El libro, El último tramo, está escrito sobre las notas que dejó P. Leigh Fermor. Así lo explican sus compiladores/ editores en el prólogo. Tercera parte de su periplo a pie Londres-Constantinopla (1933/1934), tras El tiempo de los regalos y Entre los bosques y el agua. Esta última entrega, entonces, no es obra suya. Pero sí sigue siendo su historia. Dudé si comprarlo. ¿Querría él que lo leyéramos, o hubiera preferido que nos quedáramos para siempre suspendidos (literalmente colgados) en ese tramo del Danubio donde él interrumpió el relato, a punto de atravesar las Puertas de Hierro…?
La cerveza es una de esas modernas artesanas-naturales (IPA: Indian Pale Ale). Al igual que los vinos tintos jóvenes/semijóvenes que, de acuerdo con el gusto actual, han de tener imperativamente cierto sabor oaked, a madera de roble, con un no se qué avainillado… ahora las cervezas han de llevar una buena carga de lúpulo(s), más alcohol, aromas inesperados al abrirla (al menos para mí, acostumbrada a las lager de Estrella Galicia) y un poso a jarabillo dulzón que, según leo en la red, hay que atribuir al «lúpulo tropical» y a las «maltas caramelizadas».
El rosal, mi fragantísimo Zephirine Drouhin, un híbrido de borbón. Trepador sin espinas. Fiable. Buena resistencia a la marsonia.
(Otras felicidades:
https://laramadeoro.com/2019/10/31/felicidad-rojo-picota/,
https://laramadeoro.com/2019/11/08/rojizo-rosado/
https://laramadeoro.com/2013/12/05/felicidad-naranja/)