5. Que si los tomates se reblandecen y ponen negros por la base (lo que los franceses llaman “cul noir”), o bien se resquebrajan por la zona del pedúnculo, eso se debe a que hemos dejado secar la tierra casi por completo antes de volver a regar. Con los tomates eso no vale. La tierra debe estar siempre fresca. Los tomates no pueden con el estrés hídrico, y lo manifiestan así… con el culo negro. En La Rama de Oro, con lasañas, y con temperaturas altísimas en verano, hay que regar un día sí y un día no. Los libros dicen que dos veces a la semana. En mi huerta no es suficiente. Pero es que el 95% de los libros de divulgación hortícola están escritos por gente del norte. ¡Cuidado con esto!.
6. Es verdad. Pudiera ser que a medida que pasen los años y la estructura de la tierra mejore, con los estercolados y aportes de mantillo constantes, pueda bajar la frecuencia del riego. Pero no es la situación a día de hoy.
7. Que, por otra parte, regar en exceso en esta zona, con 35 grados y más durante semanas, pero con bajadas nocturnas de cierta importancia desde mediados de agosto, favorece el desarrollo del oídio. Así que, en conclusión: tierra fresca de forma constante, pero jamás encharcada.