Junio 2012
La especie Iberis ciliata tiene en Madrid dos subespecies, una de suelos calizos y otra de suelos silíceos. Esta nuestra es la segunda: Iberis ciliata ssp. contracta. De flor entre rosa y malva, de hojas finas, lineares. Crece formando una especie de cojines por las laderas resecas y guijarrosas de LRO, en el mismo suelo pobretón donde han fallado año tras año mis intentos (ingenuos) de hacer arraigar un puñado de albaricoqueros (resiten cuatro, de siete que se plantaron). El carraspique tiene un primo jardinero: Iberis sempervirens, que llaman «cestillo de plata», muy utilizado en rocallas y taludes; la flor del cestillo es blanca, y las hojas más oblongas que lineares. Por aquí el carraspique se extiende cada vez más. Cosa de haber abandonado el arado. Y de que el suelo, con ser tan magro, le ofrece a cambio un drenaje perfecto, vital para su supervivencia en zonas de heladas fuertes. La flor dura poco: unas dos o tres semanas, salvo que llueva (¡!).
En unos viveros yankis he encontrado esta variedad hortícola (inexistente en la naturaleza) llamada «Absolutely Amethyst», marca registrada. Ahí la cuelgo, para que ustedes comparen.