Rousseau pour tous?

2012

Este año 2012 se celebra el tercer centenario del nacimiento en Ginebra de Jean-Jacques Rousseau: “Rousseau pour tous” es el lema de la campaña, extremadamente elogiosa,  que los ginebrinos han puesto en marcha para honrar a su conciudadano. En LRO somos más de M. Voltaire (por razones que enseguida se explican), pero hoy toca dedicarle unos minutos a Juan Jacobo, filósofo del «retorno a la Naturaleza», aunque sólo sea para intentar dar del personaje una visión diferente de la oficial y políticamente correcta.

 Rousseau sólo me resultaba atractivo cuando tenía (yo) veinte años. Ahora paso de los cuarenta y, la verdad, ya no me creo que el hombre sea bueno por naturaleza ni que las instituciones sociales sean las causantes de su perdición. Encuentro pretencioso que alguien asegure tener todas las respuestas para todas las preguntas, que diga defender la Libertad pero critique con encono a los que no la usan como él quisiera, y sospecho sistemáticamente de los que proclaman la superioridad de las emociones sobre la razón, el todo (la nación) sobre las partes (cada individuo), los ideales abstractos sobre la realidad imperfecta….  Prefiero a  su contemporáneo Voltaire, ¡mil veces!, que a muy pocos kilómetros de la ciudad natal de Rousseau, en la comuna fronteriza de Ferney, consagró su tiempo y su dinero a abrir caminos y construir fuentes, casas, un hospital, una granja y varios talleres; consiguió aumentar el rendimiento de las tierras de labor y  organizar la comercialización de sus productos, mejorando con todo ello en muy pocos años las condiciones de vida de los habitantes de la comuna, quienes, según cuentan las crónicas, lo adoraban, hasta el punto de que cuando no podían darle un beso directamente a él se lo daban al caballo de su carruaje… Y todo ello sin aburrirnos elucubrando sobre la perfección moral del  buen salvaje, o del labriego analfabeto, frente al  vicioso y degenerado hombre moderno, etc.  Por eso el joven Rousseau, idealista pero inútil, que miraba más hacia atrás que hacia delante,   encontraba detestable al viejo Voltaire: materialista, corrompido por el amor a la ciencia, al arte y al teatro, bon vivant sin disimulo…

Ahora bien, ¿puede declarar uno su lealtad a los verdaderos ilustrados, -esos que miraban hacia delante…- y, al mismo tiempo, reconocer los límites de la idea del progreso tal como ellos la parieron  y  llegó, prácticamente sin cambios, hasta la generación de nuestros padres?. Quiero creer que sí. No presto mucha atención a los que me dicen que nuestro sistema de vida occidental está podrido y que mejor nos iría viviendo “integrados en la naturaleza”, como los jíbaros del Amazonas, o los nativos de Guinea Papúa etc, etc. Aguzo el oído, sin embargo, cuando oigo a alguien explicar por qué la destrucción de la naturaleza en nombre del crecimiento y la productividad ilimitada es una conducta irracional que nos lleva a todos -los de este hemisferio y los del otro- al mismo callejón sin salida. Es decir, que son los argumentos científicos, económicos, racionales e ilustrados en última instancia, y no la fácil poesía campestre (no sé cómo referirme a esa actitud, que siempre me ha parecido reaccionaria), lo que yo quisiera defender también aquí. Por ejemplo, si hay que promocionar la agricultura ecológica no es –al menos en mi caso- porque quiera reverenciar a la Pachamama y conectarme con las fuerzas cósmicas, sino porque no hay otra manera de producir racionalmente a día de hoy. En LRO sólo tiene sentido producir-conservando, o bien conservar-produciendo, que lo mismo da.  Y me gusta pensar que si M.Voltaire siguiera  hoy al frente de sus fincas de Ferney las inscribiría sin dudarlo un segundo (¡quién sabe!) en el registro de producción ecológica de su Departamento…

Rousseau en cambio, apóstol de la vida “natural”, no debía de saber ni cuándo se plantan los ajos. Apóstol de la pureza y la inocencia de los niños, abandonó en el hospicio sin pestañear a los cinco hijos que tuvo con su lavandera. Criticaba con virulencia a los aristócratas, pero aceptaba de buen grado que le mantuvieran…. Lo que a Jean-Jacques le iba era pasear por los prados, recoger hierbas, meditar, extasiarse; regresar después a casa -al chateau del Marqués de Girardin, por ejemplo, que le había ofrecido su hospitalidad en Ermenonville-, olisquear las flores del camino, saludar quizá a algún jornalero miserable con el que se cruzara (y al que, por cierto, este apóstol de la soberanía popular /nacional negaba el derecho a voto, al igual que a las mujeres), y a media tarde, ya descansado, bajar a merendar con la señora de la casa, escribir,  tocar un poco la flauta.

Más allá de su crítica al poder establecido, Rousseau era, de hecho, profundamente anti-ilustrado. Este blog «campero» no es el lugar indicado para discutir  las aportaciones  de Rousseau (confusas, contradictorias) al debate político de su tiempo.  Pero sí podemos dejar apuntado lo más evidente, que todas sus ideas -políticas, filosóficas, pedagógicas, al menos hasta donde yo recuerdo- parecían partir de un mismo impulso: la búsqueda de la «pureza original», o como quiera llamársele, que acabó convirtiéndose en uno de los dogmas del siglo, y que tuvo su reflejo incluso en  la historia del paisajismo (…esos jardines impostados, falsamente silvestres, «sublimes» y «naturales» que empezaban a hacer furor por entonces). Su insistencia en «volver a la Naturaleza», el lirismo arrebolado de algunos de sus textos, radicales y apasionados, encandilaban a muchos aristócratas ociosos que ya habían sido ganados por la estética prerromántica, y que con un candor que después se repetiría no pocas veces en la historia, se disponían a encender la  llama de la Revolución… Revolución que terminaría llevándoles a todos ellos (et pour cause!) a la guillotina .

Acabo. No puede serme simpático este hombre porque –aún dejando aparte sus incoherencias y sus neuras-  a mí ya sólo me interesa  lo que uno hace o deja de hacer. Las cosas concretas, útiles y objetivamente buenas, sean grandes o pequeñas, pero tanto mejores cuanto más fácilmente puedan transmitirse, es decir, enseñarse. Y la compra de LRO ha reforzado esta forma de pensar. “Ya conoce usted a Fürnstein, el llamado poeta de la naturaleza –le decía Goethe a su discípulo Eckermann- …Ha escrito un poema sobre el cultivo del lúpulo que es algo insuperable…”.  Pues eso.

13 comentarios en “Rousseau pour tous?

  1. Yo no soy el más indicado para decir esto, porque me he marcado cada post que ya, ya, pero el tema que abordas no es desde luego para ‘cancelarlo’ o ‘solucionarlo’ en una extensión así. De modo que, incurriendo yo a mi vez en simplificaciones horrendas te diré que si la verdad está en el matiz, aquí faltan matices. Rousseau era muy contradictorio, en efecto, sobre todo entre lo que predicaba y el trigo que daba (entregar a sus hijos la inclusa, etc.), pero lo peor de él son…lo roussonianos (como tantos darwinistas, marxistas, etc.). Sus confesiones y sus ‘promenades’ son maravillosos, no así su obra digamos…teórico filosófica, aunque en el viejo debate Rousseau vs. Hobbes (el del hombre como lobo para el hombre) la ciencia moderna (la neurociencia) no da la razón completa, como era de esperar, a ningún bando: somos egoístas y altruistas, somos naturaleza y cultura, genética y ambiente, tradición en innovación y desde luego tan profundamente humana es la bondad como la maldad más extrema. La sociedad modela a los humanos hasta cierto punto y es modelada por ellos en un proceso de retroalimentación que se da en todo, desde la conformación del paisaje a la ciencia o al tecnología. Tampoco estoy de acuerdo en confrontarle con Voltaire, que está a mi juicio tan sobrevalorado como filósofo como, digamos, Freud como ‘científico psicólogo’, con el que le comparo a propósito, puesto que ni uno ni otro fueron grandes filósofos o científicos, sino estupendos…narradores (los sueños, probablemente inventados del vienés son relatos estupendos, como los cuentos de Voltaire). Te recomiendo, si no te parece pretencioso, los trabajos de un joven y brillante historiador británico de la Ilustración, Phillip Bloom(*) . Por último, el término filósofo natural, aunque se entiende lo que quieres decir, es confuso en relación a que ese término se empleaba en la época para designar a lo que hoy llamamos científicos, igual que los ‘físicos’, por ejemplo, eran los médicos. Discúlpame si me he pasado.
    (*) P. Bloom: GENTE PELIGROSA: EL RADICALISMO OLVIDADO DE LA ILUSTRACION EUROPEA, Anagrama, Barcelona, 2012

    • Se me olvidaba con tanta objección matizada. por supuesto, en lo esencial estoy de acuerdo contigo; por ejemplo, cuando dices: «Por ejemplo, si hay que promocionar la agricultura ecológica no es –al menos en mi caso- porque quiera reverenciar a la Pachamama». ¡Eaxacto! Estoy de místicos, irracionalistas y otras intrasigencias hasta el gorro. Estos temas se defienden de otra forma más sensata, de hecho se defienden solos y flaco favor hacen los furibundos amantes de qué’ ¿del planeta? Como decía Paracelso, a la naturaleza se la domina respetándola, simplemente.

    • Sí, los roussonianos son más difíciles de digerir que el propio Rousseau.
      Al decir que «no creo ya que el hombre sea bueno por naturaleza…» tendría que haber añadido «…lo que no significa que crea exactamente lo contrario». Soy consciente de que todo el post es una simplificación provocadora (de hecho, dudé mucho si subirlo), pero tenía ganas de discutir un poco…no contigo, Libélulo, que estoy encantada de la vida que le has dado a este blog con tus comentarios…sino, sobre todo, con las autoridades del cantón de Ginebra, que todavía simplifican más que yo, metiendo bulla con sus fanfarrias, sin un atisbo de espíritu crítico.
      En cuanto a la confrontación con Voltaire, lo hago más que nada por una cuestión geográfica, porque eran vecinos muy mal avenidos, antagónicos. Creo que es la actitud, el tono, lo que quería oponer: el doctrinario Rousseau, siempre hablando desde un púlpito imaginario, frente a la ironía y el buen humor de Voltaire. Eso es lo que más me atrae de él. La actitud ante la vida, su pragmatismo, su «écrassez l´infame!», su compromiso personal con los perseguidos por sus creencias o su ideología… Y no las cuestiones estrictamente filosóficas y conceptuales, en las que no oso entrar. Y hombre, Lansky/Libélulo, tampoco tenemos que andar siempre cogiéndonosla con papel de fumar…digo yo. Aquí uno dice lo que le peta y como le peta. (De todos modos, el próximo post será sobre las cebollas, tema menos polémico… En el entretanto me voy a regarlas). Tomo nota del libro de Bloom. Caerá, fijo.

  2. El hombre blanco tiene que saber que, ahora mismo, lo único que tiene sentido es producir-conservando lo que implica, al mismo tiempo,consumir-conservando. Ahora bien, una no puede dejar de pensar que a aquellos jíbaros y jimbas «integrados en la naturaleza», acostumbrados a producir-comer-vivir de esa manera, de poco les sirvió su ancestral sabiduría.
    La pregunta es : será posible que el «instinto de conservación» resucite de forma generalizada en el planeta Tierra? Esta vez, sin embargo, lejos de que de las masas pretendan recuperar «la pureza original perdida», sino tan sólo – e inconscientemente- busquen prender otra llama : La de la Revolución que siempre se quedó a medias.

    Muy interesante el post Barbie Jardinera.
    Emma

    • Hola Emma, gracias a tí por tus comentarios. Yo vivo «revolucionada», a mi manera, de un tiempo a esta parte. Todo es complicadísimo, en mi opinión porque somos demasiados. Demasiada gente por todas partes, hasta debajo de las piedras. Y es difícil organizarse así. Incluso para los jíbaros: ¿cómo se organizarían si fueran unos seis mil…millones?. Soy muy escéptica con casi todo, Emma, por eso escribí esta entrada anti-rousseauniana, porque J-Jacques representa un poco ese Ideal Total en el que hace tiempo dejé de creer. Pero, como habrás leído en las respuestas a los comentarios de Lansky, acepto de antemano la acusación de haber simplificado ( lo sé, lo hice para meterle un poco el dedo en el ojo a los castos y puros ginebrinos…).

      • Yo también soy escéptica, sobre todo en lo que se refiere a organización, como tú dices. Porque si fuera una cuestión de sensibilidad nos daría igual ocho que ochenta. Siempre pienso en ese experimento con Joshua Bell, el virtuoso del violin que tocó en el metro de Washington con un violin Stradivarious. De las miles de personas que pasaron delante de él durante la hora punta solo una se detuvo más de seis minutos a escucharle, y únicamente 27 le dieron dinero. De lo que se deduce que la sensibilidad para percibir no nos viene dada y que han de señalarnos la belleza o la bondad, mira, esto es bueno, esto es bello, esto es vital que se conserve (lo malo es que hay mucha gente empeñada en que sólo «veamos» ciertas cosas y no hay muchos que nos dicen que nos paremos a escuchar el Stradivarious ) Luego, como tú dices, la organización para la Revolución es muy complicado pero si, al menos, pudiéramos «ver»! .

  3. Uff, Barbie, entro en las página del tricentenaire oficial y compruebo que todo este aquelare es uno más de los autobombos que so pretexto de la ‘cultura’ se montán los políticos de cualquier laittud y me asalta una duda. ¿debo sentirme aliviado o alarmado al comprobar que los ginebrinos suizos ‘pueden’ ser tan gilipollas como los munícipes madrileños?

    (Sigo opinando que Voltaire tiene mejor fama de la que merece y que era chulo y rompedor si se veía a salvo detrás de los faldones de sus prícipes protectores; nada que ver con mis héroes intelectuales, sean Spinoza o Darwin)

    Y llevas razón en lo de andar ligeros y sin pomposidad de ponencia en nuestros blogs, no sé qué me paso, disculpa

    • Bueno, dicen por ahí que Voltaire era comodón y cobardica, y friolero, y feo como un demonio pero…yo no puedo evitar tenerle cariño, ¡me hace reir tanto (con sus verdades de perogrullo, que por entonces no lo eran)!. Y valoro mucho el que reservara parte de su tiempo y energías mentales a asuntos de baja estofa, como poner en marcha un taller de relojería en Ferney, o comprar y vender cereales. Ahora bien, ¿cómo compararlo con Spinoza, con Darwin?. Del primero sé algo, del segundo poco. En cualquier caso, estamos en otra dimensión intelectual, otra galaxia, muy alejados del ambiente dieciochesco que, de por sí, tenía un aire mundano y «light» característico (como el rococó). ¿ Te había dicho ya que una de mis pasiones totales es el Amsterdam de 1650-1700? . P.D. Y por favor, L., no te disculpes por nada: la que se disculpa soy yo, por escribir a veces tan rápido y no ser capaz de transmitir con claridad lo que pienso (que eres un comentarista extraordinario -un mirlo blanco, a la par que libélulo- y que TODO lo que has leído y me/nos recomiendas supone un estímulo intelectual con el que no podía contar, ¡ni en sueños!, cuando este blog apareció en el «espacio cibernético»)

  4. Emma: si, como nos recuerda Lansky, somos un max-mix complejo de herencia genética y comportamientos aprendidos, esa persona que se detuvo a escuchar a J.Bell ¿lo hizo por una atracción innata o porque en su familia le enseñaron desde niña a apreciar la música clásica, o por las dos cosas juntas?. Misterio. ¿O simplemente porque era la única persona que, además de apreciar el violín de J.Bell, no iba echando leches esa mañana en el metro…?. Ojalá pudiéramos saber cuál es el truco para despertar de forma instantánea en la gente el amor a la belleza. Digo «despertar» porque, a pesar de lo que he escrito en el blog -eso de que ya no me trago las afirmaciones categóricas del tipo «el hombre es bueno por naturaleza»- sí pienso que todos nacemos con la posibilidad de serlo (bondadosos, sensibles a la belleza, etc). Creo firmemente en lo que creían los ilustrados (¡que no Rousseau!): en la Razón, en la Ciencia, en la fuerza de la Cultura y la Educación para mejorar al hombre. Pero sé que estas cosas no son infalibles. Son sólo el mejor instrumento que tenemos para no entrematarnos… ¿Cuál, si no?. (Añado, al margen, que algunas cosas me asombran. Por ejemplo: mi bisabuela de Ortigueira, una mujer de campo, a la que le costaba trabajo escribir, no sólo era la mujer más compasiva que he conocido, es que tenía un buen gusto innato que ya lo quisieran para sí muchas top-models; la forma en que se arreglaba el pelo, blanco como la nieve, con dos o tres horquillas, y después se anudaba un pañuelo al cuello… Estoy segura de que si le doy a elegir entre dos cuadros de arte contemporaneo, uno bueno y otro malo, ella escogería el mejor sin una sombra de duda. ¿Cómo se pueden transmitir esas cosas, y por qué unos se fijan en ellas y otros no?. ¿Y por qué a veces esa sensibilidad te hace mejor persona , pero otras veces sólo hace más profunda e intolerable la maldad -el nazi que al llegar a casa acaricia al perro y se pone a escuchar música… ?. )

  5. Tu abuela sabía mirar (y mirarse), aprender eso es el comienzo para aprender a apreciar el resto, pero es muy dificil, y a la vez es el comienzo (no sé si me explico: creo que escribiré un post sobre eso)

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