Paul Klee: Blüten in der Nacht, 1930. MOMA de San Francisco,
Las verdaderas flores de los verdaderos jardines nocturnos son casi siempre blancas o al menos pálidas (pálido amarillo, pálido rosa pastel) y/o casi siempre fragantes (a muy fragantes). Por ejemplo, el galán de noche (Cestrum nocturnum). La ipomea blanca, trepadora temible e invasiva. Algunas daturas de perfume intenso (D. discolor). Es lógico que sean blancas si el polinizador que les ha tocado en suerte, de hábitos crepusculares, ha de barruntarlas bajo la luz de la luna. Lógico que huelan tanto, si no hay colores cálidos que ayuden a encontrarlas. Polillas y murciélagos deben de saberlo, de agradecerlo. Lógicamente… Pero lo escribo consciente de que la lógica, enemiga del azar y los «casi siempres», no tiene por qué ser causa necesaria de la secuencia descrita (ausencia de sol ergo blanco ergo aroma), de que a veces uno se encuentra flores rojas o naranjas-nocturnas-inodoras (común por la costa, la Oenothera, onagra), o flores nocturnas muy aromáticas que además llevan colores vivos (Mirabilis jalapa, Don Diego, alias «Maravilla del Perú»), de que yo no sé, en resumen, ni sé si es cosa sabida, qué fue primero, si la flor blanca o el polinizador nocturno… pero consciente también de que no ha de faltar quien me diga: a pesar de la inodora onagra naranja, del derrochador Don Diego, y de esto, aquello y lo de más allá… ¡claro que impera la lógica, solo que tú no has encontrado aún el concreto silogismo que gobierna todo esto!
White Garden en Sissinghurst. Basso continuo de artemisias y santolinas (follaje), y solos de azucenas, iris o espuelas de caballero, en variedades hortícolas blanquísimas: https://www.nationaltrust.org.uk/visit/kent/sissinghurst-castle-garden/the-garden-at-sissinghurst-castle-garden#cb-51138871-1
Otra asociación del blanco a la noche: las cortezas de álamos y abedules que orillaban los caminos: https://wordpress.com/post/laramadeoro.com/352
En las matas y matojos de LRO, sin embargo, los tonos blancuzcos, cenizas, plateados y glaucos -de la propia hoja o del tomento que la recubre- solo pueden ir asociados al sol, es decir, a la necesidad de protegerse de él. Casas encaladas de Andalucía: follaje del Helichrysum, de las lavandas, de todas las aromáticas.
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Addenda, 23 mayo 2024: » Para ver lo que de completamente antieconómico, de irracional hay en las plantas, para ver su lujo principesco, su sobreabundancia, para eso le faltan ojos al darwinismo (…) Notable resulta ya el número inmenso de especies; propiamente tendrían que imponerse unos pocos modelos, sencillos, bien acreditados, y repartirse entre ellos el espacio. Está además la belleza, el despilfarro inaudito de una materia pasajera (…) A los millones de años con que trabajan las teorías evolucionistas corresponden los millones de años-luz de la astronomía que está coordinada con ellas. En la sustancia de un diminuto cáliz de flor, de un tembloroso estambre escóndese un sentido más alto que en todas esas lejanías y en todos esos períodos que dan soledad al corazón«.
E. Jünger, Radiaciones, vol. II, Tusquets ed. 1992, p.417
