Cuando lloran las viñas

Finales de marzo-abril

Cuando al cortar un sarmiento -ramo de un año, con las yemas aún bien cerradas- se forman gotas de savia en el borde de la herida, entonces se dice que la viña está llorando.  A veces sólo caen unas lagrimillas de nada. Otras, en las viñas más robustas, lo que caen son verdaderos lagrimones, que dejan pringosa la cuchilla de la tijera y las manos del que la está usando.
Las viñas se podan entre el comienzo de los lloros y el comienzo de la brotación. En esta zona de Madrid, por lo que hemos visto desde que llegamos, ninguna viña brota antes de mediados de marzo (como pronto) y ninguna rompe a llorar antes de mediados  o finales de febrero (como prontísimo, y según como venga de cálido y lluvioso el final del invierno). En ese mes que va de quince a quince han de quedar los viñedos pelados. Si hay quien empieza a podar antes, eso se debe a que tiene tantas viñas que no le daría tiempo a dejarlas todas podadas antes de la brotación. Cuestión de mano de obra y de «logística», que no de fisiología vegetal. Si el invierno viene muy frío y seco -si la llantina se retrasa- entonces hay que podar un poco más tarde; la savia que empiez a circular ayudará a cicatrizar las heridas de poda, pero si los lloros son abudantísimos (es decir, si nos metemos mucho, mucho en abril) la cepa se debilitará, se desangrará, de forma peligrosa e innecesaria.
Las cepas tienen varios brazos. Los manuales de poda dicen que en cada brazo ha de quedar uno o dos sarmientos bien podados: a dos yemas (pulgares) si el sarmiento es débil; a más de dos yemas (varas), si el sarmiento es vigoroso. Pero cuando uno baja al campo y se ve cara a cara con esas cepas, que en el caso de LRO tienen -algunas de ellas- más de veinticinco  o treinta años, nada es tan sencillo como dicen los manuales. Los seres vivos somos diversos. Viñas, perros, niños, flores. Podemos tener presentes algunas normas básicas, pero la verdad es que esas normas son pocas y no valen de nada si no se contextualizan…Las variables, además, no son siempre previsibles. Esto lo sabe cualquiera que tenga los ojos abiertos. Así que en la poda de los frutales, como en casi todo lo que tiene que ver con la «conducción» de seres vivos (conduire es el verbo que se usa en francés para las podas de formación), lo primero y más importante, en mi opinión, es el simple sentido común. Y la observación. Por ejemplo. Los manuales de poda dicen que los cortes han de ser limpios, sin dejar tocones. Pero el anterior propietario me explicó que si hacía eso el pámpano que brotaría después, con sus racimos colgando, se quebraría en la inserción: que había que dejar un toconcillo largo junto al pulgar escogido, para que el tal toconcillo sostuviera el peso de lo que crecería después en el pulgar…Y así es con todo. A veces hay que dejar más de dos sarmientos por brazo, a veces más de dos yemas por pulgar (porque la orientación de esas mismas yemas así lo exige), a veces hay que cortar con el serrote brazos enteros, a veces hay que preferir el sarmiento más débil, pero mejor colocado, en detrimento del más saludable, o a la inversa…
Todo es así. Siempre. Lo más útil, creo yo, es tratar de entender el porqué de cada corte, aún sabiendo que la decisión puede ser discutible. Pero nunca cortar al tuntún. No hacerlo de este u otro modo «porque lo dice el manual», frase que odio, pero tampoco «porque siempre se ha hecho así», lo que sería irracional, además de arrogante.

En fin, la poda de las viñas de LRO se terminó este año sobre el calendario previsto, quizá un poco tarde. Las lluvias de estos últimos días han sido muy insuficientes. La tierra sólo está superficialmente húmeda, y por eso los sarmientos apenas lloriquean.

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