«Señoras y señores, fieles amigos, ahora esta servidora hará el número de ‘La plantación de un melocotón’. Pero antes de ello vamos a abrir el número con una cita del presidente Mao: ‘Nuestra literatura y las artes sirven a los trabajadores, campesinos, y soldados‘. Entonces cogió el hueso de un melocotón del suelo, lo plantó en un terreno fértil y escupió un buche de agua encima. «¡Crece!«, le ordenó. Quién iba a decir que un brote de melocotonero de un rojo brillante iba a salir de la tierra. Cada vez era más y más alto, hasta que se volvió un árbol hecho y derecho. Entonces la multitud observó cómo brotaban las flores en las ramas y los melocotones empezaban a crecer. En cuestión de segundos estaban maduros, y eran de un color blanco hueso. Si los mirabas con atención parecía que unas diminutas bocas rojas salían del tallo. La chica cogió unos cuantos melocotones y se los dió a los espectadores, ninguno de los cuales se atrevía a probarlos. Con la excepción de un niño, Yu, que le cogió uno de las manos y lo devoró. Cuando le preguntó que qué tal sabía él contestó que delicioso. La chica volvió a invitar por segunda vez a los espectadores a que los probaran, pero de nuevo, simplemente, permanecieron ahí de pie con los ojos fuera de sus órbitas, tan impresionados que ninguno se atrevía a probarlos. La joven suspiró y con un movimiento de mano hizo que el árbol y los melocotones desaparecieran, dejando tan sólo el espacio de tierra vacío…»
(Mo Yan, La República del Vino, Ed.Kailas, 2012, p.238)
NOTAS
Vincent Van Gogh pintó este melocotonero a mediados de marzo de 1888. El cuadro está en Amsterdam, pero el árbol que le sirvió de modelo estaba en Arlès, en uno de los vergeles que entonces rodeaban la ciudad. «Bien ves -le escribía a su hermano Théo- que los melocotoneros rosas han sido pintados con cierta pasión...».
Entre diciembre y febrero se plantan los frutales en el hemisferio norte, siempre que la tierra no esté helada ni sople fuerte el viento. En LRO se han plantado esta semana («¡creced!») un cerezo, un albaricoquero, un caqui, un granado, dos ciruelos y un melocotonero.
Me da un poco de reparo andar siempre poniendo canciones, pero es que hay entradas que hacen que venga alguna a la cabeza de inmediato:
Gracias Antonio, todas las canciones que mandas son preciosas. ¡Es una suerte tenerlas aquí colgadas!. Un abrazo fuerte.