Sellos de flores

» El Sr. Andrade me escribe siempre a mano. Usa su maravillosa pluma Waterman y un papel azul celeste, muy suave, que después introduce en un sobre apaisado del mismo color. Sé que en Navidades también felicita por carta a Juanito Ros (su padre murió el año pasado; por suerte para él, antes de que Venecia termine de hundirse), a Marisa, a Duveisa, a Hao (…). Lo imagino con las cartas en el bolsillo del abrigo, caminando despacio hasta la oficina de correos. Si el tiempo acompaña, el Sr. Andrade para a tomar un cafe y unas golosinas. Si está nevando, las pocas veces que esto aún sucede, sube de todos modos hasta Correos y va pisando con energía la nieve, como cuando era un niño, para oír el crujido bajo sus botas. En la última carta que he recibido -con un sello de la Confederación Helvética que representa una Hemerocallis fulva; he empezado a coleccionar estos sellos de flores para Miranda, mi hija, así que le he pedido que me envíe más- me cuenta que va dos veces al mes al mercadillo de Nyon. Que ha comprado dos platillos japoneses preciosos, de porcelana Imari (o quizá una copia, realizada en Delft o en Ansbach), por un franco suizo cada uno. Que en el lago hay muchas serretas y porrones (negros, moñudos y bastardos, especifica). Que una mañana muy temprano vio un zorro en el parque: se sostenía en las patas de atrás y apoyaba las de delante en una papelera, donde hurgaba a fondo en busca de restos de meriendas, patatas fritas con ketchup… Me cuenta que le duelen un poco las rodillas. Que le cuesta apartar la mirada de la nieve pero lo hace. Que sabe que es un hombre afortunado..

Perfiles de cebra, pp. 429-30

Camelias blancas, ahora mismo en flor.
FELIZ 2020

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