Noviembre 2011
Es el primer año que pongo coles en la huerta. Empecé con las lombardas, en primavera, y continué con coles de Bruselas y coliflores hacia la mitad del verano. Todas esas coles fueron plantadas en la “lasaña” donde se habían cultivado los ajos en invierno (y el año anterior, tomates). Al poner las plántulas añadí medio saco de mantillo a cada una para compensar la bajada de nivel de la lasaña (la materia orgánica se fue descomponiendo e incorporando al suelo original: lo que al principio era un buen colchón de paja, hierba y estiércol, ahora se parece más a una alfombrita de baño… Bueno, sólo crecieron bien y pudieron ser consumidas las lombardas, que se habían plantado a finales de abril. Lo demás también fue consumido, naturalmente, pero no por mí, sino por un poderoso ejército de chinches, orugas y pulgones.
Con los pulgones me fui arreglando (limpiando las hojas al regar, con paciencia), y con las orugas todavía, porque las retiraba con los dedos, una a una, y las echaba en la orilla del camino, en unos montones con restos de fruta que suelen visitar los mirlos y los ratones. Pero las chinches… las chinches pudieron conmigo. Me he pasado horas agachada metiendo en un sombrero las orugas y chinches que iba retirando con los dedos. Y es que las chinches son muy cucas; se dejan caer al suelo en cuanto sienten que algo no va bien, y ahí, entre el acolchado y la tierra, se escabullen con facilidad. Además, se pasan el día dedicadas al noble deporte de reproducirse. No exagero. Tengo la impresión de que no hacen otra cosa de la mañana a la noche. Comer y trincar sin parar un segundo. El problema es que no quiero utilizar ningún insecticida, ni siquiera los blandos, por muy admitidos que estén en el Reglamento de producción ecológica. No hay insecticidas selectivos, y pienso que, aunque los hubiera, tener que recurrir a ellos es reconocer que las cosas no se han hecho bien, o no tan bien como se debería. (En las grandes fincas, donde hay mucha gente empleada que vive de lo que se produce, con las consiguientes nóminas que pagar a fin de mes, gastos fijos de transporte, cámaras, etc., las cosas son diferentes, y más cuando hay que vérselas con una plaga. No pretendo juzgarlos, ni mucho menos, porque no sé lo que haría yo misma si me viera al frente de algo así). Aquí, en LRO, es más fácil tomar decisiones. Si me cargo a la chinche, me cargo también a la tijereta, a la mariquita, a la libélula… Y no quiero cargarme a nadie. Así que lo que tengo que hacer es: primero, no desesperarme; segundo, descubrir qué es lo que hice mal.
Hipótesis: las chinches atacaron como fieras salvajes en pleno verano; en ese momento las lombardas ya estaban medianamente crecidas; las otras coles, sin embargo, eran todavía muy pequeñas, con hojas tiernas y apetitosas; las lombardas aguantaron mejor los ataques de la chinche, así que mi primera conclusión –a someter a prueba el próximo año– es que la plantación de verano la hice con plántulas demasiado pequeñas; tenía que haberlas dejado crecer en un lugar protegido, incluso en módulos de invernadero, y no plantarlas hasta que estuvieran el doble de grandes. Por otra parte, yo no sabía de la existencia de esta chinche –Eurydema ornata–; estoy segura de que cuando vi a la primera paseándose entre las líneas de coles no le di la mayor importancia; al contrario, debí de quedarme contemplándola, encantada de haberla conocido (un bicho nuevo en la huerta, y de librea tan vistosa…) en vez de agarrarla de inmediato y mandarla a freir puñetas al camino. Además de ser más cuidadosa con las fechas de trasplante, y de andar más atenta a los primeros ejemplares, tendré que hacerme una lista con los principales predadores de la chinche (pájaros, lagartijas, arañas… pero habría que ser más precisos). Cualquier consejo, cualquier información al respecto, serán bien recibidos.
La historia no termina aquí.
En plena ofensiva general de las chinches aparecieron otros personajes poco recomendables: los saltamontes azules. Al principio, como me pasó con las chinches, me limité a hacerles fotos. ¡Qué bonitos son, cuando, en pleno salto, despliegan ese velo azul turquesa que llevan recogido detrás de las patas!. Y así estuve, alelada, hasta que los pillé con las manos en la masa cepillándose una línea de judías recién germinadas (en la foto se ve al saltamontes a la derecha, mimetizado con la tierra). Unos días después de estas fotos, los preciosos saltamontes azules atacaron la última remesa de coles.Y los conejos remataron lo poco que los saltamontes habían dejado. Y a finales de septiembre, cuando parecía imposible que pasara nada más, cuando ya sólo quedaba media docena de coles de Bruselas y otra media de coliflores, aparecieron los que faltaban: los jabalíes. Echaron abajo la portezuela (hecha con un palé atado con alambres) y zapatearon a placer la cama de las coles.
Bueno. Termino. No me he rendido, eso jamás. He cogido los despojos de las coles y los he trasladado al otro extremo de la finca, a una huerta mejor cerrada. Allí están ahora las coles supervivientes, protegidas con unas mallas rígidas y unas estacas. Las primeras noches frías de verdad han empezado a poner las cosas en su sitio. No hay ni rastro de chinches ni de saltamontes. Y, aunque no me gustan los cazadores, tengo que decir que el comienzo de la temporada de caza ha alertado a conejos y jabalíes. No me alegro. Preferiría enfrentarme a ellos de otra manera: reforzando los cierres de las huertas, para empezar. O poniéndoles comida apetitosa en otros sitios.
En fin. Las coles siempre me han parecido unas plantas muy hermosas: erguidas, robustas, carnosas, sólidas, como pequeñas esculturas vegetales. Creo que aunque no fueran comestibles seguiría luchando con el mismo ahínco por sacarlas adelante.
Buenas amiga agricultora,
no creo que hicieses nada particularmente mal… es el ciclo de la naturaleza. Nosotros nos comemos las plantas, y las chinches también. No obstante, te recomiendo que para evitar futuros incidentes con tan simpáticos visitantes, pruebes a mantener tu huerto lo más limpio posible. Las malas hierbas entre las plantas y en los rodales, caminos, etc. son un reservorio fantásitco de insectos. Cuantas menos haya, menos «miguitas de pan» habrá que les indiquen el camino a tus coles. Ten especial cuidado con los jaramagos (la planta más común de la dehesa, de hoja ancha que remata el hierbajo en varias flores amarillas de cuatro pétalos en cruz), que son de la misma familia y las atraerán.
Por otro lado, si no quieres usar ningún fitosanitario, te recomiendo que ataques con la propia naturaleza. Hay multitud de plantas que no son atacadas porque saben como defenderse. Te recomiendo especialmente una infusión de menta (menta y hoja de tabaco ya sería la releche), bien cargadita, y la rocías sobre tus coles. Verás como las eurydemas salen pitando. También puedes utilizar fitosanitarios de origen biológico, como el azaridactin, que se extrae de plantas.
Por último, comentarte como Ingeniero Agrónomo, que no es cierto que no existan fitosanitarios específicos. Trabajamos duro para tener que usar en los nuevos sistemas agrícolas los productos químicos, mezclándolos con otras técnicas respetuosas con el medio ambiente, pero cuando no queda más remedio que usarlos, siempre hay productos mucho más selectivos que otros, de bajo residuos y poco tóxicos.
Espero haberte sido de alguna utilidad (¡aunque hayan pasado casi dos años!).
Un saludo
Hola Carlos. Mil gracias por tus maravillosos consejos y por todas tus precisiones. Tomo nota especialmente de esa infusión de menta y tabaco (¿deshago dos o tres cigarrillos, por ejemplo?). Los problemas con la chinche son en pleno verano, y en ese momento aquí ya no hay jaramagos en flor. Hay otras cosas, como las alijonjeras, que arranco rutinariamente en cuanto las veo, porque, entre otras cosas, después me cuesta mucho cortar con la desbrozadora. Pero poco más, sabes. Hace demasiado calor y todo casca. Por eso la huerta es un refugio bárbaro para bichejos de todo pelaje.
Cierto que el post es de hace casi dos años. Pero sigo poniendo coles, y los problemas son siempre similares.
Un abrazo y nuevamente gracias!
Hola de nuevo!
Un placer. Al menos no llegan tarde del todo…
Bueno, realmente lo que más afecta a los insectos es la nicotina natural. Los cigarrillos normales llevan otras muchas sustancias que la verdad, yo no esparciría sobre mis coles… no sé qué tal llevarían las pobres eso del alquitrán, ni que efectos sobre su sistema hormonal puede tener. Yo me refería a hervir hojas de tabaco naturales. Son en general un buen repelente (menos para los pulgones… esos c———– se lo comen todo y los trips). Las semillas de tabaco no son caras, y es muy fácil de cultivar (en semillero un mes y poner dos o tres en el huerto, o en una jardinera), y son un repelente excelente para la mayoría de artrópodos.
La menta les gusta realmente poco. Los mentoles y otros productos de las labiadas son metabolitos secundarios, y en realidad, son un sistema de defensa de las propias plantas (aunque a nosotros nos gusten). También puedes plantar en un lugar relativamente cercano un grupo de girasoles. Muchos chinches se sienten atraídos por ellos, y tal vez dejen en paz a tus coles para cebarse con ellos.
Un abrazo!
PD: olvida la recogida a mano… tienen muchas generaciones al año. Necesitarías más manos de las que tienes, jejejeje
Empezré entonces con la menta (que la tengo, en macetas junto al pilón, para que no se salgan de madre y no me colonicen el arroyo) y cuando consiga hojas de tabaco lo mezclo. Ya te iré contando. ¡Gracias de nuevo!
Oye, y contra el grillotopo ¿conoces algún remedio eficaz?
Buffff… el Gryllotalpa es duro de roer para la agricultura ecológica. Lo primero es asegurarte que este bichejo está en el jardín. Si no estás segura (las cebollas y otras liliáceas, incluso el césped, pueden ser atacadas por otros insectos polífagos, como los malduermes o rosquillas) echa un tercio de litro de detergente en una garrafa de 5 l de agua, y baña un trozo de la zona afectada. Si son grillotopos saldrán a la superficie en pocos minutos. Es una forma de atacarlos. Los haces salir y los cazas, pero no es bueno para el suelo ni para las plantas echar sistemáticamente jabón.
El momento en que son más susceptible es en primavera y en verano, cuando son larvas y ninfas. Como casi todos los ortópteros, las larvas y las ninfas son muy muy parecidos al adulto, pero de menor tamaño (no los confundas, el grillotopo mide entre 35-50 mm). Una solución en este momento puede ser literalmente encharcar tu terreno si no tienes nada plantado. Si tienes algo plantado, no lo hagas porque posiblemente ellas también se asfixien, pero no pueden salir a la superficie.
El grillotopo aparece siempre en los mismos rodales. Si descubres cuales son y los eliminas, y además los esperas bien pronto al inicio de la primavera, podrás controlarlos durante el cultivo.
Si te animas a ello, lo más común es utilizar trampas cebo. Se colocan cerca de la zona afectada. Lleva un alimento que los atrae y una sustancia química (metiocarb) que los elimina. Es una caja pequeña, y los mamíferos y pájaros no pueden comer de ello. Si no, sólo queda sacarlos a mano como buenamente se pueda, o esperar a que algún pájaro o roedor se los lleve por delante (complicado cuando achucha el calor).
Sí, es grillotopo. El año pasado cogí uno y no le dí excesiva importancia. Pero ahora estoy bastante desesperada. El pasado fin de semana regué con jabón de potasa y agua (más que regar, metí el líquido por las galerías…), pero nada, no quiso salir. Supongo que hay que ser perseverante y volvr a la carga. Gracias, Carlos
Hola!
Para las plagas de las chinches va bien, infusion de menta o hierbabuena, plantar caléndulas alrededor intercaladas y girasoles no muy cercanos, les gustan y se van allí, dejando en paz las coles. El aceite de neem también va bien, yo no lo he probado, es más caro que pa’qué…
Suerte!
Pues muchas gracias, Erika, habrá que probarlo!