Flores nabucodonosorcitas

Los ojos bien abiertos. Las manos quietas.
Hay que andar con tiento al empezar la primavera. Se calienta la tierra, la savia sube, se despabilan los invertebrados que hibernaban en los montones de hojas, las gramíneas secas, en las cabezuelas sin podar de las hortensias, las arrugas de las cepas, la corteza de los frutales… Al pie de las plantas empieza a moverse todo. Y en las macetas, lo mismo. El principio es este: no cargarse porque sí todo lo que bulle entre los brotes. El principio es, mejor dicho: aprovechar este momento para observar con atención (y si hay que actuar, que a lo mejor NO, que con mucha frecuencia es NO, que casi siempre es NO, ya se verá cómo y por qué -tag «grillotopo», por ejemplo; para lo demás, tag «insectos». Observar y estudiar un poco. No ser como los nabucodonosorcitos, que lo hacen todo con entusiasmo pero a lo loco)

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