Vino Tinto en el Celeste Imperio

Otoño 2012

En este preciso momento, en algún lugar del Celeste Imperio, un chino mandarino se dispone a beber una copita de vino de LRO. Las uvas que vendimiamos se van  a la cooperativa del pueblo, donde se mezclan con las uvas de nuestros vecinos. Pasado un año saldrán de la bodega convertidas en vino, embotelladas, y etiquetadas con ideogramas  («new wine, old tradition», pero en chino). El camión las dejará en algún puerto europeo, ¿quizá en Rotterdam?. Allí  serán almacenadas en un contenedor, cargadas en un enorme trasatlántico, y enviadas a ese cliente que espera en ultramar: dos océanos más allá.

Una familia de pioneros chinos acaba de abrir un restaurante en el pueblo: El Diamante Rojo.  El otro día al volver de vendimiar -cansancio y pocas ganas de encender la cocina-  nos dejamos caer por allí. Dos cosas me llamaron la atención en la carta:  la oferta de  «vino de la casa», y el plato llamado «hormigas subiendo por el árbol», que me recordó un post reciente del blog. De entrada, lo del vino-chino-casero nos hizo sonreir (como si lo que nosotros fabricamos por estos lares fuera un Lafite Rotschild…)
Más tarde, investigando por la web, me dí cuenta de que el que  ríe de último ríe mejor, y éste último casi siempre resulta ser… un chino. Algunos datos: China es hoy el séptimo pais del mundo en superficie de viñedo y el quinto mayor consumidor.  Las previsiones indican un aumento del consumo superior al cincuenta por cien de aquí al 2015.  Leo en internet que los chinos  prefieren el vino tinto, muy rojo y brillante, porque asocian su color a la  buena suerte. Leo también, consternada, que le echan hielo y lo mezclan con gaseosa (sí,  por lo visto hacen calimochos incluso con un «grand cru»).   Las botellas se regalan  para el Festival de la Primavera, víspera del Año Nuevo, y otras comidas de ocasión, además de estar reemplazando rápidamente al baijiu (licor, de arroz o de sorgo) en los banquetes oficiales.  Pero lo más asombroso es que, contrariando su fama de  prolijos-chapuzas, los chinos están empezando a producir ¡vinos buenos! (1).  Las bodegas nacionales contratan a enólogos  franceses y cuentan con el apoyo de las autoridades. Por su parte, las grandes bodegas europeas, californianas, etc, que han ido a instalarse al Celeste Imperio no lo han tenido fácil (ni las distribuidoras: cualquiera se mete ahí), pero las que resisten, incluso en pleno Desierto del Gobi, empiezan a hacer caja…

Vuelvo al pueblo. Un pueblo depauperado por la crisis, machacado como tantos por décadas de urbanización absurda  y abandono/maltrato del campo. Deprimido, cabizbajo. Sus vinos fueron importantes en el S.XVII – muy apreciados en la Corte, como contaba el Capitán Alatriste-, en especial los blancos elaborados con albillo. Nada más que albillo…uva que se ha ido haciendo rara, por ser menos productiva y espectacular que otras. Los vinos de hoy son corrientes, vinos «de mesa», con más mercado entre la generación de nuestros padres y abuelos (nosotros -confesémoslo- consumimos mucha más cerveza). Bueno, la cosa es que hace apenas dos años la cooperativa estaba a  punto de quebrar. La anterior junta directiva parecía buscar deliberadamente la ruina del negocio, apostando solapadamente por echar el cierre y especular con los terrenos (en pleno centro del pueblo). La forma de tirar piedras contra su propio tejado consistía en dejar de llevar la uva a la cooperativa. Durante dos años, siguiendo las indicaciones del anterior propietario de LRO, le vendimos las uvas a un misterioso «Pepito» que aparcaba su trailer en el polígono e iba pasando las cajas por una vieja pesa romana…Terminada la operación, nos pagaba. En mano. Allí mismo. Billete sobre billete. Y cuando el trailer estaba lleno de uvas se marchaba, dizque a Burgos, para hacer con ellas el coupage en bodegas de tres al cuarto…El anterior propietario nos decía que esto era lo mejor, aunque el precio fuera más bajo, porque en la cooperativa sólo pagaban una vez hecho y vendido el vino. Y como por entonces los pagos se retrasaban hasta dos y tres años, Pepito y otros como él hacían su agosto con los impacientes. Bueno. Caimos de la burra enseguida, al año siguiente, un domingo que llegamos tarde a la cita con Pepito.  Con el tractor hasta arriba de cajas y la espalda rota después de muchas horas vendimiando, ¿qué hacer?. El trailer iba ya camino de Burgos. Entonces  aparece  otro vecino y gentilmente nos ofrece meter las uvas en la cooperativa a su nombre, asegurando que nos pagará  «cuando se cobren». Menos da una piedra, ¿no?. Además, para poder dejar quedar las cajas en la cooperativa hace falta estar registrado. Total, que para usted estos mil kilos de uva…Y hasta hoy, claro. El vecino en cuestión resultó ser miembro de esa torticera junta directiva, que vendía su vendimia al primer postor aún teniendo la obligación -no sólo moral: también contractual- de llevarla a la cooperativa. Gracias a esas uvas nuestras, que jamás cobramos, ese año él lavó la cara ante la junta: ¿quién dice que yo no traigo aquí mis uvas…?.

Las uvas que se beberá un chino

La siguiente primavera escribimos una carta a la cooperativa solicitando fueran aceptadas  ese año y los venideros nuestras humildes uvas garnacha, tempranillo, y macabeo. De mil amores las recibieron y de mil amores las estamos descargando allí, en las tolvas de la cooperativa, desde entonces. Hemos ido aumentando la producción (¿o es que -más bien- Pepito nos tomaba el pelo?). Hace un año la anterior junta directiva fue destituida y públicamente vilipendiada….En unos meses empezaron a sanerase las cuentas. Todavía falta mucho. Muchísimo. Hay deudas con el banco que ni se sabe cuando podrán saldarse. Pero la nueva presidenta y nueva junta parecen moverse bien en este business. Como caídos del Cielo los chinos llamaron a la puerta.  Setenta mil botellas, según tengo entendido, viajaron a Pekín el pasado invierno…Y esta es la historia. Malas lenguas dicen «que los chinos han comprado la bodega» ( a ver: como si en vez de comprarnos las uvas nos hubieran comprado la finca), y peores lenguas aseguran que «unos chinos han comprado la bodega para vendérsela después a otros» (¿otros chinos?)…
En fin.
El hecho es que las cosas empiezan a enderezarse.
Y que la vendimia del 2012 ha sido fantástica.

NOTAS

(1) «Future of Wine report», publicado por BBR, una tieda londinense de vinos (Berry Bros & Rudd): «hacia 2059 China liderará el mercado de vinos de alta gama…». (www.absolut-china.com)
Las dos primeras fotos proceden de la wikipedia.

3 comentarios en “Vino Tinto en el Celeste Imperio

  1. Fascinante. Un relato de cómo un grano de uva de Barbie acaba convertido en un vino que paladea un tal Chu-en-lay, o similar. Por otra parte, desde los tiempos de los siervos de la gleba, el agricultor, el inicio más esencial de la cadena, es también el más puteado, el más débil cuando debería ser casi el más fuerte (y lo es en países donde le campesino tiene fuerza, como en la vecina Francia, ¡Vive le paysanne! (aunque qué reaccionarios se vuelven entonces!)

    • Yo estoy encantada con el arreglo, Libélulo. Si los chinos acaban salvando la cooperativa de la quiebra habrá que ponerles una plaquita en la entrada. Sobre los franceses no puedo estar más dividida (esquizofrénica es la palabra): como española. debo de llevar inscrito en los genes el odio al gabacho (qué chulos son, mon Dieu), pero, por otro lado…adoro Francia, en especial el campo. Cómo viven, cómo lo cuidan todo. Qué envidia más grande.
      En cuanto a lo otro, mira, lo que tenemos que hacer los viticultores es precisamente esto: mantener la cooperativa y vender directamente al consumidor. Sólo así, eliminando a Pepitos y Pepitas, podemos recibir un precio aceptable por lo que producimos. Eso es lo que pensaron los padres de los que ahora tienen sesenta-setenta años, muchos de los cuales (aquí: generación del plástico y de los fitosanitarios-milagrosos) han olvidado el trabajo que costó levantar la cooperativa y pararle con ella los pies a los señoritos de las dos bodegas del pueblo, que hasta entonces pagaban lo que les petaba, y había que tragar….

      • Yo también siento esa esquizofrenia francesa, supongo que los buenos afrancesados del final del XVIII y el principio del XIX, como Goya o Campomanes, también. Y es que son admirables -especialmente su hermoso y bien cuidado ‘campo’- y detestable su insoportable chovinismo.

        Placa para los chinos, claro que sí. En cuanto a la cooperativa, el olvido (como en los muertos d enuestra Guerra Civil) es la mejor forma d evolver a tropezar en la misma piedra. Los intermediarios…gentuza que s egana la vida con el esfuerzo de los unos y la clientela cautiva de los otros: parásitos

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