No sé muy bien cómo te llamas, si eres una Eisenia o una Lumbricus o una Eudrilus… (veo en los foros de internet que hay debates muy encendidos entre los partidarios de unas y otras; yo diría que eres una Lumbricus, pero cualquiera se atreve). Estás en los composteros y en la tierra de debajo de las macetas y tablones. En la hojarasca, en los montones de grama que dejo entre las piedras, en el acolchado de paja de la huerta. Estás bajo la cubierta de estiércol de oveja con la que cubro en invierno parte de los restos de acelgas, puerros, lechugas, pero también en los montones descuidados de plantas que no se reciclan (no expresamente), como las tomateras o las coles, tan propensas a pillarlo todo. Querida lombriz, tú haces que la tierra parezca couscous. Oxigenas las raíces, lo limpias todo. A veces, después de una lluvia, te encuentro en la calzada jugándote la vida, como esas gallinas insensatas que andan a su aire por las cunetas y cruzan por donde les parece. Si todavía no te ha pisado alguien, ni te ha comido un pájaro, ni te ha atropellado una bici…te recojo y te devuelvo al pie de un árbol, a seguir haciendo tu trabajo. Date cuenta, queridísima lombriz, de que sin tí no habría huertas. Eres por lo menos tan importante como el agua y como el sol. Te llames como te llames, me consta que eres una lombriz competente. Ni se te ocurra marcharte. ¿Dónde ibas a estar mejor?. Aquí no te ha de faltar nunca de nada. Tendrás comida sana y variada (dieta mediterránea), humedad, calor, buen trato…
«Eres por lo menos tan importante como el agua y como el sol.» No, no.
Lombrices, benditas sean, pero compararlas con el Sol o con el agua es excesivo a todas luces, de hecho existen suelos fértiles sin lombrices, ni son condición necesaria, ni suficiente, como suele leerse en Internet. Por tanto, es imprudente indicar a los agricultores que son panacea y garante de buenas cosechas. Además, como sabes, existen miles de especies, de las cuales en la mayor parte de los casos desconocemos casi todo. Sin embargo, resultan ser, como las termitas y ciertos tipos de hormigas, unos ingenieros del suelo formidables, favoreciendo al porosidad, como bien contó Darwin casi por vez primera, aumentando la capacidad de infiltración, descomponiendo en sus primeras fases la materia orgánica y acelerando el reciclado de nutrientes gracias a su poder de haploidización-bioturbación, o hablando en plata generando los movimientos verticales de los materiales del suelo. (Soy Lansky, disculpa, a veces no me puedo contener en comentar, porque leerte te sigo leyendo)