¿La mala hierba?

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Cynodon dactylon, gramaGeorge Brassens. Traducción: Júbilo Matinal.

Cuando el día de gloria llegó
y todo el mundo la diñó
solo yo tuve el deshonor
de no morir con pundonor.
Yo soy muy mala hierba,

sí, señor, sí, señor.
la grama hay que quitarla a manoDe mí nadie hace pasto
ni me junta a su gavilla.
La muerte llevó a otros,
sí, señor, sí, señor,
y a mí me perdonó,
qué quiere usted que le haga yo….
La, la, la…

Que siga vivo, yo no sé
a quién le ofende, ni por qué…

(TRADUCCION COMPLETA, http://www.jubilomatinal.com )

Es el enemigo público número uno: la grama, conocida en los libros como Cynodon dactylon, o «Bermuda grass«. Una gramínea rizomatosa que prospera en cualquier suelo con tal de que tenga algo de humedad. Ahora bien, la mala hierba del campo no se parece ni en pintura a la de la canción de Brassens. La grama, ella en particular, no es ese personaje ácrata que va a su aire, que se junta con malas gentes, que se aleja del común de los mortales («Como borregos los hombres van/ siempre en rebaño con su clan. / Yo voy por libre y dudo que,/me haga jamás ningún carné….»). Muy al contrario. Esta mala hierba es la que va siempre en manada: la que, si se le deja, siempre termina haciendo manada. Osea, invadiéndolo todo. Se arrima a los buenos, no a los malos.  No es precisamente una rareza, la excepción a la regla, sino la hierba más común y anodina, la masa que se extiende y le quita el pan y la sal a las hierbas que sí son «diferentes». La  grama se aprovecha de las mejores condiciones del suelo, de las mejores exposiciones, de esa gota de agua perdida. Y en cuanto agarra, ¡ay del que tenga que vérselas con ella!. Es un error fatal tratar de erradicarla por las bravas. ¡Jamás! Con ella sólo vale el azadón (foto nº2).  Cavar y agacharse a recogerla, poniendo buen cuidado en llevarse la madeja entera. Si en la tierra queda un minúsculo trocito del rizoma, la muy loca volverá a colonizar la huerta (y por eso está prohibido el motocultor: la fresa que lleva incorporada trocea el rizoma, multiplicando el problema por MIL). Sólo en eso se parece la grama a la mauvaise herbe, de Brassens: cuando llega el día de la siega – le jour de gloire – ella es la única que se libra. ¿Y cómo no va a librarse, con semejantes rizomas? Con la grama no hay segadora ni desbrozadora que valga. No se trata de segarla, sino de arrancarla de cuajo.

…Y sin embargo, raras veces el malo es siempre malo. O tan malo. La misma grama que arranco a mechones de la huerta, está sembrada por mi propia mano en el jardín. La grama consume mucha menos agua que un césped convencional. En los jardines de la costa, en particular en el sur y en levante, el Cynodon  (y otras hierbas similares)  reemplaza al césped incluso en los archi-cuidados y gastosísimos campos de golf. En las zonas de clima continental la cosa no está tan clara, porque ni la humedad atmosférica es tan elevada ni las temperaturas en invierno tan suaves, y la grama, por dura que sea, necesita un mínimo de agua y un mínimo de calor ¿Qué hacemos entonces en los jardines de Madrid, si no queremos superficies de grava/similar, ni tampoco cubrir todo el espacio -salvo senderos- de plantas tapizantes? En mi opinión, lo mejor es dejar una pradera asilvestrada, cuidarla en primavera y en otoño, y asumir tranquilamente que en verano se agoste. Rebelarse contra esto es inútil, tan inútil como enfadarse por las canas, o porque anteayer nevó…. Entre esas hierbas del «prado» no está mal que vaya mezclada la grama,  la «mala hierba» finalmente reinsertada, que tupe mucho y bien, y durante los meses buenos se dejará pisar. Como en esta pradera asilvestrada no hay aspersores, la grama no se va a entusiasmar tanto como en la huerta, donde hay que regar casi a diario. Y si no se entusiasma, dejará vivir al resto de las plantas, que -además- sí están mejor adaptadas  que ella al frío madrileño. (Conclusión: en primavera y en otoño la pradera estará preciosa; en verano estará amarilla, ¡que no muerta!, al menos en las zonas más soleadas; y en invierno, cuando las temperaturas bajen mucho, no estará tan marrón como lo estaría si fuera un tapiz monoespecífico de grama, estilo campo de golf en Alicante…)

10 comentarios en “¿La mala hierba?

  1. Veo que haceis bloque común ‘brassenero’ Júbilo y tú. Enhorabuena.

    Pero tu visión de las mal llamadas ‘Malas Hierbas’ es terriblemente sesgada, sesgada como la de todo agricultor.. ‘Mala hierba’, ‘plaga’ y ‘alimaña son términos acientíficos que poco aclaran; de hecho, algunas malas hiervbas son las plantas nutricias de predadores de las plagas, al igual que las alimañas. El famoso cuadro de la gleba de Durero es un ejemplo de repertorio de malas hierbas. Y bueno, sí, la grama puede ser una plaga o la alternativa más sensata en el clima seco mediterráneo al dichoso césped de ray grass., aunque pincha un poco. Los campos de golf de alicante lamentablemente son de ray grass (Lolium ) y deberían ser precisamente de esa granma que los invade espontáneamente

    • No, no: no es que los invada espontáneamente (que también, en muchos casos), es que la grama se vende ya en cajas y sacos para «césped con poca agua», casi siempre en una mezcla con diferentes especies de festuca (grama 15%, festuca seleccionada 85%). Yo tengo mi saquito de grama en la bodega, y ya te digo, donde puede convivir con los demás, sin machacarlo todo, yo misma la siembro.
      Ahora bien, aquí espero que me cuentes cómo se pueden producir patatas y cebollas en un pastizal de grama: es imposible. Tanto como canturrearle al grillotopo una nana, para que se relaje y deje de devorar cebollas. Yo nunca en mi vida he utilizado herbicidas, y considero a Monsanto, Syngenta, etc, gente sumamente peligrosa. Pero la grama la arranco, a costa de mis riñones, y el capacho lleno -el de la foto- lo vacío con un poco de tierra en las grietas del camino.
      Adoro el cuadro de Durero. De hecho, escribí un post sobre él hace un año:

      El terrón grande

  2. la grama se arranca, se escolima a mnao, exactamente.

    Lo que yo niego es el concepto de:

    1) mala hierba (nitrófilas pujantes y espontnaeas ‘coemnsales del hombre)

    2) las plagas (explosiones demográficas de especies r-estrategas, igualmente propiciados por el hombre al acortar las cadenas tróficas

    3) alimañas (predadores competidores del hombre, aunque como en las dos categorías anteriores y aún más, potencialmente colaboradores)

    • Bueno, vale. Si estamos de acuerdo en que a la grama HAY QUE ARRANCARLA de la huerta, entonces a mí no me importa llamarla buena, mala o regular. De hecho, ya ves que el título va entre interrogaciones (serán los genes galaicoportugueses).
      Y en líneas generales, Lans, a mí hay que decirme justo lo contrario. Quiero decir, que tiendo a dejar pasar cuanto bicho viviente me cruzo (grama incluida; pobriña), lo que pone de los nervios al anterior propietario, que ve cómo año tras año las hierbas -buenas, malas, regulares, azules, amarillas, naranjas, rojas, grandes, pequeñas, bonitas, feas, pasables…..- se van extendiendo por todas partes, hasta llegarnos (felizmente) al sobaco… A mí, te decía, más bien hay que darme un empujoncito en la otra dirección. Algo del estilo «pero mujer, no ves que te quedas sin cebollas, no ves que la poca agua que tienes para regar se la está llevando esa pécora…».

  3. Conocí la grama por los versos de Miguel Hernández: si me muero, que me muera con la cabeza muy alta. Muerto y veinte veces muerto, la boca contra la grama, tendré apretados los dientes y decidida la barba…», que me dieron una visión tirando a épica de la hierba en cuestión. La verdad es que me encaja mal con los versos de Brassens, en los que la mala hierba es individualista, anarquista y explícitamente opuesta a campos de batalla ni muertes gloriosas. Pero precisamente por eso, el contraste puede resultar ilustrativo.

  4. Una pradera amarilla no está tampoco nada mal, yo la encuentro altamente poética, será porque para mí el verano es el amarillo de los campos de trigo agostados.
    Ahora mismo desde la ventana veo cortar el césped de un triángulo que hay en mitad de la carretera. Pienso en el cortador de césped y su alegría en este Lunes gris en Madrid.
    La misma alegría con la que Brassens cantaba su individualidad.

    • ¿A que sí?. Claro que es poética una pradera amarilla. Somos víctimas del jardín inglés: hemos exportado esa imagen del césped verde esmeralda pero no somos capaces de exportar sus nubes cargadas de lluvia… El único inconveniente de la pradera agostada es que no se puede pisar con los pies descalzos; pero esa sensación táctil -que se pierde- puede reemplazarse por otra, auditiva, que se gana: el crujido de la hierba reseca, más los susurros nocturnos de los insectos (cri-cri-, chás-chás- pic-pac-pic-pac, tss-tst…)
      ¿Ya están cortando el césped en tu barrio?. Por aquí ha hecho mucho, mucho frío. La vegetación empieza -pero sólo empieza- a desperezarse.

      • El cortador de césped es un «mandao» del ayuntamiento de Madrid. Creo que no había necesidad de cortar- aunque aquí no hace tanto frío- pero le mandaron a que hiciera algo.
        Yo olí el otro día una mimosa y los almendros están en flor.

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