Hope is a thing with feathers

Diciembre 2011

Este es el primer verso de un famoso poema de Emily Dickinson (1). Forma parte de uno mucho más largo titulado “Life” (Massachussets, hacia 1850), y vendría a decir esto: la esperanza  es un pajaruco que canturrea ahí adentro sin que nadie ni nada pueda hacerle callar, por fuerte que arrecie el temporal, por desolada que esté la tierra (“and sweetest the gale is heard, and sore must be the storm…”).

En LRO la esperanza es literalmente una cosa con plumas. Esa cosa con plumas que asoma a veces en el balcón de este blog. Un abejaruco. Y como él, todos los pájaros que se marchan cuando empieza el frío. Ningún otro ser vivo puede representar mejor la esperanza: el deseo loco de que regresen también en el 2012, de que regresen de nuevo, un año y otro, a LRO.

En el poema de E. Dickinson la esperanza no es muy distinta de la fe. Dice que el pájaro nunca le pide nada a cambio de su balada, “siquiera una miga de pan”  (“…yet, never in extremity/ it asked a crumb of me”). Pero en LRO la esperanza no es una cuestión de fe, inquebrantable y ciega, ni tampoco una metáfora. Está hecha de plumas de colores, de carne, de sangre caliente. De peligros. Nuestra esperanza es un pájaro de verdad, que a finales de septiembre, poco antes de empezar nosotros la vendimia, inicia con sus compañeros un larguísimo viaje hacia el sur, esquivando montañas y sobrevolando las dehesas (pero también las columnas de humo de las fábricas, los cables de alta tensión, las nubes de contaminación sobre las ciudades…), y todo para poder pasar el invierno en latitudes más cálidas, al otro lado de la cordillera del Atlas, más allá del ecuador y del trópico, en las mismísimas puertas de Ciudad del Cabo… En muchos de los lugares donde se detengan a reponer fuerzas se les recibirá como al resto de aves migratorias: a tiro limpio. A otros los vencerá el agotamiento. A otros, el hambre. O la desorientación. Pero los que sobrevivan a semejante odisea volverán sin duda en abril. Es así. El abejaruco de la foto ha visto con sus diminutos ojos rojizos el Cabo de Buena Esperanza.

Pido para el 2012 que todos esos pájaros regresen sanos y salvos en primavera. Si lo hacen, si LRO se llena de abejarucos en abril, eso significará que muchas cosas han ido bien por el camino y están empezando a ir mejor aquí (más flores, más insectos, más pájaros: más crías que viajarán por primera vez a África el próximo otoño).

(1) En realidad el verso original lleva artículo determinado: «Hope is the thing with feathers», porque continúa con «…that pearches in the soul, etc».

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