qué mundo extraordinario has vivido. ¿Por qué no escribes un post sobre todos estos «magníficos», con sus secuelas y requete-secuelas?. Tienes material de sobra, divertido y con mucha chicha. A mí Sturges me gusta, y creo que todo el guión es un tira y afloja entre la libertad/la falta de prejuicios y los convencionalismos que se imponen al final (¿la última palabra la tiene siempre el productor?). Tenía ganas de poner por escrito la comparación de las dos películas, porque cuantas más veces las veo más cosas descubro. Pero mira, reconozco que estos análisis pecan siempre de pejigueros: la verdad verdadera es que Los Siete Magníficos es una película muy entretenida, llena de detalles inolvidabes, con actores extraordinarios (a mí me parece que incluso Y. Brynner está bien, en el papel de super-chulo) a pesar de sus mamoneos fuera de plató…¿Y qué me dices de Elli Wallach?. ¡Me ENCANTA!. Será que me hago mayor, que cada vez me gustan más los listos-sinvergüenzas que los buenos mojigatos…

      • Comentaré más, aunque ya he contado mucho de lo que veía en aquellos timpos de pardillo ayudante. Además, tal vez por mi carácter, me quedaba más con los detalles de los rodajes y los actores que con la médula de las pelis.

        Y por supuesto que SÍ. el productor es el que manda. He visto amás de un Sam Spiegl, p.ej. presentarse en el rodaje, ver las hojas de la script y los reportes de avances y coger el guión y arrancale páginas. Con excepiones, claro; hay directores figuras a quien lo le rechsita nadie, como David Lean.

        De ahí que muchos actores y directores se metieran a producir con mucho riesgo de quedarse caninos.
        Hoy día no. Previo a una película se estudian TODOS los detalles, incluída la venta de muñecos, pins, y mercadería varia. También hacen firmar a los principales las visitas de promociones que tienen que hacer en festivales y en capitales con un escaso margen de libertad en lo que pueden decir de su propia cosecha; todo muy guionizado.

        ¿No véis las caras de mala leche que tienen algunos en ruedas de prensa o
        posados obligatorios en alfombras rojas? Máxime cuando desde el rodaje fulanito y fulanita no podían ni verse…Se firman y cobran incluso besos en la mejilla o en la jeta; más caros.

  2. Claro chica, Brynner sabía actuar; no le habrían contratado para tantísimas pelis. Es que a mí me caía regulín… Un detalle: supo que moriría de cáncer de pulmón de tanto fumar. Estando ya terminal se hizo rodar un spot fumando para que se pasase por la tele una vez muerto. Su propia voz decía al espectador «Esto me ha matado. Si no hubiera fumado tanto aún estaría haciendo pelis para ustedes» (o algo parecido.) No está mal… pero a mí eso me suena a la petarda Terelu Campos contándonos su cáncer cada media hora y bajando el taxímetro por cada foto de visita al hospital ¡ Anda ya, horteraza !

    Lee Marvin ya tenía las manos medio atenazadas por la artrosis. Pobre. Fue ‘legendario’ y mucho mejor persona que los papeles que le encomendaban.

    Para buenazo Charles Bronson, también descendiente de medio mongoles. Bastaba verle la cara. Un hombrón con más músculo en el corpachón (sin gimnasio) que materia gris en la cabeza. No me sorprende el discurso (moralizante) que larga a los muchachos, porque él tuvo varios y uno de llos le salió mongoloide, o con Down. Tenía una enfermera continuamente para cuidarle y educarle; una chica de esas que , como Rajoy, tenía la lengua más gorda que la cavidad bucal.
    Quiero decir que a Bronson los niños le producían mucha ternura y se ocupaba de ellos como una madre.

    Me dijeron más tarde los colegas americanos que era una pena y un doló verle llorar a la muerte de su queriidísima mujer Jill Eireland; actriz también con la que hizo de pareja en otras pelis.

    Tengo más cositas con directores estupendos… pero empieza a darme corte porque fueron muchos los que me dieron patadas en el culo. De meritorio me reía mucho porque me parecía ridículo…
    Solo no se lo permití, ya más mayor y de primer ayudante, a Orson Wells: me fui del rodaje porque le dio una coz a un paquete que le alargaba y le dejé plantado por los campos de Ajalvir con un chófer. Yo acepté el trabajo por tres días para hacer un favor a uno muy conocido. Eran unas tomas de campanarios y sólo íbamos un chófer, Welles y yo. ¡ Vaya usted a mamarla imbécil prepotente !
    Eso me subió mucho el cachet y el currículo. Igual que te dgo una cosa te digo dos: al final los directores se pirraban por llevarme en su equipo.

    • Ya te vale: mandar a Orson Welles a mamarla…por Ajalvir adelante, ni más ni menos…¿Encontraron finalmente los campanarios, ellos solitos?. Lo dudo. Creo que en uno de los últimos posts que escribiste quedamos todos de acuerdo en que Ciudadano Kane está sobrevalorada. Nadie chistó. Todo el personaje de Welles, seguramente, está sobrevalorado. Es verdad que Charles Bronson tiene un aquel muy entrañable. La escena -sin palabras- en que le regala a una chiquita mejicana la flauta que acaba de tallar (¿recuerdas la escena?) es muy, muy bonita. Uno de esos detalles inolvidables que te decía. Un tío mío asistió a uno de sus rodajes en España cuando era estudiante de medicina (lo contrataron con el equipo médico, o algo así; no recuerdo); es curioso, porque dice de él lo mismo que tú, lo buena gente que era…y añade que pimplaba que daba gusto (¡qué bien lo debían de pasar éstos por el sur cuando venían, y tú llevándoles de aquí para allá!). ¿Y eso de la artrosis, de Lee Marvin o de Elli Wallach, por el que te preguntaba?. Antes de que me contestes ya me imagino que hablas de Wallach, porque de repente recuerdo a Don Altobello gesticulando con las manos y agarrando malamente el pastelito envenenado que le acaba de regalar su querida ahijada Cony..(Una frase estupenda de Maruja Torres: «Cuanto más conozco al género humano, más aprecio a los Corleone»). Bsss.

  3. Perdona guapa. De Lee Marvin nada, me refiero a James Coburn. Con aquellos pelos y las cejas y el vozarrón impresionaba. Y buena gente. Sorprende que los malos malísimos eran tipos educados y estupendos: Karl Malden o Borgnine.
    Y de mayor todos queríamos ser Steve Mcqueen: guapo, osado, rubio, ligón, cínico y siempre triunfante. Elli Walace otro sui géneris.
    Los que bebían a modo eran G.C. Scott (bastante posterior) y (ahora no me sale el nombre…) el que hizo de cura malvado pistolero y de aventurero indomable. [Ay, mi memoria…]

    Nos divertíamos mucho, la verdad.

    Mucho más tarde, cuando mi socio y yo nos mandamos hacer un estudio magnífico con todos los adelantos y en la mjeor zona de Chamartín, quiso rodar unas escenitas el maravilloso John Malkovich… y el tío puso varias condiciones durante esos día; i.e, que en todo el edificio no se fumaba. Le mandamos al carajo – porque además nos suponía un favor a traves de una amistad y esos día teníamos que abandonar nuestros clientes de publicidad y nos suponía una pérdida económica que habríamos aceptado gustosísimos y de gratis, pero ¿quién es ese para ponerme condiciones cuando ya tenía uno el culo chamuscado por la silla eléctrica de tanto pasado por medio mundo?

    Bss.

    • Nunca me pareció nada del otro mundo Malkovitch, tiene ojos de loco, pero me hace gracia en el anuncio ése del café encapsulado. Grillo, ¿me das permiso para poner tu blog en «blogs que sigo» de LRO?.

  4. Otra pregunta: en algunos westerns rodados en Almería, como los de S.Leone, aparecían en lontananza cactus-candelabro y cosas así, así de imposibles, ¿cómo os apañábais?, ¿eran de verdad o de cartón coloreado?.

  5. Al final ya había en Almería naves enteras con atrezzo de la época: los cactus, barriles, botellas de cera para romporse en la cabeza, cuadros, pianos, cuadras peremnes de caballos y arness y herrería, armas de madera para extras de segundo plano, carruajes, ventanas con cristales de caramelo, sillas de madera de balsa para las peleas, etc Y en Guadix un depósito de viejas máquinas y vagones de ferrocarril con una pequeña estación apeadero en un buen tramo de via muerta que a veces empalmaba con la línea de Alquide, (Andaluza de Minas.). Un acuerdo que empezó Leone con el depósito central de Renfe Estación del Norte en Madrid, porque máquinas, vagones, medidas, bogíes, mercancías, pasajeros, etc, tenían unos formularios muy complejos y de largo trámite y transporte por acerretera hasta allí. Las distintas productoras pagaban una cuota. Un gitano Jefe, ‘mayor’ tenía siempre a mano y renovada la lista de jinetes vaqueros o indios.

    Encantado, honrado de que pongas mi blog junto los otros que sigues, (ya te comentaré además.) También yo he intentado poner el tuyo donde los que sigo yo pero no sé hacerlo. En septiembre vuelve mi hijo y me ayudará. Creo que ademas de La Rama de Oro añadiré ‘Barbie Jardinera’, porque me parece un hallazgo con mucho tirón.

    Besos, encanto.

  6. Acabo de leer la entrada después de la recomendación de Grillo en su blog, y me quedo sin palabras y como con una especie de nostalgia después de leer el magnífico análisis comparando las películas y los comentarios a los que ha dado lugar. (No imaginaba que los directores trataran literalmente a patadas a los ayudantes, aunque había leído en el blog de Grillo que así las gastaban Franklin Shaffner y Ernest Borgnine.)
    Sólo decir que me gustaron mucho las películas que vi de John Sturges, sobre todo el western “El último tren de Gun Hill”, y que al parecer una de las estrellas que barajaron para el papel que finalmente haría Steve McQueen fue George Peppard, en mi opinión un gran actor (no hay más que verlo en la magnífica e infravalorada “Águilas azules”) hoy injustamente olvidado por las películas malas que hizo, una de ellas rodada también en Almería.
    Un saludo.
    PS ventanas de caramelo y botella de cera: así se pegaban aquellas hostias en aquellas películas…
    (¿El cura malvado y pistolero era Robert Mitchum en “La ira de Dios”?)

    • ¡Hola Antonio!. Lo primero es que a ver si me bajo hoy «El último tren a Gun Hill», porque debí de verla hace veinte años en un sábado- tarde invernal, y ya no me acuerdo ni de qué iba…Pero eso se arregla. Sabes, a mí me parece que Peppard se echó un poco a perder al rodar la serie del Equipo A (que tenía su punto, no digo que no, como todos aquellos engendros kitch de los 80). Ahora es decir su nombre y recordarlo pegando tiros en la tele, sin sacarse el puro de entre los dientes. Grillo -¡gracias, encore, por el postito desternillante!- ¿era Mitchum el cura malvado, como apunta Antonio?

  7. Si, era Mitchum. Me acordé de su nombre un par de minutos después. Yo nunca estuve en ningún rodaje con él, pero se comentaba que aún estando bebido se erguía cuando le llamaban a escena y decía sus líneas sin el menor atasco. Dicen también que empapaba bien porque era gran comedor.


  8. Espero estar mandano aqui el link de la bronca de Orson Wells con un tipo de la pecera en la grabación de un anuncio de guisantes hace mucho. El que grababa interrumpía al actor y le llevaban los diablos.
    El gran Wells (…) llama ignorante, estúpido y chapucero al redactor del texto por la mala sintáxis, el sinsentido y la mierda que le está haciendo leer.
    Esto lo tenía mucho mejor de sonido en un cassette que me envió un técnico americano cuando le conté el plantón que di en Ajalvir al MEGAESTRELLA. Lo he perdido. Se supone que esta grabación se convirtió en todo un clásico en EEUU.

    Era un hombre de indudable talento, pero ODIOSO.

    Si no lo entendéis bien de sonido, (pluralizo por Antonio Castro) odéis encontrarlo en Google teclenado Osron Well + anuncio de guisantes + cuña de radio + bronca, etc. Yo soy muy torpe para estos menesteres.

    Saluditos.

    • THIS IS A LOT OF SHIT, YOU KNOW THAT?. Qué mal rollo, tanto en las frases que entiendo como en las que no (pero se dejan adivinar). ¿Y todo por qué?. ¿Porque le parecía insoportable que un divo como él estuviera haciendo anuncios de guisantes congelados?.

  9. Como dje.

    Al señorito le faltaban algunos planos de relleno para ‘Campanadas a media noche’. Algo que podría haber hecho con fotos contra un bluebacking a su antojo: cielo claro, nublado, con pajaritos, sol de justicia, etc, etc. pero era tan PERFECTO, tan exigente, tan productor y tan porculero que pidió 3 días con una cámara Arry 35 que llevaba él mismo a mano, un ayudante y un chófer.
    J. Estelrich – uno de los mejores aytes. de dirección y director también – me pidió que fuera yo porque él tenía un compromiso más interesante. Acepté.
    El primer día pidió algo de pollo asado para matar el hambre. Traje con el chófer una cajita de muslos de una rostisería. Al alargarle la caja le dio un patadón (pollo al tomar por saco) y dijo que eso era una mierda insuficiente…
    Le dije al chófer , – volvamos al pueblo, me quedo en la parada del bus y me voy a mi casa. A él llévale lo que te salga de los c…
    Jamás volví a verle. Sé que se agarró un cabreo tremendo, pero no podía explicar a nadie lo de la patada, porque bastante mala fama tenía ya.

    En realidad yo no queria hacer alarde de haberle plantado, pero cuando noté que el conductor lo iba contando no tuve el menor inconveniente en confirmarlo.

    Vuelo a lo mismo de antes en mi blog: uno aguanta estupideces necesarias en la vida, pero hasta un punto.

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