De hora en hora las uvas pasan del verde al morado. Los higos se rajan. Las manzanas se sonrojan por el lado que da al sol. La corteza de las almendras se abre y cae al suelo. Las aceitunas siguen engordando despacio, sin llamar la atención. Los jabalíes empiezan a venir por las noches a la charca; son, seguramente, los que nacieron esta primavera. En la orilla del camino hay conejos, liebres, tórtolas, y turistas de Madrid recogiendo moras y endrinas.
Ya no están tan erguidas las matas de la huerta: en un determinado momento de la pasada semana –cuando las temperaturas nocturnas pegaron el primer bajón importante- las tomateras, todavía vencidas de fruta, la mejor del verano, la más dulce, renunciaron a la carrera y detuvieron la producción de nuevos brotes.
Los pájaros empiezan a reunirse (“ya os llega la muerte, ya os llega..”, les decía Anastasio, el anterior propietario de LRO, cuando se acercaba el otoño). A lo lejos, si uno se retrasa en el campo a la caída de la tarde, se oyen guñidos y quejidos tristes: ¿quizá venados? De debajo de las tejas salen lagartijas del tamaño de un meñique. Las ranas ya no alborotan. El Rey Moro (Brintesia circe), esta mariposa negra de la foto, hace lo que puede entre la hierba seca de la pradera. Aún le queda septiembre, sí, pero cada noche será más fría que la anterior y contra eso no hay remedio. Las mariposas irán desapareciendo, poco a poco, hasta que se haga el silencio en la pradera.
La luz de estos días es un milagro. ¿Viene del mismo sol que la luz del resto del año? Se diría que viene de más atrás, del otro extremo de la galaxia. A primera hora de la mañana, como al atardecer, la luz llega a LRO en rayos oblicuos y largos. Reparte sombras desproporcionadas por donde pasa y entra a fondo en cada cosa que toca, cambiándole el color, haciendo que todo parezca más verdadero, valioso, e intenso.
Bien lo dices. Septiembre ha sido de simpre mi mes favorito del año.
Hola Grillo. En los «hot borders» y modernos jardines diseñados con gramíneas y vivaces septiembre es el punto álgido: nada de tonos pálidos a la provenzal, suaves lavandas y blancos jazmines (eso está bien a comienzos del verano), sino un BOOM! de naranjas, violetas, carmines…con todo lujo de matices,que no podrían ser lo que son sin la luz otoñal, es decir, cuando el sol ya no te ciega.
Yo también adoro septiembre (a pesar de esas primeras sombras: se ha abierto la «media veda», están cazando palomas, tórtolas y «zorras»; los perros andan asustados con tanto tiro y tanta gaita… Paciencia!). Bs
A mí también me gusta mucho septiembre, pero no tanto por sí mismo como porque se acaba el maldito agosto (por estas latitudes, se entiende) que no hay quién lo aguante. También me gusta como se llama en serbocroata: ‘rujan’; o sea, ‘rojo’, el mes rojo, por las hojas que cambian a ese color antes de caer. Nuevamente, por estas latitudes el título rujan se lo disputaría también con octubre. Pero en realidad me gusta porque no puedo evitar, desde mis tiempos escolares pensar que acaba un año y con el solsticio, empieza otro: en septiembre, por ejemplo, cambia el turno de la avifauna, se van o empiezan a irse a África las transaharianas (cigüeñas, golondrinas, codornices, abejarucos, rapaces) y llegan las norteñas invernantes (gansos, grullas…). Melancolía, y a esperar las setas, y a ponerse morado de bayas, como las mentadas por Barbie. Por cierto, bienvenida.
perdón: equinoccio
¡Rujan!. ¡Qué nombre más chulo para un perro!. Suena exótico y aguerrido. Un perro/perra de pelo naranja, como mi Pancho o tu Jara.
Como llovió bien en primavera, este es un buen año de moras y endrinas; y si la cosa no se tuerce (hay pronóstico de tormenta para el fin de semana), también lo será de uvas. Crucemos los dedos, que ya se acerca la vendimia!. bss
Hola Barbie, ayer mismo me apercibí de la luz, distinta, tan de Septiembre. Lo mencioné en voz alta, a pesar de que no había interlocutor a mi lado. Me alegro de que hayas sido tú quien lo haya hecho notar por escrito, de la mejor manera posible : Con ayuda de los habitantes de LRO, los pájaros, el Rey Moro y las ranitas, que desaparecen.
Gracias
Hola Emma, y gracias. Me imagino que septiembre será también el mes preferido de los fotógrafos; yo tengo una birria de cámara -y además, nunca me he interesado seriamente por la fotografía- pero reconozco que estos días me hincharía a sacar fotos: la luz haría la mitad del trabajo. bss
la luz hace practicamenet ‘todo’ el trabajo