El séptimo samurai (1)

Verano 2012

«¡Los campesinos son gente cobarde! ¡Siempre están preocupados por algo, cuando no es la lluvia es la sequía!. Se acuestan con miedo y se levantan con miedo. Los pobres tienen miedo hasta de su sombra. ¡Se hacen los santos pero no lo son!. Tacaños, astutos, quejicas, malvados, estúpidos y asesinos…¿Y quién ha hecho que sean unas bestias?. ¡Vosotros, los samurais!. Quemáis sus aldeas, destruís sus casas, les robáis la comida, les obligáis a trabajar, seducís a sus mujeres  ¡y les matáis si se resisten!  ¿Qué queréis que hagan..?»

Así, con estas palabras, es como descubrimos que Kikuchiyo, el séptimo samurai,  era hijo de labriegos. Hasta entonces sólo veíamos en él lo mismo que veían sus seis compañeros: un joven de carácter alocado e indócil, impropio de un auténtico samurai. Un poco después lo vemos con la hoz en la mano, ayudando a segar la cebada. Dice que detesta a los campesinos pero es el que mejor se lleva con ellos. Nunca se calla. Es infantil, impulsivo. Para probar que es un auténtico samurai enseña un «diploma» que ha comprado por ahí, perteneciente a un tal «Kikuchiyo». Ni siquiera sabe cuál es su verdadero nombre…

Flash-back. Un grupo de campesinos se ha acercado a la ciudad en busca samurais que acepten defender la aldea contra los bandidos que periódicamente les roban la cosecha. Ya se han llevado la del arroz. Ahora la cebada está creciendo… y ya falta poco para que madure. Cuando esté segada y trillada los bandidos volverán. Los campesinos buscan samuráis pobres, pues no tienen nada con que pagarles.  La oferta es que les defiendan a cambio de su manutención. Tres comidas diarias, nada más.  Los samurais comerán arroz; los campesinos, mientras tanto, sólo comerán  mijo. Al primer samurai, Kanbei, lo descubren en plena acción, cuando arriesga su vida por salvar la de un niño que ha sido secuestrado… Los campesinos, testigos de su forma de proceder, le ofrecen el trabajo. Y como corren malos tiempos para los samuráis de fortuna -guerreros que vagan por el pais buscando un señor al que servir- a Kanbei  no le cuesta demasiado reunir un pequeño grupo. En principio son seis. Un séptimo, Kikuchiyo, no ha pasado la prueba  (se emborracha, no sabe tener cerrada la boca …), así que se limita a seguirles, esperando que en algún momento acepten su compañía. Cuando llegan al pueblo nadie sale a recibirles. Pero Kikuchiyo, que demuestra conocer bien la mentalidad de los campesinos, toca a rebato con el «gong» de la plaza pública… «Ya tenemos al séptimo», dice Kanbei.  Y entonces empieza la segunda parte de la película. La relación entre campesinos y samuráis, que va pasando de la desconfianza más profunda a una  cierta solidaridad (los samurais comparten su comida, los campesinos se ríen…). La preparación de las defensas del pueblo. El entrenamiento de los campesinos. El descubrimiento de las mujeres, que han sido apartadas y escondidas antes de la llegada de los samurais. La cosecha y la trilla. La historia de amor entre el más joven de los samurais y una de las chicas.  El ataque de los bandidos. La batalla bajo la lluvia. La muerte de cuatro samurais y varios campesinos. La liberación de la aldea. Y por fin el recomienzo: las mujeres plantan el arroz mientras los hombres cantan y bailan junto a ellas, todos metidos en el agua, siguiendo el ritmo de los tambores y flautas…

¿Quiénes son los siete samurais?. Aparte de Kanbei y de Kikuchiyo:
el segundo samurai,  el leal y afable Schichiroji, viejo amigo de Kanbei;
el samurai  más joven, Katsushiro, número tres, muy guapo, elegante, y de buena familia (como se deja adivinar por su ropa, por la limosna que entrega a escondidas a los campesinos…);
el cuarto, el samurai de nervios de acero, enjuto y parco de palabras, de técnica pefecta con su espada;
el quinto,  fortachón y risueño, al que encuentran cortando leña;
y el sexto, guerrero muy apañado,  pero más desdibujado en el guión  que sus compañeros (*al menos en la versión que yo tengo en casa, no sé si completa)

Kanbei y Scichiroji han sobrevivido al combate, lo que era previsible desde el comienzo. «Los campesinos han ganado. Nosotros hemos perdido», son las palabras que pronuncia Kanbei antes de abandonar definitivamente la aldea, mientras pasan junto a las tumbas de sus cuatro compañeros muertos y escuchan la música que llega desde la plantación.  El tercer samurai que se salva es….  (Continúa mañana; me voy a regar).

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