Margaritas pendencieras

Corfú, años 30

tuscany_superb_bs“…Otra cosa que no se aprecia cuando se es joven es que las flores tienen personalidad. Son distintas unas de otras, lo mismo que las personas. Mira, te voy a mostrar un caso. ¿Ves aquella rosa de allí, que está sola en el florero?.
Sobre una mesita rinconera, entronizada en un florerito de plata, había una magnífica rosa atercipelada, de un color granate tan oscuro que diríase casi negro. Era una flor deslumbrante, con pétalos de perfecta curvatura, de piel tan tersa e inmaculada como el ala de una mariposa recién nacida.
-¿Ves qué preciosidad? –me preguntó la señora Kralefsky-. ¿Ves qué maravilla?. Pues lleva ahí dos semanas. Casi no lo puedes creer, ¿verdad?. Y cuando vino no estaba en capullo. No, no, venía ya bien abierta. ¿Pero sabes que estuvo tan enferma que temí que no saliera adelante?. La persona que la cortó tuvo el tremendo descuido de ponerla con un manojo de margaritas. ¡Fatal, absolutamente fatal!. No te puedes imaginar lo cruel que es la familia de las margaritas. plebeyas margaritas de LROSon unas flores muy toscas, muy plebeyas, y claro, poner entre ellas una aristócrata como la rosa es simplemente buscarle tres pies al gato. Cuando llegó estaba tan ajada y descolorida que yo ni siquiera la ví entre las margaritas. Pero por suerte  LAS OÍ . Yo estaba aquí, echando una cabezadita, cuando empezaron, sobre todo, según me pareció, las amarillas, que siempre son tan pendencieras. Bueno, naturalmente yo no entendía lo que estaban diciendo, pero sonaba horrible. Al principio no me dí cuenta de a quién se dirigían; creí que discutían entre sí. Entonces me levanté a echar un vistazo, y me encontré a esa pobre rosa toda espachurrada en medio de las otras, que no hacían más que ensañarse con ella. La saqué, la puse sola y le dí media aspirina. La aspirina es muy buena para las rosas. Monedas de dracma para los crisantemos, aspirina para las rosas, coñac para el guisante de olor, y para las flores carnosas del tipo de las begonias, unas gotitas de zumo de limón. Pues volviendo a nuestra rosa: apartada de la compañía de las margaritas y con el tentempié se reanimó enseguida y ahora está muy agradecida; se nota que está haciendo un esfuerzo por conservarse bella el mayor tiempo posible, en prueba de gratitud.
Al decir esto dirigió una mirada afectuosa a la flor, espléndida en su peana de plata.
– Sí, yo he aprendido muchas cosas sobre las flores….”

(G.Durrell, Mi familia y otros animales, «Las flores parlantes», Alianza editorial, 2000)

NOTAS
La flor granate de la foto es una ‘Tuscany Superb’,  variedad de Rosa gallica que se encuentra con facilidad en los catálogos de «rosas antiguas». Como todas ellas, florece entre mayo y junio, sólo una vez…y no como las «rosas modernas», que aprovecho para ir presentando aquí, rosas que florecen ininterrumpidamente desde mayo hasta noviembre…

Las margaritas son de LRO, hace dos días.

18 comentarios en “Margaritas pendencieras

    • Ah, claro, es que algunos ingleses -como la señora Kralefsky- son bastante clasistas ¿no?. Pero yo entiendo lo que quiere decir. No todas las combinaciones son posibles, por más que uno se empeñe. Poner una rosa granate entre las margaritas del campo es como ponerla a ella, a esa señora tan viejita, tan fina, tan delicada y tan…inglesa, en la puerta del Santiago Bernabeu un domingo a las ocho de la tarde. Tendría que acudir el Samur e ingresarla en la UCI ipso facto. Pero también a la inversa, está claro. ¿Puede imaginarse uno a una humilde margarita asomando su corona de pétalos en el Concurso de Rosas de los jardines de la Bagatelle, en París…?. ¡La machacarían viva!. También a esta pobriña habría que ingresarla en la UCi.
      Eso. Que hay mezclas peligrosas. Me imagino que lo mejor, para sobrevivir, es no estar tan definido. Una salvia, por ejemplo, queda estupendamente tanto con las rosas como con las margaritas. O cualquier gramínea. Suavizar los extremos y que las flores no anden a la gresca, ése sería el objetivo…

  1. ¿Tendré tiempo para releer todo lo que debo y quiero, como la trilogía de Corfú del trasto y naturalista de Gerald? En fin, precisamente ayer, que hacía un día desapacible en Madrid, que a mí me gusta, porque me gusta que se retrase un poco el duro verano de la meseta, dos señoras muy mayores y más bien ‘plebeyas’ se habían detenido delante de unos rosales que asomaban detrás de una verja y una le comentaba a la otra lo que le gustaban esas flores tan aristocráticas ( que a mí en cambio no me gustan demasiado, sólo las ‘variedades’ silvestres, tipo las Roza canina s.l., escaramujos y demás) y sí completamente de acuerdo que hay mezclas como esas margaritas y la rosa que no se acomodan. A mí, venga o no a cuento me gusta en este mayo cómo de republicano se pone el campo: amarillo de mostacillas silvestres y otras muchas crucíferas, rojo de amapolas, violeta de viboreras, espliegos o cantuesos…

    • ¡Y violeta de las arvejas silvestres, que retrepan por las cunetas y los cierres, como locas…!. Esas dos señoras mayores que viste son las que no faltan jamás al Concurso de Rosas Villa de Madrid (en el Parque del Oeste; a mí me encanta ir; es una celebración bien pacífica y entrañable). Una observación: con respecto al último comentario sobre rosas, en el que categóricamente las apartabas – R. canina y parientes exceptuadas- te señalo que ya dices que no te gustan «demasiado»…Osea, que «algo» sí las miras…quizá de reojo…

      • Claro que las miro, pero me parecen unas pretenciosas, como ciertas tías pijas de barrios como el de Salamanca,en Madrid, que puede que tengan buen culo o buenas piernas, pero…definitivamente no me gustan

  2. También eran clasistas la rosa roja de Lancaster y la rosa blanca de York de aquella guerra que tan bien describió Stevenson en la memorable «La flecha negra».
    El lbro de Durrell nos lo leía mi madre a mi hermano y a mí antes de dormir cuando éramos pequeños. Tengo muy buen recuerdo, cuando vuelva este verano me gustaría leerlo otra vez en aquella vieja edición de Alianza.

    • Hola Antonio. A mí La flecha negra me dejó un poco indiferente…La leí con grandes expectativas, pues soy de las ADORADORAS de La isla del Tesoro (del grupo de chiflados que la releen cada dos por tres). La flecha negra, sin embargo, me pareció muy mediocre, con todos los defectos de estructura, prisas, etc de la literatura por entregas. También es verdad que hace quince o veinte años (…!), cuando la leí, era una lectora bastante más pejiguera que ahora. Quizá la relea, aprovechando esa referencia tuya a las rosas…Ya te diré.
      Sí, en algún comentario de algún blog, de pasada, no recuerdo…creo que lo habías escrito. La imagen de tu madre leyéndoos algo tan atípico como los libros de Durrell. Bien por tu madre. ¡Fantástica elección!. Y no lo digo sólo por el amor a los animales y la naturaleza. Lo digo sobre todo por el amor a la LIBERTAD que esos libros transpiran..Bicos

      • Yo leí la novela de Stevenson una primavera lluviosa cuando estaba terminando la carrera, para evadirme un poco del agobio de los exámenes, y aunque había oído que era una obra menor me encantó, me pareció redonda como novela de iniciación, con unos personajes creíbles, un tono muy logrado entre lo realista y lo novelesco o lo duro y lo melancólico y un ritmo a la altura del que supo darle a novelas más prestigiosas como “Secuestrado” o “La isla del tesoro”, aparte de que aquella Inglaterra húmeda y boscosa me recordaba mucho al lugar mismo en el que estaba leyendo, con castillo incluido a lo lejos recortado contra la línea del horizonte. Los dos párrafos que cierran la novela son inolvidables. Bueno, en fin, de verdad disculpa el rollo, es que es un libro que me tocó de lleno en aquel momento, y luego además en un viaje muy especial a la vieja Edimburgo compré ése y otros libros de Stevenson en una librería de viejo, en una bonita edición con prólogos de la mismísima Fanny Osbourne (Tusitala Editions, se llamaba la colección).
        Saludos.

      • Me has convencido. No puedo correr rauda a buscar mi ejemplar porque ¿dónde andará…?. Pero sí, Vale. El ambiente en la meseta a las puertas del verano no es el de Edimburgo y sus castillos, ni siquiera el del norte de Galicia, con sus prados, sus nieblas. Pero lo prometo. Ya me han entrado muchas ganas de releerlo (eres contagioso, Antonio!)

      • A mí me gustó mucho La flecha negra de Stevenson, pero no sé si aguantaría una relectura, porque, al revés que la sabia Barbie, yo me he vuelto un lector más ‘pejiguero’ exigente

  3. Barbie, cuándo es el concurso de Rosas de Villa de Madrid? Me gustaría asistir aunque sólo sea para estudiar a las mujeres que por allí se acercan a examinar a las rosas, no por nada, sino que tengo curiosidad por ver si los amantes de las flores tienen algunos rasgos en común. Quién sabe si me vendrá bien en el futuro para crear ciertos personajes.

    Por otro lado lo de la aspirina en el agua para que la rosa se estire es bien cierto. No deja de ser curioso porque eso significa que hubo alguien que un día decidió que «aquella flor necesita una aspirina» y funcionó. Otra cosa que va bien es echarles hielo en el agua, se ponen tiesecitas aunque el efecto no dura tanto como la aspirina. En todo caso siempre sentí lástima por las flores cortadas. Una vez hasta escribí un poema sobre su no-vida. Las flores de jarrón me enternecen. Es una crueldad tenerlas así.

  4. Emma/Merceditas:
    Hay flores cortadas que duran más así, en un jarrón con agua, que en la planta, donde se mustian o pasan a fructificar raudas, aunque no es el caso de las rosas. Y hay otras flores que, como mis adoradas amapolas, que no resisten ese corte y dejan caer inmediatamente los pétalos, como algunos animales preciosos que tanto resisten la jaula o la cautividad; yo, por ejemplo, quiero creer que soy más amapola que rosa, pero me gusta que tengan espinas las muy cabronas.

    Con tu buen oído para las conversaciones seguro que le sacarías partido a la asistencia al concurso de marras, yo estuve una vez y me lo pasé genial: pijerío y proletariado femenino junto pero no revuelto…

  5. Emma tiene razón: en la rosaleda de Madrid vería personajes dignos de describir, sobre todo mujeres bastante pijas y caballeros dieciochescos. Charlas de porcelana y cristal. Tengo que decir que mi abuela Assumpta (la del post) nos llevaba a ver esos concursos de rosas. Bien en general, pero no para unos chiquillos revoltosos.

    Y Lansky también: la sencilla y roja amapola casca al instante. Supongo que para quitarnos de enmedio, en el campo, nos mandaban a cogerlas diciendo que colocándolas en un jarrón con agua algo más que templada durarían un par de días. ¡ Mentira !
    Cogíamos grandes brazadas y al llegar a casa estaban pochas pero nos dejaban los brazos llenos de eses pequeñas espinitas que tienen. Coño, qué picor.
    El labrador bien que lamenta cuando entre la cosecha aparecen los miles y miles de las preciosasa y humildes amapolas. Ni las cabras se las comen…, ellas que son capaces de comerse un ABC sin pan ni agua,

      • Grillo, me pega mucho tu abuela en la rosaleda. Para todo el que no lo haya leído y caiga despistado por aquí, me tomo la libertad de recomendar la lectura del post que le dedicaste: http://ungrillodeobsidiana.blogspot.com.es/2012/01/mi-abuela-asumpta.html
        Lansky, ando con mucho acelerón. La lluvia y las temperaturas hacen que las hierbas crezcan y crezcan, amapolas incluidas, y no «doy hecho» (creo que la expresión es un galleguismo notorio…). A ver si el fin de semana me pongo al día, que veo que hay posts nuevos por todas partes. Por cierto, en Afganistán hay programas de la ONu y otros organismos/ONG para reemplazar el cultivo del opio por…¡rosas!. La tradición de destilar su aceite es antiquísima en toda la zona (qué mundo tan maravilloso podría ser éste…)

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