Última semana de junio 2012
En el aire de LRO, haciendo acrobacias, copulan los vencejos e inician su ritual las libélulas y caballitos del diablo. El macho -libélula pasea con su novia cogida por el cuello. No de la mano, sino por el cuello. Ella no dice que no. Se están unos minutos así, tonteando, hasta que por fin encuentran una hoja, una caña, una piedra que les gusta. Entonces la hembra-libélula arquea el lomo y, transformando el tándem en una rueda, recoge unas gotas de esperma en los «órganos sexuales accesorios» de su novio. (los órganos sexuales «de verdad», donde fabrica el esperma, los tiene al final del cuerpo). La hembra dejará los huevos sobre la superficie de la charca o donde mejor le pille (en el lodo de la orilla, por ejemplo). De los huevos saldrán unas larvas extrañas, carnívoras, que no abandonarán el agua hasta dentro de tres, cuatro, cinco años. Un buen día sus branquias empezarán a transformarse y las larvas/ninfas tendrán que salir a la superficie a respirar. Se agarrarán con todas sus fuerzas a una hoja de iris, quizá a un junco. En muy poco tiempo la cutícula que cubría su cuerpo se rasgará de arriba a abajo, por la espalda. La libélula al principio no tendrá color (al final, tampoco). Después será azul, o roja, o color ocre. Y empezará a patrullear la charca. Con sus fuertes mandíbulas machacará miles de moscas y mosquitos, mariposas, escarabajos, crisopas (como ninfa acuática eliminaba larvas de otros insectos, pero también renacuajos y alevines). Un día cualquiera se cruzará en su camino otra libélula. Se reconocerán. Y entonces el macho-libélula la cogerá por el cuello, y ella no dirá que no…
Fotos: 1. Ninfa que sacamos del fondo de la alberca el día que la limpiamos (si no lo hacemos se atascan los goteros cada cinco minutos). Mezclada entre las algas, al final sólo se llevó un susto. De haberse quedado donde estaba no hubiera podido agarrarsse a nada para desprenderse de su cutícula y convertirse en adulto. Al limpiar la alberca pasamos todo ese bicherío a la charca que se forma allí mismo, con el agua que rezuma del viejo mortero… 2. Foto de Gema en el estanque de su casa: metamorfosis a toda pastilla (nada que ver con las mariposas) 3. Las cutículas se quedan ahí prendidas, como broches de papel, hasta que el sol y el viento las desmenuzan. 4. Rueda de apareamiento de dos Aeshna, otra superfoto de Gema. 5. Libélula roja del género Sympetrum, el que más abunda en LRO (¿quizá el adulto de la foto 1..?).
NOTAS. Guía de los insectos, de M. Chinery (Ed. Omega),2006, como siempre. Y Wildlife gardening for everyone, VVAA Royal Horticultural Society, 2007. Más las pacientes observaciones de Gema, que pasa horas agachada (y maravillada) al pie de su estanque.
¡Cómo me gusta este blog! Y no quiero hacer más comentarios, pero ¡vivan los odonatos! (me gustan más que las mariposas de los coj…)
Por cierto, las larvas son los tiburones (a su escala) de las charcas dulceacuícolas: las he visto zamparse un renacuajo sin problemas
Sí, en parte por eso me gustan tanto…No las larvas -que son feas como demonios-, sino las libélulas adultas: por esa combinación de cosa delicada y temperamento macarra..
Ahora me doy cuenta que soy…una libélula. Las has definido muy bien (y a mí)
Un beso